El orden faltante responde a liderazgos realmente patrióticos que impulsen una revolución interior y geopolítica, Maria Alejandra Díaz entre otros líderes son los que más se acercan a esta posibilidad. Las estrategias pasan desde la misma rebelión que ya viene tomando cuerpo, hasta una dulce estrategia electoral que rompa el fichero de la dualidad oposición_gobierno y exija las condiciones necesarias para una elección limpia. La desobediencia no es solo una consigna es un acto necesario frente a la imposición de un régimen que ha negado todos los sueños y destrozado materialmente este país.
La lucha por el poder y entre agentes de fuerza con los años, particularmente a partir de la guerra fría se ha convertido en una lucha dual y excluyente fundidas dentro de un orden que tiende a la globalización. En la mayoría de países occidentales, hay dos en lucha o simplemente una batalla política donde la mayoría de la población decide básicamente entre dos. El dos supone básicamente la guerra interna desde una unidad global Digamos que a eso lo han llamado democracia, los ganadores de la contienda luego asumen el poder, es decir dirigen la totalidad o la parte del estado para lo cual han sido electos. Totalmente disminuida la democracia real, cuando nos referimos a lo que apelan como democracia nos es mas que aquella trampa interminable que se desenvuelve alrededor de la posibilidad de ir engendrando las condiciones desde las cuales el poder es solo una expresión de la opresión a los pueblos, con altos y bajos depende de la capacidad que demuestren los pueblos de defender sus derechos y de la capacidad de profesionales, artistas y sabios que asuman la contienda y pongan su conocimiento y creación a la orden de la lucha de la mayoría. En realidad personajes oscuros mandan sobre estos políticos electos por lo general ligados a una burocracia instalada dentro de los países de mayor poderío en el mundo que se eterniza dentro de las instituciones vigentes y garantizan las inmensas fortunas corporativas que entre pocas absorben hasta mas de la mitad riqueza de la riqueza producida por el hombre. En definitiva son estos poderes los que ordenan la cadena de poder que aún rige en el mundo.
Por tanto la democracia como orden civilizatorio fundada en premisas netamente libertarias es aún una utopía que se fija en el plano del deseo colectivo. Es la paradoja de la libertad, vista no solo como libre albedrío, como derecho a la palabra y la creación sino como un orden abierto sostenido en protagonismo y poder real de los pueblos, esta mientras mas se expande como un sueño que va abarcando la mayoría de la población en el mundo van reapareciendo toda forma de totalitarismos en nombre de ella.
Venezuela, Cuba, de igual manera que Turquía, la China y casi todos los países del medio oriente, sostienen esta paradoja a un nivel práctico-político sin dejar de aproximarse cada vez más a las pautas de una misma paradoja construidas por países de mayor desarrollo, donde no solo privan los poderes oscuros ligados al gran capital sino que se descubren fórmulas de dominio a través del poder cognitivo, es decir, a través de la aparición de sistemas maquínicos, cibernéticos, robóticos que van sustituyendo el pensar humano, manteniendo bajo control buena parte de sus respectivas sociedades. Las fórmulas de dominio cambian, siendo la velocidad y el tiempo mínimo los factores que privan sobre ella. En segundos no solo se acumulan masas enormes de capital sino que inscriben el pensar, el conocimiento a las necesidades de los mismos, almacenando datos e información que luego son transmitidas a la mente humana mediante algoritmos que los ordenan e informan todo cuanto les convenga.
Sobre esta pauta no solo se ordena una parte del mundo se hace tendencia mundial en la medida en que el neoliberalismo, la posverdad, el transhumanismo, como conceptos de interpretación de este poder y este aparataje empiezan a invadir el mundo. Por ello el orden faltante es aquel que se atreve y lo hace, resistir ante los múltiples totalitarismos que nos invaden. Vuelve a sonar el principio del patriotismo, ya no como salvación de patria y sus respectivos estados, sino como amor colectivo que se hace fuerza, construye la grandeza de la libertad y de alguna manera se hace poder sin necesidad de capitalizar gobierno tradicional alguno.
En ese sentido la apuesta venezolana no es solo una limpieza de instituciones y el difícil evento que supone transparencia de los mecanismos que rigen el Estado. No es solo una recuperación de los derechos consagrados en la constitución, violados por completo en la etapa última de lo que suele llamarse chavismo, no es solo una liberación de un orden económico completamente vendido a los intereses de castas burocráticas y burguesías parásitas que reciben de este orden mafioso todo cuanto ha sido necesario para acabar con la función mínima de un orden eficiente y productivo, ni siquiera sacarnos de encima ese maquinismo tecnológico que garantiza el control social y cognitivo además de niveles máximos de opresión sobre el mundo productivo dividido entre clases medias de pequeña industria y comercio y la clase trabajadora. El orden faltante es de alguna manera otra política, una nueva visión de mundo que invierta por completo las premisas que se alzaron con el nacimiento del liberalismo para luego desmoronarse en la medida en que el mundo se llena de corrupción, guerras y controles de toda clase. Es la ingeniería social funcionando que impide la formación de nuevos ordenes que apuntan a una verdadera democracia donde la prioridad se centra en la vida y una libertad que mas que oportunidades lo que ofrece es una vida completamente distinta al individualismo occidental.
Ahora cual es ese orden si lo miramos desde nuestra tierra. No hace falta hacer dibujos de una catástrofe como la nuestra. Necesitamos mirar hacia adelante en otras palabras establecer las pautas de lo que ya hemos llamado una república autogobernante donde cobre fuerza territorio por territorio todo principio de una democracia podríamos llamarla soberana, justiciera y comunal. Pero este es un objetivo alcanzable a mediano plazo, los tiempos dependerán de la propia movilidad de las clases oprimidas. La “TOPARQUIA” nombrada por Simon Rodríguez, mas que un esquema de estado es un nuevo orden social que supondría demoler el esquema mafioso impuesto, y ser sustituido por lo que el líder del movimiento kurdo encarcelado por los turcos de hace mas de veinte años ha llamado el proceso de construcción de una civilización democrática. Lástima por el propio chavismo que se negó desde su propio interior a un sueño muy parecido, sostenido en una revolución donde las diferencias y los distintos status de organización garantizaban el igualitarismo orgánico. La formación de partido y la militarización de los mandos institucionales mas importantes deformaron por completo el auge libertario y productivo de los primeros años. Esta es la tragedia a la cual estamos sometidos. Una variante a los múltiples sometimientos que se ha impuesto sobre las naciones. Por ello quizás no es solo un orden faltante, quizás no es solo garantizar un modelo de “buen vivir”, lo cual responde a salarios dignos e instituciones que garanticen justicia. El orden que viene si lo logramos ha de transformar por completo este país y romper las políticas de un neoliberalismo salvaje que ha sido la trampa criminal en nombre del socialismo. El orden faltante responde a liderazgos realmente patrióticos que impulsen una revolución interior y geopolítica, Maria Alejandra Díaz entre otros líderes son los que más se acercan a esta posibilidad. Las estrategias pasan desde la misma rebelión que ya viene tomando cuerpo, hasta una dulce estrategia electoral que rompa el fichero de la dualidad oposición_gobierno y exija las condiciones necesarias para una elección limpia. La desobediencia no es solo una consigna es un acto necesario frente a la imposición de un régimen que ha negado todos los sueños y destrozado materialmente este país.
Roland Denis