El confederalismo democrático se presenta como una innovadora teoría política, pero ¿cuál es su visión de la lucha armada? Este texto analiza la noción teórica de autodefensa, y la contextualiza dentro del confederalismo democrático (entendido como política prefigurativa), atendiendo a su dimensión ética y estratégica. Para ello, la autodefensa es entendida desde una óptica subversiva siguiendo la obra de Abdullah Öcalan, y comparándola con otras tradiciones
políticas, desde el marxismo-leninismo hasta el municipalismo libertario. Las premisas filosóficas de Öcalan, y los antecedentes leninistas de su visión de la guerra, nos ayudarán en este proceso.
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conflicto, debido a un equilibrio de fuerzas (las del Estado y las de
la democracia166
). (Öcalan, 2017: 133)
En este contexto de paz condicionada (o directamente hostilidad
abierta), el equilibrio de fuerzas se logra gracias a la autodefensa, comen-
zando por la desmonopolización de la violencia por parte del Estado.
De forma similar, el municipalismo libertario afirma que “la estructura
de poder existente difícilmente tolerará la existencia de una confedera-
ción de municipalidades asociadas” por lo tanto, para que el Estado no
restituya su propio poder y el del capitalismo, es necesaria una guardia
armada. “El movimiento se encontrará a merced del Estado si fracasa en
la creación de una guardia ciudadana para proteger y defender el poder
popular concreto que haya llegado a encarnar.” (Biehl, 2018: 153), o en
palabras de Öcalan “las sociedades sin mecanismo de autodefensa pier-
den su identidad, su capacidad de una toma de decisiones democrática
y su naturaleza política.” (Öcalan, 2012: 28). Sin embargo, el munici-
palismo libertario está mucho más abierto a un previsible conflicto con
el que se derroque definitivamente al Estado que el confederalismo de-
mocrático, al menos en la teoría. (Biehl, 2018:151-154)
Paradójicamente las armas garantizan la paz, son irrenunciables, sin ellas
la civilización democrática solo puede esperar ser aniquilada. A este res-
pecto, son muy representativas las palabras del subcomandante Marcos,
icónico portavoz zapatista: 167
El problema de la guerra no es de la tenencia de armas, sino de su uso.
Nosotros estamos dispuestos a ceder el uso, o sea dejar de usarlas, du-
rante un tiempo o para siempre pues, pero nunca entregarlas, han sido
muy claros. En el momento en que se plantee la entrega de las armas se
acabó todo, nadie va a aceptar nada, nadie. (Mariña, Viveros, 2003)
En el leninismo, las guerras son fruto de las contradicciones materiales,
y, por lo tanto, aunque el comunismo hace posible una futura paz total,
166 Öcalan utiliza democracia y sociedad como sinónimos de civilización democrática. Además,
democracia y Estado tienen una relación antagónica de suma 0.
167 El caso zapatista tiene muchos paralelismos con el confederalismo democrático. El Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), tras un intento de levantamiento armado, acabaron
autogestionando sus comunidades indígenas en Chiapas al margen del Estado.
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hasta entonces, la guerra no es deseable, pero en cierto modo es inevita-
ble. (Calduch, 1993) Por ello, Mao Tse-tung, uno de los principales
defensores de la guerra revolucionaria, considera necesario desarrollarla
hasta el final.
La guerra, ese monstruo de matanza entre los hombres, será finalmente
eliminada por el progreso de la sociedad humana, y lo será en un futuro
no lejano. Pero sólo hay un medio para eliminarla: oponer la guerra a la
guerra, oponer la guerra revolucionaria a la guerra contrarrevoluciona-
ria. […] La historia conoce sólo dos tipos de guerras: las justas y las
injustas. Apoyamos las guerras justas y nos oponemos a las injustas.
(Mao, 1968: 198).
Öcalan, en vez de pretender acabar con la guerra ganándola, solo aspira
a contenerla, pues no cree en la resolución total de los conflictos civili-
zatorios: “Hay que abandonar la postura del “todo o nada”, tal y como
se ha hecho hasta ahora. La “lucha hasta el final”, “revolución o guerra”
y lo opuesto, “la paz universal de Jesús”” (Öcalan, 2017: 371)
Dejando a un lado la justificación filosófica, cabe preguntarse si tras esta
renuncia a la guerra contra el Estado, se esconde, no solo la experiencia
de fracaso de la guerra popular y el derrotismo consecuente, sino tam-
bién que Öcalan escribe desde prisión, lo que le obligaría a moderarse.
Eduardo Pazmiño Vásquez, quien ha hecho un estudio de campo sobre
el movimiento kurdo, comenta siguiente:
Mientras una minoría interpreta que se trata de una táctica de Öcalan
para engañar al Estado turco y constituir lentamente un Estado kurdo,
un grupo mayoritario cree firmemente que el Confederalismo demo-
crático aboga por la eliminación lenta y paulatina del Estado, en base a
la organización y gestión de la sociedad por la sociedad. (Pazmiño,
2017:130)
Por último, es importante mencionar el caso de la Administración Au-
tónoma del Norte y Este de Siria (ANNES) conocida como Revolución
de Rojava. En 2012, durante la guerra civil en Siria, el vacío de poder
dejado por el gobierno en el norte de Siria fue aprovechado por militan-
tes kurdos para implantar el confederalismo democrático. Se organiza-
ron milicias armadas, pero no intentaron pugnar por el poder en la
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guerra, ni siquiera expulsar a las pocas tropas gubernamentales que que-
daban. Veamos la siguiente declaración sobre su autodefensa:
Esto significa que toda actuación militar tiene en el fondo un carácter
de reacción, es decir, a ofensivas contrarias se reaccionará con ofensivas
propias, pero siempre se recurrirá en primer lugar a la posibilidad de
una confrontación política.
Nuestra delegación preguntaba por ejemplo la razón por la cual todavía
existía un aeropuerto bajo el control del régimen de Assad, en la gran
ciudad de Qamişlo, en el interior de Rojava. Los/as responsables del
lugar nos explicaban que era factible expulsar al régimen de allí, pero
eso podría acarrear al mismo tiempo una escalada bélica y un bombar-
deo de la ciudad, lo que sería inaceptable. Sin embargo, cuando el régi-
men atacó puestos de control de las YPG en las cercanías de Hesekê, las
YPG ejecutaron ataques limitados de respuesta a posiciones del régi-
men. La misma postura toman también las YPG, en la medida de lo
posible, en cuanto a otros partidos en esta guerra. El objetivo es detener
la escalada de la tensión y poder contribuir a construir la paz y crear una
democracia real en la región. (Ayboğa, Flach y Knapp, 2017: 237-238)
4.2.2. Democracia y fuerzas armadas
La autodefensa gestiona las fuerzas armadas de forma cualitativamente
diferente a la civilización capitalista:
Contra la red de monopolios debemos construir una red de confedera-
ciones sociales igualmente fuerte. Esto significa, en particular, que el
paradigma social del Confederalismo no implica un monopolio militar
de las fuerzas armadas, quienes sólo tienen la tarea de asegurar la segu-
ridad interna y externa. Están bajo control directo de las instituciones
democráticas y es la sociedad quien debe ser capaz de determinar sus
obligaciones. Una de sus tareas será la defensa del libre albedrío de la
sociedad de las intervenciones internas y externas. (Öcalan, 2012: 29)
En el confederalismo democrático, las armas, como cualquier otra cues-
tión social, son organizadas democráticamente. Su control se descentra-
liza en cada grupo social (en función de la etnia, el género o incluso la
edad), esta atomización y control directo de la sociedad impide que las
fuerzas armadas adquieran un poder propio y excesivo, evitando su ca-
rácter represivo y autoritario. La sociedad y la autodefensa deben estar
lo más fusionadas que sea posible, dejando de ser cosas separadas.
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Por ejemplo, en Rojava los soldados eligen a sus comandantes de forma
democrática (AA.VV.,2016: 126), y la población controla la autode-
fensa mediante asambleas. Ha habido casos de comunas (vecindario o
villa) que pese a contradecir decisiones a nivel de distrito, han usado su
soberanía para decidir que sus fuerzas de seguridad no fuesen armadas,
(AA.VV., 2016:110)
4.2.3. Autodefensa no militar
Es necesario reincidir en que la autodefensa “no está limitada a su sola
dimensión militar. También presupone la preservación de su identidad,
de su propia conciencia política y de un proceso de democratización.
Sólo entonces podemos hablar de autodefensa.” (Öcalan, 2012: 28)
Autodefensa pueden ser instituciones culturales, económicas y políticas.
Por ejemplo:
Defender a la sociedad y al medio ambiente contra los devastadores
efectos de la modernidad capitalista. […] Esto lo conseguirá a través de
comunas ecológicas y económicas, además de otras unidades, dirigidas
a responder a las necesidades fundamentales de la sociedad y a proteger
el medio ambiente, no a la obtención de beneficios. […] Los elementos
capitalistas no serán erradicados, pero si estrictamente limitados. (Öca-
lan, 2013: 133)168
También se ve especialmente claro en el caso de la mujer:
Las mujeres pueden confrontar estas políticas de degradación, acoso,
violación y feminicidio mediante la formación de sus propios mecanis-
mos de autodefensa. Por esta razón, ellas necesitan aprender su historia,
crear sus organizaciones e instituciones, forjar espacios para sí mismas
en todos los ámbitos de la vida y crear sus propias fuerzas militares.
(Öcalan, 2018: 61)
Estas formas de autodefensa no solo son medios, como en el caso de la
autodefensa militar, sino que también constituyen una nueva forma de
vida. Autodefensa es todo aquello que permite resistir o liberarse de la
civilización capitalista.
168 En esta cita podemos intuir cierta moderación en materia económica.
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4.2.4. Violencia y transformación social
La principal fuerza revolucionaria es el desarrollo de estructuras demo-
cráticas. Las armas, aunque indispensables, son complementarias e in-
suficientes.
La función de las fuerzas militares al servicio de a la sociedad, las fuerzas
de autodefensa fundamentales, es jugar un papel catalizador para acele-
rar y proteger la lucha de la sociedad democrática. Las fuerzas militares
que se alejan de estas funciones no pueden evitar convertirse en fuerzas
ofensivas y ser un instrumento de las tendencias hegemónicas. (Öcalan,
2018: 60)
Para clarificar esta idea podemos servirnos de la descripción que A. Ne-
gri y M. Hardt169 hacen de un uso democrático de la violencia:
Obsérvese que se trata de una noción muy débil de violencia. […] La
violencia democrática solo puede defender a la sociedad, pero no
crearla. […] La violencia democrática no inicia el proceso revoluciona-
rio, sino que comúnmente sobreviene al final, cuando ya se ha produ-
cido la transformación política y social, y con el fin de defender sus
conquistas. En este sentido, el uso democrático de la violencia en un
contexto revolucionario, en realidad no difiere de un acto de resistencia.
(Negri y Hardt, 2004: 391)
La autodefensa podría englobarse dentro del principio premoderno del
ius resistantiae (derecho de resistencia) tal como lo rescata Paolo Virno,
que lejos de referir a la sublevación contra el poder o a la legítima de-
fensa, tiene connotaciones muy particulares. Consiste en proteger la
continuidad de una serie de prerrogativas positivas, válidas por hecho o
tradición. Es decir, no conquistar nuevas formas de vida, sino preservar
unas ya existentes. Virno, reformula la arenga marxista, y afirma que el
potencial combativo del derecho de resistencia reside en que se luchará
mejor si se tiene algo más que perder aparte de las cadenas, es decir, si
169 Establecer las cercanías y distancias de Öcalan con la tradición postoperaria de corte
biopolítico exigirá un trabajo aparte. Aun así, cabe comentar que autores como Michael Panser
han vinculado a Öcalan con Foucault, y Guillermo Arribas Sánchez sugirió que el sujeto
revolucionario en Öcalan es la multitud. Incluso es posible plantearse coincidencias formales
entre el éxodo y el doble poder. Ahora bien, estas comparaciones necesitan muchas reservas,
ya que sus matices y raíces filosóficas son muy distintas.
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se lucha no solo por “radiantes porvenires”, sino por una realidad pre-
sente de la que ya se es participe (Virno, 2003: 124). En este caso, el
objeto de defensa podría ser de forma abstracta la civilización democrá-
tica que siempre ha estado ahí, o de forma concreta, el nuevo estilo de
vida traído por el confederalismo democrático. La distancia frente al pa-
pel de la violencia como conquistadora de un nuevo orden social en la
tradición revolucionaria (marxismo y anarquismo) es patente.
La revolución violenta, mediante las armas, da comienzo a una nueva
sociedad “sin que existan formas preparadas del nuevo modo de produc-
ción y por eso tiene un carácter creador.” (Judin y Rosental, 1965: 405-
406). A esto se refiere Öcalan cuando explica en sus autocríticas que “El
PKK creía que la lucha armada sería suficiente para ganar los derechos
que habían sido negados al pueblo kurdo.” (Öcalan, 2008: 30). En la
guerra revolucionaria las armas van primero, y la transformación social
después. Existe también un trabajo económico, político y cultural, pero
no construye una nueva forma de vida, una nueva sociedad, es solo un
instrumento al servicio de la ofensiva contra el capitalismo. (Calduch,
1993)
En cambio, la autodefensa es una violencia que no es creadora ni vence-
dora, solo preserva y acompaña a procesos sociopolíticos no militares (lo
cual no implica que sean necesariamente institucionales o legales). Es el
desarrollo de estructuras democráticas alternativas al Estado (doble po-
der) lo que verdaderamente hace retroceder el poder de la civilización
capitalista y aumenta el cauce de la civilización democrática. Lo militar
solo evita agresiones militares, está de hecho, para que los factores mili-
tares no interfieran en los procesos sociopolíticos, creación de coopera-
tivas, asambleas, escuelas libres etc. A diferencia de la guerra convencio-
nal, aquí no se trata de conquistar el máximo número de territorios o
enclaves al Estado (Calduch, 1993), sino de crear estructuras que auto-
gestionen democráticamente el mayor número de dimensiones de la
vida en sociedad (la economía, la cultura, la justicia etc.), con o sin el
permiso del Estado. Se trata de suplantar las funciones del Estado pro-
gresivamente, desmantelarlo pieza a pieza hasta que deje de ser necesa-
rio. Las armas solo protegen este proceso.
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5. COMENTARIOS FINALES
En perspectiva, Öcalan nos dice que, aunque la guerra revolucionaria
sea indeseable e inviable, siguen existiendo oras formas de transformar
radicalmente la sociedad, pero también, que renunciar totalmente a las
armas sería ingenuo, pues el Estado capitalista no ha dejado de ser vio-
lento.
De este modo, no podemos achacar la autodefensa simplemente al pa-
cifismo o los derechos humanos, pero tampoco pensar que es un tér-
mino vacío, equívoco en el que es fácil caer en un primer momento. Por
el contrario, hemos visto que su razón de ser responde a las nuevas ne-
cesidades éticas y estratégicas del confederalismo democrático.
También es importante volver a matizar que Öcalan dialoga con la in-
terpretación marxista-leninista más bélica, pero existen diversas posturas
marxistas sobre la violencia, y no todas implican guerra revolucionaria,
El enfoque general desde el que se ha explicado la autodefensa ha sido
teórico, pero si se desea concretar y comprenderla en su puesta en prác-
tica real, es posible hacerlo mediante obras como Revolución en Rojava
(2017), sobre su aplicación en el Kurdistán sirio, Amanecer de resistencia
(2020), sobre su aplicación en el Kurdistán Turco, o Mujer, vida y liber-
tad (2020), sobre el movimiento de mujeres.
Para concluir, solo queda aclarar que el gran número de referencias a
diversas tradiciones políticas busca poner de manifiesto la diversidad de
fuentes por las que continuar confrontando horizontes. Estudiar el con-
federalismo democrático a través de su vinculación con autores, tradi-
ciones y conceptos asumidos en la filosofía occidental (por similitud,
distancia o reformulación) es una tarea útil a fin de poder traer de forma
crítica ese paradigma a nuestro contexto. En primer lugar, esto nos
ayuda a poderlo comprender e interpretar adecuadamente (al ayudarnos
a salvar la distancia cultural). En segundo lugar, es necesario para poder
valorarlo y tomarlo políticamente en cuenta para nuestros propias
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reflexiones y debates170 , con independencia de si lo apoyamos o no. Esto
pasa inevitablemente por tareas pendientes como juzgar y criticar, pero
no debe paralizarnos el respeto a la lucha kurda y sus sacrificios. Para
bien o para mal, lo que los militantes kurdos esperan de nosotros no es
que los tomemos como algo separado, anecdótico o exótico, algo que no
se puede tocar, sino que los tomemos en serio.
No podemos quedar indiferentes ante las experiencias políticas del Kur-
distán, debemos estudiarlas y debatirlas, expandir nuestros horizontes
políticos y filosóficos.
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170 Por ejemplo, B. Pedraforca asume esta tarea desde una perspectiva libertaria en
Aprendamos de la revolución de Rojava (2018). Cabe comentar que desde el socialismo apenas
ha habido esfuerzos de este tipo.
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