Este año 2023 lo iniciamos con lamentables noticias en el plano ambiental y del ecologismo; además de los alarmantes informes climáticos producidos por las agencias científicas que indicaban la gravedad del problema del Cambio Climático y el aumento de emisiones de CO2, tuvimos que ver con estupor como en Alemania se acabó con un pueblo entero para expandir una mina de carbón. Estamos hablando del caso de Lutzerath.
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Lutzerath
Desde la primera semana de enero, al saberse la noticia, ecologistas y activistas de Europa y Alemania se movilizaron al pequeño poblado de Lutzerath a protestar contra su demolición y contra la expansión de la mina. Uno de los reclamos más fuertes señalaba la inacción de un gobierno compuesto por el Partido Verde, fundamental en la alianza, así como el propio Partido Socialdemócrata que se ha reivindicado ambientalista.
Luis Neubaur, activista de Fridays For Future, declaró para Euronews «Esto de detrás es la mayor fuente de CO2 de Europa. Son emisiones que afectan a todo el mundo. Así que también estamos aquí para que quienes dependen de nosotros hablen cuando el Gobierno no se atreve a hacerlo». Igualmente, se señala que la empresa detrás de la expansión de la mina es una de las más contaminantes de Europa, asegurando que el carbón garantiza la seguridad energética de Europa; mismo argumento al que apelan los “apologistas” de Putin, alegando que o se explota carbón o se le compra gas y petróleo a Rusia; como si no hubiese alternativa ninguna y el Cambio Climático fuese cosa solamente de científicos.
Forcejeos y conflictos con la policía se vivieron en el pueblo, hasta pudimos observar como fue desalojada Greta Thumberg, la mediática activista de Fridays For Future del pueblo. Al final, el 16 de enero el pueblo fue demolido, como lo reportase Euronews, calculando que alrededor de 15.000 a 30.000 activistas se habían movilizado hasta el pueblo para frenar su inevitable destrucción. Las máquinas de la muerte no se detienen ante nada, dicen estos, pero quieren dejar una huella, al menos, de quienes conscientes del peligro para toda la vida, representa la ambición de unos pocos.
La policía, siempre servil a los intereses del poder, alegó que su actividad no fue la de reprimir a los manifestantes, sino de salvarlos de las máquinas. ¿Es que si no los desalojaban les pasarían por encima? Pareciera que la respuesta es sí, pero no la tenemos. A quien le pasan por encima es al cúmulo de evidencias científicas, a las recomendaciones de todos los centros de investigación, universidades, expertos, activistas y hasta políticos concientizados, que hay que frenar esta locura. Es que ya es un asunto de vida o muerte.
Lutzerath queda como ese símbolo de la lucha entre la vida y la ambición extractivista. Como la Europa “civilizada” se condena a sí misma avanzando por el camino que, hipócritamente, le dice al resto del mundo que debe abandonar. Pero es que todos, debemos poner un freno ya a la minería, al extractivismo y el consumo de combustibles fósiles. Es increíble también, ver como en Venezuela se cocina una operación similar, en las minas del Socuy y contra los pueblos Wayuú y Yukpa.