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El modelo de “desarrollo” que, como proyecto global hegemónico, reconfigura territorios

Revista Kavilando :: 20.11.22

Los países en desarrollo, subdesarrollados o pobres, al no tener la misma construcción histórica de pillaje-acumulación, tierra-acumulación, comercioacumulación, y capital acumulado-producción, se sitúan en la posición de países para ser expoliados o colonizados ya que, al no tener capitales propios, solo les quedan los tesoros naturales y, al depender de la naturaleza, están expuestos a perder los recursos a cambio de capitales, pero a su vez ello implica, como en toda economía de mercado que solo una parte muy pequeña de la población se beneficie, mientras el resto se vea gravemente afectado.

 
 
El modelo de “desarrollo” que, como proyecto global
hegemónico, reconfigura territorios
 
Zuluaga Cometa, Hector Alejandro; Valencia Grajales, José Fernando;
Insuasty Rodríguez, Alfonso
 
 
Revista Kavilando
Grupo de Investigación para la Transformación Social Kavilando, Colombia
 
 
Resumen:
Pensar en el desarrollo implicaría comprender
la dinámica de la acumulación del capital en la línea de
tiempo occidental (Europa y posteriormente Norteamérica
y Oceanía) y, para ello, la historia nos ha traído dos
etapas consecuentes pero concomitantes al momento de darle
explicación a la acumulación: estos dos grandes estadios son
la antigüedad y la Edad Media, ambos permiten comprender
parte de nuestras realidades hoy. Los países en desarrollo,
subdesarrollados o pobres, al no tener la misma construcción
histórica de pillaje-acumulación, tierra-acumulación, comercio-
acumulación, y capital acumulado-producción, se sitúan en la
posición de países para ser expoliados o colonizados ya que, al
no tener capitales propios, solo les quedan los tesoros naturales
y, al depender de la naturaleza, están expuestos a perder los
recursos a cambio de capitales, pero a su vez ello implica, como
en toda economía de mercado que solo una parte muy pequeña
de la población se beneficie, mientras el resto se vea gravemente
afectado por este desarrollo.
 
 
Introducción
Pensar en el desarrollo implicaría comprender la dinámica de la acumulación del capital y, para ello, la historia
nos ha traído dos etapas consecuentes pero concomitantes al momento de darle explicación a la acumulación,
estos dos grandes estadios son la antigüedad y la Edad Media y ambos permiten comprender parte de nuestras
realidades hoy.
Pillaje-acumulación, tierra-acumulación
La antigüedad greco-romana y la Edad Media de Europa, esta última implantado luego de 1492 en
Latinoamérica, nos permite descubrir tres asuntos:
El primero, es que el saqueo en la Antigüedad era el medio de acumulación de riquezas; el segundo, el
esclavismo como medio para construir capital propio a costas de la mano de obra esclava; el tercero, al valor
de cambio que suponía el intercambio de esclavos como moneda o representación de riqueza y que se puede
evidenciar en la limitación que se cierne sobre el ciudadano romano, que le impide liberar cierta cantidad de
esclavos o la imposibilidad de realizar prestamos por encima de los límites legales (Gaii, 1845; Stein, 2001):
Pues quien tenga entre dos y diez esclavos, es permitido manumitir hasta la mitad del número de esclavos que él posee; a
quien tenga entre diez y treinta, hasta el tercio; al que tenga entre treinta y ciento, hasta el cuarto; en fin, a quien tenga más
de ciento y menos de quinientos, no le es permitido manumitir más que el quinto. Pero esta ley no concierne al caso del
dueño que no posee sino uno como la ley Furia Caninia no le concierne, conserva libre y plena la facultad de manumitir.
(Gaii, 1845, pp. 21-23)
Empero el beneficio de la ley Cornelia es común a todas estas personas. Prohíbe esta ley que pueda uno obligarse, para
con una misma persona y en el mismo año, por préstamo de dinero que exceda de veinte mil sestercios; y aunque el sponsor
ó el fidepromissor se obligasen por mayor cantidad, como cien mil sestercios por ejemplo, no por eso serán responsables.
Por dinero prestado entendemos no solo aquel que se dá en tal concepto, sino todo el que ha de deberse ciertamente desde
el momento en que se contrae la obligación, esto es, todo el que constituye una obligación incondicional. Así es que aun el
dinero, cuyo pago estipulamos para cierto día, pertenece á esta clase, porque si bien no puede exigirse hasta que transcurra
algún tiempo, es sin embargo cierto que se deberá para el día designado. Por la expresión de dinero (pecunia) ha querido esta
ley designar todas las cosas, y por tanto deben observarse sus disposiciones, aunque nuestra estipulación verse sobre vino,
trigo y aun sobre un fundo ó un esclavo. (Gaii, 1845, p. 213)
Ahora bien, la acumulación inicialmente se va a fundar en el pillaje y el robo a otras ciudades o
civilizaciones, sin embargo, lograran un alto desarrollo comercial a pesar de no contar con desarrollo
industrial (Fernández, 1977, p. 52).
La Edad Media tendrá como modelo la acumulación de la tierra que se gestaba mediante el saqueo
perpetrado por los reyes medievales, gracias a las cruzadas y guerras entre pueblos por razones (seudo)
religiosas, sumada a la acumulación de la iglesia (Fernández, 2016, p. 54). El surgimiento de los feudos
hereditarios por acción divina, la apropiación de la tierra comunal, la expropiación de la tierra de la iglesia
en algunos periodos, sumada a la acumulación por la mano de obra surgida de las parcelas, arrendamientos
y siervos, se constituían y consolidaban las riquezas de los Señores (Yeazell, 1997; Winchester y Straughton,
2006; Fernández, 1977).
Sin embargo, dicha época deja un elemento de atesoramiento pero no de acumulación, es decir, no circula
la riqueza y al no hacerlo no se reproduce, evento que termina por generar un aumento de los desocupados y
de la inmovilidad de la tierra, lo que sólo se rompe con la transformación de la tierra en valor de cambio y no
de uso, porque el comerciante e industrial ya no usará la tierra para el pequeño cultivo o pastoreo, sino que lo
transforma en grandes extensiones de monocultivo o pastoreo, sumado a que usa la tierra para el recreo con
el fin de valorizarla para su venta, lo que permitirá a futuro cambiar la vocación de la tierra de feudo que se
usa para sobrevivir y dejar un excedente para su amo, a la vocación capitalista que exige mayores ganancias
constantes, naciendo de esta última circunstancia la razón instrumental individualista que justificaba dicha
acumulación (Fernández, 1977 p. 52; Horkheimer, 1969).
Comercio-acumulación, y capital acumulado-producción
Ahora bien, el desarrollo económico desde su concepción por Adam Smith
[i]
en An Inquiry into the Nature
and Causes of the Wealth of Nations, será la punta de lanza de la transformación final, que hará pensar
al hombre que la riqueza ya no se acumula en la tierra, sino en la producción de excedentes nacidos de la
fabricación en serie, lo que aumenta la posibilidad de la acumulación que tienen las naciones, porque al
aumentar el producto anual que asegure la renta o beneficio en favor del crecimiento de la industria, ello
garantizará el ingreso de sus habitantes y, por tanto, de las naciones:
La proporción que existe entre las manos productivas y las improductivas, en cualquier país, depende en gran parte de la
relación del producto anual que en cuanto proviene de la tierra o de las manos de los trabajadores productivos se destina
inmediatamente a reponer el capital, y la que se destina a asegurar un ingreso, llámese renta o beneficio. Más esta proporción
es muy distinta en los países ricos y en los pobres. […] La proporción entre capital y renta es la que regula en todas partes
la relación que existe entre ociosidad e industria. Donde predomina el capital, prevalece la actividad económica; donde
prevalece la renta, predomina la ociosidad. Cualquier aumento o disminución del capital promueve de una manera natural
el aumento o la disminución de la magnitud de la industria, el número de manos productivas y, por consiguiente, el valor en
cambio del producto anual de la tierra y del trabajo del país, que es en definitiva la riqueza real y el ingreso de sus habitantes.
Los capitales se incrementan con la parsimonia, y disminuyen con la prodigalidad y la disipación (Smith, 2007, p. 263)
Estas premisas llevan a considerar al capital económico como el timonel del aumento de la actividad
económica, síndrome que se ha mantenido en la actualidad, y que implica que si no hay inyección de capitales
no se pondrá en marcha el desarrollo; es decir, que la paradoja de la modernidad se funda en que, si no
hay capital, no hay desarrollo, si no hay desarrollo no hay empleo, y si no hay empleo, la ciudadanía y el
estado se empobrecen y tienden a desaparecer. Sin embargo, la anterior paradoja conlleva otra, y es que
los países en desarrollo, subdesarrollados o pobres, al no tener la misma construcción histórica de pillaje-
acumulación, tierra-acumulación, comercio-acumulación, y capital acumulado-producción, se sitúan en la
posición de países para ser expoliados o colonizados, ya que al no tener capitales propios, solo les queda los
tesoros naturales y, al depender de la naturaleza, están expuestos a perder los recursos a cambio de capitales,
pero a su vez ello implica, como en toda economía de mercado, que solo una parte muy pequeña de la
población se beneficia, mientras el resto se ve afectado por este desarrollo.
Lo anterior fue sintetizado por Marx así:
El dinero es el valor general de todas las cosas constituido en sí mismo. O sea que le ha arrancado a todo el mundo, sea
humano o natural, el valor que le caracterizaba. […] Bajo el dominio de la propiedad privada y el dinero, la actitud frente a
la naturaleza es su desprecio real, su violación de hecho (Marx, 2012, p. 43)
La naturaleza, al igual que el hombre, pierde todo valor natural, social, histórico, temporal, ecológico y aun
la producción natural. Sobre ello se pueden encontrar autores como Engels (1961) en su texto Dialéctica
de la naturaleza, donde se aprecia cómo hasta la historia puede ser desdibujada al controlar el tiempo y la
naturaleza. Mientras Lukács (1985), en Historia y conciencia de clase, evidencia cómo la naturaleza se torna
en paisaje, porque ya se le ha dominado y se le ha convertido en objeto, en ese mismo camino encontramos
a Löwy (2014) quien recopila dichas visiones del mundo. A lo anterior podemos aunar la percepción de la ciencia como unívoca, infalible y calculable aun en las ciencias sociales (Almond & Genco, 1999) llegando a
tocar el arte como objeto o instrumento de la ciencia (Borderías, 2010).
El desarrollo, según Marcuse en El hombre unidimensional, nos lleva a comprender la forma en que
El hombre había pasado ya el largo período de inmadurez durante el cual fue víctima de abrumadoras fuerzas naturales y
sociales, y se había convertido en el sujeto autónomo de su propio desarrollo. De ahora en adelante, la lucha con la naturaleza
y con la organización social habría de ser guiada por los propios progresos de su conocimiento. El mundo habría de ser un
orden racional (Marcuse, 1994, p. 10)
La ciencia terminó por evolucionar sin la naturaleza, porque prefirió dominarla y luego devastarla, sin
importar la simbiosis que operaba entre ambos cuerpos: el natural y el social, viéndose deslegitimada su
asociación por el capital, y limitándose al desarrollo económico divorciado de la naturaleza y el hombre
mismo.
Es por esto que el hombre no ha logrado armonizar su racionalidad con la naturaleza y los sentimientos
que le deparan de esa relación ecosistémica lo que ha derivado en no comprender hasta dónde debe llegar
el desarrollo, cuáles son las consecuencias que genera sobre la naturaleza, el hombre y la sociedad como
miembros activos de la misma naturaleza. Desconociendo de paso las violaciones sistemáticas a los afectados
sean ellos miembros del género humano o de la naturaleza (Herrera Ospina & Insuasty Rodríguez, 2015).
Un modelo de “desarrollo”, como proyecto global, que configura territorios
Existen hoy una serie de planes globales, internacionales, regionales, o incluso locales que han considerado
necesario que se piense en el desarrollo como único norte. Dichas apreciaciones han venido de organismos
como la BM, CEPAL, ONU, FMI, OEA, entre otros. Contienen un mismo discurso, el desarrollo como
camino seguro para alcanzar el bienestar, generar progreso.
Para los años treinta, por ejemplo, el mundo occidental (Europa – Estados Unidos) vivió una serie de
cambios que fueron decisivos en la reorientación de las políticas globales, respecto de las regiones y países
dependientes, por ende, América Latina y por supuesto Colombia.
La gran crisis económica de los años treinta, con la consecuente desaparición de las fuentes de
financiamiento externo, la caída del comercio mundial y la relación de intercambio de los países
Latinoamericanos y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, afectaron las importaciones de bienes de
capital y de materias primas, todo debido a que los países “potencia” dedicaron toda su energía a la actividad
bélica (Zuluaga Cometa & Insuasty Rodriguez, 2017). Ya en los cuarenta, cercano al final de la Segunda
Guerra, los países vencedores pactan lo que sería la transición y reconstrucción postguerra, crean nuevas
instituciones globales como la Organización de Naciones Unidas [ONU], el Banco Mundial [BM], el Fondo
Monetario Internacional [FMI], y desde ellos redefinen el papel de los países dependientes:
El enfoque estructuralista del desarrollo fue aplicado en América Latina a partir de los años cuarenta hasta finales de la década
de los setenta. Este modelo guarda estrecha relación con el nacimiento de la Comisión Económica para América Latina
y el Caribe (CEPAL). Básicamente, este modelo concebía la composición de la economía mundial en dos polos: centro y
periferia, cuyas estructuras productivas disímiles -en la periferia heterogéneas y especializadas y en el centro homogéneas
y diversificadas- condicionaban el tipo de intercambio comercial y de transferencia tecnológica, lo que en el largo plazo
conduciría a un rezago productivo y tecnológico en la periferia y a un deterioro de los términos de intercambio. Esta postura
dio forma a lo que se conoció como la teoría de la dependencia. (Mujica Chirinos & Rincón González , 2006)
Cobra vital importancia, para que los países periféricos desarrollen industria, la existencia de
infraestructura, energía, tierras disponibles y mano de obra. Para saldar estos problemas, se hace necesario y
de primer orden la intervención del Estado en tanto institución capaz de suplir estas condiciones a la fecha,
inexistentes o muy deficientes:
 
El Estado jugó un papel decisivo en la construcción de infraestructura y en la actividad productiva de muchos sectores,
incluyendo aquellos sustitutivos de importaciones, por lo que la planificación del desarrollo en términos de la CEPAL-
adquirió un papel preponderante como ordenadora de los esfuerzos de los países en la consecución de los objetivos del
desarrollo. (Mujica Chirinos & Rincón González, 2006, pp. 205-222)
Entre los años setenta y noventa, de la mano de la Banca Multilateral y el FMI, se da la entrada del enfoque
neoliberal, desplazando el modelo de sustitución de importaciones. Este nuevo modelo se caracteriza por
implementar un ajuste estructural, fijando sus ojos en la solvencia y liquidez de los Estados en relación al
creciente intercambio comercial internacional, capacidad de pago de la deuda externa adquirida, sobre todo,
para suplir las carencias en infraestructura de los país llamados subdesarrollados.
Estos cambios se fueron dando por directriz y vigilancia internacional, en el ambiente de la Guerra Fría;
por ende, bajo la aplicación de la política de Seguridad Nacional de Estados Unidos, que terminó validando
y avalando varios golpes militares en América Latina fortaleciendo una élite regional ortodoxa, conservadora
y poderosa económicamente, así como una cultura y lógica militar de gran gasto público.
Este modelo de libre mercado y ajuste estructural se aplicó primero en Chile, a la fuerza, y paulatinamente
en todo el mundo; se trató no solo de un modelo económico sino de toda una reingeniería social y cultural,
que implantó una cultura, una manera de ver y pensar el mundo, a lo que Klein (2007) llama “capitalismo
del desastre”.
Este sistema reconfiguró el Estado, dejándole como tarea principal facilitar la inversión extranjera,
propiciar la infraestructura para la economía global (entendiendo esto como necesidades del mercado
occidental Europa-Estados Unidos); este modelo se impuso de manera violenta, limitó de facto la democracia
real, pero se fundó en una democracia reducida, limitada, capturada a lo meramente electoral, afectando
todos los sectores de la vida estatal y social. Este modelo neoliberal, capitalista, acentuó la acumulación por
desposesión, para lo que empleó y emplea constantemente la violencia directa y cultural, el terrorismo contra
el individuo y la sociedad.
Los nuevos dueños del mundo serán, entonces, los conglomerados financieros, industriales, comerciales y
en esta nueva realidad, el Estado estará al servicio de sus dictámenes. Para estos actores, los desastres, las guerras
y la inseguridad del ciudadano serán el principal combustible para mantener su poder y control (Klein, 2007).
América Latina
En América Latina, este modelo se hace al poder total debido a, por un lado, la presión del mercado
internacional y por otro, unas sucesivas alianzas entre la clase política, económica y militar (local, regional y
nacional), que se hizo al poder gracias al uso de diversas estrategias de orden político, electoral y militar (legal
e ilegal), todas, estrategias funcionales a sus intereses y en sintonía con el proyecto económico (Valencias
Grajales, Insuasty Rodriguez, & Restrepo Ramirez, 2016).
Cada etapa, entonces, sugiere una suerte de “reordenamiento” de la función de la tierra, de sus poblaciones,
de sus territorios al servicio de un modelo de desarrollo foráneo y de un modelo productivista, lo que se
acompañará de estrategias de control político, jurídico, militar y paramilitar abrupto, de choque, que generará
un interminable y pendular ciclo de violencia armada (Cadavid, Insuasty Rodriguez, Restrepo, & Balbin,
2009).
A la par, cada época evidenciará grandes procesos populares, étnicos, campesinos, afros, en resistencia,
muchos de los cuales harán uso de la lucha armada como una forma de hacer valer sus reivindicaciones y
exigencias ante la implementación de políticas que no favorecen las realidades locales.
Ahora bien,
El capitalismo de nuestros días requiere materiales y energía más que en cualquier otro momento de su historia, como
resultado de varios procesos complementarios: el aumento del consumo a nivel mundial, a medida que se extiende la lógica
capitalista de producción y derroche; la incorporación de países como China, India, Brasil y Rusia a la órbita del capitalismo
Hector Alejandro Zuluaga Cometa, et al. El modelo de “desarrollo” que, como proyecto global hegemó…
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mundial, mediante la producción de manufacturas o materias primas; las innovaciones tecnológicas y la producción de
mercancías electrónicas de consumo masivo precisan de minerales y materiales para asegurar su producción. En pocas
palabras, la generalización del American Way of Life, requiere de un flujo constante de petróleo y materiales, para asegurar
la producción de mercancías que satisfagan los deseos hedonistas, artificialmente creados, de cientos de millones de seres
humanos en todo el planeta (Vega Cantor, 2013, p. 368)
El modelo de producción y de consumo capitalista requiere producir en escala ascendente, y como
contracara necesita asegurarse las materias primas necesarias para mantener dicha producción y estilos de
vida occidental, esto hace que sean países altamente dependientes de los países del sur, en vía de desarrollo,
en tanto estos, poseen dichas materias primas en cantidad. Algunos datos ilustran la dependencia externa de
los Estados Unidos:
Entre el 100 y el 90% del manganeso, cromo y cobalto, 75% del estaño, y 61 % del cobre, níquel y zinc que consumen, 35%
de hierro y entre 16 y 12% de la bauxita y plomo que requieren. Europa depende en un 99 a 85% de la importación de estos
minerales, con excepción del zinc, del que depende en un 74% de importaciones del extranjero”. Lo significativo estriba en
que en conjunto América Latina y el Caribe suministran a los Estados Unidos el 66% de aluminio, el 40% del cobre, el 50%
del níquel (Diez Canseco, 2007; p.4).
Los pueblos del sur, en especial América Latina y el Caribe, son prometedores para los países del norte, en
tanto, ofertan a bajo costo, en gran cantidad y con grandes facilidades sus riquezas:
… se encuentra el 25 por ciento de los bosques y el 40 por ciento de la biodiversidad del globo. Casi un tercio de las reservas
mundiales de cobre, bauxita y plata son parte de sus riquezas, y guarda en sus entrañas el 27 por ciento del carbón, el 24 por
ciento del petróleo, el 8 por ciento del gas y el 5 por ciento del uranio. Y sus cuencas acuíferas contienen el 35 por ciento de
la potencia hidroenergética mundial. (Vega Cantor, 2013, p. 369).
América del Sur no solo oferta gran cantidad de reservas de minerales, sino de biodiversidad, producción
de alimentos, agua, variedad cultural, étnica, histórica, lingüística, etc., una amplia y diversa riqueza (Barrios,
2006). Es por esta razón que América Latina representa un sector importante dentro de los flujos de
Inversión Directa de la economía mundial, pues ha recibido cerca del 30% de los flujos mundiales de inversión
(Cárdenas, 2008).
El informe de la CEPAL sobre Inversión Extranjera Directa-IED asegura que:
para el 2012 en A.L. se registró un crecimiento del 5.7%, respecto de 2011, alcanzando una cifra récord de 174.546 millones
de dólares, de los cuales, Brasil se constituyó en el país con mayor recepción de recursos con el 38%, para un total de
65.272millones de dólares, seguido por Chile con el 17.3% y un valor de 30.323 millones de dólares, en tercer lugar Colombia
con el 9%, para un valor de 15.824 millones de dólares y en cuarto lugar Perú con el 4.7% para un total de 8.233 millones
de dólares. (CEPAL, 2012; p. 3).
Colombia
Por sectores económicos de destino de la inversión, en el caso colombiano, se entregan las siguientes cifras:
Se destinaron 5.377 millones de dólares para inversión en hidrocarburos, equivalente a un 34% del total recibido; para
la minera se asignaron 2.250 millones de dólares para un 14%; para el sector manufacturero: 2.049 millones de dólares
correspondiente a un 13% y para sector servicios: 6.040 millones de dólares para un 38% del total de la IED en Colombia
durante el 2012. (CEPAL, 2012)
Comparativamente en su análisis 2018, la CEPAL con cifras del periodo histórico 2011-2017 ubica a
Colombia como el tercer país receptor de IED después de Brasil y Chile en Sudamérica con las siguientes
cifras en millones de dólares, para 2011 la IED ascendió a 14.647, en 2012 15.039, en 2013 16.209, en
2014 16.167, en 2015 11.723, en 2016 13.850 y finalmente para 2017 ascendió a 13.924. Para reafirmar la
diferencia entre el primer país como mayor receptor de IED y el último en Sudamérica tenemos a Brasil con
Revista Kavilando,
2021, vol. 13, núm. 1, Enero-Junio, ISSN: 2027-2391 2344-7125
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92
70.685 en 2017 y a Uruguay con 27. (CEPAL- Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2018,
pág. 30)
Así, América Latina, por ende y de manera particular Colombia, resultan regiones muy estratégicas.
Colombia suma, además, estas razones:
cuenta con una reserva mineral diversa de gran importancia, así como una reserva hídrica y biológica de gran valor, - tiene
acceso a dos mares lo que implicaría un desarrollo portuario importante, - un área espacial adecuada para la ubicación
de satélites, - su posición en el continente es clave para el control militar de la región, - su dirigencia política es proclive
históricamente, a la negociación favorable para los intereses extranjeros “confianza inversionista”, además de ser débil
institucionalmente para la regulación, fiscalización para la protección ambiental y laboral (González Grisales & Insuasty
Rodriguez, 3013, p. 375).
Vale reiterar que el Estado Colombiano está inserto en la dinámica de la economía mundial, soportado
en una ideología neoliberal cuyos elementos más relevantes son: primero, un Estado mínimo, es decir, que
la inversión privada sea quien regule la economía y que entre a aportar al desarrollo de la sociedad; segundo,
que haya austeridad fiscal; tercero, la globalización de los procesos de expansión del capital en los Estados
que reducen su soberanía a favor de otras políticas más globalizantes dictadas por organismos multilaterales
(BM, FMI, Organización Mundial del Comercio OMC, entre otros) creados por los países desarrollados
económicamente que propenden facilitar el comercio mundial.
Debido a este modelo neoliberal, el Estado colombiano quedó reducido, por un lado, al de facilitador
y promotor de la actividad extractiva, actividad que puso en manos de inversores privados y segundo, de
fiscalizador de dichos proyectos extractivos. De hecho, modificó toda su normatividad y diseño institucional
para tal fin. Esto queda claro en el “Plan Nacional de Desarrollo Minero 2002-2006” en el que se señala “…
la iniciativa privada la única fuerza capaz de generar el desarrollo minero del país” (Ministerio de Minas y
Energía de Colombia., 2006), Igual en el “Plan Nacional de desarrollo minero 2007-2010” (Ministerio de
Minas y Energía de Colombia, 2007).
Colombia también asegura la estabilidad jurídica a los inversionistas, lo que incluye amplios beneficios
tributarios (Ley de Estabilidad Jurídica para los inversionistas en Colombia, 2005). Los intereses del gran
capital prevalecen incluso sobre el derecho de las comunidades.
Disparan las exenciones fiscales y llegan casi a anular las regalías. Pasan de $6 billones de regalías en el 2007 y exenciones
tributarias de menos de un billón, a regalías de $6,5 billones en el 2009 y beneficios fiscales de $3,5 billones. Más de la mitad
de las regalías se las están devolviendo. Permiten deducir las inversiones como si fueran costos de producción y con ello se
anula prácticamente la obligación de impuesto a la renta (Hernández, 2011)
Para el Ministerio de Minas y Energía (2007) la calidad del ambiente de inversión y el aumento de la
productividad total, en un medio de estabilidad macroeconómica.
Este modelo fue implementado durante los dos periodos presidenciales de Álvaro Uribe Vélez
(2002-2006/2006-2010) y seguido por los dos periodos presidenciales de Juan Manuel Santos
(2010-2014/2014-2018), quien incorporó este modelo en sus Planes de Desarrollo con el nombre de Las
“5 locomotoras del desarrollo” (infraestructura, agricultura, innovación, minería, vivienda) (Dirección de
Planeación Nacional Colombia, 2010).
Ahora bien, las cinco locomotoras se necesitaron para potenciar el eje central de la economía: re-primarizar
el modelo, retornar a la época de la colonia, a una economía netamente extractiva. Este modelo promueve el
detrimento medioambiental y los innumerables conflictos sociales, étnicos, territoriales desfavorables para las
comunidades, para su seguridad alimentaria, para la permanencia en sus territorios, pérdida cultural, pérdida
de saberes, de actividades económicas, entre otros impactos.
Para evaluar una sola de las locomotoras planteadas por el gobierno Santos, la denominada Infraestructura,
se relaciona el siguiente texto del año 2015:
Hector Alejandro Zuluaga Cometa, et al. El modelo de “desarrollo” que, como proyecto global hegemó…
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El Informe Global de Competitividad, elaborado por el Foro Económico Mundial, posiciona a Chile como el país con
mejores carreteras en Latinoamérica; Colombia, Paraguay y Haití están entre los países con mayores problemas en su
red vial (…) En este índice, el BM analiza, además de la calidad de la infraestructura, las percepciones sobre la eficiencia
del proceso del despacho de aduana, la calidad de los servicios logísticos, entre otros aspectos. Según el análisis del BM,
Colombia, con un puntaje de 2,64, siendo 5 el máximo, está más cerca de Haití (2,27), el peor calificado de Latinoamérica
(…) “Los proyectos de infraestructura involucran un monto no despreciable de complejidad en su planeación, financiación,
construcción, operación y mantenimiento”, le dijo Pablo Rodríguez de Almeida, jefe de infraestructura en el Foro Económico
Mundial, a BBC Mundo. A la pregunta obligada: ¿cómo mejorar el panorama de la infraestructura vial en Latinoamérica?,
Lancelot respondió: “Definitivamente el sector privado seguirá jugando un papel clave en el desarrollo de la infraestructura
pero hay que tener prudencia frente al espejismo de que el sector privado va a resolver todos los problemas” (El Espectador,
2015).
Se reitera el modelo: el diseño de los que deben hacer los Estados y el cómo lo deben hacer, por parte de
organismos multilaterales, por un lado, y por otro, se amplía el espacio de acción de las empresas privadas al
delegarse la tarea de activar la locomotora de la infraestructura.
Según cifras oficiales, el programa de concesiones viales de cuarta generación junto con el programa de Vías para la Equidad
que pretende alcanzar la construcción de 6.128 kms de vías, generará un aporte al crecimiento económico de 0,4% este año y
de 0,5% por año entre 2017 y 2018 (…) el primer fondo de deuda para infraestructura gestionado por Ashmore Group con el
apoyo de la CAF (Banco para el Desarrollo de América Latina) (…) En segundo lugar (cronológico), la venta de Isagen es un
paso relevante para el fortalecimiento patrimonial de la FDN, (…). En tercer lugar… la Concesión Pacífico 3 logró obtener
el 100% de la financiación requerida con la emisión de un bono híbrido (en dólares y UVR) (…) Este avance, o más bien,
desatraso es fundamental ya que especialmente la cantidad y calidad de las carreteras en América Latina siguen siendo un
factor de rezago en competitividad frente a importantes competidores como Asia emergente (Verdugo, 2016).
Así, esta manera de planear las locomotoras y su confianza total en lo privado viene causando diversos,
profundos y degradados conflictos en los territorios. Por un lado, la innegable y desbordada corrupción como
lo significa el caso Odebretch (El Tiempo, 2017), que no es el único (Dinero, 2017) A este se suman el Puerto
de Buenaventura (Valencia & Silva Chica, 2016), hidroeléctricas como El Quimbo (Universidad Nacional de
Colombia, 2015), Hidroituango (Colombia Informa, 2018), Porvenir II (Bernal, 2017), las microcentrales
(Rios Vivos, 2014), el fracking (El País, 2017) y las múltiples licencias mineras a multinacionales. Todos
estos procesos de corrupción afectan el agua, la economía agrícola, la cultura campesina, indígena y afro, la
permanencia de las comunidades en sus territorios tanto urbanos como rurales (ABColombia, 2012), entre
otros múltiples y delicados conflictos derivados de una manera de imponer y entender este llamado desarrollo.
La contradicción del modelo: entre la garantía y la vulneración constante de
derechos
Queda claro que esta forma de aplicar un reordenamiento de los territorios, para anclarlos a las necesidades
del llamado “desarrollo global” genera fuertes impactos en la naturaleza, en las comunidades y sus culturas,
en las familias, en los individuos.
Eso puede verificarse en Colombia donde se presta una expropiación masiva de indígenas, campesinos y afrodescendientes,
radicalizada desde hace un cuarto de siglo, lo cual ha significado que les sean arrebatados a esos sectores sus tierras, (unos
seis millones de hectáreas), sus ríos y sus bosques, que han pasado a manos de empresarios capitalistas, narco-paramilitares y
multinacionales. En ese proceso de expropiación, las clases dominantes han recurrido a todos los procedimientos violentos de
despojo, lo cual debería asombrar y producir vergüenza al mundo. Como resultado Colombia ocupa el primer lugar mundial
en cuanto al número de despojados internos, con una cifra de cinco y medio millones de personas, la mayor parte de ellos
campesinos e indígenas. Este proceso de despojo violento” (Vega Cantor & Martín Novoa, 2016, pp. 309-310)
Las multinacionales, consorcios, empresas que acumulan riqueza gracias a la implementación de dichas
megaobras del llamado desarrollo, se valen entre otras, para sus fines más que para el bien común, de: el
desconocimiento, el miedo y la inseguridad que genera el mismo Estado, que debería actuar como garantes de
Revista Kavilando,
2021, vol. 13, núm. 1, Enero-Junio, ISSN: 2027-2391 2344-7125
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los derechos de las comunidades y la naturaleza, pero que hoy actúa como buen gestor de la implementación
de las megaobras planeadas desde las necesidades del mercado global, al momento de aplicar las cláusulas
constitucionales y legales denominadas interés general, utilidad pública e interés social; especialmente,
porque éstas se deben aplicar en el marco constitucional de los fines y principios que encierra el Estado
Social de Derecho. Lo anterior debido al relativismo que se encuentra inmerso en dichas categorías, que están
expuestas a la aplicación unilateral y caprichosa de los funcionarios del Estado que actúan por encima de las
comunidades y afectados.
El principal problema al que se enfrentan tanto los afectados como los mismos funcionarios se encuentra en
cómo aplicar las respectivas figuras jurídicas, de cara a un Estado que se dice Social de Derecho, entendiendo
que las mismas buscan un funcionamiento adecuado y efectivo del Estado y a su vez se comprenden como
límite contra los abusos que derivan del actuar del mismo Estado o de sus funcionarios y es también un
elemento de protección frente a los particulares que tienen características estatales por ser prestadores de
servicios públicos o simplemente contar con recursos o poder económico o político desproporcionado
o asimétrico, que coloca en subordinación o indefensión al ciudadano o la sociedad que hace parte del
conglomerado nacional
Es por lo que, sobre el tema, la Corte Constitucional haciendo referencia al interés general ha dicho:
Ante todo, es necesario aclarar que el concepto de interés general, como todas las normas constitucionales que consagran
valores generales y abstractos, no siempre puede ser aplicado de manera directa a los hechos. La Constitución establece la
prevalencia del interés general en su artículo primero, pero también establece la protección de numerosos valores relacionados
con intereses particulares, como es el caso de los derechos de la mujer, del niño, de los débiles, etc. El Estado Social de Derecho
y la democracia participativa se han ido construyendo bajo la idea de que el reino de la generalidad no sólo no puede ser
llevado a la práctica en todas las circunstancias, sino que, además, ello no siempre es deseable; la idea del respeto a la diversidad,
al reconocimiento de las necesidades específicas de grupos sociales diferenciados por razones de cultura, localización, edad,
sexo, trabajo, etc., ha sido un elemento esencial para la determinación de los derechos sociales económicos y culturales y en
términos generales, para el logro de la justicia.” Sentencia T-428 de 1992 (M.P. Ciro Angarita Barón)
Por esto, el interés general no es un asunto de carácter absoluto, es decir, no prima sobre todos los
demás derechos de la sociedad, por el contrario, el mismo se ve limitado por los derechos que se encuentran
en los particulares y en los conglomerados sociales, es decir, no puede pasar por encima de los derechos
fundamentales y los derechos colectivos de carácter social, económico y cultural. Ósea que el interés general
no puede superponerse sobre derechos fundamentales de los niños, adultos mayores, discapacitados, grupos
discriminados, étnicos, culturales, o el medio ambiente, los ecosistemas que protegen el conglomerado en
general. Al ser derechos supraconstitucionales, implica que se deben resolver en primer lugar las necesidades
particulares de dichos individuos o colectivos antes de realizarse la afectación o impedir la ejecución de dicho
elemento, que atenta en el fondo contra la generalidad de la ciudadanía cuando se trata de asuntos ambientales
o ecosistémicos, especialmente en los casos de la teoría de la imprevisión, o principio de precaución ante la
probabilidad de daño a la comunidad o al medio ambiente mismo.
Ahora bien, la utilidad pública y el interés social se entienden como atribuciones extraordinarias que tiene
el Estado y que utiliza frente a la necesidad de direccionar las actuaciones de sus administrados, sin embargo,
dicho poder se ve limitado por el
derecho a la propiedad (…) “(i) Es un derecho pleno porque le confiere a su titular un conjunto amplio de atribuciones que
puede ejercer autónomamente dentro de los límites impuestos por el ordenamiento jurídico y los derechos ajenos; (ii) Es un
derecho exclusivo en la medida en que, por regla general, el propietario puede oponerse a la intromisión de un tercero en su
ejercicio; (iii) Es un derecho perpetuo en cuanto dura mientras persista el bien sobre el cual se incorpora el dominio, y además,
no se extingue -en principio- por su falta de uso; (iv) Es un derecho autónomo al no depender su existencia de la continuidad
de un derecho principal; (v) Es un derecho irrevocable, en el sentido de reconocer que su extinción o transmisión depende por
lo general de la propia voluntad de su propietario y no de la realización de una causa extraña o del solo querer de un tercero,
y finalmente; (vi) Es un derecho real teniendo en cuenta que se trata de un poder jurídico que se otorga sobre una cosa, con
el deber correlativo de ser respetado por todas las personas” Sentencia C/189 de 2006 (M.P. Manuel J. Cepeda Espinosa)

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