1-La construcción de paz bajo fuego
El zapatismo constituye una de las experiencias sociales más avanzadas -por su amplitud territorial y humana- en cuanto a construcción de un orden social basado en relaciones lo más no capitalistas posibles y de igualación. Por supuesto, hablamos de un largo proceso histórico-social, pero es real y cuenta con un territorio y cuerpos concretos donde se está construyendo. No han cesado los ataques de todo tipo -desde paramilitares, hasta oficiales, de organizaciones sociales…- que permanentemente acosan a las comunidades, pero éstas siempre han buscado mantenerse en una línea de defensa y resistencia lo más justa y noviolenta posible, evitando a toda costa incrementar la espiral de la violencia y la guerra que los atacantes buscan provocar.
Nuevamente la noche del 22 de mayo, la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO) -que en 1997 me tocó conocerla como aliada zapatista- atacó armadamente a la comunidad Moisés Gandhi en el crucero de Cuxuljá -a la cual mi familia tanto debe en humanización de nuestra vida-, hiriendo de gravedad hasta hoy al compañero Gilberto López Sántiz. ¡Gravísima provocación! que es continuación de muchas otras recientes contra la misma estratégica comunidad, cuyos ancianos -antes del levantamiento- vivían en estado de verdadera esclavitud -según sus mismas palabras- en una finca allí mismo.
Por otro lado, pero siempre refiriéndonos a constructores de justicia y paz, en estas semanas hemos asistido también a una serie de ataques muy graves contra mujeres luchadoras sociales y buscadoras de desaparecidos en el país. Lo más grave ha sido el asesinato artero e impune de Teresa Magueyal quien buscaba a su hijo José Luis Apaseo desaparecido el 6 de abril del 2020 en una comunidad de Celaya. Esta incansable luchadora del colectivo “Una Promesa por Cumplir”, fue asesinada el 2 de mayo por sicarios mientras iba en bicicleta. Pocas semanas después, el 23 de mayo, fueron baleadas buscadoras de colectivos en el valle de Mexicali; y el 21 de mayo fue secuestrada en su estado Yesenia Durazo del colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, quien busca a su esposo desde el 2020; ya fue localizada con vida.
A su vez, en este mes fallecieron dos luchadores sociales y buscadores ejemplares en todo sentido: Mario y Herminia, a quienes nos tocó -sobre todo a Mario y su esposa Cecilia, también fallecida hace poco- conocer, escuchar, compartir, aprender. Murieron uno por accidente laboral (21 de mayo) y otra por enfermedad (23 mayo). Mario Vergara, de Huitzuco, Iguala, fue un luchador social muy emblemático y fundamental en el camino de la búsqueda de desaparecidos en el país, en los últimos años. Gracias a su testimonio de búsqueda de su hermano Tomy desaparecido el 5 de julio del 2012, y al de muchas familias de Iguala a raíz del caso de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa en el 2014, cambió la estrategia de familias y redes de familiares de desaparecidos, que tenían muchas dudas y temores de salir a campo para buscar a sus familiares. Al ver el valor, audacia, capacidad y generosidad de Mario y las familiares de Iguala que subían al monte a buscar a sus seres queridos sin más que la ropa puesta y pocas herramientas precarias, tomaron conciencia que ese era el camino a emprender en todo el país, sin más dilación ni espera de tantas capacitaciones y permisos que sólo aumentaban el dolor y la desesperación de la sobrevivencia. Esa fue la gran coyuntura -según Juan Carlos Trujillo y María Herrera su madre- que mostró el camino de lucha y construcción de paz en forma colectiva y masiva por todo el país. Un gran ejemplo de acción y resistencia civil noviolenta, al tomar en sus manos -sin pedir permisos oficiales- las búsquedas. Hoy día este camino está muy legitimado, incluso por las autoridades de todos los niveles, que se han visto obligadas a co-operar con las familiares de distintas maneras.
Quisimos pedir a Juan Carlos Trujillo, el hermano de Mario e igual líder natural en el proceso pionero de impulsar las búsquedas y brigadas nacionales, su reflexión acerca de quién fue Mario Vergara:
“Fue una persona con la que pudimos coincidir en pensamiento, retos, sueños; antes de él funcionábamos de una manera diferente, según un ordenamiento que nos iban dando las organizaciones. Conocí a Mario, a su familia, a los compañeros de Iguala que nos dieron una lógica y un pensamiento diferentes, fuimos cómplices, hermanos, incluso él se vino a vivir un tiempo a nuestra casa pues viajaba seguido a la Ciudad de México. Pensábamos que soñábamos utopías juntos. Poco a poco con la fuerza, la esperanza y el amor que él daba y que conectamos como familias, pudimos llevar entre nosotros la realización de los sueños que parecían imposibles. Yo no veo un proceso en mi vida, en la causa, que hubiera revolucionado tanto como habernos conocido, haber sido cómplices, esos eslabones que deben unirse, que nos dieron fuerzas que yo sentí que no existían, fuerzas inconocibles en mi persona. Para mí representa todo lo que las familias desearían hacer para poder cambiar su realidad y la del país, pero también donaba a la causa su generosidad invaluable. Las búsquedas pierden un corazón, un aliado importante, con esa facilidad para pensar, para decir, para actuar las cosas. Cuando el corazón quiere y puede el ser no se condiciona, no se ven argumentos negativos, y se pone al centro la verdadera necesidad. Hoy lo que tenemos es mucho por él, por sus enseñanzas, por su escuela, por su ánimo, por su fraternidad y solidaridad. Nuestra familia pierde en todos los sentidos con ese cómplice que fue. Va a ser muy difícil de llenar el vacío que nos deja, todos somos importantes, invaluables, pero sin lugar a dudas Mario ha tenido esa gratuidad, generosidad, humildad, líder nato, con mensajes empíricos de unión. Nos está haciendo mucha falta. Sólo actuando en función de crear y creer cosas diferente. Un abrazo hasta el Cielo, mi hermano”.
Pocos días después también falleció Herminia Valverde Morales, madre de Mariela Vanessa Díaz Valverde, estudiante de Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Unam, desaparecida el 27 de abril de 2018. Ella falleció por enfermedad. En estos largos años, nos ha tocado ver muchos casos de familiares fallecidos por enfermedades repentinas, muy agresivas, o de “tristeza” (recuerdo particularmente al Ajedrecista Roberto Galván del Movimiento por la Paz), todo producto del enorme sufrimiento que encarnan las desapariciones, la incertidumbre y angustia que generan en la mente y el cuerpo.
El de Mariela es un caso emblemático de la Unam y de la falta de apoyo institucional en las desapariciones, donde en el momento preciso e inicial no se le brindó el apoyo necesario a la familia para la búsqueda, por ninguna instancia de la universidad. El colectivo “Nos hacen falta” de estudiantes de la Unam, una organización muy importante y emblemática de lo que debería existir en todos los centros educativos del país para poder apoyar a las familias de estudiantes victimados y presionar a las autoridades a que hagan al máximo su deber en todo sentido (moral, político, académicos, jurídico, comunitario…), apoyó a la familia de Herminia desde el inicio. Quisimos por ello recoger el testimonio de dos miembros del colectivo de Filosofía y Letras: Aarón Valdivia y Roxanna Romero, quienes nos comentaron lo siguiente:
“Herminia buscó a su hija de forma constante y con insistencia, tuvo que luchar contra la negligencia de las autoridades encargadas de su búsqueda, la lentitud, la pérdida de pruebas, y falta de eficiencia en el agotamiento de las líneas de investigación. Al deterioro de su salud se sumó la falta de rapidez y de apoyo institucional para un diagnóstico y un tratamiento efectivos.
Gracias a la lucha de Herminia, junto a sus hijas Gabriela y Jacqueline, y al apoyo de las organizaciones civiles se conformó el primer grupo interinstitucional (UNAM-UAM-IBERO) de expertas para impulsar la búsqueda de una estudiante: Espacio Sororal de Acompañamiento al caso de Mariela Vanessa. La UNAM todavía tiene pendiente una disculpa pública con la familia de Mariela, parte de una de las formas públicas y políticas de reparación del daño por dicha institución.
Herminia fue una luchadora social muy valiente, que luchó contra muchos obstáculos para investigar por su propia cuenta y encontrar a Mariela. La recordaremos siempre como una buscadora muy fuerte, que pensaba siempre en los demás, y que tenía una sonrisa para regalar incluso en los momentos más difíciles; como una madre profundamente amorosa y una compañera de lucha cariñosa y tenaz en la búsqueda. Tenía una gran capacidad para tejer redes, y gracias a su caso se empezó a formar el colectivo Hasta Encontrarles”.
2- Unidades de Paz y DDHH por ley para el apoyo a Familiares de Desaparecidos.
Acaba de registrarse en Morelos un hecho histórico muy importante para la lucha social y construcción de paz, de las familiares de desaparecidos de este Estado, y ojalá pronto se repita en todo el país. Es fruto de las presiones de todo tipo de las dos últimas Brigadas Nacionales de Búsqueda en Morelos, realizadas hacia finales del 2021 y 2022, con la movilización en cada una de más de 250 familias de todo el país, durante dos semanas. Actualmente, uno de los 6 ejes de las Brigadas -el de Sensibilización- es el que está encabezando la implementación en todo el Estado de este logro. Se trata de la creación en todos los municipios (36) de Unidades de Derechos Humanos, Búsqueda de Personas y Atención a Víctimas, en un claro objetivo de intensificar los procesos de verdad, justicia, reparación y no repetición, así como de reconstrucción del tejido social. En el origen, la Brigada y la red de Enlaces Nacionales los llamó “módulos de paz”.
Una ley aprobada en el Congreso estatal el 15 de febrero de este año, mandata a todos los municipios a crear esta Unidad “la cual estará encargada de dirigir las políticas públicas y coadyuvar en las jornadas de búsqueda de personas y atención a víctimas al interior del municipio”. Sabemos bien que los municipios son el primer territorio donde se dan todas las violencias, y que resulta determinante contar con un apoyo operativo inmediato en esa esfera, para intentar resolver lo más rápido posible la desaparición. Según cifras de la comisionada estatal de Búsqueda de Personas, actualmente en Morelos hay 1772 desaparecidos.
El pasado 29 de mayo, con familiares de colectivos morelenses y nacionales de víctimas (Regresando a Casa Morelos; Unión de familias Resilientes de Morelos; Víctimas y Ofendidos de Morelos; Brigada Nacional de Búsqueda), con representantes legislativos estatales y nacionales, autoridades estatales de búsqueda y atención a víctimas, se hizo pública y dio inicio la implementación en 10 municipios de esta iniciativa. Yecapixtla ha sido el municipio que ha dado el ejemplo desde hace dos años, con un gran trabajo, en todo sentido. La coordinadora de su Unidad (Lic. Margarita García Díaz), mencionó “cómo tuvo que volverse a humanizar en su trabajo, a combatir el uso de etiquetas, prejuicios hacia las víctimas y sus familiares; esta oficina cuenta con una abogada especializada en justicia penal, con un criminólogo, una trabajadora social y una psicóloga, trabajando todos desde un claro protocolo de búsqueda interinstitucional y violencia familiar, con células de acción inmediata a la denuncia junto a policías locales y estatales, lo que ha dado muy buenos resultados.
Será un gran desafío organizativo, de acción directa, político, de seguridad y en mucho también presupuestal, entre autoridades de todos los niveles, los colectivos de las familias y la sociedad civil involucrada. Pero también es la posibilidad de dar un paso más a fondo en la implementación nacional de un modelo más real y efectivo de búsqueda y atención a víctimas, de construcción de justicia y paz.
Es una lucha para hacer realidad un proceso de implementación verdadera de una ley que nace de la lucha de las familias; como señalaba Juan Carlos Trujillo, coordinador de la Brigada: “Tenemos un país rico en leyes, pero lamentablemente nos dicen que un país con tantas leyes es un país altamente corrupto”. Y agregaba acerca del sentido último de este nuevo paso: “Con estas unidades tenemos la esperanza de que aquellas personas que tenían miedo de hablar y decir lo que está pasando con sus familiares y en sus comunidades, puedan acercarse a estas oficinas. Que tengan como principal objetivo convertirse en oficinas constructoras de paz. Que puedan darle confianza a la ciudadanía, y por qué no decirlo: que nuevamente la sociedad confíe en sus instituciones, pero no desde la palabra sino desde los hechos”.
En este importante y pionero evento político, las familiares hicieron énfasis en primer término en la importancia de construir este modelo desde la experiencia y gran conocimiento de los colectivos y el diálogo permanente con ellos, desde una atención integral, interinstitucional a causas multifactoriales, que deben resolverse también en comunicación permanente con las presidencias municipales. Asimismo, señalaron que será clave la selección del personal de estas oficinas y los policías de las células de búsqueda, por la necesidad de contar con gente honesta, muy sensible “con verdadero sentido humano” y capacitada sobre el tema. Así como insistieron también en la necesidad de contar con los presupuestos correspondientes. Otro punto muy sensible para los colectivos de familiares, fue la necesidad de “cómo buscar a las personas que ya llevan muchos años de desaparecidas” por las grandes dificultades que esto exige en varios sentidos. Finalmente, se reiteró la urgencia de intensificar los procesos de identificación forense en el Centro Nacional que precisamente está en Morelos, desde la lógica también de que “el ejercicio que venimos a realizar no busca culpables, pues tuvimos que ceder el acceso a la justicia para tener el acceso a la verdad”.