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Irak: las mujeres construyen la resistencia en la vida cotidiana

Kurdistán América Latina :: 22.08.22

Desde principios del siglo XX y hasta hoy, el mundo árabe se ha visto expuesto a numerosas guerras, conflictos armados y colonialismo directo e indirecto. Estas guerras han dejado las peores devastaciones humanas, morales y psicológicas en todos nuestros países, a las que tienen que enfrentarse todas las clases sociales, especialmente las mujeres. Las mujeres tienen un doble papel en el hogar: criar y cuidar a los hijos, y suplir la ausencia de los padres, que están en los campos de batalla, en cautiverio, en el martirio o detenidos. Las mujeres trabajan fuera de casa y se enfrentan a los problemas de la discriminación de género.

Irak: las mujeres construyen la resistencia en la vida cotidiana

Desde principios del siglo XX y hasta hoy, el mundo árabe se ha visto expuesto a numerosas guerras, conflictos armados y colonialismo directo e indirecto. Estas guerras han dejado las peores devastaciones humanas, morales y psicológicas en todos nuestros países, a las que tienen que enfrentarse todas las clases sociales, especialmente las mujeres. Las mujeres tienen un doble papel en el hogar: criar y cuidar a los hijos, y suplir la ausencia de los padres, que están en los campos de batalla, en cautiverio, en el martirio o detenidos. Las mujeres trabajan fuera de casa y se enfrentan a los problemas de la discriminación de género.

Las mujeres también se enfrentan al destino de defender su patria. Las vemos estar codo a codo con los hombres en los campos de batalla y luchar ferozmente para proteger su tierra, e incluso ser sometidas a la detención, el encarcelamiento, la tortura y la privación de sus derechos humanos más básicos. Las luchas de las mujeres palestinas son emblemáticas en este sentido. Sufren la ocupación sionista y el despojo de sus tierras desde hace más de 70 años. Durante generaciones, las mujeres palestinas han sacrificado y entregado sus bienes más preciados para lograr la independencia y recuperar sus tierras robadas por los sionistas. Son tratadas por la ocupación con los métodos de tortura más atroces en las cárceles cuando son detenidas e incluso en su vida cotidiana. Se cometen discriminaciones, separaciones, marginaciones y tratos inhumanos contra ellas, y siguen luchando y haciendo dobles esfuerzos para vivir una vida justa.

Este mismo escenario se repite con las mujeres del Líbano, Yemen, Libia, Siria e Irak. Las mujeres de estos países sufren con el conflicto armado, entre elementos terroristas y grupos islámicos extremistas, lo que las deja vulnerables a la migración forzada y al desplazamiento a las regiones fronterizas de sus países. Huyen para protegerse de los asesinatos, los matrimonios infantiles, las violaciones y la imposición de normas religiosas extremistas por parte de los jeques de partidos religiosos, el control del gobierno y las leyes.

Décadas de conflictos militares en Irak

El acceso a la explotación de los territorios es el principal motivo de las guerras en nuestra región, que siempre tuvo una gran riqueza en recursos naturales como el petróleo.

Desde hace décadas, la política de acceso y control de estos recursos es la misma: impedir los procesos y movimientos de liberación de las mujeres y de los pueblos de la región.

Desde la independencia de los países del mundo árabe, y en Irak especialmente desde 1977, los Estados Unidos pasaron a aplicar una estrategia política de injerencia indirecta para ocupar el país y acceder a nuestros recursos. La manipulación económica ocupa un lugar destacado en esta política. Desde entonces, están los conflictos de los países entre sí, y nuevos conflictos a través de grupos extremistas: primero los talibanes, luego el Estado Islámico. Otra dimensión de la injerencia indirecta es la propagación de las drogas, que genera nuevos problemas, especialmente entre las y los jóvenes.

La guerra entre Irak e Irán (1980-1988) nos dejó muchos muertos y afectó mucho a la vida de las mujeres. Se calcula que casi una cuarta parte (25%) del pueblo iraquí murió en esa guerra. Las mujeres siguen sufriendo las consecuencias hasta el día de hoy, ya que muchas se quedaron viudas y tuvieron que reconstruir la vida de sus familias.

En la Guerra del Golfo (1990-1991), los Estados Unidos lideraron la coalición de 33 países contra Irak. En dos años, toda la infraestructura del país fue destruida: fábricas, escuelas, calles. Y, entre 2003 y 2011, la invasión y ocupación directas, otra vez protagonizadas por Estados Unidos, devastaron el país en nombre de la “liberación del pueblo iraquí”.

Desafíos políticos para la paz y la justicia

Para combatir esta realidad imbricada, son muchos los desafíos para quienes luchamos por la paz y la justicia. Las fuerzas democráticas y laicas no tienen una estrategia clara para hacer frente a estos escenarios de conflicto. Tienen un papel débil y poca influencia en los sucesos y conflictos que ocurren en nuestros países y en la relación con la sociedad, especialmente con la clase trabajadora y los grupos marginalizados. Hay una falta de compatibilidad y armonía entre las estrategias de las fuerzas democráticas árabes y las de las fuerzas de la Alianza del Kurdistán, y hay puntos de vista diferentes en muchos temas, lo que impide una visión común y una cooperación efectiva entre estos grupos. Se produce una exacerbación de los comportamientos políticos sectarios, lo que a su vez da lugar a más conflictos políticos.

En Irak, uno de los retos es la ausencia de un papel efectivo, influyente y cotidiano de las mujeres intelectuales y el papel de los políticos frente a esta ausencia y el aislamiento de este grupo ilustrado con respecto a otros grupos de la sociedad, lo que lleva a nuevos problemas.

En este escenario, además de las organizaciones y partidos de izquierda y nacionalistas, surgieron nuevas organizaciones, especialmente desde la Primavera Árabe. Con la presencia de jóvenes y en nombre del feminismo, estas organizaciones se constituyen como ONG y establecen dinámicas de proyectos. Consiguen fondos externos, pero sin un proceso de organización popular. Por ejemplo, en las zonas periféricas, donde el 70% de las mujeres son analfabetas, establecen proyectos con otras prioridades, centrados en el emprendedurismo, con valores y datos poco transparentes. No se proponen a resolver los problemas desde la raíz.

La participación de las mujeres también tiene lugar en los partidos políticos y en el parlamento, pero su participación en el proceso político general es escasa. Un gran número de mujeres que participan en la política y en el parlamento están vinculadas a fuerzas políticas islámicas muy conservadoras, y es difícil que representen los intereses de las mujeres en los tiempos que vivimos, porque representan una época pasada que no tiene cabida en la actualidad, y no abordan problemas actuales como la ignorancia, la pobreza y el desempleo.

Por lo tanto, esta participación está muy subordinada a los hombres y con una acción contraria a las mujeres de la izquierda. Por ejemplo, las mujeres comunistas trabajan para aumentar la conciencia y la organización de las mujeres desde una perspectiva de izquierda, tratando de organizar marchas y debates, pero las mujeres de otras fuerzas se oponen a ello.

No tenemos casas de acogida y apoyo para las mujeres víctimas de la violencia. Todo lo que se había avanzado en los años 60 y 70 se perdió. Incluso con la participación de las mujeres en el parlamento, la legislación sigue siendo muy retrógrada y contraria a las mujeres. Un ejemplo es que, incluso hoy en día, la ley establece que una salida para los casos de violación es que el violador se case con la mujer.

En medio de todos los problemas aquí presentados, nuestro esfuerzo, como organizaciones y militantes por los derechos de las mujeres y como sociedad civil, es impulsar una lucha permanente y cotidiana para encontrar soluciones y elevar el nivel intelectual de nuestras mujeres, con la realización de talleres, seminarios, protestas y marchas para conquistar los derechos que nos fueron robados en todos los aspectos de la vida, política, económica y socialmente.

En 2020, iniciamos un movimiento de jóvenes -hombres y mujeres- dedicado a aumentar la conciencia sobre los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Somos unas 120 personas, mujeres trabajadoras y estudiantes. No es fácil organizar un grupo permanente de este tipo. En Irak, cualquiera que denuncie la situación de subordinación y desigualdad a la que se enfrentan las mujeres puede sufrir acoso y amenazas de violencia. Esta es una gran dificultad.

Realizamos diversas actividades: talleres de formación, encuentros en línea y charlas. Además, producimos y distribuimos materiales sobre los derechos de las mujeres en un lenguaje coloquial, utilizando el habla que utilizamos en el cotidiano.

El reparto de folletos es la forma que utilizamos para hablar con la gente y proteger a las mujeres de la violencia, como el matrimonio infantil y el crimen de honor, que están aumentando en Irak.

El crimen de honor no tiene que ver sólo con la traición. Puede haber varias razones por las que los hombres de la familia -maridos, primos, hermanos- tienen derecho a agredir e incluso matar a las mujeres. Está claro que, después de 2003, nos enfrentamos a una ofensiva de creciente ignorancia y desconocimiento entre los hombres. Por ello creemos que la apuesta por la educación es fundamental y forma parte de nuestra resistencia cotidiana como mujeres.

En nuestra lucha, tenemos una montaña que escalar hacia la igualdad. Subimos un escalón y bajamos tres. Tenemos que mantenernos resistentes y organizadas. Y por esta razón apostamos por la construcción de la Marcha Mundial de las Mujeres en la región.

FUENTE: Teeba Saad / capiremov.org / Rebelion

 


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