Este 15 de agosto, La Voz Campesina cumplió 57 años. Radio Huayacocotla transmite en el 105.5 de FM en las lenguas náhuatl, tepehua, otomí y castellano para las comunidades de la Huasteca de Veracruz, Hidalgo, Puebla y San Luis Potosí, pero también para migrantes indígenas en barrios de Nueva York, Nueva Jersey, Carolina del Norte y Washington State.
Este 15 de agosto, La Voz Campesina cumplió 57 años. Radio Huayacocotla transmite en el 105.5 de FM en las lenguas náhuatl, tepehua, otomí y castellano para las comunidades de la Huasteca de Veracruz, Hidalgo, Puebla y San Luis Potosí, pero también para migrantes indígenas en barrios de Nueva York, Nueva Jersey, Carolina del Norte y Washington State.
Durante estas décadas, Radio Huaya ha acompañado las vidas duras y gozosas de los pueblos de esa parte de la Huasteca, se ha defendido de censura, marginación presupuestal y cierres arbitrarios, en una zaga paralela a la de los pueblos indígenas de México, cuya existencia reconocen las instituciones como para invisibilizarlos de manera más profesional.
Radio Huaya mantiene la comunicación entre poblaciones y familias cuando las devastan los huracanes o las confinan las pandemias; avisa de los derrumbes de puentes y caminos, de los bosques incendiados por el cambio climático o saqueados por los talamontes.
La Voz Campesina se escucha en las cocinas de restaurantes griegos o italianos en Nueva York, donde migrantes ñuhú1 se enteran de lo que acontece en sus pueblos o con sus parientes mientras desempeñan sus larguísimas jornadas de lavaplatos y otros quehaceres. Su programación está diseñada con tal cariño que la gente se siente acompañada desde el alba, “Cuando el gallo canta”, hasta que se apaga el fogón y la transmisión cede la palabra a los grillos, pues “Nos agarró la noche.”
El equipo de locutores y locutoras, técnicos, reporteros, cronistas deportivos y quienes organizan la programación musical, se empeñan en alimentar la constante reflexión sobre el ser profundo de las comunidades indígenas. Escuchando La Voz Campesina, no se siente más importante el debate sobre los orígenes del Covid-19 que la planeación del Carnaval de San Lorenzo. Radio Huaya promueve que los escuchas —los pueblos—, profundicen en los detalles de las celebraciones regionales y sus significados, en cómo se entretejen las realidades espirituales y físicas en la siembra, en la semántica sus producciones textiles, en porqué deben cuestionarse los paquetes tecnológicos agrícolas que crean dependencias, o los programas de gobierno que rompen las lógicas comunitarias, o el consumismo que acecha a niñas y niños. Radio Huaya hace que las comunidades indígenas se hablen, se escuchen y se vean en el espejo del tiempo. Que platiquen del largo camino que los llevó hasta este momento de la historia para que enuncien las posibilidades de su futuro en el mundo caótico que nos tiene a todos en vilo.
Pero no solo palabras habladas pueblan las ondas radiales en torno a Huayacocotla. La radio ha sido clave en el renacimiento musical de bandas y tríos huastecos en ambos lados de la frontera. Estar en las bandas es llevar la comunidad con toda su potencia a los acontecimientos más importantes de la región.
Radio Huaya informa en las lenguas de sus radioescuchas pero no se limita a traducir los aconteceres nacionales y locales. Las infinitas contradicciones de la globalidad también se abordan en los noticieros y programas temáticos. Adicciones, diversidades sexuales, privatización de los bienes comunes, la relación con Estados Unidos, las guerras. Las narraciones son directas, no hay lugar para la retórica con que nos marean los noticieros nacionales, pues lo principal es compartir en los idiomas locales, buscando la pertinencia, la mayor coherencia posible con el contexto campesino, indígena, de montaña y bosque. El equipo de Radio Huaya sale a preguntar a la gente su opinión sobre los sucesos del momento, y así van discutiendo sobre cómo aterrizan en cada comunidad y hasta en cada familia las insondables decisiones macroeconómicas, las modas tecnológicas o las políticas públicas.
Además de llevar la globalidad a las comunidades, Radio Huaya nos enseña que la Huasteca es espejo de México y del mundo. Nos comparte la travesía de sus migrantes: cuánto anda costando el cruce, por dónde surgen nuevos peligros, dónde hay posibilidad de irse contratado. Alerta sobre la falta de lluvias y la consecuente escasez de maíz por culpa del caos climático, denuncia la devastación de los cerros para obtener los minerales de mayor demanda, da seguimiento al saqueo de los recursos municipales y a la corrupción de las instituciones.
Radio Huaya es también paradigma de acompañamiento, de cuidado en el camino, pues mantiene el hilito con el que se comunican a lo largo de sus trayectos miles de jóvenes que salen de la sierra para trabajar en el otro lado. Da cuenta de cómo rehacen sus fuerzas comunitarias en los barrios bravos de Nueva York, en las granjas de cerdos de Carolina del Norte, en los huertos de manzanas en Seattle y en tantos otros lugares de la agroindustria.
Alfredo Zepeda, veterano defensor de los derechos de los pueblos en la Sierra Norte de Veracruz, y actual coordinador de Radio Huayacocotla, describe en su libro La palabra alcanza lejos2 la historia detallada de la radio en paralelo con la emigración creciente, que se vuelve más tortuosa en la medida en que México se moderniza, entabla acuerdos comerciales con las grandes potencias y le crecen las corporaciones del crimen organizado. La palabra llevada por Radio Huayacocotla alcanza bien lejos. Llega hasta donde los polleros perdieron el negocio ante los narcos, llega a las misas para celebrar a la virgen de Guadalupe en Queens y Brooklyn y a los cuartos compartidos por 12 compañeros recién desempacados en el Bronx que se turnan para descansar.
Quienes integran Radio Huaya dan cuenta de historias durísimas con un amor inconmensurable. Mónica, Alfredo, Leticia, Iván, Sandra, Chencho y tantos otros y otras se lanzan en el tiempo y en la geografía, para contar los empeños, las chanzas, y sustos de “Lorenzo Téllez, Bernardino Ferrando y su primo Leonardo, Juventino Hernández, Zenón Antonio Sanantonio, Eucario Guzmán y su hermano Julio… Teódulo Marín, Ricardo Barrón y la señora gorda que contrató el pollero para pasarlo entre sus enaguas porque ya llevaba seis intentos en 20 días”.
Radio Huaya, La Voz Campesina, nos convence de que la alegría “es la reserva de los pueblos,”3 que más allá de todo sufrimiento y con la celebración, reconstruyen el universo.
Crédito de las imágenes:
1 Ñuhú se nombran a sí mismos los otomíes de la Sierra Norte de Veracruz
2 La palabra alcanza lejos (Alfredo Zepeda 2021, editorial Buena Prensa y CECCAM, México), puede adquirirse en Fomento Cultural y Educativo, tel. 55 71589780, http://fomento.org.mx/index.html y en el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano, CECCAM, tel. 55 5661 1925 y 55 5661 5398, https://www.ceccam.org/
3 Frases tomadas de las narraciones de La palabra alcanza lejos.