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Lo que falta en el debate sobre el cambio climático

Vandana Shiva :: 07.01.23

La desestabilización de los sistemas climáticos de la Tierra es la consecuencia de violar los procesos y ciclos ecológicos de la Tierra, violando los Derechos de la Tierra, los Derechos de los Pueblos Indígenas y los Derechos de las Futuras Generaciones. Los combustibles fósiles han impulsado la forma en que cultivamos nuestros alimentos y producimos nuestra ropa durante el último siglo.

 

 
Dra. Vandana Shiva: Lo que falta en el debate sobre el cambio climático
 
https://tomaterojo.cl/dra-vandana-shiva-lo-que-falta-en-el-debate-sobre-el-cambio-climatico/
 

La desestabilización de los sistemas climáticos de la Tierra es la consecuencia de violar los procesos y ciclos ecológicos de la Tierra, violando los Derechos de la Tierra, los Derechos de los Pueblos Indígenas y los Derechos de las Futuras Generaciones. Los combustibles fósiles han impulsado la forma en que cultivamos nuestros alimentos y producimos nuestra ropa durante el último siglo.

Los esclavos de la energía han sido utilizados para desplazar el trabajo creativo de los agricultores que cuidan la tierra y de los artesanos en la creación de belleza y cultura. Un sistema alimentario sin combustibles fósiles es un imperativo de salud para el planeta y la comunidad humana.

Los contaminadores están tratando de utilizar la crisis que han creado, para beneficiarse de la contaminación a través de trucos como el «net-zero», aumentar la violencia contra el planeta con la geoingeniería, y continuar la violencia contra la tierra y nuestros cuerpos a través de los alimentos ultraprocesados de laboratorio.

Nuestro deber ecológico es detener el daño, y evitar el lavado verde para regenerar la Tierra Viva, sus ecosistemas, nuestra Libertad de Semillas y la Libertad Alimentaria a través de la Democracia de la Tierra.»

Dra. Vandana Shiva

El cambio climático es realmente un colapso ecológico

El tiempo se está acabando por la acción climática. En un año en el que las compañías petroleras y de gas van a alcanzar un récord histórico de ganancias, con el sector a punto de cerrar el año a 4 trillones de dólares, e inundaciones en PakistánPuerto Rico y Nigeria sin precedentes, el mundo no está más cerca de reducir las emisiones climáticas, ni de remediar la destrucción ecológica.

Muchos han empezado incluso a cuestionar el sentido de las reuniones anuales de la COP, ya que, según el PNUMA, incluso si se cumplieran en su totalidad los compromisos climáticos actuales, seguiríamos viendo cómo el calor global se eleva por encima del umbral de 2,5C, lo que nos llevaría a un nuevo caos climático sin precedentes. El Instituto Potsdam ya informa de la ruptura de cinco límites planetarios críticos, y este año se ha producido un aumento sin precedentes de las emisiones globales.

La emergencia climática a la que nos enfrentamos forma parte de varias crisis interconectadas que afectan a nuestra salud, nuestros suelos, los ecosistemas, nuestra sociedad y la biodiversidad del planeta. Es un síntoma de la crisis ecológica más amplia perpetuada por un sistema extractivista y centrado en el lucro. En otras palabras, el actual caos climático que se vive en todo el mundo es un síntoma de un colapso ecológico mayor. El clima de la Tierra está compuesto e intrínsecamente interconectado con muchos sistemas y ciclos planetarios superpuestos.

No sólo se trata de la alteración de los ciclos del carbono, sino de la alteración y ruptura de muchos de los ciclos de la Tierra como, por ejemplo, el ciclo del nitrógeno, el ciclo del agua, el ciclo del carbono, los ciclos del flujo de aire y los ciclos de la vida biodiversa. Los ecosistemas individuales han sido alterados hasta tal punto que ahora está causando una desregulación masiva de los ciclos de la Tierra. Todos estos ciclos están interconectados y garantizan el mantenimiento de los ecosistemas y, por tanto, la salud del clima.

No podemos hablar del cambio climático sin abordar los sistemas alimentarios industriales

La forma en que producimos, consumimos y distribuimos los alimentos tiene un enorme impacto en la salud del planeta y, por tanto, en el clima. Los sistemas alimentarios están relacionados con todos los ciclos planetarios mencionados. Así que no podemos hablar del cambio climático sin hablar del sistema alimentario, ya que son una de las principales formas en que los humanos interactúan y afectan a los ciclos de la Tierra.

La agricultura industrial y la globalización han sido una de las principales razones de la ruptura de los ciclos de la Tierra. Debido al cambio en el uso de la tierra, la contaminación por agroquímicos, los monocultivos, el ecocidio genético, la contaminación por los plásticos, el uso de combustibles fósiles y el transporte a larga distancia, es ahora una de las mayores causas de destrucción planetaria. Ha causado el ecocidio y la pérdida de biodiversidad, la desertificación del suelo, la erosión y la contaminación. Ha provocado la contaminación masiva del agua por todo el ciclo del agua, la emisión de gases de efecto invernadero y la ruptura o desequilibrio del ciclo del nitrógeno, del agua, del metano y del carbono. Todo ello supone la alteración de los sistemas climáticos.

 

En conjunto, estas prácticas ecológicamente destructivas representan entre el 44% y el 57% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), lo que convierte al sistema alimentario mundial en uno de los principales responsables del cambio climático y la degradación del medio ambiente. Por ejemplo, la continua invasión de la agroindustria en los bosques y otros ecosistemas vitales, ha hecho que la industria sea responsable del 70% al 90% de la deforestación mundial.

Hoy en día también estamos asistiendo al colapso de la biodiversidad, con la sexta extinción masiva.  Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Chatham House y Compassion in World Farming, «Food system impacts on biodiversity loss», el sistema mundial de alimentación industrial es el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad en el mundo, amenazando al 86% de las especies que ahora están en peligro de extinción. Aunque se han hecho repetidos llamamientos para que se actúe sobre este hecho devastador, aún no se ha avanzado nada porque las prácticas que han provocado este ecocidio todavía no se abordan.

Lo mismo ocurre con la destrucción de los suelos. Debido a los agroquímicos, como los fertilizantes artificiales y los agrotóxicos, se ha destruido la vida del suelo. Está comprobado que los fertilizantes artificiales y los pesticidas matan la diversa microbiota del suelo, provocando una falta de capacidad para convertir naturalmente el nitrógeno, y el carbono. Un suelo sin vida tampoco tiene capacidad de retención de agua ni fertilidad para mantener la vida animal o vegetal. La falta de capacidad de retención de agua del suelo y la falta de carbono, o de materia orgánica, es una de las razones por las que las inundaciones masivas, las sequías y los incendios forestales son cada vez más extremos. Si no se aborda también la interconexión de estos problemas, estas crisis no dejarán de empeorar.

Los peligros de las narrativas reduccionistas

En otro año de inacción climática, estamos viendo una movilización detrás de las falsas soluciones que sólo mantienen el status quo, o incluso trabajan para consolidar los modelos industriales. Las corporaciones están ahora interesadas en utilizar la urgencia necesaria para la política climática en su beneficio con una serie de falsas soluciones de lavado verde. Las soluciones propuestas en respuesta a la inminente crisis climática, son parches tecnológicos costosos, no probados y, a menudo, peligrosos, orientados a sustituir los mismos procesos naturales que se han estado destruyendo.

Constituyen una imposición de innovaciones tecnológicas como los alimentos reproducidos artificialmente en laboratorios, la edición de genes, la captura de carbono, los créditos de carbono y la financialización de la naturaleza. Pero la verdadera agenda detrás de estas falsas soluciones es la consolidación final del sistema alimentario industrial a través de una cadena de suministro agrícola totalmente controlada digitalmente, alimentos fabricados en laboratorio y la financialización de las últimas fronteras naturales a través de créditos financieros por servicios de biodiversidad y ecosistemas. Es el impulso final para la alimentación sin agricultores, y la agricultura sin la Tierra.

Alimentos sintéticos falsos

Con el fin de eliminar a los últimos pequeños agricultores que quedan, las narrativas patrocinadas por las empresas están presionando para reducir el complejo colapso ecológico a narrativas dualistas en torno a la planta contra el animal, en lugar de abordar la crisis más amplia de cómo las prácticas industriales actuales están destruyendo los ecosistemas de la Tierra. En estas falsas dicotomías se está culpando a los animales en lugar de a los sistemas industriales en su totalidad, por el impacto del sistema alimentario en el clima.

La cría integral e interconectada de animales en las culturas tradicionales de todo el mundo, se está equiparando a la producción industrial de animales, borrando la importancia de estas culturas tradicionales de alimentación y cultivo. En estas falsas narrativas sobre el cambio climático, los animales también han sido reducidos a meros productos proteínicos, que pueden ser fácilmente reemplazados por tecnologías más eficientes como los productos de ingeniería de laboratorio.

Esta reducción ignora de hecho las funciones multidimensionales y esenciales que los animales pueden cumplir en diversos agroecosistemas. Por tanto, ignora por completo nuestra relación con la naturaleza y crea una brecha que separa a los humanos de la naturaleza y a los alimentos de la vida. Si bien es un hecho que todos los sistemas de producción industrial, ya sea de plantas o de animales, son en gran medida responsables del colapso ecológico, los sistemas agroecológicos y de pequeña escala no son lo mismo.

Los defensores de la alimentación falsa afirman que proporciona una solución real al cambio climático, y a la degradación del medio ambiente, debido a que no necesita recursos intensivos de agua y tierra, a la vez que aborda las preocupaciones sobre las emisiones de gases de efecto invernadero de los animales y el bienestar animal en la industria cárnica. Sin embargo, el verdadero propósito no podría ser más lejano al de acabar con el cambio climático o el hambre en el mundo.

En su lugar, estos alimentos ultraprocesados » a base de plantas» que se basan en peligrosas innovaciones tecnológicas como la biología sintética, la manipulación de genes por medio de CRISPR-Cas9 y los nuevos OGM. Estas técnicas implican la reconfiguración del material genético de un organismo para crear algo totalmente nuevo y que no se encuentra en la naturaleza. Algunas empresas también están invirtiendo en carne de origen celular, cultivada a partir de células animales reales. El resultado es toda una gama de carnes, huevos, quesos y productos lácteos falsos cultivados en laboratorio que buscan sustituir a los productos animales y cambiar las dietas modernas.

Estas tecnologías representan una nueva ola de la lógica de patentes que se aplicó por primera vez a las semillas durante la Revolución Verde, al poder ahora controlar totalmente toda la cadena de suministro de alimentos, desde la manipulación genética de estos falsos alimentos, pasando por su producción en laboratorio, hasta las cadenas de distribución ya controladas por las grandes agroindustrias. La Tierra y los pequeños agricultores ya no serán necesarios, a excepción de los monocultivos masivos ya controlados por la agroindustria.

«Soluciones basadas en la naturaleza»

Las soluciones basadas en la naturaleza son un concepto amplio cada vez más utilizado por las corporaciones y los líderes mundiales para promover una serie de esquemas de compensación de carbono para la protección del clima y la biodiversidad, que están firmemente basados en mecanismos de mercado desacreditados y en el lavado verde corporativo. Se trata de un concepto que pretende instrumentalizar la naturaleza, utilizando la lógica transaccional de los mecanismos de mercado, a la vez que externaliza la destrucción ecológica y perpetúa la desposesión neocolonial de las poblaciones indígenas, los campesinos y muchas otras comunidades a través de proyectos de compensación de carbono. Todo ello con el fin de continuar con los negocios como siempre, sin abordar de manera fundamental las causas profundas de la crisis climática. Si no se abordan, estas tácticas seguirán agravando la crisis al reforzar la desigualdad a la vez que aumentar el poder de las empresas. El «cero neto» y la «captura de carbono» son dos soluciones defendidas por las multinacionales y los multimillonarios que caen bajo este ámbito.

Para impulsar estas falsas soluciones se ha visto una reducción de todo el colapso ecológico a sólo la cuestión de las emisiones de carbono. Tanto en el discurso internacional como en la vida diaria, las emisiones de carbono se consideran el único vector del cambio climático. Esto permite que la idea de » Neto Cero » parezca una solución viable.

En esencia, la idea de «Net-Zero» consiste en equilibrar las emisiones de gases de efecto invernadero con la eliminación de los mismos hasta llegar a cero. Para llegar a cero, la cantidad de CO2 añadida no puede ser mayor que la cantidad retirada de la atmósfera en el mismo periodo de tiempo. Esta ecuación es problemática en sí misma porque implica que las empresas pueden alcanzar el cero neto invirtiendo en sistemas de compensación de carbono.

Sin embargo, el cero neto no llevará a una reducción real de las emisiones de carbono por varias razones. En primer lugar, el cero neto se centra únicamente en los flujos de emisiones y, por tanto, no considera la acumulación de carbono. El dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante cientos o miles de años, a menos que se almacene en otro lugar, lo que significa que las emisiones pasadas, presentes y futuras tendrán un impacto acumulativo tanto en el calentamiento global como en la acidificación de los océanos.

En segundo lugar, el cero neto se basa en una mentira porque las compensaciones no reducen realmente las concentraciones atmosféricas de CO2. En realidad, el «cero neto» no es más que un elaborado esquema de lavado verde corporativo que concede a las empresas contaminantes el derecho a ampliar sus actividades y seguir contaminando como siempre, siempre que puedan alegar que secuestran carbono en otro lugar. Al compensar sus emisiones mediante la plantación de monocultivos de árboles, las empresas seguirán provocando el acaparamiento de tierras y el desplazamiento de comunidades, las violaciones de los derechos humanos, la escasez de agua y una mayor pérdida de biodiversidad. Por tanto, los niveles de CO2 seguirán aumentando a un ritmo alarmante si no son efectivamente secuestrados por los suelos y los océanos.

Esto significa que para entender cómo frenar, adaptar y subsanar el caos climático, es fundamental comprender cómo se está rompiendo y desequilibrando cada uno de los ciclos planetarios, y no sólo intentar «solucionar» las emisiones de carbono. Si seguimos reduciendo la narrativa del clima a una simple cuestión de reducción de las emisiones de carbono a «cero neto», sin entender y abordar los otros aspectos de un mayor colapso ecológico, el caos climático sólo continuará.

Las soluciones expuestas son producto de una visión mecanicista del mundo que ve la naturaleza como una materia muerta e inerte que puede ser diseñada y manipulada para adaptarse a nuestras necesidades y reforzar la codicia empresarial. Al colocar las innovaciones tecnológicas en un pedestal y presentarlas como la única opción posible para resolver las numerosas crisis del mundo, las grandes corporaciones están estableciendo su propia agenda para consolidar aún más su control, mientras hacen perder un tiempo crítico. Al hacerlo, están ocultando las verdaderas causas de las crisis a las que nos enfrentamos y nos llevan por un peligroso camino de nuevas crisis como nunca antes. Esta reticencia a abordar los problemas sistémicos no es en absoluto accidental, sino que es un intento deliberado de las multinacionales gigantes de mantener su control perpetuando las mismas estructuras de poder que crearon nuestras crisis actuales, sin asumir la responsabilidad de la contaminación y la degradación medioambiental a gran escala que han provocado.

 

Las respuestas están ante nosotros

Las formas de reequilibrar, regenerar y sanar nuestros ecosistemas ya las conocemos. Las formas de adaptarse también están en nuestras manos, y en el apoyo que damos a nuestras comunidades alimentarias locales que pretenden trabajar junto a la naturaleza para restaurar su biodiversidad y regenerar sus ciclos naturales.

La resiliencia y la adaptación al clima sólo pueden desarrollarse si las comunidades locales se recuperan y trabajan activamente a partir de las perturbaciones presentes en sus ecosistemas locales. Esto significa que los sistemas agroecológicos también deben ser desarrollados por las comunidades locales para regenerar los ecosistemas locales y fomentar la biodiversidad.

La biodiversidad de plantas, animales y microorganismos es clave para proporcionar la estabilidad y el equilibrio necesarios para crear agroecosistemas resistentes frente al cambio climático. Los mismos sistemas agroalimentarios que conservan y rejuvenecen la biodiversidad también mitigan el cambio climático y contribuyen a la salud y al aumento de los medios de vida a través de economías regenerativas y vivas. Los agroecosistemas sanos proceden de ecosistemas mayores que se encuentran sanos, y trabajan con ellos, así como a la inversa. Los agroecosistemas sanos también garantizan el sostenimiento de un ecosistema mayor ya que regeneran los ciclos de la Tierra a microescala.

Aumentar la diversidad genética, así como la diversificación de los cultivos, es fundamental en el enfoque agroecológico de la agricultura para reducir la vulnerabilidad a las inundaciones, las sequías y otros fenómenos meteorológicos imprevisibles. Por ello, las semillas y la capacidad de guardar, criar y conservar mediante la plantación deben seguir en manos de los pequeños agricultores. Sólo así las variedades de cultivos podrán adaptarse a nuestro planeta cambiante. Estas comunidades están en la primera línea del caos climático y ecológico, y son también las que construyen la resiliencia ante él.

Por lo tanto, las políticas climáticas deben abordar no sólo las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también todo el alcance de las prácticas nocivas perpetradas por el sistema de agricultura industrial, y sus falsas soluciones. Así como apoyar activamente el trabajo regenerativo y adaptativo que realizan las comunidades alimentarias locales a la vanguardia del caos climático. Una transición a la agricultura orgánica y regenerativa debería ser la máxima prioridad, para alejarse del sistema alimentario industrial y adoptar una visión diferente de un sistema alimentario regenerativo.

 


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