La victoria de Lula en Brasil genera nuevos bríos a los gobernantes “de izquierda” de nuestro continente y por tanto entregará nuevas energías al partido demócrata en Estados Unidos que podrá rehacer sus lazos en el continente para encarar con mayor base la guerra tecnológica, comercial y de despojo con los dos imperialismo unidos de Rusia y China.
La victoria de Lula, el progresismo capitalista y las tareas del pueblo
Jaime Yovanovic
La victoria de Lula en Brasil genera nuevos bríos a los gobernantes “de izquierda” de nuestro continente y por tanto entregará nuevas energías al partido demócrata en Estados Unidos que podrá rehacer sus lazos en el continente para encarar con mayor base la guerra tecnológica, comercial y de despojo con los dos imperialismo unidos de Rusia y China. Los únicos que podrán estar felices son los nicaragüenses de la resistencia contra Ortega si consiguen romper en algo la voluntad de Maduro de entregarse a los brazos de Lula (aunque deba hacerlo discretamente), pues Maduro junto a Rusia, China y sus dos aliados fundamentales de las dictaduras de Irán y Turquía, son los principales soportes del orteguismo.
Las primeras tareas en el plano internacional de Lula serán de consolidar la alianza primaria con López Obrador de México y Fernández de Argentina, ambos apoyados en el nacional populismo de centro en sus países y los reyes del extractivismo extremista, Obrador con sus colosales megaproyectos de re-colonización y sometimiento del poderoso movimiento indígena, Fernández con su abierta disposición a estimular el despojo territorial para la implantación de las maravillas tecnológicas de intervención a la madre tierra como el trigo transgénico además del predominio de la soja modificada en laboratorios y otros gracias que invaden los amplios campos del país trasandino como la nueva ofensiva colonizadora contra el pueblo mapuche y los pueblos wichi y quom entre otros. Lindos aliados, niñas de los ojos del capitalismo. Y los otros dos aliados en segundo grado de importancia son Petro de Colombia, que ha lanzado su ofensiva de retomar las tierras recuperadas por los pueblos indígenas, y Boric de Chile que representa lo mejor de los gobiernos concertacionistas y ha ampliado la persecución al pueblo mapuche.
La derecha en esos países tiene dificultades para ampliar las formas de re-colonización que requiere el capitalismo extractivista debido a sus métodos un tanto bruscos contra el pueblo en general, por eso hacen falta estos gobiernos progresistas que consiguen neutralizar a algunos sectores medios y aún populares urbanos que quedan encandilados con los aumentos salariales y de pensiones sin importarse que aumente la pobreza en los barrios periféricos de las ciudades y que las legiones y perros guardianes sean arrojados contra los pueblos indígenas y defensores del ambiente para incrementar la tala de bosques y la extracción del litio.
La ventaja de estos gobiernos progres es aún mayor, pues tienen la posibilidad de atraer sectores ligados a los grupos rebeldes que disputan el aparato del poder del estado y por eso descuidan el poder real que se asienta más en las empresas que en los aparatos judiciales, municipales y armados del poder público que en el fondo son los chicos de los mandados de los señores propietarios.
Sólo en el gobierno Allende se consiguió que Chile diera un paso adelante a pesar de que las medidas de gobierno eran cada día más estrechas y antipopulares llegando hasta crear un gabinete ministerial con comandantes militares, debido a que no consiguió controlar la autoorganización de pobladores sin casa, cordones industriales y consejos comunales campesinos que construían desde abajo otro modo de vivir, alimentarse y relacionarse horizontalmente.
El movimiento de los sin tierra, el MST, en Brasil podía haber jugado ese papel de protagonismo popular, pero se sometió al gobierno Lula y terminó perdiendo sus principales bases de apoyo, y de todas maneras se había entregado desde antes al ser el brazo agrario del capitalismo progresista del PT.
De esa manera, viendo que los gobiernos progresistas están dedicados a dos cuestiones esenciales, se hace necesario entender el por qué y tomar posiciones de acuerdo a ello. En primer lugar los gobiernos progresistas se dedican a perseguir a quienes construyen otro modo de vivir o recuperan las formas ancestrales y comunitarias del buen vivir en común. No olvidamos que el carisma y el prestigio de Lula comenzó a decaer cuando se lanzó contra las movilizaciones de protesta por el aumento de los pasajes urbanos cuando llegaron a movilizarse millones de personas (las cifras hablan de más de tres millones) y contra las construcciones faraónicas del fútbol, ambas nacidas en las poblaciones periféricas donde abundan las organizaciones autónomas como el Movimiento Passe Livre o las autoorganizaciones de favelados. Tenemos claro que todos los gobiernos progresistas se han lanzado con tutti contra las comunidades indígenas envolviendo a la clase obrera urbana y sectores medios en “beneficios” para mantenerlos contentos mientras ametrallan a los que sobran.
En segundo lugar los gobiernos progresistas se han dedicado y se dedican a fortalecer el aparato del estado tanto en su burocracia, como en la multiplicidad de operaciones y territorios, como en los medios de control ideológico como universidades e iglesias, y los aparatos armados. Como la gigantesca militarización en México o la autorización para que las fuerzas armadas tengan sus propias empresas como en Venezuela.
Cada año surgen nuevas organizaciones rebeldes en todas partes como producto del empeoramiento de la situación de vida de la población en general y al poco tiempo se dividen y subdividen, aún en la revoluciones victoriosas como el caso de Nicaragua donde se perdió todo lo conquistado para caer en la peor dictadura, o como ocurrió en Rusia tras acabar con la autonomía de los soviet para subordinarlos al invento del soviet supremo que pilló a todos por sorpresa, o como sucedió en China que siguió la tesis del capitalismo de estado hasta llegar a mantener semi-esclava a la población laboriosa o militarizada como en Corea del Norte.
Todos estos destacamentos concentran su atención en el control del estado como único medio de generar cambios creyendo que el comando del poder público estatal permitirá subordinar al poder real de la propiedad de las empresas y así ser nosotros los que implementemos la microfísica del poder escalonado en jerarquías de arriba-abajo. Por eso las luchas de ellos no se encaminan a crear o reproducir formas de vida no capitalistas ni patriarcales, sino formas de combatir y derrotar el sistema para instalar el nuestro y reproducir el capitalismo bajo nuestro mandato para avanzar hacia otras formas de vida en común. Es por eso que cuidan las relaciones capitalistas ya que no importa reproducirlas pues ya las cambiaremos en el camino.
Pero si observamos que justamente el progresismo persigue en México a las comunidades indígenas zapatistas, en Chile y Argentina a los mapuche, en Colombia a las comunidades nasa del Cauca, etc. y estas comunidades no sólo nos enseñan a pelear, sino que además nos dicen que lo hacen sobre la base de sus comunidades de vida, nos están diciendo que hagamos primeros las nuestras. Ellos están en otra fase más adelantados que nosotros los urbanos, por lo tanto tendremos que construir esas formas de vida y esa es nuestra forma actual de resistencia y sobrevivencia. Si no tenemos comida y medicinas, nos tienen atrapados, por eso la tarea de cada barrio es autoconstituirse en algo parecido a un lof o a un ayllu, lo que implica un proceso de reencuentro con el mundo natural, pues estamos sumergidos en el mundo artificial construido por el poder y cada día se nos ponen por delante (y por detrás) los lazos, tentáculos, tentaciones y trampas del mercado y la comodidad para mantenernos felices en las ciudades mientras en los campos, ríos, montañas, bosques y mares son las tropas y las empresas las que desarrollan la nueva colonización para el lito, la electricidad y los transgénicos.
Nuestra tarea no es sólo apoyar la sobrevivencia del campo, sino abrir la ciudad para que sea inundada del verde de los alimentos y medicinas y que la autogestión nos permita resquebrajar el funcionamiento y control que ejerce el capitalismo sobre nosotros creando barrios comunitarios como hormigueros o hervideros que no necesiten usar los supermercados ni los consultorios porque estamos aprendiendo a alimentarnos y cuidarnos entre nosotros mismos. Por eso son importantes las actividades como la marcha por el aniversario de la población La Victoria, el carnaval de La Legua, el Roto Porteño con el carnaval del cerro Cordillera, la Asamblea Territorial de Tierras Blancas en Coquimbo y tantos otros.
Construir aparatos es para dirigir aparatos, construir formas de vida comunitaria es para aprender a gobernarnos entre nosotros mismos.
A rey muerto rey puesto. Sale el capitalista feo y malo Bolsonaro y entra el capitalista bueno Lula.
Seguimos en resistencia. Seguimos construyendo comunidades autónomas.
Seguimos aprendiendo a gobernarnos entre nosotros mismos.