Clajadep :: Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular

Imprimir

La paz en dos. Las dos paces: Espirales de la guerra-violencia y la resistencia-noviolencia en la lucha social

Pietro Ameglio :: 10.06.22

Cuando analizamos conflictividad social, resulta útil la imagen de espirales en las formas de lucha de los bandos involucrados, que no sólo describen las tipologías de las acciones sino su intensidad y estrategia. Podemos distinguir una espiral de la violencia, el odio, la guerra, y otra de la resistencia, la paz, la noviolencia. El concepto de espiral ayuda a romper la idea de linealidad –ascendente o descendente-, y a instalar la concepción que el conjunto de acciones que se enfrentan entre sí pueden ser alternadamente crecientes o decrecientes en intensidad.

Pensar en voz alta la justicia y la paz

Las dos Paces: Espirales de la guerra-violencia y la resistencia-noviolencia en la lucha social

 

Pietro Ameglio

 

Cuando tenemos que analizar procesos de conflictividad social, resulta a veces útil la imagen de las espirales que se dan en las formas de lucha de los bandos involucrados, que no sólo describen las tipologías de las acciones sino su intensidad y la estrategia que pudiera estar detrás. En una primera forma tal vez simplista, dicotómica y hasta algo “purista”, podemos distinguir una espiral de la violencia, el odio, la guerra, y otra de la resistencia, la paz, la noviolencia. El concepto de espiral ayuda a romper la idea de linealidad –ascendente o descendente-, y a instalar la concepción que el conjunto de acciones que se enfrentan entre sí pueden ser alternadamente crecientes o decrecientes en intensidad.

Además, otro detalle fundamental está en la necesaria relación y proporción que existe entre la intensidad de las acciones que constituyen las distintas espirales de los actores sociales enfrentados en ese conflicto, son como una especie de dos “termómetros” que se relacionan y comparan en sus acciones y gradientes. De ahí la importancia para las fuerzas en pugna de conocer y medir con rigor las estrategias y acciones del adversario, y no sólo ver egocéntricamente la dinámica de las propias acciones.

La lucha social está marcada –al igual que en muchos otros órdenes de la vida- por un entramado y relación de acciones y actores, que no sólo tienen que ver con la correlación de fuerzas materiales y cuerpos, sino también con la acumulación y determinación morales y territoriales en cada bando. Por supuesto que hay un gran número de variables que intervienen para definir la “intensidad” -“radicalidad”- de una acción, empezando por su espacialidad y temporalidad, y siguiendo por la suma de cuerpos y fuerza moral; también debe existir una proporción de intensidad –en la espiral que se escoja- entre las acciones de un bando y otro. O sea, a veces algunos actores sociales centrales por su poder creen simplistamente que son suficientes sus declaraciones o foros para detener procesos crecientes de violencia, al igual que autoridades buscan detener la desobediencia civil con simples mesas de negociaciones.

Así, uno de los mayores artes en la construcción de paz, es lograr primero -a partir de la espiral de la paz noviolenta y la resistencia- detener la espiral de la violencia y la guerra -a veces incluso como una tregua-, para luego hacer que se vaya imponiendo en la lógica y la acción de todos los bandos la otra espiral.

Actualmente la especie humana atraviesa un hecho social de guerra –con características genocidas- con la invasión rusa a Ucrania, que nos permite reflexionar acerca de la construcción e impactos de la espiral de la guerra y la violencia, particularmente de la tan dañina concepción que se impone en el orden social mundial de la “paz negativa o armada”, donde la idea de paz queda subsumida a la de seguridad, y el gran negocio internacional armamentista de seguridad –disfrazada de paz- parte justamente desde la siembra social de la inseguridad y el aterrorizamiento ciudadano: Occidente armándose como nunca frente a la “amenaza rusa” y Trump en su discurso ante la Asociación Nacional del Rifle pidiendo “blindar escuelas, eliminarlas como zona libre de armas, poner guardias y armar a los profesores”, en un país que triplicó la producción de armas en los últimos años. Como bien señalaba el monje budista Thich Nhat Hanh, se atacan los síntomas con la misma medicina de la violencia que los causa y no las raíces: “Si uno desea que un árbol crezca, de nada sirve regar las hojas, hay que regar las raíces”.

A su vez, en México, hemos asistido en estas últimas semanas a un conjunto de acciones muy ejemplificantes del otro gran tipo de paz, que se basa en la espiral de la resistencia noviolenta. Sobre todo encabezadas por los familiares de desaparecidos y los pueblos indios.

La espiral de la violencia, la guerra y el odio: aumentar gasto armamentista y bombardear

Toda espiral crece aumentando la intensidad de las acciones, por lo que la de la guerra y la violencia en cada paso se basa en aumentar el nivel de violencia de las acciones, y así crece la lógica y materialidad de la guerra. Esto en la lógica de construcción de paz con justicia y dignidad, nos lleva a la conocida frase de Gandhi: “Ojo por ojo, y el mundo quedará ciego”.

Desde enfoques aparentemente opuestos: uno de ataque y otro defensivo, pero las lógicas de las acciones de Putin y Zelensky-Biden con sus aliados occidentales son similares en cuanto a “paz armada” y guerra prolongada. Entendemos perfectamente la posición de Ucrania en su autodefensa armada legítima y urgente, y la permanente solicitud de “nuevas armas más potentes y pesadas a occidente, así como máximas sanciones a Rusia”, principal salida inmediata que tienen para detener el genocidio que están sufriendo, pero sus aliados occidentales deberían instrumentar todo un conjunto de medidas y prácticas de diplomacia y construcción de paz complementarias de otro orden.

En cambio, cada vez más todo el enfoque de las acciones del bando occidental aliado a Ucrania, ha entrado en la lógica sólo bélica de Putin. Este último y sus generales probablemente creyeron que con un ataque rápido, masivo y totalmente exterminador como el que lanzaron con nuevas y muy pesadas armas incluso “hipersónicas”, arrasarían toda resistencia inicial ucrania causando un impacto de derrota inevitable e inmediata, y por ello cada día han intensificado más la violencia y destrucción armada, sobre todo en blancos civiles. Sin embargo, esto no ha ocurrido así, y, por el contrario, la espiral de la guerra del bando ucranio aliado -unida a la ejemplar resistencia de las fuerzas armadas ucranias en su territorio- no ha parado de aumentar también sus acciones (y así el ¡gran negocio armamentista y su consecuencia alimentaria mundial!). Veamos un registro reciente de estas acciones:

Frente a este incremento exponencial de la espiral de la guerra y la paz armada, como siempre sucede cuando la violencia trae el incremento de la violencia, cabe cuestionarse con Macron: “Nadie sabe cómo evolucionará la guerra”.

La espiral de la resistencia, la paz y la noviolencia: bloquear y caminar

¿La guerra y la violencia son inevitables para la resolución de conflictos en la especie humana? ¿Somos violentos por naturaleza, por genética, por condición mental, por herencia ancestral animal…? Estas son preguntas milenarias recurrentes en las distintas personas y sociedades de todas las épocas y geografías, sin una respuesta absoluta pero con algunos avances científicos importantes que nos han llevado a negar la naturaleza violenta de la especie -sin desconoces la agresividad inherente que tenemos-.

También han existido avances en las experiencias históricas interculturales de construcción de paces positivas desde la noviolencia con justicia y dignidad. Hay esperanzas históricas concretas que la espiral de la humanización de la especie puede enfrentar, detener y hasta hacer “regredir” la espiral de la guerra y la violencia.

En las últimas semanas en México, hemos tenido un par de ejemplos importantes respecto al poder de la espiral de la resistencia, la paz y la noviolencia, teniendo como sujetos sociales protagonistas a los familiares de víctimas y a los pueblos indios, dos identidades sociales profundamente asociadas a estas formas de lucha social y construcción de paz.

En nuestro artículo anterior (https://desinformemonos.org/cien-mil-desaparecidos-en-mexico-desobediencia-civil-inmediata-a-la-desaparicion/) reflexionábamos cómo en distintos territorios de México estaba apuntando una forma más masiva y radicalizada de acción de resistencia noviolenta frente a las desapariciones: bloqueos de carreteras importantes en desobediencia civil masivos (a veces incluso no tan masivos pero con la fuerza moral de un familiar ante tamaño dolor), encabezados por familiares y vecinos de las víctimas, realizados en forma inmediata (reconociendo la importancia absoluta de las primeras horas para lograr resultados) a la desaparición para presionar a las autoridades en la resolución del hecho, con las consecuencias que sean, pero que permitan alcanzar la verdad y justicia del hecho de tan alta violencia e impunidad social. En casi todos los casos las autoridades respondieron rápida y positivamente a esa presión social.

La desobediencia civil es el máximo nivel de acción de la espiral de la resistencia, por lo que estos familiares y sus aliados, a partir de la experiencia histórica actual nacional en ese tema, han avanzado hacia una mayor radicalidad en sus acciones en el preciso momento inmediato a la desaparición. Los niveles anteriores con una gran variedad de acciones de todo tipo han sido heroicos y muy importantes para lograr avances decisivos, y la consolidación de un movimiento social ejemplar de los familiares en la construcción nacional de paz con justicia. Asimismo, la reflexión y experiencia colectiva llevaron a elevar este nivel hacia la desobediencia civil de los bloqueos carreteros (“es la única forma de hacernos escuchar”, sostienen los normalistas de Michoacán), en la coyuntura decisiva de horas del momento de la desaparición.

En nuestro artículo anterior compartimos una lista de casos recientes muy similares al respecto. Hemos visto, con alegría y sorpresa por la imperiosidad de esta forma de lucha de la sociedad civil unida y aliada –que mucho hemos reflexionado en estos años-, proporcional al nivel de inhumanidad de una desaparición, que este tipo de acciones de desobediencia civil han continuado con esas características comunes. Actualizamos rápidamente aquí la lista de la espiral de la resistencia, paz y noviolencia frente a las desapariciones:

El otro gran ejemplo reciente del incremento en el nivel de acciones de la espiral de la resistencia, paz y noviolencia en México, ha sido la Caravana por la Dignidad y la Conciencia Wixárika, así como el plantón que instalaron frente a Palacio de Gobierno en el zócalo capitalino. Si bien ambas acciones -caravana y plantón- no corresponden a la desobediencia civil (no se violan leyes), sí entran en el nivel de la radicalización de esta espiral pues tienen atrás la enorme fuerza moral y dignidad de un pueblo ancestral, que decide masivamente caminar y “sacrificarse” durante más de un mes (25 abril al 30 mayo), cruzando a pie un enorme territorio nacional (900 kms.) y acampando, para lograr la restitución de 11 mil hectáreas invadidas ilegalmente por ganaderos hace 60 años, en la colindancia entre Jalisco y Nayarit. El 30 de mayo firmaron un acuerdo (al igual que pasó hace poco con los yaquis por el acueducto en Sonora y en los Chimalapas por la disputa fronteriza de tierras) con el presidente López Obrador para la restitución de sus tierras en este año, a lo que el representante wixárika Primitivo Chino Chino señaló: “Estamos contentos, agradecidos, satisfechos, vamos a regresar con ese orgullo después de haber obtenido el logro”.

 


https://clajadep.lahaine.org