Carta al mundo: Esta es nuestra casa para vivir y luchar II
Ahora que se cumplieron las 48 horas, enviamos esta carta al mundo para contarles de nuestra lucha y del peligro que nos acecha y lo que vamos a hacer ante el peligro. El gran jefe manda a decir que somos invasores y nos da 48 horas para que abandonemos nuestra lucha y la tierra donde luchamos o nos caerá todo el peso de la ley del estado colombiano.
Primero les contamos de nuestra lucha. Este 2 de septiembre cumplimos 17 años de haber retomado las vías de hecho para luchar por la tierra, una lucha que tiene raíces en 1538, cuando nuestro pueblo decide declararle la guerra a los invasores. Los invasores se apoderaron de nuestra tierra y nos desplazaron hacia las montañas, los invasores hicieron del despojo una forma de vida, el cómo de su civilización, y hoy tienen en su poder las tierras más fértiles y tienen documentos que prueban que son propietarios y son un poder organizado que mueve los hilos de la política y la economía y la justicia y los medios de comunicación en Colombia para mantener los documentos al día y explotar más y más la Madre Tierra hasta quitarle la piel y chupar su sangre y escarbar en sus entrañas y a esto le llama progreso, desarrollo.
Para nosotras y nosotros, familias del pueblo nasa del norte del Cauca, la tierra es Uma Kiwe, nuestra madre. Todo lo que hay en ella tiene vida, toda ella es vida, todos los seres son nuestros hermanos y todos los seres valemos por igual. El invasor nos adoctrinó para enseñarnos que los humanos estamos por fuera de nuestra Madre y que somos superiores a ella, pero en el fondo de nuestro corazón, nasa üus, sabemos que la gente somos Uma Kiwe así como el cóndor y la mariposa y el maíz y la piedra son Uma Kiwe. El invasor nos adoctrinó para enseñarnos que el páramo es un recurso que produce dinero, que al talar la selva podemos aumentar las cuentas bancarias, que al escarbar la entraña de Uma Kiwe con grandes tubos podemos acceder a una vida de bienestar. Esa es la palabra del invasor y la llama el objetivo, el plan de vida.
Las tierras del valle del río Cauca, donde ahora vivimos, desde donde hacemos nuestra lucha, es la casa y hogar de cientos de animales, plantas, rocas, aguas, espíritus en una forma de vida que en español le llaman bosque seco tropical. El invasor destrozó todo, esa casa y hogar ya no existe, le ha dañado el rostro a la Madre Tierra. En su afán por imponer su civilización, los que poseen los documentos de estas tierras sembraron todo el valle del río Cauca de caña de azúcar y son 400 mil hectáreas donde la caña está sembrada hasta la orilla del río. En otras regiones de Colombia el invasor desplazó con la guerra a las comunidades y sembró palma en miles y miles de hectáreas y en otras regiones han desplazado comunidades para construir represas o para sacar oro o para sacar petróleo.
Y una vez, en una región que se llama Antioquia, el río Cauca se rebeló y dañó las máquinas y los equipos de la represa y se desbordó y la gente que ya había sido desplazada por el proyecto hidroeléctrico tuvo otra vez que desplazarse porque otra vez se inundaron sus tierras. Por estos hechos no hay culpables, a los invasores del río Cauca, a los desplazadores de esas comunidades y a los que cometieron las masacres para imponer el desarrollo, todavía no les ha caído todo el peso de la ley del estado colombiano. Y así, cada rincón de este país que llaman Colombia, la democracia más antigua y estable de América Latina, está hecho de parches de proyectos de desarrollo instalados donde la guerra desplazó comunidades enteras, donde los bosques, páramos, sabanas, montañas, selvas y llanos fueron o van siendo arrasadas para que unas cuantas personas gocen de las mieles del desarrollo.
Nosotras y nosotros, familias indígenas del pueblo nasa que caminamos la plataforma de lucha del CRIC, nuestra organización, no creemos en ese desarrollo y no creemos en esa civilización que impone la muerte a través de leyes y acciones legales para generar monedas. Nos adoctrinaron para que creyéramos en su civilización y nos dijeron que los humanos somos superiores a los otros seres, pero vemos que entre los humanos hay niveles, unos que son superiores que otros, los superiores se llevan toda la riqueza y los inferiores tenemos que vivir arrinconados en los rincones que el desarrollo nos deja disponibles, pero nos dicen que si nos esforzamos o nos vendemos podemos pasar al nivel de los superiores. Esa forma de vida no nos gusta, no la aceptamos.
Por eso es que hace 17 años, un 2 de septiembre de 2005, bajamos de las montañas a hacer una lucha que hoy continuamos y que hemos llamado liberación la Madre Tierra. Porque decimos que la gente no seremos libres mientras Uma Kiwe esté esclavizada, que todos los animales y los seres de la vida somos esclavos mientras no consigamos que nuestra madre recupere su libertad. En ese tiempo, septiembre de 2005, tuvimos un error táctico, como dijo un liberador, y negociamos un acuerdo con el gobierno de Uribe, error que nos costó un retraso de nueve años. Pero luego volvimos para entrar en las fincas de la agroindustria cañera en diciembre de 2014, o sea que ya estamos por cumplir ocho años, y en estos ocho años la democracia más antigua y estable de América Latina no logró desalojarnos de las fincas a pesar de más de 400 intentos, y no vamos a salir, y hemos ido avanzando con entrar en estas tierras, tanto que ya contamos 24 fincas en proceso de liberación, son ya ocho mil hectáreas.
Al entrar en las fincas cortamos la caña y en lugar de la caña crece la comida que sembramos, crece también el monte porque Uma Kiwe tiene que descansar, crecen gallinas, patos, vacas, marranitos, regresan los animales silvestres… le vamos devolviendo la piel y el rostro a la Madre Tierra. Ése es nuestro sueño, o si prefieren, nuestro plan de vida. Y falta mucho todavía, a veces llega la palabra del invasor y nos confunde pero en comunidad vamos hablando y vamos aclarando. Y otras veces llegan los medios de comunicación de la agroindustria o del poder en Colombia y nos tildan de terroristas, perezosos, que frenamos el desarrollo, y nos dicen que somos invasores, como lo dice el actual gobierno de Petro y Francia, y ahora sembraron la mentira que le estamos robando la tierra a nuestros vecinos de las comunidades afrodescendientes que viven arrinconadas en las orillas de los cañaduzales: lo que podemos decirles con toda certeza es que el documento de las 24 fincas en proceso de liberación figuran a nombre de Incauca, el más grande propietario, y de otros terratenientes, o su tierra está arrendada a Incauca u otros ingenios procesadores de caña para azúcar o agrocombustibles.
Y también al aparato judicial de la democracia colombiana dice que porque somos terroristas nos van a capturar en retenes o con órdenes de captura y nos van a llevar a la cárcel. Y los paramilitares que ha organizado la agroindustria de la caña dicen que como el estado colombiano no ha logrado acabarnos, que ellos sí lo van a hacer y ya llegaron a las fincas en proceso de liberación a dispararnos con armas de corto y largo alcance, pero nuestro alcance es más largo porque ya sabemos cómo están organizados y cómo funcionan. Y los agroindustriales -Incauca, Asocaña, Procaña- desde hace siete años nos mandan propuestas de negociación o de asociación y les hemos respondido que NO porque una lucha no se negocia y que NO porque para ellos ser socios quiere decir que nosotras y nosotros pongamos la mano de obra lo más barata posible y que ellos ponen el capital, no señores, no estamos para cambiar de patrones, luchamos para que no haya más patrones.
Y ahora que llega un nuevo gobierno y un nuevo congreso a fortalecer la democracia más antigua y más estable de América Latina, el congreso nos dice que podemos enviar propuestas para la ley de reforma agraria “porque la liberación de la Madre Tierra es una reforma agraria concreta”; no hemos respondido todavía, pero sabemos restablecer el equilibrio de Uma Kiwe, nuestra Madre Tierra, va mucho más allá de una reforma agraria. Y lo último que ha pasado es que el nuevo gobierno del presidente Petro y la vicepresidenta Francia, nos dicen que somos invasores y que tenemos 48 horas para abandonar estas tierras donde luchamos sembramos, pastoreamos, vemos crecer el monte y regresar los animales silvestres, bueno, en esta tierra donde vivimos, y así fue que empezamos esta carta.
Al cumplirse las 48 horas, este 2 de septiembre, el estado atacó con ejército y esmad, no hubo media hora de diálogo, como había prometido el nuevo gobierno, la tanqueta entró disparando gases. Más tarde el ejército disparó sus armas de largo alcance contra las comunidades que liberamos la Madre Tierra, tampoco hubo diálogo. Hace 17 años, el 2 de septiembre de 2005, fue Uribe quien ordenó al esmad y al ejército dispararnos sus armas. Este nuevo gobierno es de izquierda, el gobierno de Uribe era de derecha. Después de ocho horas de intento de desalojarnos de una de las fincas en proceso de liberación, el esmad y el ejército de la democracia más antigua… no lograron desalojarnos, aquí seguimos, desde aquí lanzamos esta carta al mundo.
Nosotros y nosotras, proceso de liberación de la Madre Tierra del norte del Cauca, le mandamos a decir al gran jefe que NO vamos a desalojar, que aquí en estas tierras nos quedamos porque esta es nuestra casa para vivir y luchar II. Decimos II porque antes ya hemos sacado un escrito que esta es nuestra casa para vivir y luchar I. En ese momento, 2018, los paramilitares nos dieron un plazo para abandonar esta tierra, pero los paramilitares nos dieron un plazo un poco más largo, más racional, porque nos dieron dos meses, y al cumplir los dos meses les dijimos que NO, que no podíamos irnos porque esta es nuestra casa para vivir y luchar. Por eso decimos II, porque a pesar de todo no perdemos la sonrisa.
Y con decirles que ni Uribe, ni Santos, ni Duque nunca nos dijeron “tienen 48 horas”. Y también les decimos que no nos vamos porque aquí en estas tierras en proceso de liberación han caído 12 compañeros desde el 2005, asesinados por la empresa privada de Incauca, Asocaña y Procaña, y por el estado colombiano. Aquí ya echamos raíz. Aquí seguimos hasta que el gobierno haga el trámite de entrega de los documentos a nuestras autoridades indígenas, ya sea por la reforma agraria o por la vía más rápida, y si no lo hace por los años de los años aquí seguiremos.
Al gran jefe también le mandamos a decir que vamos a entrar en otras fincas porque nuestra lucha no se detiene. Ayer estábamos en una gran acción para acompañar a una comunidad que está liberando una finca porque el esmad está que los molesta con gases todos los días hace varios días, a pesar de que nos prometieron que el esmad se iba a acabar, luego que a transformar y luego que iba a cambiar de ropa y es cierto porque se puso uniforme deportivo para un partido de fútbol mientras que acá nos sigue disparando gases. Seguiremos nuestras acciones para enraizarnos más con esta tierra y para que nuestra palabra tenga sustento, porque si no sería como un decreto o una promesa de campaña, que se escribe y se firma pero no se cumple.
A las comunidades que en otras regiones de Colombia están haciendo la lucha directa por la tierra les invitamos a que no se salgan de las fincas. Invitamos a más familias, más comunidades en el norte del Cauca y en Colombia y en el mundo a que entren en más fincas y se posesionen y hagan vida y comunidad como ya lo estamos haciendo en estas tierras y como lo están haciendo muchas luchas que han sido tildadas de invasores por los grandes jefes de la patria, porque ninguna lucha se ha ganado a punta de piquitos en la mejilla.
También le mandamos a decir a nuestros compañeros y compañeras de lucha que ahora están en el poder del estado colombiano que no se enreden en el camino. Porque ellos y ellas han caminado junto a nuestras luchas pero ahora vemos que están olvidando de dónde vienen, cosa que le puede pasar a cualquiera que llega a una cima, que no ve que después de la cima viene la bajada. Por eso también les mandamos a decir que entraremos en otra finca en donde haremos rituales y sembraremos comida para compartirles y pediremos por ellos y ellas para que cuando terminen su paso por el estado sigan siendo las mismas personas que un día llegaron allí con los votos de millones de personas que vieron en ellas y ellos una esperanza.
Hasta aquí llega esta carta, pero nuestra palabra sigue de largo. Nuestra palabra la escribimos en las fincas donde estamos liberando, ésa es nuestra primera palabra. Los documentos, las cartas, los videos, la radio…, la segunda palabra, nos sirve para contar al mundo lo que hacemos, el peligro que nos acecha y cómo seguiremos caminando ante el peligro. Gracias a las luchas y pueblos del mundo que nos escuchan y se solidarizan con nosotras y nosotros. Como ya hemos dicho en “esta es nuestra casa para vivir y luchar I”, la mejor forma de apoyarnos es fortalecer su lucha: al capitalismo le va a quedar muy difícil desalojar o caerle con todo el peso de la ley a miles y miles de luchas a lo largo y ancho del mundo.
Proceso de liberación de la Madre Tierra
Pueblo nasa, norte del Cauca, Colombia
3 de septiembre de 2022.