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La economía de las brujas

Silvia Federici :: 13.09.22

En países como Argentina o Chile, son las mujeres quienes frente a la crisis salen de la casa y del hogar para crear nuevas formas colectivas, como cooperativas de producción y comedores populares. Abren un proceso de reproducción social. En estos momentos de crisis las mujeres han tenido la imaginación el deseo de que la crisis no sea una derrota.

Feminismos
“La economía de las brujas”, un encuentro virtual con Silvia Federici desde el Centro Cultural Atlas

elciudadanoweb.com
6 de septiembre de 2022 - 06:00 

La escritora, profesora, activista feminista y marxista ítalo-estadounidense fue la protagonista de una charla-debate en la que analizó el mundo pospandémico, el escenario político internacional y las nuevas formas de vinculación que proponen los feminismos latinoamericanos
Silvia Federici es escritora, profesora, activista feminista y marxista. Desde su trabajo académico, realiza una crítica al marxismo desde el feminismo: entiende que el materialismo histórico basó sus teorías sobre el trabajo asalariado de los varones y obvió los trabajos de reproducción y cuidados reservados para las mujeres, sobre los cuales se sustenta todo el capitalismo. El sábado pasado, Federici fue la protagonista de un encuentro virtual en el que analizó el mundo pospandémico, el escenario político internacional con el recrudecimiento de los discursos de odio y las nuevas formas de vinculación que proponen los feminismos latinoamericanos. La actividad fue organizada por el Centro Cultural Atlas junto con el diario El Ciudadano.

Federici es italiana. Se le nota en el acento con el que pronuncia las palabras, en un muy buen castellano. Tiene 80 años y hoy vive en los Estados Unidos. Desde su casa, al norte del continente, la teórica participó de un encuentro virtual con el Centro Cultural Atlas el pasado sábado 3 de septiembre.

La charla-debate «La economía de las brujas: la crisis pos-pandemia» fue una invitación a acercarse a Federici y a sus trabajos. La trayectoria académica y de vida de Federici –que hoy es profesora emérita de la Universidad Hofstra, en Nueva York- es extensa.

En los años ‘70 fue una de las impulsoras de las campañas que comenzaron a exigir un salario para el trabajo doméstico realizado por las mujeres sin ninguna retribución ni reconocimiento, como demanda de la economía feminista. En la década del ‘80 trabajó durante varios años como profesora en Nigeria. Ambas trayectorias convergen en dos de sus obras más conocidas: Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria (2004) y Revolución en punto cero: trabajo doméstico, reproducción y luchas feministas (2013).

De tradición marxista, a lo largo de su trabajo académico Federici critica al materialismo histórico desde el feminismo por considerar que Marx solamente valoró el trabajo asalariado de los varones y obvió el trabajo reproductivo de las mujeres sobre el cual, considera, se sostiene el capitalismo. De esta forma, aportó una nueva perspectiva al análisis marxista y materialista del trabajo.
La economía de las brujas

La encargada de entrevista a Federici fue Sofía Levín, del Centro Cultural Atlas, organizadora del encuentro. A lo largo de una hora y media la escritora analizó el mundo pospandémico, el escenario político internacional con el recrudecimiento de los discursos de odio y las nuevas formas de vinculación que proponen los feminismos latinoamericanos. El encuentro fue a través de Zoom, a través del cual las participantes pudieron interactuar con la escritora. Fue transmitido también por los canales de Youtube del Centro Cultural Atlas y del diario El Ciudadano.

Sobre la pandemia por covid-19 y el mundo después de ella, dijo: “La pandemia ha dramatizado una situación de crisis que las mujeres ya estaban viviendo. La mujer trabajadora, proletaria, siempre ha vivido en situación de crisis. La pandemia la ha intensificado porque ahora hay miles de mujeres que regresan a su casa y deben duplicar y hasta triplicar su trabajo. No sólo el trabajo doméstico de limpiar y cocinar, sino también un trabajo emocional, de la contención de la familia. Cuando se habla de trabajo de reproducción se lo reduce, se lo limita, y no se tiene en cuenta este aspecto de reconciliar a los miembros de la familia, de consolar, de educar. Y además hay que hablar del confinamiento. Para muchas mujeres el hogar se transformó en una cárcel. Durante la pandemia aumentó un 40% la violencia contra las mujeres”, expresó Federici, y dejó asentado el anhelo de que “esta crisis sirva para impulsar nuevas políticas y nuevas formas de lucha de las mujeres en relación con el Estado”.

“La historia de la humanidad es una historia de colonialismo y disciplinamientos hacia la mujer que sigue hasta ahora. Tiene muchas caras diferentes, según los países”, dijo Federici. Al ser consultada sobre “la caza de bruja” entendida como “los primeros femicidios invisibilizados de la historia”, la académica expresó: “Si hablamos de caza de brujas tenemos que hablar también de los EEUU en los ’30 y ’40, cuando una mujer que no era una esposa disciplinada, las mujeres rebeldes o que rechazaban el trabajo doméstico o estaba deprimidas, eran lobotomizadas. Es importante comprender que el disciplinamiento fue continuado y tomó formas diferentes con los años”.

Federici habló también de los procesos políticos que tuvieron y tienen a Latinoamérica como protagonista. “En países como Argentina o Chile, son las mujeres quienes frente a la crisis salen de la casa y del hogar para crear nuevas formas colectivas, como cooperativas de producción y comedores populares. Abren un proceso de reproducción social. En estos momentos de crisis las mujeres han tenido la imaginación el deseo de que la crisis no sea una derrota”, explicó.

“Como feministas es interesante entender cuáles son los dos horizontes de lucha: por un lado, la lucha es con el Estado, para reclamar la riqueza social que nos fue privada, subvencionar la reproducción social; y por otro la lucha por desindividualizar la reproducción, que sea un proceso colectivo que genere afectividad, solidaridad, que no sólo reproduce la vida sino que la transforma, crea nuevas formas de vivir y nuevas formas de relación social. En este sentido, el movimiento feminista está empezando a crear una sociedad diferente, con una lógica distinta a la capitalista, que explota porque puede individualizar, romper los lazos que nos unen”, remarcó.

En la charla, Federici ponderó el proceso de los feminismos en Latinoamérica. “América Latina es hoy el lugar donde está más fortalecido el movimiento de mujeres. Hay que hacer un análisis de por qué en Argentina ganó el aborto y se perdió en los Estados Unidos”.

Además, la académica reivindicó el posicionamiento de las feministas argentinas respecto de la deuda del FMI, que sostiene que la deuda es con nosotras. “En Argentina las compañeras de Ni Una Menos han empezado una campaña que entiende a la deuda como una cuestión política principal de movimiento feminista. Es el capital internacional el que debe a las mujeres, que hemos trabajado y sustentado la economía internacional a través de la crianza de los jóvenes explotados por el capital”, analizó.

También ponderó la organización del movimiento feminista de Argentina, que desde hace 35 años se reúne en Encuentros Nacionales (ahora Plurinacionales y con las disidencias sexo-genéricas). “Los colectivos feministas se juntan en una ciudad todos los años para tener encuentros cara a cara, cuerpo a cuerpo. Debate, discuten. Han generado formas de organización no verticalistas, más democráticas en el sentido real de la palabra”, analizó.
Mensaje al futuro

Al final del encuentro, Federici elaboró un mensaje al futuro. “A las generaciones futuras les diría que a mí el feminismo me ha salvado. Yo estaba muy deprimida, y el movimiento feminista me hizo juntarme con otras mujeres y salir de esa depresión. Les diría que no hay actividad más gratificante e importante en esta vida que intentar cambiar el mundo. No aceptar toda esta miseria y toda esta injusticia. No aceptar esta vida donde no escuchamos las penas de nosotros y las de los otros. Les diría que pongan su creatividad en cambiar con los otros. La militancia feliz, la política, no debe ser otro trabajo, debe ser una cosa feliz. Si no cambia nuestra vida en forma positiva, hay algo que no funciona. Debemos pensar qué política hacemos. La política más eficaz es una política que nos da más fuerza, más confianza en nosotras”, expresó.
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