Según fuentes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), el pasado julio el gobierno sirio desplegó tropas en Tell Abyad, al norte de Raqqa, y en Ain al-Arab y Manbij, en el campo oriental de Alepo. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, lleva meses anunciando una nueva incursión en el norte de Siria. Su meta es una “zona de seguridad” de 30 kilómetros a lo largo de su frontera con Siria.
El espacio aéreo al oeste del río Éufrates está controlado por Rusia y al este por Estados Unidos. Turquía necesita el consentimiento de estas potencias para poder realizar una invasión. Sin apoyo aéreo, una incursión en la región no sería exitosa. Según el comandante de las FDS, Ferhad Şamî, ni Rusia ni Estados Unidos han dado su aprobación, por el momento. Aunque también confiesa que “tanto Rusia como Estados Unidos dicen que hay que buscar una salida diplomática a la crisis, pero si la diplomacia no triunfa, ellos tampoco muestran ningún tipo de alternativa”.
Las ciudades de Tel Rifaat y Manbij, al oeste del río Éufrates, han sido los objetivos declarados abiertamente por el presidente turco. “Turquía quiere atacar Tel Rifaat porque es una de las tres puertas estratégicas de acceso a Alepo”, declara Ferhad Şamî. Es por ello que en la región hay desplegadas tanto tropas del gobierno sirio como milicias pro-iraníes. Ambas fuerzas han sido reforzadas con armamento y tropas en las últimas semanas.
Muchos diálogos y pocas soluciones para Siria
Turquía e Irán, los dos potencias regionales con más intereses en Siria, tiene agendas opuestas sobre el terreno. Aún así, ambos departen junto con Rusia en el Proceso de Astana para llegar a una posible solución a este conflicto que ha durado más de 11 años.
En la última reunión trilateral en Teherán, Ebrahim Raisi, presidente de Irán, Vladimir Putin y su homólogo turco Erdogan, no parecen haber llegado a un acuerdo sobre las pretensiones expansionistas de Turquía en el norte de Siria. “Cualquier ofensiva militar en el norte de Siria perjudicará definitivamente a Turquía, a Siria y a la región en general, y beneficiará a los terroristas”, dijo Jamenei, líder supremo de Irán, durante la reunión del 19 de julio.
Rusia, por el momento, tampoco ve con buenos ojos una nueva incursión turca, pero aprovecha las amenazas para presionar a la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria (AANES,) para que ceda al gobierno sirio control militar y administrativo de las zonas bajo peligro. Pero estas amenazas también sirven para reforzar la cooperación militar entre las FDS y el ejército sirio, ya que Bashar Al Assad ve con impotencia cómo Turquía se expande sobre el país. Todos los actores implicados en la guerra de Siria saben que los territorios ahora controlados por Turquía son adhesiones al propio Estado turco, que solo necesita dejar correr el tiempo.
Turquía ha llevado a cabo cuatro grandes operaciones militares en el norte de Siria. Así como ha dado y da apoyo a múltiples milicias contra el régimen del partido Baaz, entre ellas Jabat Al Nusra, designada como organización terrorista. La primera operación fue “Escudo del Éufrates”, en agosto de 2016, donde las fuerzas respaldadas por Turquía se hicieron con el control de 2.055 kilómetros cuadrados, conquistando las ciudades de Jarablus, Al Bab y Azaz, en el norte de la gobernación de Alepo. La segunda fue “Rama de Olivo”, en enero del 2018, donde Turquía conquistó el cantón de Afrin, región de grandes avances desde su autonomía en 2012 y que había sido refugio de miles de desplazados sirios de otras zonas del país. La tercera fue “Primavera de la Paz”, en octubre de 2019, donde las fuerzas del Ejército Nacional Sirio (ENS), promocionado por Turquía, conquistaron las regiones de Girê Spî y Serêkaniyê, que estaban bajo el control de la AANES, provocando alrededor de 300 mil desplazados. La última fue en febrero de 2020, la operación “Escudo de Primavera”, donde Turquía atacó con aviones posiciones del régimen sirio en Idlib, reforzando su posición en la franja norte del país.
La salida a la crisis interna es una guerra
La obsesión de Erdogan contra los movimientos de autonomía kurda, tanto dentro como fuera de sus fronteras, tienen causas históricas, ideológicas, pero también político-pragmáticas. El presidente de Turquía busca reforzar su popularidad entre las masas nacionalistas con el discurso de la lucha contra el “terrorismo kurdo” y las promesas de devolver a un millón de refugiados sirios a las zonas que pretende conquistar. De esta manera, tira balones fuera para no confrontar la crisis económica en Turquía, que con una inflación del 78%, hace que su población se encuentre con el agua al cuello.
En los últimos meses, las vejaciones y violencias contra los refugiados sirios en Turquía, que en total suman alrededor de los 3,8 millones, van en aumento. Una gran parte de la población turca ve en el refugiado un enemigo que les roba el trabajo y los recursos. Este discurso es reforzado por múltiples partidos minoritarios de corte fascista, como es el MHP (Partido de Acción Nacionalista), actual socio del gobierno. Ante la inminencia de las elecciones presidenciales y parlamentarias de junio de 2023, Erdogan necesita consolidar su base de votos más que nunca.
FUENTE: Sara Ainhoa de Ceano-Vivas Núñez / El Salto Diario