El capitalismo se consolida en medio de las luchas internas entre potencias.
Por una parte el bloque norteamericano y Europa que abarca una enorme cantidad de estados, y en la otra esquina del ring el bloque Rusia-China con sus dictaduras aliadas de Turquía, Irán y Venezuela.
Breve análisis de la situación mundial y de nuestros territorios
Jaime Yovanovic (Profesor J)
El capitalismo se consolida en medio de las luchas internas entre potencias.
Por una parte el bloque norteamericano y Europa que abarca una enorme cantidad de estados, y en la otra esquina del ring el bloque Rusia-China con sus dictaduras aliadas de Turquía, Irán y Venezuela.
Ambos bloques disputan los mercados, las vías y medios de transportes, y las fuentes de materias primas, especialmente los bosques, selvas, fuentes de agua y salares.
El resto de los estados se relacionan comercialmente con ambos o con alguno de los dos bloques en la medida de los intereses y necesidades de los propietarios de la empresas que en cada país cuidan de la estabilidad de dichos estados junto a las fuerzas militares. No existen intereses de la población. Ningún estado responde a sus pueblos, sólo los gobiernos, que se cambian según las amenazas internas al poder, como en Venezuela cuando Chávez presenta la idea de transferir el poder central a las comunas, lo que lleva a su rápida muerte y asciende al gobierno Maduro que descarta la propuesta y unifica fuerzas armadas con propiedad capitalista entregándoles atribuciones para formar una gran empresa minera que desarrolla el extractivismo en el Arco Minero del Orinoco. O como el golpe militar que dieron a Allende en Chile porque no podía contener y tranquilizar al pueblo que se organizaba por fuera del aparato del control gubernamental en los cordones industriales, las redes de campamentos de pobladores sin casa, los consejos comunales campesinos y otros más.
La contradicción fundamental hoy día ya no está entre quienes disputan los gobiernos, la toma del poder del aparato estatal o el control del uso exclusivo de la fuerza militar, pues los estados y gobiernos no son nada, salvo cómoda presa para la voracidad de las empresas capitalistas, que si no consiguen gobernarlos simplemente los sacan de alguna manera. Golpes militares y guerrillas de resistencia llenaron nuestras países cuando aún se podía pensar en que los estados y gobiernos podrían cumplir un papel de controlar la industrias por dentro y desde esos trabajadores gobernar en su nombre administrando el capitalismo de estado para transferir la propiedad de los privados al estado y luego de este aparato a los trabajadores, que fue la idea de Chávez asfixiado por la burocracia partidaria y sus aliados que gobernaban otros estados y no veían con buenos ojos esta propuesta que recogía parcialmente la propuesta de Marx en su estudio de la Comuna de París de que la comuna cumple las funciones del estado.
Así, si descartamos la pugna izquierda-derecha por el control del estado que ha quedado sometido al capital, nos encontramos directamente con la contradicción entre el capitalismo y las empresas contra los pueblos, que es la que actúa sobre la vida y los cuerpos por medio de sus redes como la compraventa, los transgénicos, los estados, las leyes, la educación, los cercos, la química farmacéutica y tantos otros.
Entendiendo eso podemos comprender como es posible que una persona viva casi todo el tiempo amarrado a un trabajo para obtener allí el dinero con el cual podrá moverse con facilidad en las redes del mercado debido a que el sistema patriarcal lo lleva a aplicar eso mismo a las relaciones afectivas y deseos sexuales transformándoles en componentes de esa maraña por medio de contratos y rituales como la propiedad de una persona (exclusividad, tú eres mío y yo soy tuya, hasta la muerte, etc). Terrible. El autosometimiento a las leyes de la monogamia y la estricta heterosexualidad o, peor aún al matrimonio, son la base cultural y sicológica que permiten la continuidad de las relaciones capitalistas, se alimentan unos al otro. El sueño del profesional ilustrado universitario que al estar en la universidad y obtener el título le hace ser miembro de las capas medias y pequeño burguesas de la sociedad, es tener la propiedad de alguien y del lugar donde encerrados vivirán su eterna luna de miel junto al actual caballo del caballero andante, el automóvil, que ahora debe ser eléctrico para justificar la batalla por el litio y la compra de la electricidad del país por los capitalistas chinos.
Esas capas medias hoy día son los que hacen funcionar el capitalismo, pues en la universidad creen obtener el pase para el empleo cuando lo que obtienen es la técnica del funcionamiento de las tecnologías que harán funcionar las máquinas y procesos que substituyen a los antiguos obreros manuales que hoy sólo existen en la ideología, en los partidos y en los sindicatos que organizan los recursos humanos y permiten a los patrones no tener que negociar con la masa, sino con uno o dos “representantes” como los voceros que vendieron al movimiento de pingüinos el año 2006.
La representación se ha transformado en el puente necesario del poder y las empresas para imponer su fuerza y control. La verticalidad en las relaciones sociales y laborales no es mera estructura o modo de ser, sino la estrategia del poder en sus expresiones del micropoder, necesario para el buen funcionamiento estilo cuartel militar de una sociedad sometida que cree ser libre porque puede escoger a un ilustrado universitario como presidente cuando sabemos que esos son funcionarios que hacen caminar el engranaje.
Pero esa cultura se ha instalado también en los barrios populares, los del estallido, aunque ahí el grado de conciencia es muy elevado y no compran los enjuagues del poder y de los políticos que lo disputan, pero al estar obligados a vivir en medio de la ley de la selva se agarran de lo que pueden, pues de otro modo no comen y sufren, lo que explica el predominio de las barras de fútbol y del narcotráfico, así como el comercio ambulante, y la mal llamada delincuencia, las formas de evasión y de sobrevivencia que tienen a su alcance y de nada sirve la ética pequeño burguesa que aplica las normas sociales y de comportamiento de los señores de allá arriba en lo alto, los grandes propietarios, que observan con lupa junto a sus mercenarios que les manejan todo lo que acontece.
Y hay que tener en cuenta que eso sucede en todos los países y territorios.
Por eso ocurren los estallidos, que no son para nada de izquierda, sino de puro pueblo, pero obviamente el poder aprovecha de ellos para recambio de fichas como en Chile esos arrogantes ilustrados del Frente Amplio y del PC que se dicen herederos del estallido mientras militarizan y persiguen al pueblo mapuche, o en Colombia donde Petro y comparsa se oponen a las recuperaciones de tierras de las comunidades o como en México, Perú y siguen más.
Pero los estallidos son mirados y tratados como acto político, lo que no son, pues son por el contrario muy lejanos a la política. La gente reventó y volvió a sus barrios, pero la potencia está allí, nadie puede decir que no hay algo ahí, ganas de vivir, ganas de alimentarse, ganas de curarse, ganas de gritar, como dice John Holloway en su genial libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, donde empieza diciendo que al principio esta el grito.
Todos corren a ofrecer soluciones desde arriba como el IFE o como cambiar la constitución sin tocar los ejes fundamentales como florero de matrimonio, o nos ofrecen otro estado u otro gobierno, siempre por arriba, siempre sometidos, pero realizan nada de lo que ofrecen, pues no se trata de los cuerpos de ellos, ni de la salud de ellos, sino de los que serán dirigidos, porque ellos son los destinados a ser los gurús de la revolución, como en Nicaragua donde los vivarachos fueron sacando poco a poco a la gente honesta y hoy están en plena dictadura.
No. No necesitamos más representantes ni dirigentes, sino que tenemos que combatir nosotros mismos al capitalismo y al poder, no enfrentándolos porque están en todos lados, sino sustituyéndolos. Para todo lo que ellos venden, educan y curan tenemos respuestas y soluciones, que si no las desplegamos por barrio entonces no tendremos como combatir ni como sustituirlos. No necesitamos llamar a los vecinos, pues ellos verán con sus propios ojos.
Deben ser espacios y territorios de resistencia, no de uso de la fuerza o violencia, sino capacidades puestas en acción constructiva:
Necesitamos construir entre algunos (bastan unos pocos) formas de producir hierbas medicinales y elaborar remedios naturales.
Producir alimentos ganando espacios para el desarrollo del verde.
Generar energía en nuestro barrio.
Construir espacios donde niños, niñas y niñes puedan jugar y aprender formas de vida compartida.
Necesitamos voluntades dispuestas a estas y otras tareas en cada barrio. Con dos personas conversando, preparándose y actuando en actividades constructivas ya es un inicio
Nosotros podemos echar una mano, pero sólo por un tiempo corto, pues ahí acaba nuestra tarea, ya que eso es de su criterio ver como sigue adelante.
Converse con nosotros en el correo unlibre@gmail.com