Luis Villoro se consolidó en vida como uno de los intelectuales públicos mexicanos más destacados, formando parte de varios movimientos, y llegando incluso a tener prohibida la entrada a Estados Unidos por su apoyo a la Revolución Cubana. Fue uno de los fundadores del Partido Mexicano de los Trabajadores, y formó parte del Movimiento Zapatista de Liberación Nacional. “Mi papá se abrió emocional, sentimentalmente con el zapatismo. Fue una auténtica transformación la que sufrió”.
El escritor mexicano Juan Villoro habla de su padre, el filósofo Luis Villoro, como un hombre cordial y afectuoso “a su manera”, lejano hasta cierto punto. Su padre creció en profunda soledad, aprendiendo a valorar el aislamiento, un punto que, quizá, le hizo desenvolverse con mayor facilidad en el laberinto filosófico del pensamiento. En este capítulo de Al habla con Warkentin… —y nueve años después de su fallecimiento de su padre—, Juan Villoro dialoga con la periodista sobre La figura del mundo, su última obra, en la que bucea a través de su memoria para indagar en la figura del filósofo.
“[Empecé a escribir el libro como] un deseo de acercarme a alguien que se relacionaba con el mundo a través de los libros. Mi padre se dedicó a la filosofía. Para un niño no es fácil entender de que se trata ese oficio”, comenta el escritor. Es la primera vez que el autor escribe sobre su padre de forma tan exhaustiva. Para él, es una manera póstuma de continuar convocándolo y dialogar: “Es una forma de descifrar a mi padre por escrito”
Luis Villoro se consolidó en vida como uno de los intelectuales públicos más destacados, formando parte de varios movimientos, y llegando incluso a tener prohibida la entrada a Estados Unidos por su apoyo a la Revolución Cubana. Fue uno de los fundadores del Partido Mexicano de los Trabajadores, y formó parte del Movimiento Zapatista de Liberación Nacional. “Mi papá se abrió emocional, sentimentalmente con el zapatismo. Fue una auténtica transformación la que sufrió”, comenta Villoro.
Para Warkentin, el libro muestra de algún modo la admiración hacia un padre que desarrolló su pensamiento en una época en la que existía “gran vocación de diálogo público”. “[Históricamente, los filósofos] imaginaron un porvenir diferente, y en buena medida, las transformaciones sociales que se han dado han venido de ideas que en su momento se consideraron irrealizables. Evidentemente las utopías no se pueden alcanzar. Por definición, son sitios que no existen, pero la pulsión utópica, el deseo de transformación me parece que no puede desaparecer del pensamiento”, desarrolla el escritor. Villoro pone una mirada crítica sobre lo que supone una sociedad cada vez más simplificada, y lo hace tomando el pensamiento de uno de los líderes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional , el subcomandante Marcos (ahora subcomandante Galeano): “Nos da pereza pensar en cosas transformadoras, porque son complicadas. Preferimos quedarnos con una pequeña reforma […] Al escribir este libro quise hablar de ese empeño, muchas veces fallido”.