Traducido por Rojava Azadi Madrid
Todo movimiento o partido se genera a partir de las necesidades y objetivos de una nación y sus características sociológicas. Para las minorías que viven bajo la dominación de tiránicos Estados nacionales que niegan su identidad, su derecho a la educación de su propia lengua y la expresión de sus hábitos culturales, la revuelta y la represalia se convierten en parte de su identidad. Este camino es difícil y se ha ensayado a lo largo de la historia y el pueblo kurdo lo eligió a pesar de todos los sacrificios por las agonías causadas por los Estados de Turquía, Irán, Irak y Siria. Si observamos la situación del pueblo kurdo hace 50 años, la diferencia es enorme. Tanto los «kurdos» como «Kurdistán» no sólo eran negados como tales, sino que se prohibía hablar de ellos.
En la década de 1960, en una época de revolución y de movimientos populares en diferentes partes del mundo, el silencio y el miedo desde las feroces represiones de principios del siglo XVIII hacia adelante, comenzaron a romperse y el interés hacia la ideología socialista creció entre jóvenes y mayores. En esta búsqueda de límites éticos, culturales e históricos, comenzaron las represalias y el pueblo kurdo se enfrentó de nuevo a la brutalidad del fascismo. El Estado condenó continuamente estos llamados «levantamientos separatistas», negándose a entender que en realidad no se trataba de levantamientos, sino de una forma de autodefensa contra una espantosa militarización sistemática de Kurdistán y la asimilación de la identidad kurda. El genocidio, el encarcelamiento, el desplazamiento y mucho más se repitió durante años y se convirtió en la realidad de cada individuo kurdo en las cuatro partes de Kurdistán.
Tras años de resistencia, en los que el propósito desde el principio era la libertad y la igualdad, los objetivos no cambiaron, pero se profundizó en la búsqueda de la democracia y de una comunidad pluralista y, como resultado, el paradigma de la revolución se hizo más evidente. La tesis que presentó Abdullah Ocalan contenía una alternativa diferente a las ideologías clásicas. Muchos movimientos evolucionaron en pro de la paz y de los derechos de los pueblos y las personas, pero pocos de ellos han tenido éxito. Abdullah Ocalan reevaluó el significado de «éxito» y nunca se conformó con la idea de formar otro Estado en el que habría otras minorías y el mismo sistema burocrático volvería a traer consigo una sociedad de clases, y todo ello derrocando su propia revolución.
Por ello, la investigación sobre un sistema correcto según la vida humana y el medio ambiente y en qué tiene que consistir, como algo que ha preocupado a la humanidad durante años, se continúa hasta hoy. Pero en el proceso, el pueblo kurdo no se opondría a una forma de pensar; al contrario, participaría para determinar su propio futuro. Con una nueva forma de pensar, la esperanza, la dedicación y, lo más importante, la creencia de una revolución que no conoce fronteras y cree en la creación de un nuevo mundo sobre los valores históricos de la humanidad, ha aumentado la conciencia del pueblo kurdo.
En situaciones de guerra y conflicto los más implicados son las mujeres, los niños y los jóvenes. Ser joven representa tener un potencial oculto, energía e ideas, pero si todo esto es canalizado por un poder que tiene su propia agenda de intereses, puede tener un efecto no deseado en la sociedad, como vemos hoy en día en África, donde los jóvenes son utilizados en diferentes movimientos extremistas. Pero si se canaliza correctamente, el poder de los jóvenes puede suponer una revolución porque son los que no están de acuerdo y los que rompen las normas que se han impuesto a la sociedad durante años. En cuanto al movimiento kurdo, comenzó con el espíritu de los jóvenes de entonces, y hasta hoy, la juventud constituye la parte más activa de la sociedad en la lucha política y cultural por la justicia y el reconocimiento.
Otro factor crucial del movimiento kurdo es la participación de las mujeres en todas las formas posibles y no una participación temporal o simbólica. Sin embargo, tener en cuenta la realidad de la mujer y la evaluación de su ser a nivel histórico, social, político y filosófico, fue un paso enorme en una región en gran parte bajo el impacto de la religión y estrictas normas culturales. Las mujeres participaron desde el principio en el plano político, social y militar, lo que supuso romper todos los prejuicios contra la feminidad, estrictamente relacionados con el hecho de ser hija, esposa o madre, que presuponen que la mujer debe erigirse siempre no como individuo, sino como ser dependiente.
Destruir estos hábitos, dar el liderazgo de la sociedad a las mujeres y confiarles una revolución fue algo que Abdullah Öcalan hizo de buena gana, y como él mismo dice: «El siglo XXI será el siglo de la libertad de las mujeres», en una escala más amplia, significa finalmente derrocar el sistema patriarcal que ha estado gobernando la humanidad durante 5.000 años y actualmente se ha convertido en una regla global y hegemónica.
El inicio del movimiento PJAK y el impacto del movimiento kurdo en Rojhelat
La conciencia del pueblo kurdo se generalizó, y con el encarcelamiento de Abdullah Ocalan en 1999, en Rojhelat e Irán los kurdos condenaron a las potencias internacionales que estaban detrás de este complot y expresaron su compromiso con la cuestión kurda. La filosofía y el pensamiento apoista también tuvieron un gran impacto en Rojhelat, y como resultado, después de 30 años de lucha en las diferentes partes de Kurdistán, en el año 2004 se creó el PJAK. El paradigma de una sociedad ecológica y democrática, y sobre todo de una sociedad libre de discriminación sexual y de libertad para las mujeres, dio nuevas esperanzas y creencias a una nación que vivía bajo el régimen islámico totalitario de Irán.
Desde la creación del PJAK hace 19 años, muchas personas han sido condenadas a la horca, a la cárcel y se han enfrentado a diferentes métodos de castigo por parte del Estado. Pero, a pesar de todo, han continuado la lucha por la libertad y han hecho de estos mártires un motivo para fortalecer la unidad de Kurdistán. El PJAK se ha diferenciado de los anteriores movimientos de Rojhelat y no se ha dejado influenciar por las diferentes agendas políticas del régimen para atemorizar a cualquiera que se dedicara a actividades políticas o culturales, y ha continuado su camino iluminando al pueblo kurdo e incluso a otras minorías de Irán que están en contra de este régimen inhumano.
Por esta razón, el PJAK se ha convertido en un movimiento que representa a una sociedad más amplia, por lo que personas de diferentes creencias y orígenes étnicos se han unido a la lucha. Esto nos demuestra una vez más que la unidad y la pluralidad son el único camino hacia la democracia real, y que para llevar una vida de hermandad y ayuda mutua, no hay que debilitarse unos a otros en nombre de intereses individuales o parciales, pues esto se convierte en una ventaja para el régimen.
Como principio, el PJAK pretende resolver la cuestión kurda a través de la democratización de Irán, y esto es una perspectiva estratégica. No sólo el pueblo kurdo está sufriendo el régimen totalitario, muchas otras minorías, la clase trabajadora, las mujeres y los jóvenes están viviendo en circunstancias duras que necesitan ser abordadas conjuntamente, por lo que se requiere una lucha unida que obligue al régimen a reconocer los derechos de todos los pueblos e individuos que viven en Irán para alcanzar una vida libre, igualitaria y democrática. No existe un poder como el del pueblo, y esto es algo que la historia ha demostrado.
La fuente de la influencia del PJAK en Rojhelat en estos últimos 20 años proviene principalmente de sus cuadros, que, con todo su corazón, se dedican a su patria y dan sus días y sus noches a fortalecer la causa. Bajo el liderazgo de jóvenes personalidades como Ş Zîlan People y Ş Dersîm, las esperanzas del pueblo están arraigadas en su postura justa y respetuosa. En las cárceles de Irán, Şîrîn, Ferzad, Ferhad y Hêmin se convirtieron en símbolos de resistencia y esperanza de un futuro diferente para las generaciones venideras. Pueden ser sacrificados, causando dolor, pero también demostraron que el PJAK, independientemente de las circunstancias, continuará su lucha por la libertad.
Por ello, lograr este cambio es imprescindible. Durante años, el pueblo kurdo mantuvo la utopía de formar su propio Estado nacional como solución a todos sus problemas. Abdullah Öcalan cambió esto y presentó un nuevo marco teórico en el que reevaluó el estado-nación y lo señaló precisamente como chovinista, homogéneo y nacionalista. Pero teniendo en cuenta la historia de la humanidad y la lucha de años de los movimientos socialistas, la alternativa tenía que ser diferente y no mantener como objetivo convertirse en un Estado; tampoco rechazarlo y negarlo, sino empujarlo hasta un punto en el que se debilite su poder para reprimir y controlar nuestras vidas.
Dejando atrás 18 años como PJAK, para el futuro que tenemos por delante no hay tiempo que perder. Ha llegado el momento de desarrollar un Confederalismo Democrático en Rojhelat e Irán que incluya el multilingüismo, la multirreligiosidad, la multietnicidad, la multiculturalidad con la composición de grupos e individuos con diferentes intereses.