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Nicaragua: Las izquierdas ante Dora María Téllez

Raúl Zibechi :: 02.12.22

La obsesión por el poder, aferrarse al control del Estado, represión a la disidencia y falta de autocrítica, vinculan a esta izquierda que se dice democrática, con su pasado estalinista. Ya sabemos que la derecha es peor, quizá mucho peor. Pero desde siempre, más peligroso que el lobo, es aquel que se disfraza con la piel del cordero.

 

Tiempo atrás, Mónica Baltodano comentaba que la represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo es aún peor que la de Anastasio Somoza, contra quien se levantaron en armas los sandinistas. Confieso que la afirmación de Mónica me dejó helado y pensaba que era exagerada. Cuando seguimos el caso de Dora María Téllez, las piezas del régimen se fueron armando.

El pasado fin de semana su hermano, Óscar Téllez Argüello, informó que Dora María recibiría el título honoris causa por la universidad Sorbona, en París, Francia, “en reconocimiento a una vida de entrega a la defensa de la justicia social y la democracia”. Desde la cárcel envió el mensaje de que el título, que recibió en su nombre el periodista Carlos Fernando Chamorro, lo dedica a los presos y presas políticas comprometidos con la libertad en su país.

“Mi hermana les expresa, además de su gratitud, su firme decisión de continuar la lucha a pesar de las torturas e inhumanas condiciones carcelarias a las que están sometidas las personas presas políticas. Desea que este reconocimiento sirva para resaltar y crear más y más conciencia sobre la importancia de denunciar cada día más y con más fuerza las atrocidades del régimen Ortega-Murillo, que ha sometido a todo un pueblo a un régimen de absoluto silencio y terror”, señala su hermano Óscar.

Dora María se encuentra presa en El Chipote desde junio de 2021, acusada de “traición a la patria”. “No hay luz ni para distinguir la pasta dentífrica en el cepillo”, explicó Chamorro sobre la celda donde sobrevive Téllez, de 67 años (https://bit.ly/3ielV8l). Al aceptar el título en nombre de la prisionera, Chamorro llamó a los movimientos y gobiernos izquierdistas de Latinoamérica a alzar la voz contra el régimen nicaragüense y dijo: “No se puede justificar una dictadura en nombre de la izquierda”.

Ahí está el nudo del problema. Si hoy no asistimos a una amplia campaña por su libertad y denuncia del régimen Ortega-Murillo, es precisamente porque a la izquierda y al progresismo no les interesa. Porque sólo miran al poder; todo lo apuestan al poder, y en aras del poder sacrifican la ética y la dignidad. Tiene su lógica: si el poder lo es todo, lo demás tiene poca importancia, ya que se subordina al objetivo mayor.

Dora María les incomoda. Por su dignidad. Por su constancia. Porque no se rindió, ni se vendió, ni claudicó. A la izquierda, sin embargo, no le incomoda el régimen porque no quiere mirarse en ese espejo, en ningún espejo que les devuelva su obsesión por el poder. Esa izquierda que cacarea “golpe” cada vez que le propinan un revés político, que acusa a la derecha de sus propias limitaciones, prefiere mirar para otro lado cuando se trata de Nicaragua y de las presas y presos políticos torturados en nombre de una “revolución”, que sólo existe en su imaginación.

Las izquierdas del mundo tienen una enorme deuda teórica y política porque nunca miraron de frente el estalinismo, como si ese régimen no hubiera salido de las propias entrañas de la revolución rusa. Comprender cómo se llegó a ese régimen feroz y criminal encabezado por Stalin, requiere evidentemente mirarse en el espejo, sacar conclusiones serias que no pueden consistir en echar todas las culpas al enemigo, como suele hacerse siempre desde ese sector.

El progresismo actual no suele aceptar críticas, ya que acusa a quien las formula de ser la derecha. Por lo mismo, tampoco puede realizar autocríticas. Sin ese ejercicio colectivo, es imposible promover cambios. No conozco ningún presidente progresista latinoamericano que haya dicho en qué se equivocó, cuáles fueron los errores o desviaciones, pero siempre acusan a otros (ya sean las derechas, el imperio o los movimientos que los apoyaron) por los sonoros fracasos que cosechan.

Algunos presidentes de la región están pidiendo por la libertad de Dora María Téllez. Me parece necesario. Pero no alcanza, hay que condenar y aislar al régimen Ortega-Murillo, por la represión y los crímenes, porque aunque diga lo contrario tiene una profunda alianza con Estados Unidos y con la derecha nicaragüense. No hacerlo, es ser cómplices.

En un reciente artículo, Baltodano denunció el cierre de todos los espacios y libertades, que miles de nicaragüenses perseguidos han tenido que exiliarse, que casi 3 mil organizaciones fueron clausuradas, lo que “demuestra de manera fehaciente, la voluntad del régimen de mantenerse a fuego y plomo en el poder” (https://bit.ly/3GRvp3T). Por eso en las elecciones municipales de noviembre el FSLN no tuvo contrincantes reales y se declaró vencedor en los 153 municipios del país, pese a una abstención superior a 80 por ciento.

La obsesión por el poder, aferrarse al control del Estado, represión a la disidencia y falta de autocrítica, vinculan a esta izquierda que se dice democrática, con su pasado estalinista. Ya sabemos que la derecha es peor, quizá mucho peor. Pero desde siempre, más peligroso que el lobo, es aquel que se disfraza con la piel del cordero.

 


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