Los grandes contaminadores globales no han actuado para reducir realmente sus emisiones, pero sí han estado muy activos en promover conceptos falsos como cero emisiones netas y en crear nuevas fuentes de negocios con la crisis. En ese sentido presionan ahora para que tierras agrícolas, ecosistemas marinos y riesgosas técnicas de geoingeniería para sacar carbono de la atmósfera sean integradas a los mercados de carbono
La próxima semana sesiona la 27.ª Conferencia de las Partes (COP27) de la Convención de la ONU sobre cambio climático en Egipto. Hay muchos temas en juego, debido sobre todo al empeoramiento de la crisis climática por la falta de acción por parte de los grandes contaminadores, tanto industrias como gobiernos.
Un tema clave en la COP27 es la creación de un mecanismo que sirva de base para nuevos mercados de carbono, actualmente en discusión bajo el artículo 6.4 del Acuerdo de París (https://tinyurl.com/2p9×5axv). Es un punto que apenas se consolidó en la conferencia anterior (Glasgow, 2021) y avanza vertiginosamente por las enormes presiones corporativas.
Los grandes contaminadores globales no han actuado para reducir realmente sus emisiones, pero sí han estado muy activos en promover conceptos falsos como cero emisiones netas y en crear nuevas fuentes de negocios con la crisis. En ese sentido presionan ahora para que tierras agrícolas, ecosistemas marinos y riesgosas técnicas de geoingeniería para sacar carbono de la atmósfera sean integradas a los mercados de carbono (https://tinyurl.com/369hv9nv).
Cada uno de estos aspectos tiene consecuencias negativas, pero además es sumamente grave insistir en los mercados de carbono. Con un par décadas de existencia, está demostrado que no han servido para nada en reducir emisiones. Al contrario, han aumentado notablemente porque los grandes emisores de gases de efecto invernadero (empresas de petróleo, gas, carbón, mineras, agronegocios y otras) han seguido con sus actividades, aumentando sus emisiones mientras pagaban algo a otros para compensarlas, obteniendo créditos de carbono. Por ejemplo con grandes plantaciones de monocultivos de árboles, que lejos de ser naturales, destruyen la biodiversidad y los bosques y expulsan a comunidades indígenas y campesinas. O pagando una miseria a comunidades forestales y luego revendiendo los créditos obtenidos a precios mucho mayores. Ha sido una gigantesca y lucrativa coartada para seguir emitiendo gases de efecto invernadero.
Ahora en la COP27, los grandes contaminadores y especuladores financieros van por mucho más. Es un nuevo asalto a gran escala, ahora buscan que se legitime que suelos agrícolas, praderas, pastizales y ecosistemas marinos sean aceptados como sumideros de carbono para generar créditos de carbono, con lo que las empresas puedan lucrar en los mercados especulativos.
La inclusión de tierras agrícolas en mercados de carbono a través de un mecanismo oficial es un sueño de las empresas de agronegocios y los grandes titanes informáticos. Bayer, Corteva, Syngenta y otras trasnacionales ya promueven programas de carbono conectado a sus plataformas digitales agrícolas. Las empresas digitales serán las que intermedien las formas de medir cambios de carbono en los suelos, algo que está en duda sea realmente posible, pero de todos modos será negocio ( La Jornada 22/09/04 https://tinyurl.com/2p9acybw).
Esos programas de agricultura de carbono van ahora dirigidos a mercados voluntarios. Condonar desde las negociaciones climáticas de ONU que los suelos agrícolas y praderas se consideren generadores de créditos de carbono, hará explotar la cacería de negocios al respecto. Desde contratos tramposos a invadir áreas naturales y expulsar campesinos e indígenas donde lo logren hacer, las consecuencias serán feroces, ya que se trata de poner la tierra de la que dependemos para la alimentación como objeto para la especulación financiera.
Nombran también las trasnacionales su aspiración de avanzar sobre los océanos, para establecer mercados de carbono azules. Por ejemplo, a través de megamonocultivos de algas o de manipular los mares con técnicas de geoingeniería para la absorción de carbono, todas propuestas que conllevan una potencial disrupción de las cadenas alimenticias marinas, afectación negativa de los ecosistemas, desplazamientos a cultivadores de algas y pescadores artesanales, entre otros impactos.
También en el marco de discusión del artículo 6.4 del Acuerdo de París en la COP27, presionan las industrias por la aceptación de técnicas de geoingeniería para una (nunca probada) remoción de carbono de la atmósfera para enterrarlo en tierra u océanos. Se trata de técnicas en grandes plantaciones para bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECSS por sus siglas en inglés), de captura directa de aire con grandes ventiladores y solventes químicos tóxicos, de geoingeniería marina para cambiar la química de los mares y hasta fertilización oceánica, pese a que esta no se permite en el Convenio de Londres sobre vertidos en el mar de la propia ONU. La discusión de la geoingeniería en las negociaciones climáticas ha sido rápida y agresiva, algo que la mayoría de los gobiernos no esperaban. El Grupo ETC y la Fundación Rosa Luxemburgo publicaron esta semana una guía alertando dónde en estas negociaciones aparecen estas propuestas (https://tinyurl.com/369hv9nv).
Otro material útil es el informe sobre falsas soluciones en la COP27 de Amigos de la Tierra internacional (https://tinyurl.com/56n5v6j7).
Urge detener estas nocivas iniciativas que tendrán graves impactos globales en la alimentación, el ambiente y empeorarán el caos climático.
La Jornada