Una hacienda agrícola abandonada por sus propietarios, a pocos kilómetros de Florencia, fue ocupada por decenas de jóvenes y jóvenas que la recuperaron del abandono de años, comenzaron a producir, convirtiéndola en una “hacienda sin patrones”, y formaron una comunidad autogestionada. No se conformaron con el espacio de 200 hectáreas que ocupan, comenzaron a tender redes de apoyo mutuo con campesinos de los alrededores y con sectores urbanos que comparten los mismos objetivos y modos de trabajo.
Una hacienda agrícola abandonada por sus propietarios, a pocos kilómetros de Florencia, fue ocupada por decenas de jóvenes y jóvenas que la recuperaron del abandono de años, comenzaron a producir, convirtiéndola en una “hacienda sin patrones”, y formaron una comunidad autogestionada. No se conformaron con el espacio de 200 hectáreas que ocupan, comenzaron a tender redes de apoyo mutuo con campesinos de los alrededores y con sectores urbanos que comparten los mismos objetivos y modos de trabajo.
En la actualidad, Mondeggi Bienes Comunes cuenta con 170 hectáreas cultivadas en su mayoría con olivos y vides, con pequeños huertos y una producción de granos antiguos y azafrán, apicultura, producciones de hierbas, panadería y elaboración de cerveza. Cientos de personas cultivan los más de 4.000 olivos con métodos ecológicos, fomentan las relaciones de intercambio y solidaridad entre los miembros de la asociación «Amici di Mondeggi» que nació como un intento de abrirse a las asociaciones locales.
La extensa entrevista fue pactada con el colectivo de Mondeggi. Les enviamos siete preguntas diciéndoles que se trataba de una entrevista en profundidad para Desinformémomos, medio que conocen, entre otras razones porque su espacio rural albergó compas zapatistas el año pasado durante la Gira por la Vida. Aquí sus respuestas que demoraron varias semanas porque, en el mejor estilo de los trabajos colectivos, debían ser aprobadas en asamblea. Por supuesto, cambiaron el orden de las preguntas y modificaron otros detalles, como corresponde a un colectivo autónomo.
– En estos nueveaños, ¿qué ha construido Mondeggi? ¿Cuántas personas viven allí? ¿Qué producen y en cuántas hectáreas?
– En estos nueve años el proyecto «Mondeggi Bene Comune» ha dado vida a un proceso evolutivo de autogestión agrícola que ha llevado a convertirse en una comunidad extendida, vivida y atravesada hoy por cientos de personas que cada día contribuyen al crecimiento y desarrollo de este camino iniciado desde abajo, en el que cada individuo pone a disposición de la comunidad su experiencia y sus habilidades a través de la práctica diaria y el intercambio de conocimientos, tanto en lo que respecta a la producción agrícola como a las actividades con función social. Obviamente, coexisten diferentes niveles de implicación y participación.
Otra contribución importante al crecimiento del proyecto, fue el trabajo r de colaboración y cuidado de las relaciones con diversas realidades y espacios (tanto en la ciudad como en el campo) que llevó a Mondeggi a construir redes de resistencia, solidaridad y apoyo mutuo con las que estamos fuertemente conectados, y que cada día ayudan a fortalecer la posición de la comunidad en el territorio, convirtiéndolo en un referente para muchas personas cada vez más alejadas del sistema y en busca de alternativas y estilos de vida a escala humana, pero también para encontrar un mínimo común denominador entre las diversas y diferentes formas de lucha y resistencia anticapitalista en defensa del medio ambiente, el trabajo y las cuestiones de género en todos los territorios, que desde un nivel local se han extendido a nivel regional y nacional.
Todas estas instancias han iniciado un camino de «interseccionalidad» de las luchas que el 7 y 8 de mayo de 2022 convergieron en Mondeggi por invitación nuestra para una iniciativa titulada «UniTierra – cultivamos el conocimiento libre para una ecología campesina». En este evento lanzamos la propuesta de construir una Universidad de la Tierra en Mondeggi, un proyecto que tiene como objetivo compartir el conocimiento campesino y agroecológico desde abajo, con miras a la crítica radical de la producción y transmisión de conocimiento como sucede en contextos institucionales. El proyecto UniTerra es solo el último ejemplo de cómo Mondeggi, a lo largo de los año, se ha convertido en un importante centro de caminos políticos que han entrelazado movimientos y conciencias críticas de gran alcance. De cara al futuro, Mondeggi acogerá en octubre el encuentro nacional de Genuino Clandestino, construido en colaboración con los trabajadores de la fábrica GKN1 ocupada y con los movimientos ecológicos toscanos.
Otra nota digna de atención se refiere al aspecto educativo y pedagógico, realizado a través del trabajo constante y paciente de algunos miembros de la comunidad con la colaboración y participación activa de familias y escuelas presentes en todo el territorio, dentro y fuera de los límites del municipio al que pertenecen.
Pero ahora llegamos a la parte que concierne a la vida cotidiana: ¿cómo se gestionan 200 hectáreas de tierras agrícolas en las que hay siete granjas y una villa histórica, propiedad de la Ciudad Metropolitana de Florencia y abandonada por la misma?
Para responder a esta pregunta es necesario primero explicar cuáles y cómo se constituyen las diversas partes que conforman el gran laboratorio de diseño «Mondeggi Bene Comune»:
1. LA OCUPACIÓN. Constituye la rama de vivienda, que se distribuye y se ocupa de la gestión diaria de tres de las siete masías (casas campesinas) existentes dentro de la finca (las tres únicas aún habitables), además de ser la parte del proyecto que interpreta y encarna las instancias de retorno a la tierra y agroecología en las que se asienta toda la comunidad.
2. MO. T.A (Mondeggi Terrenos Autogestionados) y MO. V.A (Mondeggi Viñas Autogestionadas). Constituyen todo el componente de ciudadanía activa presente en el entorno que no vive en Mondeggi sino que vive y cuida la tierra diariamente: son los custodios de huertos sociales, olivares e hileras de viñedos2. De hecho, su acción voluntaria se ha hibridado con las prácticas más típicas del movimiento, como las asambleas autogestionadas, dando así vida a una fórmula de convivencia colorida y funcional.
3. LA GRANJA SIN AMOS. Nos referimos a ese componente específico vinculado al concepto de autoproducción y autosuficiencia, derivado de las actividades agrícolas, con el fin de romper las cadenas de suministro. Es decir, todos los costes relacionados con la adquisición y producción de las materias primas necesarias para la transformación de sus productos.
4. EL BIEN COMÚN: La finca es un lugar atravesado y cruzado, abierto a todo tipo de propuestas por parte de la ciudadanía activa y por realidades políticas y sociales similares a nosotros.
Por ello, la Finca presta hospitalidad y apoyo material a iniciativas que no encuentran espacios accesibles, gratuitos, autogestionados: acogemos momentos relacionados con la formación; jornadas de animación y talleres de todo tipo. Todo ello con frecuencias variables en función de los periodos del año, y ligado a la estacionalidad del trabajo en los campos.
Teniendo en cuenta que empezamos decididamente de cero, sin ningún medio técnico ni dinero, se puede decir que en estos ocho años de Mondeggi Bene Comune logramos gestionar unas 60 hectáreas del total de 200.
La nuestra es una agricultura que hace uso de una mecanización reducida al mínimo, que maximiza la multifuncionalidad y la importancia de la biodiversidad en los agro-ecosistemas. Esta multifuncionalidad se expresa en la búsqueda de sinergias entre las diversas actividades agrícolas: el cultivo de tierras, frutales, hortalizas, plantas aromáticas y azafrán; la gestión de olivares y viñedos; la cría de gallinas ponedoras y cerdos, la apicultura, el vivero. La cadena de autoproducción toma la forma de actividades de panadería, elaboración de cerveza y vinos.
Quizás más significativa que las demás, la historia del olivar cogestionado es un ejemplo del modo de implicación y comunicación, dentro y fuera de la Finca sin Maestros: las plantas, unas 10.000 en total, que desde 2009 estaban completamente abandonadas y parcialmente invadidas por hiedras y zarzas, han sido progresivamente repartidas y puestas en custodia en su casi totalidad, gracias a un lento y enorme trabajo de poda y limpieza. Esto ha sido llevado a cabo por cientos de personas del territorio y más allá, también gracias a numerosos días de trabajo colectivo. De ahí nació el proyecto Mo.T.A. (Mondeggi Tierra autogestionada).
Así, del mismo modo, nació el proyecto Mo.V.A. (Mondeggi Vigne Autogestite), gracias a la cual se gestiona una parte de los viñedos, alrededor de 5 de las 10 hectáreas que cuidamos.
La parte restante de las autoproducciones se organiza en sectores de trabajo autónomos y obviamente autogestionados, que convergen en el momento del mercado en la plaza publica para formar un único puesto de venta que representa todo el trabajo de la Granja.
– ¿Cómo comercializan los productos de Mondeggi?
– A pesar del compromiso y el cuidado en la autoproducción, es en realidad ilegal. Por lo tanto, aceptamos todos los días llevar a cabo prácticas entendidas como una forma de resistencia a la producción especulativa y a las lógicas de mercado. Sólo podemos permitirnos esta actitud gracias a una densa red, local y nacional, de apoyo mutuo y solidaridad entre iguales.
Esta cadena de relaciones toma la forma del camino llamado Genuino Clandestino, que nació en 2010 como una «campaña de comunicación» para denunciar un conjunto de reglas injustas, que, al equiparar los alimentos campesinos procesados con los de las grandes industrias alimentarias, los ha proscripto de hecho. Por esta razón, el movimiento reclama desde sus orígenes la libre transformación de los alimentos campesinos y su libre venta a través de la garantía relacional, devolviendo así un derecho expropiado por el sistema neoliberal. Genuino Clandestino se reúne dos veces al año, una vez en primavera y otra en otoño, sin tener una sede o un territorio de referencia: el lugar de la reunión se establece colectivamente de acuerdo con los principios de necesidad, mutualidad y promoción de nuevas redes y nuevos nodos. En 2017 esta campaña también tomó forma en Florencia, donde nació el colectivo «Comunità di Resistenza Contadina – Jerome Laronze», cuyo nombre está dedicado a un criador francés, que terminó siendo asesinado por los gendarmes porque insistía en no someterse a una disciplina injusta.
Se mencionó que, dos tardes a la semana, llevamos productos frescos de nuestro campo a la ciudad de Florencia, donde ahora hay muchas figuras de coproductores y coproductoras, o aquellos que compran los alimentos que producimos, apoyan activamente las granjas y las elecciones de vida que hemos hecho. También a menudo nos encontramos con grupos autoorganizados que compran colectivamente y distribuyen a aquellos que no pueden estar físicamente en el mercado.
El colectivo político campesino Jerome Laronze, nos permite a través de asambleas y mercados, experimentar con un modelo comunitario y económico orientado a la autonomía alimentaria, reduciendo las distancias entre quienes producen, quienes intercambian y quienes encuentran alimentos; no solo eso: se ponen en primer plano las relaciones sociales, se promueven y difunden nuevas prácticas, convivencia y momentos socioculturales.
También en Mondeggi tenemos un punto de exposición y distribución de nuestros productos, para aquellos que ya nos conocen o se encuentran de paso por algún evento o iniciativa.
Por último, pero no menos importante, es bueno recordar que una buena parte de los productos frescos (de la huerta, del pan) se necesitan todos los días para alimentar a los miembros e invitados de la granja.
– ¿Cuántos aliados/amigos acuden a las asambleas o reuniones que convocan? Tengo entendido que existe una red que los apoya y algunos participan en la hacienda.
En primer lugar, de las más de 200 personas que cuidan la tierra de diversas maneras, una parte de ellas participa activamente en la elaboración política, social y en la comunicación con el exterior. También en este caso, todas nuestras decisiones se basan en la cultura asamblearia propia del movimiento desde las luchas del 68. Por lo tanto, varios niveles de participación corresponden a varias asambleas, que se entrelazan hasta el punto de confundirse aparentemente: instalaciones artísticas, grupos de salud, viviendas populares, de los jardines y cuidado de campamentos de verano para niños: todo fluye hacia la asamblea general del proyecto. Se reúne al menos una vez al mes, o, en momentos de emergencia o necesidad, incluso con mucha más frecuencia. En segundo lugar, los habitantes del espacio campesino se reúnen semanalmente en la asamblea «hogareña», que tiene tareas de gestión y organización diarias, así como atender las necesidades logísticas y cuidar la relación con los viajeros e invitados semanales que pasan, que son más de cincuenta personas al año.
Si ampliamos nuestra mirada fuera de la Granja, si analizamos mejor el contexto en el que la ocupación rural de Mondeggi busca y conecta alianzas, estamos en la intersección de dos historias: por un lado hemos mencionado la red de Genuino Clandestino que encarna las instancias campesinas agroecológicas. Por otro lado, nuestra experiencia se sitúa en el escenario de las luchas territoriales, a nivel urbano y regional, junto a quienes llevan a cabo instancias más vinculadas al mundo de las disputas locales: desde los lazos de amistad con la recién nacida Asamblea Ecológica Toscana, hasta las relaciones históricas con los movimientos de Lotta per la Casa; conflictos de trabajadores como el GK, o el del sindicato textil pakistaní de Prato (que realizó su asamblea regional en Mondeggi). También formamos parte de la Red Nacional de Bienes Comunes Emergentes, que está compuesta por otras asambleas, otros colectivos que gestionan estructuras, parques, servicios relacionados con lugares «huérfanos» en diferentes ciudades, a menudo ocupados, como se define el propio Mondeggi.
Es interesante observar que muchos de los dirigentes y dirigentas provienen de las facultades y colectivos universitarios de Florencia, la de la agricultura en particular, con la que todavía hay relaciones vivas a pesar de los cambios generacionales. También hay que destacar que en la ciudad existe un nutrido grupo de hinchas del fútbol popular, el Centro Storico Lebowski, con el que hemos creado vínculos, no solo porque compartimos eventos, sino sobre todo por la convergencia de fase entre dos autoorganizaciones que, al estar bien arraigadas en el territorio, se enfrentan inevitablemente a debates internos entre la negación y la legalidad, tema sobre el que volveremos.
Es importante mencionar cómo entonces, en el frente urbano y regional de la oposición a las grandes obras antiecológicas, mantenemos contactos de apoyo y solidaridad mutuas: luchas contra las incineradoras, ampliación del aeropuerto local, preservación de áreas verdes de la ciudad, nuevas bases militares en el territorio regional. Estas son algunas de las disputas que hemos apoyado, y siempre apoyaremos. En cuanto a los lazos locales, también hay que destacar la actividad de preparación y distribución de comidas que organizamos regularmente, tanto durante eventos en nuestra finca como en el exterior, en plazas, en centros sociales, incluso en otras ciudades.
Para concluir la síntesis, también hay que hacer referencia a los contactos internacionales, algunos más duraderos, otros ocasionales, que Mondeggi ha podido establecer en estos nueve años de autogestión. Intercambios con el movimiento Sin Tierra y la Vía Campesina; con los campesinos hondureños, con los zapatistas; con Zone A Defendre y el movimiento Reclaim The Fields. Luego organizamos Campamentos de Servicio Civil Internacional, así como grupos de estudiantes de diferentes países, incluyendo últimamente, los Estados Unidos.
– ¿Cómo ha sido la reacción del Estado a la ocupación?
Inicialmente la reacción fue ciega y represiva, lo que resultó en un juicio por ocupación ilegal contra 17 acusados, todos los cuales fueron absueltos por falta de pruebas. En los años siguientes se emitieron tres convocatorias de venta, cada una de las cuales vio caer drásticamente el valor básico de la subasta, pasando de los 25 iniciales a los 8,5 millones de euros: ninguna de estas convocatorias tuvo éxito. Sin embargo, al intento de represión no le siguió el desalojo ni nada parecido: siempre ha habido una apertura total, dentro de los límites que hemos elegido.
A la luz de estos acontecimientos, la cuestión desde nuestro punto de vista debe invertirse. La ocupación de la finca es una consecuencia en sí misma de la actitud de indiferencia del Estado hacia la ciudadanía activa (así como hacia el bien mismo): por lo tanto, es esta ciudadanía la que ha reaccionado ante la indiferencia y el abandono del Estado. Recordemos que antes de la ocupación de junio de 2014, de hecho, las aperturas al diálogo desde abajo fueron ignoradas repetidamente.
El objetivo de evitar la venta ahora parece haberse logrado. Para Mondeggi, ahora se abre una fase mucho más crítica, vinculada a los procesos internacionales a través de los cuales la Unión Europea ha optado por reestructurar su sistema económico, después de la emergencia del covid-19. La referencia es a los fondos del PNRR (plan nacional de recuperación y resiliencia), que ascienden a miles de millones de euros solo para Italia, de los cuales 52 millones se han destinado precisamente a la reestructuración de la finca Mondeggi. Esta es la verdadera razón de la no venta de la finca.
Las declaraciones sobre el tema de la administración provincial quieren dar a entender que, a partir de este momento, hay apertura al diálogo con nuestra realidad, con miras a un co-diseño del «Mondeggi del futuro»; de hecho, las reuniones que tuvimos primero con los técnicos encargados de redactar un primer anteproyecto, luego con los representantes políticos de la administración, no han traído hasta la fecha ninguna garantía concreta.
Hoy esta situación es objeto de continuos debates en la comunidad, es la agenda de muchas de nuestras asambleas. Si un primer objetivo era finalmente haber abierto un diálogo con los altos cargos del gobierno provincial, hoy no podemos ver el resultado y es muy fácil escribir sobre estos temas.
Lo que sí se puede decir es que no parece que la administración tenga ninguna intención de desalojarnos forzosamente, también porque no sería fácil, dado el apoyo que somos capaces de desarrollar, como demuestran estas mismas líneas. Pero, por otro lado, creemos que el riesgo de deterioro de la experiencia es concreto. Con el paso de los años este lugar, esta comunidad, de resistencia contra la venta del patrimonio público se ha convertido en mucho más: un laboratorio político permanente de autogestión y autoproducción, donde se vive al menos en parte de manera diferente al estilo de vida que impone la sociedad capitalista. Nuestro mayor temor es que la renovación de la finca pueda destruir todo esto. Ubi solitudinem faciunt, pacem apelante3.
– ¿Cómo toman las decisiones? ¿Cuales son las principales dificultades internas que encuentran, en la relativa a las relaciones humanas?
Como ya se mencionó, en Mondeggi se entrelazan diferentes niveles de toma de decisiones, desde la Asamblea del Comité, a la del presídium, a la organización interna de los grupos de trabajo que se coordinan de forma independiente, a los diversos proyectos que atraviesan esta realidad. Fuera de las asambleas, muchas decisiones se toman en la cocina, tomando café, de manera informal, particularmente para decisiones técnicas que movilizan habilidades específicas y que no afectan la dirección política de la comunidad. En lo que respecta a las decisiones en la asamblea, desde el comienzo de esta experiencia, hemos decidido utilizar el método del consenso.
Se basa en la suposición de que todas las personas deben tener voz y voto en las decisiones que les afectan, y tiene como objetivo evitar bandos y conflictos, típicos del voto por mayoría. Esto crea las condiciones para que las necesidades y perplejidades de todos sean escuchadas y procesadas colectivamente. Otro objetivo es mejorar los diferentes niveles de experiencia y sabiduría sin que el estatus (raza, calificaciones educativas, antigüedad en el grupo) determine el grado de poder.
En la práctica, el método del consenso consiste en analizar las posibilidades y elaborar y reelaborar una propuesta, hasta que sea aceptable para todos. Aceptable, por supuesto, no significa que todo el mundo esté entusiasmado con ello: podemos aceptar que se toma una decisión que realmente no nos conviene, pero que entendemos que es la mejor síntesis para el grupo, dadas las opiniones que se han expresado. El instrumento de veto está disponible para todos (pero debe usarse con moderación) para bloquear decisiones consideradas absolutamente inaceptables.
Obviamente, la aplicación de este método no es en sí misma una garantía de satisfacción. Para un buen funcionamiento, el consenso necesita que las personas compartan un objetivo común, un cierto grado de confianza, una buena comprensión del proceso de toma de decisiones en el que participan; voluntad de escuchar y atención mutua, voluntad de llegar a la decisión que sea mejor para el grupo en su conjunto. Necesitamos tiempo y energía para examinar y reelaborar las propuestas; no solo eso, se necesita una buena facilitación y gestión logística de los tiempos y la agenda.
A menudo, reconciliar todos estos elementos resulta estar más allá de nuestras posibilidades. Dentro del mecanismo consensuado, a menudo se crean facciones opuestas que luchan por prevalecer entre sí, mostrando dinámicas de poder evidentes (personas que, gracias a su estatus, tienen más voz que otras) y las preocupaciones y necesidades de todos no son suficientemente escuchadas y tenidas en cuenta. Por lo tanto, el consenso sigue siendo un objetivo al que tender más que una realidad en curso: condicionados como estamos por un mundo jerárquico y brutal, readaptar a formas de estar juntos de manera igualitaria y colaborativa es un camino largo, tal vez generacional, que requiere voluntad, atención y compromiso constantes.
Este discurso se extiende desde las decisiones hasta todos los aspectos de vivir, trabajar y hacer política juntos: deconstruir las tendencias hacia el individualismo, la prevaricación, la competencia, la hiperproductividad y la hipervalorización del trabajo es un desafío diario. A menudo, abrumados por la cantidad de esfuerzo necesario para administrar la tierra y la miríada de caminos políticos que se entrelazan en Mondeggi, luchamos por encontrar tiempo y energía para dedicarnos colectivamente al cuidado de las relaciones. Entre los problemas que nos hemos encontrado en los últimos años se nos recuerdan los inevitables conflictos interpersonales, los conflictos internos en las parejas, la falta de comunicación, las situaciones estresantes, el agotamiento y el malestar psíquico. Los problemas relacionales suelen elaborarse a nivel personal o entre pequeños grupos, mientras que la conciencia de que lo personal es político nos invita a afrontarlos como comunidad, dotándonos de herramientas como la comunicación no violenta, la facilitación, la mediación de conflictos.
– Qué les dejó la visita de la delegación zapatistas como parte de la GirA por la Vida?
A pesar de las dificultades mutuas causadas por la gestión de la pandemia, el paso de la Gira zapatista tuvo para nosotros y para Mondeggi un gran significado, no solo simbólico: fue en realidad un empujón, un estímulo, una motivación para conocer y profundizar la historia del movimiento zapatista y sus condiciones actuales, con el fin de constituir un vínculo vivo con las personas y una comunión en las luchas. De hecho, precisamente en esa fase de septiembre de 2021, toda la Comunidad de Resistencia Campesina junto con Mondeggi fue construyendo la «Marcha por la Tierra», que fue un momento muy importante para todos nosotros, lleno de referencias políticas y culturales.
En ese contexto, nuestras demandas agroecológicas y campesinas se opusieron desde la calle a los intereses expresados por los gobernantes de las potencias mundiales (el llamado G20) quienes, al mismo tiempo, en algunos edificios de una Florencia blindada, propusieron y ratificaron soluciones intensivas y avances 3.0 para la agricultura mundial. La respuesta del movimiento fue, por lo tanto, abandonar literalmente la ciudad, marchar kilómetros y regresar simbólicamente para recuperar la posesión de nuestra existencia liberada, en la Granja sin Maestros.
Cabe destacar, por tanto, la expectación que, creciendo a lo largo de la primavera y el verano de 2021, nos ha acompañado en la construcción del programa político y las relaciones en el territorio (y online con las realidades más lejanas). El imaginario de la Gira ha supuesto para todos y para todas un estímulo constante para crecer y colaborar juntos, en un contexto complejo por el covid; es igualmente claro que la etapa Mondeggi era una pequeña pieza de una constelación mucho más grande.
La delegación de mujeres que acogimos, concedió más de un momento de encuentro e intercambio de opiniones. Lo sucedido puede ser contado como un verdadero encuentro entre culturas resistentes, en el que prevaleció en nosotros escuchar historias, observando la disciplina zapatista. Si hay una lección que debemos digerir aquí, es la temporalidad: luchamos por una instancia comunitaria sí, pero al mismo tiempo queremos disfrutar de los resultados o, llorando por las derrotas la moraleja es que queremos ver el final. Este es un horizonte temporal estrecho, típico del Occidente contemporáneo. Los zapatistas encarnan una lucha generacional, en la que el individuo tiene otro valor, tiene un peso específico diferente… es un trabajo por hacer.
– ¿Qué mensaje le quieren transmitir a otras personas en otras partes del mundo?
– En primer lugar, como ciudadanos europeos que vivimos en un país rico como Italia, somos conscientes de que somos privilegiados, hijos e hijas de una cultura, la del capitalismo extractivista, que eplota los recursos del planeta día tras día. Somos conscientes de que a otras culturas y a otros pueblos, lo que tenemos que contar puede resonar como un discurso proclamado desde un púlpito. Entonces, ¿qué mensaje podemos transmitir?
Sólo podemos dar testimonio de nuestra propia existencia, obstinada, ciertamente contradictoria pero que se esfuerza por ser auténtica. A los demás pueblos del mundo sólo podemos trasmitirles nuestra historia. Los contextos son tan múltiples y específicos que la posibilidad de replicar un modelo igual para todos a escala global ciertamente no es nuestro horizonte, lo que nos interesa es la multiplicación de experiencias comunitarias rurales en nuestro territorio.
Por lo tanto, nos esforzamos por expresar una mentalidad diferente de la que ahora gobierna a toda la humanidad, en formas cambiantes según el contexto, pero siempre tristemente iguales a sí mismos en la producción de explotación, miseria y homologación.
Somos una convicción que quiere oponerse a la dominación capitalista, convirtiéndose en un esfuerzo mutuo. Por lo tanto, somos solidarios con aquellos que comparten este enfoque dondequiera que estén, pero también conscientes de la diversidad que existe en el mundo (recursos naturales, sociales, históricos y culturales).
Si queremos medir el alcance de la experiencia a escala global, no podemos ser otra cosa que un parpadeo, una alternativa microscópica en el contexto de un Occidente rico y decadente. Esta comunidad y las otras relacionadas con ella, son intentos de vivir y convivir de una manera más sostenible, es decir, que no recaiga sobre los hombros de los demás.
Para aquellos como nosotros, lo que podemos transmitir es un imaginario de un mundo diferente. Ciertamente no fue el hambre lo que nos llevó a esta lucha, sino el malestar que este estilo de vida consumista nos causa todos los días. Tan caro, tan poco empático con otros seres humanos, animales, plantas, ríos, mares y montañas; tan artificial, tan domesticado, tan dependiente de las tecnologías que cada vez entendemos menos. Las promesas del capitalismo han resultado ser ilusorias, han fracasado.
Tal vez este pueda ser nuestro mensaje: nuestro testimonio muestra que vivir como privilegiado no es un modelo por el que luchar, dado que toda la violencia provocada por el capitalismo a lo largo de los siglos ha producido una sociedad al borde de la desesperación.
Es por eso que elegimos vivir de manera diferente, a esta elección se dirigen todos nuestros esfuerzos en esta lucha.
*Agradezco el apoyo de Aldo Zanchetta en los contactos con Mondeggi y en el proceso de traducción.
1 Antigua planta de la automotriz FIAT en Campi Bisenzio , Florencia, que cerró y despidió a los 422 empleados. Estos se rebelaron y ocuparon la planta hasta hoy. Ver https://www.laizquierdadiario.com/Italia-recuperar-una-fabrica-organizar-una-ciudad-pelear-por-todo
2 Como parte de la alianza con familias de la región, pueden cultivar huertos, viñedos y olivares dentro de Mondeggi.
3 Donde hacen de la soledad, signo de paz.