Hace 19 años nacieron en Chiapas cinco caracoles que definieron las entonces cinco regiones creadas por los zapatistas para construir su autonomía. Se trata de espacios de organización interna construidos sin el permiso de nadie, sin recursos institucionales y por encima de una ley sobre derechos indígenas que en los hechos desconoció lo pactado entre el Estado y el EZLN en los llamados acuerdos de San Andrés. El ejercicio pleno de su autonomía y la conformación de su autogobierno siguen siendo, a pesar de los embates de los gobiernos en turno, una de las aportaciones más importantes del movimiento zapatista a la lucha anticapitalista.
El 9 de agosto pasado, mientras el gobierno federal “celebraba” el Día Internacional de los Pueblos indígenas, Estela Hernández, del Consejo Autónomo de Santiago Mexquititlán, Querétaro, advirtió que los pueblos originarios nada tienen que celebrar “porque en la intención de alcanzar el ejercicio pleno de nuestros derechos, nos piden intermediarios, como si nosotros no tuviéramos la capacidad de organizarnos. Los que están en la cúpula del poder creen que sólo ellos tienen la capacidad de organizarnos”, dijo en el foro realizado en la Casa de los Pueblos Samir Flores Soberanes, espacio en el que anteriormente operó el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), pero que fue tomado por la comunidad otomí residente en la Ciudad de México el 12 de octubre de 2020.
Embate permanente
Durante el foro se destacó que el gobierno celebra con folclor y copal a los pueblos, al tiempo que una serie de megaproyectos amenazan sus territorios y existe un embate permanente contra sus defensores. La otomí Estela Hernández explicó que esta ofensiva se extiende a lo largo del país, incluido el territorio zapatita, donde “prevalece la violencia sistemática con la presencia de grupos de choque”.
En la celebración de la autonomía zapatista, la comunidad otomí radicada en la Ciudad de México destacó que “la organización es uno de los legados y aprendizajes que ha dejado el zapatismo en otras comunidades”, refiriéndose a su capacidad “para autogobernarse y no tener intermediarios en sus decisiones”.