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La república autogobernante

Roland Denis, fue viceministro de Planificación y Desarrollo de Chávez :: 01.06.23

El “chavismo” ya no supone absolutamente nada, sus metáforas y supuestos quedaron para una historia que solo queda quien la cuente y deconstruya en forma de historia. En otras palabras, si se logra romper con la situación de hoy el solo pensar como habrá de lograrse, esta nueva historia tendrá construir en todo su sentido, táctica y estrategia, un nuevo acontecimiento político.

 

La república autogobernante

Es un hecho perfectamente probado que la constitución venezolana ha sido de pies a cabeza completamente burlada desde la actual clase gobernante. Antes incluso de que se impusiera la que fue llamada “Asamblea Constituyente” sin ninguna legitimidad de causa se intentaron aprobar o se aprobaron un conjunto de leyes que rompían por completo los mandatos constitucionales. La ley de zonas económicas especiales, la ley antibloqueo, sin hablar de leyes como la ley contra el odio, fueron y están perfectamente acopladas a los principios de un orden totalmente mimético o a la represión y censura de Estado o a los intereses de los grandes capitales, el fraude y blanqueo bancario y una negociación a oscuras con los mismos EEUU, potencia que generó el bloqueo económico contra la nación. Ordenes de ley valientemente denunciadas por quien fuera miembro de aquella “asamblea” María Alejandra Díaz. En otras palabras se perdieron los principios constituyentes de la república sustituidos por un orden que se dio a si mismo una suerte de normativa totalmente mafiosa y al saqueo de la riqueza pública. Todo esto curiosamente generó en un primer momento una furiosa respuesta de parte de una inmensa masa de población que se sentía plenamente identificada con la constitución que ella misma luchó para su aprobación dando nacimiento a la llamada V República. Casi estamos convencidos de que la única forma de romper esta presión de base fue precisamente la entrada de un moneterismo neoliberal radical, perverso, criminal que fue llevando a la clase trabajadora a nivel del sueldo cero, la destrucción de la estructura productiva y de servicios de estado, la amenaza y la represión directa, lo que obligo la entrada de la población a vivir bajo un estatuto de miedo y la paralizarse sobrevivencia. Es en definitiva en toda su lógica la fusión de esta tierra al programa principal de la globalización corporativa cuyo objetivo no es otro que el empuje por reventar la soberanía de los Estados y de esta manera garantizar el control y el silencio social.

Aunque en esencia lo que se trasgrede no es solo una constitución, se rompen sí las líneas básicas en ella contempladas dentro de un proceso efectivamente constituyente. Pero mas allá del propio texto legal que es al menos en su contenido un proyecto que alimenta las bases de una nueva u otra política, de nueva sociedad, se quiebra profundamente la cohesión y la solidaridad social real. ¿Qué tenemos actualmente después de este desmadre y la derrota desde su interno de la revolución deseada? Una sociedad en una parte dedicada a la fuga emigrante, estamos hablando de casi un tercio de ella, y otra parte tendiente a la fragmentación y la pérdida de la unión colectiva y cooperativa. Las consecuencias son terribles y de ello se comenta en todo tipo de canales comunicativos pero dentro de ello hay un problema que las mismas movilizaciones renacientes apenas dejan ver. Por una razón u otra se dice, se analiza, se grita con rabia lo que vivimos pero son muy pocos los que vislumbran alternativas prontas. Es obvio que esta “parálisis de la utopía” es parte de la misma estrategia de dominación. Es además de una censura permanente o un oportunismo de la rendición muy bien vendido por la nombrada oposición que a la final es de plena conveniencia al dominio que sufrimos.

Hace algo mas de una década hablamos de la contradicción para los que le guste dialéctica entre una realidad imperante para entonces hasta hoy entre una republica decadente pero dominante burocrática, corrupta, militarizada y una república que llamamos autogobernante que se encontraba dentro del deseo colectivo y que ya había probado sus primeras luces en la primera década de este nuevo siglo. No hay otra manera de decirlo, esa utopía gira alrededor del sueño de una república recuperada y de un patriotismo que no es solo simbólico o ligado a la vieja añoranza soberana, justiciera, de un estado social, es de facto la destrucción de un sistema explotador y terriblemente injusto a un orden de sociedad abierta donde el pueblo solo necesite de un estado transparente que sea capaz de ofrendar plenamente la riqueza que acumula a un pueblo que planifica y decide sobre ella. Llamese socialista o como se quiera estamos hablando de una república que ha cambiado por completo las actuales correlaciones de fuerza y ha trasladado sus poderes a quienes nunca lo han tenido. Mueren las prioridades puestas sobre el poder burocrático, cónsul primario del capitalismo monopólico y oligárquico y nacen estructuras civilizatorias completamente distintas. La risa, la creación sostenida en los frutos del trabajo cooperativo se imponen en el tiempo hasta llegar a un orden que todavía cuesta imaginar porque es demasiado precioso e “invivido”, pero volteada la página de los deseos hacia atrás en el tiempo, allí estaría condensada la apuesta de una transformación que desde luego costó y muy probablemente seguirá costando vidas y sacrificios tal y como lo prelude la suma de pensamientos y actos que están tallados en tiempos muy lejanos o si no se quiere ir tan lejos y a los bellos sueños que empezaron a darle forma y sentido a la lucha democrática, en nuestros propios escritos y actos que garantizaron la caída de la democracia que le gustó llamarse “representativa”, es decir, una democracia completamente vacía, comandada por partidos que se fueron destruyendo a sí mismos.

Una republica autogobernante supone una comunidad cada vez mas igual en lo que supone el fruto de su trabajo, una comunidad que en ese sentido es capaz de vivir bajo lazos afectivos e igualitarios sostenidos, diversa como es natural, donde la democracia deja de ser un engaño sistémico amarrado a los intereses de las grandes potencias y se convierte en una realidad que le devuelve el sentido a la propia política. El juego perverso que es hoy pasa a convertirse en un sentido de vida donde muchas crueldades ligadas a las violencias y guerras de las cuales se sostienen los grandes capitales y poderes burocráticos mundiales posiblemente seguirán su curso pero cada vez mas debilitados como maniobra interminable del orden mundial desde hace siglos. En otras palabras ahora sí empezaríamos a conectarnos con el sentido profundo de las luchas soberanas. La violencia entre los seres humanos que no es una voluntad de poder dicha en los términos de Nietzche se ha ido desplazando hacia una necesidad de dominio que hoy toma la forma de una manipulación maquínica, el dominio del lenguaje y la mente misma, puede ir desapareciendo sin que por ello desaparezca la tecnología comunicante por supuesto, pero bajo un mundo donde vamos ganando algo que ahora es que empieza a tomar un sentido de lucha central. Es la soberanía, la libertad cognitiva de individuos que se hacen a sí mismos individuos soberanos. Ni que hablar de la soberanía territorial, económica y política de los pueblos, que deja de ser una jugarreta discursiva y se lucha por tomar formas reales.

¿Imaginamos algo del cómo funcionaría una republica determinada por estos principios? palpamos su posibilidad en los primeros años de la luchada revolución bolivariana cuando pudo tomar organización y avanzar, sueño que se materializaba en territorios y una cantidad de núcleos productivos del campo y la industria, pero la maldición del diablo escondida en la renta petrolera jugó su juego haciendo que desaparezca totalmente su empuje. Ya casi estamos al borde que desaparezca hasta su recuerdo. La corrupción no solo sirvió para hacer hasta bimillonarios a las sectas que fueron tomando más y más poder con el paso de los años, impidió por completo que una nueva concepción de estado sea posible, corrompió gran parte de la militancia formada en los sostenes del movimiento popular. El cuento en adelante ya lo conocemos. Hoy prácticamente tenemos que partir de cero, nunca se pierde lo que de alguna manera se conquistó, pero obviamente aunque la materialidad buscaba siempre será la misma ella tendrá que hablarse, pensarse y organizarse sobre nuevas bases. El “chavismo” ya no supone absolutamente nada, sus metáforas y supuestos quedaron para una historia que solo queda quien la cuente y deconstruya en forma de historia. En otras palabras, si se logra romper con la situación de hoy el solo pensar como habrá de lograrse, esta nueva historia tendrá construir en todo su sentido, táctica y estrategia, un nuevo acontecimiento político y es precisamente de lo que nos tocará hablar en la próxima oportunidad.

Roland Denis

 


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