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El mito de Marcos

Milenio :: 11.02.23

Desde el levantamiento zapatista de 1994, el Subcomandante Marcos se convirtió en una figura en el escenario político nacional, pidiendo la reivindicación índigena; sin embargo, desde 2014, con su cambio de nombre, el misterio se intensificó

El mito de Marcos

Entrevista

Desde el levantamiento zapatista de 1994, el Subcomandante Marcos se convirtió en una figura en el escenario político nacional, pidiendo la reivindicación índigena; sin embargo, desde 2014, con su cambio de nombre, el misterio se intensificó

 

Héctor Benavides

 

 

 

En la cuarta de forros del libro Marcos, el señor de los espejos (Aguilar, 1999), del escritor español Manuel Vázquez Montalbán, se puede leer:

“… se trata de un documento excepcional en donde el Subcomandante Marcos despliega su cautivadora personalidad en un repaso de los más variados temas políticos, culturales y sociales, no solo de la revolución neozapatista, sino del planteamiento del final del milenio”.

A su autor, Manuel Vázquez Montalbán, poeta, ensayista, novelista y periodista, lo entrevistamos para Multimedios Televisión en febrero de 2000.

Muy provocativa la portada de su libro, amigo Manuel…

Es una señal incómoda, porque igual puede decir “atiéndeme”, “escúchame”, como igual puede decir “vete a tomar por saco”, es decir “vete a la mierda”, un gesto que puede caer en las dos interpretaciones: es una señal despectiva de “anda y que te arreglen”.
Y lo del señor de los espejos, ¿qué significa?

El espejo tiene una doble función, es el que devuelve la realidad que le colocamos delante, por lo tanto es un reproductor de la realidad más inmediata, en este caso Chiapas, y lo otro es que para superar ésa situación no hay más remedio que atravesar el espejo.
¿Cómo nace la idea de hacer este libro?

Se juntaron varios factores que dieron lugar al libro. En primer lugar, porque con motivo de una entrevista que le hicieron a través de Televisión Española, Marcos me hizo una pequeña ironía, diciendo que había dejado de leer mis novelas porque cuando llego a escribir de cocina en algunas de mis novelas, a él le daba mucha hambre y en la selva no estaba en condiciones de hacerse guisados.

Yo contesté en el diario El País, después vino la invitación para vernos en la Selva Lacandona.
¿Qué es lo que más recuerda de ese encuentro?

Una cierta lucidez respecto a las revoluciones posibles y las imposibles, y un paso a dar a la parte política y a replantear de manera bastante clara el uso que se puede hacer de las revoluciones.
Marcos vino en 1994, a recordarnos el otro México, que parece no queremos ver.

Yo creo que esa guerrilla llevaba más años por aquí, era una guerrilla como las que han operado a lo largo de este siglo, sobre todo a partir del Castro-Guevarismo, tenía esa pauta cultural.
En su libro, usted señala a Marcos como el penúltimo guerrillero, ¿quién sería el último?

Marcos es el portavoz de ese movimiento, pero tampoco se sabe muy bien quién tiene el poder dentro de ese grupo; él a sí mismo se ha nominado, o lo han nominado los demás “Subcomandante”.

Ahora, lo que sí ha sido, es un portavoz, el caso Marcos como un comunicador es interesantísimo. Un señor con un pasamontañas que habla como profesor de universidad y al mismo tiempo habla con metáforas mayas.
Amigo Manuel, ¿qué futuro ve usted en el zapatismo?

El más positivo sería que esa lectura que hace el zapatismo, de la participación social de reclamar una democracia realmente para todos, de que el mande obedeciendo… el efecto negativo podría derivarse, de que acentuando la represión no tuviera otra salida que adquirir otra vez una gran agudización.


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