Hacía años que el auditorio del Cideci no lucía desbordado. Como siempre, de pueblos, de mujeres y varones de abajo, de veteranos luchadores sociales, de jóvenas que se acercan a estos eventos engalanadas de rebeldías. Cada quien ocupaba su sitio: en las primeras filas los pueblos y organizaciones que participaron en la caravana El Sur Resiste; en la segunda fila, invitados e invitadas, y al final las delegaciones internacionales. Bettina Cruz abrió el encuentro nacional el 5 de mayo, en una mesa presidida por las mujeres que coordinaron la caravana, bajo el lema “Capitalismo corporativo mundial, patriarcado planetario, autonomías en rebeldía”.
Hacía años que el auditorio del Cideci no lucía desbordado. Como siempre, de pueblos, de mujeres y varones de abajo, de veteranos luchadores sociales, de jóvenas que se acercan a estos eventos engalanadas de rebeldías. Cada quien ocupaba su sitio: en las primeras filas los pueblos y organizaciones que participaron en la caravana El Sur Resiste; en la segunda fila, invitados e invitadas, y al final las delegaciones internacionales.
Bettina Cruz abrió el encuentro nacional el 5 de mayo, en una mesa presidida por las mujeres que coordinaron la caravana, bajo el lema “Capitalismo corporativo mundial, patriarcado planetario, autonomías en rebeldía”. Enfatizó: “El gobierno nos quiere engañar diciendo que son todos proyectos diferentes, pero sabemos que están conectados y forman parte de un mismo mega-proyecto”, dijo.
Luego historió los orígenes de la caravana, que nació en Oaxaca por iniciativa de la Asociación de Pueblos Indígenas del Istmo por la Defensa de la Tierra y el Territorio (APDIITT) y sus contactos en Europa, fruto de la Gira por la Vida del EZLN. El Congreso Nacional Indígena (CNI) tomó en sus manos la propuesta con el objetivo de “visibilizar los daños a la naturaleza y a las personas por los mega proyectos” y caminar juntos para “hermanar a todos los que resisten y construyen autonomías”.
La Comisión de Investigación hizo un detallado relato de los daños que fueron relatando pueblos y organizaciones a lo largo del recorrido, deteniéndose en el análisis del lugar que ocupa México y el sureste en la geografía mundial del despojo. Destacaron la provisión de energía, un corredor que con sólo 200 kilómetros puede unir ambos océanos, complementando el papel del Canal de Panamá, y enfatizaron en que estos proyectos “vienen del porfiriato”.
Ningún proyecto es sólo un tren o una carretera, sino una red de sistemas de comunicación, explotaciones mineras y agroindustriales, hoteles y polos industriales. “El enemigo es un modelo de depredación global occidental para poder enfrentar el ascenso de China”, concluyó la Comisión de Investigación.
Autonomías en rebeldía
“La crisis del capitalismo se profundizó después de la pandemia, pero su origen no es la pandemia ni la guerra en Ucrania, sino la caída sostenida de la tasa de acumulación de capital, porque el sector financiero ha crecido en detrimento del capital industrial”, dijo Carlos González, del CNI.
Repasó con datos la crisis en la producción y distribución de alimentos, la brutal concentración de la riqueza y aseguró que “estamos ante una crisis civilizatoria que nos que obliga a tener la entereza de destruir el sistema capitalista patriarcal”. Agregó que en este empeño “no podemos quedarnos por la mitad”, y colocó como ejemplo la ley sobre minería del gobierno mexicano: ponía algunos límites a la apropiación del agua por las mineras pero en el parlamento se revirtió por la presión empresarial y de Canadá.
“Es falso que México haya dejado atrás el neoliberalismo”, dijo González, agregó que “estamos completamente subordinados a Estados Unidos, por lo que se profundiza la tormenta”.
Sintetizó los objetivos del gobierno mencionando “la militarización para el control social y la acumulación de capital”; enfatizó “el militarismo como mecanismo de la acumulación de capital, y el objetivo de estos proyectos de “reordenar territorios y fronteras”. Pero sobre todo, “poner una cortina a la inmigración en el estrecho de Tehuantepec”.
En la parte final de su intervención, González hizo referencia a la creciente violencia que enfrentan los pueblos: “Este 2023 me recuerda al 2011 calderonista, por los asesinatos de tantos compañeros”.
Fue muy sincero al finalizar señalando su preocupación por la escasa resistencia al Tren Maya, pero recordó que las tinieblas está cruzadas de luces y que “la resistencia de nuestros pueblos, básica y centralmente, es el cuidado de la madre tierra”.
La jornada finalizó con mesas de compartición donde diversos ponentes expusieron sus modos de trabajo y las principales luchas y desafíos que enfrentan. A la noche se proyectó el documental “La Montaña”, de Diego Osorno, sobre la gira zapatistas por tierras europeas, que fue seguido por cientos de personas.
Despedida provisoria
Las organizadoras aseguran que se inscribieron más de 900 personas de 38 pueblos originarios, y representantes de 30 países de Europa, Estados Unidos y América Latina. En todo caso, muchas personas se acercaron al Cideci.
La jornada del domingo 7 se abrió con trabajos en 10 grupos que durante cuatro horas trabajaron las preguntas que envió la coordinación. ¿Qué está pasando en mi territorio? ¿Quiénes son nuestros enemigos comunes? ¿Qué procesos de articulación y alianzas tengo ahora y debería construir en mi territorio? ¿Cuáles son mis estrategias de lucha y resistencia? ¿Qué acciones conjuntas podemos pensar hacer coordinada y dislocadamente a nivel global?
Los debates fueron extensos e intensos, sobre todo en la parte que tocaba abordar el cómo seguir y las actividades que se pueden encarar conjuntamente en regiones, países y continentes. Como se puede apreciar, nada sencillo, si se pretenden hacer acciones amplias al estilo zapatista: con las y los de abajo, sin formar aparatos burocráticos ni instituciones.
En la despedida, entre cánticos y “vivas”, se pudo palpar un clima de alegría por los reencuentros, por haberse tomado una iniciativa importante en un momento de ofensiva de las fuerzas militaristas en todo el mundo. Desafiar a los poderosos con nuestra palabra sencilla y firme, reconforta el espíritu y hace bailar los corazones.
Esta sensación de sereno optimismo fue, quizá, la cosecha mayor de la caravana El Sur Resiste y de los encuentros nacional e internacional. Mérito que debe repartirse entre todas las personas asistentes, compartirlo con el CNI y con las resistencias y organizaciones que hicieron posible estos encuentro. Entre los casi mil inscriptos pudimos ver personas de una buena porción del territorio mexicano.
Esperamos y deseamos que sea apenas un parada en el largo camino de las resistencias y de las construcciones que tenemos por delante. Vivirlo con alegría y con esperanza no es sólo herencia que nos transmiten los pueblos, es también un homenaje que nos merecemos colectivamente.