México D.F. Viernes 3 de diciembre de 2004
Denuncian que se realizan obras en Montes Azules para saquear las riquezas
El gobierno dice proteger la selva, pero la agrede construyendo puentes: zapatistas
¿Por qué invierte millones en hacer caminos para unas cuantas comunidades que tienen la constante amenaza de desalojo por afectar la biosfera?, interrogan los indígenas
Amatitlan, Chis., 2 de diciembre. Sin mucho aspaviento pese a tratarse de una obra millonaria, se construye aquí un gran puente hacia Montes Azules, la reserva de la biosfera que los gobiernos federal y estatal se dicen dispuestos a proteger a como dé lugar.
La magna obra de ingeniería, que permitirá el paso a vehículos de gran tonelaje sobre las verdes aguas del río Lacantún, medirá 158.33 metros de longitud y unirá, mediante una carretera también en construcción, diversas comunidades ribereñas dentro del área protegida; todas oficialistas.
A diferencia de otras inversiones camineras y de puentes que el gobierno estatal publicita ampliamente, a ésta en particular se le ha minimizado ante la opinión pública.
Según aseguran a La Jornada trabajadores de la obra (precisamente los que construyen ya sobre las aguas del río), se planea una carretera a través de Montes Azules hasta su extremo norte, “por el lado de Benemérito de las Américas”.
Pormenores de las obras
-También del otro lado se está construyendo un puente -comenta un técnico de construcción, quien dice pertenecer a la Secretaría de Obras del gobierno chiapaneco, si bien viste uniforme de trabajador de Pemex, con el logotipo de la paraestatal en el pecho.
De ser así, se trataría de un segundo puente sobre el río Lacanjá, que delimita el otro extremo de Montes Azules.
-Más grande. El río allá es todavía más ancho -agrega.
Un campamento de ingenieros, técnicos y albañiles ocupa la ribera de Amatitlán. Grandes trascavos y palas mecánicas, mezcladoras y grúas se rodean de pilotes y pesadas vigas de acero en espera de ser tendidas; asimismo, talleres, una oficina, un comedor para atender simultáneamente a 20 o 30 personas, un estacionamiento para los volteos, dormitorios, grandes tambos de gasolina y petróleo.
Y del campamento nace el puente, concluído en una tercera parte. Ya lo esperan una gran columna de concreto que se hunde en el Lacantún, y otra más en la orilla opuesta.
Según los pobladores de Amatitlán, a 8 kilómetros de la carretera fronteriza y de Maravilla Tenejapa, el puente se construye para dar acceso vehicular a una serie de poblados, dentro o en las afueras de la reserva de la biosfera (propiedad legal de la denominada comunidad lacandona).
Se trata de Democracia, Plan de Río Azul, Vicente Guerrero, Nuevo Sabanilla, Lindavista, Nueva Esperanza y Nueva Argentina. Este último poblado ya fue reubicado anteriormente por el gobierno federal, pero sus pobladores regresaron, inconformes con lo que las autoridades les daban “a cambio”.
En Amatitlán se encuentra una base de operaciones del Ejército federal, y el río es patrullado por embarcaciones de la Armada. El pueblo pertenece al nuevo municipio Maravilla Tenejapa, creado por el último gobernador priísta, con intenciones contrainsurgentes y de control de área. Su cabecera municipal es hoy sede de un gran cuartel militar.
Del mismo modo, el ex gobernador de Chiapas, Roberto Albores, y el Ejército federal promovieron hacia 1998 la creación de otros dos municipios fronterizos: Marqués de Comillas y Benemérito de las Américas, al noreste de la selva Lacandona. Los tres rodean la codiciada, y presuntamente virgen, selva profunda.
Peinar la selva y meter carreteras
Según el concejo municipal autónomo de Libertad de los Pueblos Mayas, lo que el gobierno pretende es “peinar la selva de sus recursos y meter carreteras para que puedan entrar (a Montes Azules) sus compañías”.
Las autoridades municipales zapatistas se preguntan: “¿Por qué realizar una obra tan grande y de tantos millones para hacerles camino a unas pocas comunidades que no les interesan a los gobiernos? De todos modos los piensan echar para afuera”.
Las implicaciones del nuevo puente, obras a cargo del gobierno de Chiapas, no se pueden minimizar, y menos si resulta verdad que se planea una carretera a través de Montes Azules, en su porción más extensa.
Según versiones de los indígenas de la zona, el verdadero trazo de la nueva carretera está planeado para llegar cuando menos a la laguna de Miramar por dentro de la reserva, y entroncar en San Quintín con las carreteras a Ocosingo y Las Margaritas.
No queda sino preguntarse qué está pasando. Por un lado, las autoridades gubernamentales proclaman su decisión de “vaciar” Montes Azules de poblados indígenas, y por el otro crean infraestructura suficiente para acabar de destruir las riquezas que se dice conservar en beneficio de “la humanidad”.
Por toda la franja fronteriza brotan “centros ecoturísticos”, abiertamente estimulados por el gobierno para que la población “legal” se dedique a la atención de presuntos contingentes de turistas internacionales que vendrán a visitar esta lejana y hermosa región, y la derrama de divisas será tal que quitará a los indígenas de pobres, y hasta de ser campesinos.
Nombres como Sueño Prometido, Las Nubes o Loma Bonita indican los nuevos embarcaderos y comercios administrados por indígenas y campesinos en los ríos Santo Domingo, Lacantún y Lacanjá. Si la afluencia “prometida” resulta comparable a la que habitualmente llega a los vecinos Lagos de Montebello, ya se pueden ir sentando a esperar y aburrirse los prestadores en ciernes de “servicios turísticos”.
También para “protegerlo”, seguramente, las autoridades convirtieron en centro ecoturístico el santuario natural de guacamayas conocido como Las Guacamayas, como lo han hecho con la antigua estación biológica de Chajul y la laguna Lacanjá, y se planea realizar acciones similares con otros puntos ribereños de la cuenca del Usumacinta.
A diferencia de las construcciones en Lacanjá y otras localidades selváticas, en Amatitlán no se registra la participación de Ford Motor Company, Pulsar o Conservation International. Sólo la del gobierno del estado.
No obstante los “programas” gubernamentales y el “sueño prometido” del turismo, la migración laboral de indígenas de esta región fronteriza a Estados Unidos ha crecido exponencialmente en los dos años recientes. De cualquier poblado importante (Amparo Aguatinta, Francisco I. Madero, Poza Rica, Jerusalén, Santo Domingo las Palmas, Montecristo, Nuevo San Andrés) han salido este año 30 o 50 campesinos para emplearse en lugares como Florida, Georgia o Kentucky.
Otra coincidencia
Paralelamente, los proclamados paladines de la reserva de la biosfera, los lacandones de Lacanjá Chansayab, recibieron este 25 de noviembre la cantidad de 28 millones de pesos, de manos del gobernador Pablo Salazar Mendiguchía, y en presencia de secretario de la Reforma Agraria, Florencio Salazar Adame.
Mediante esa cantidad, en cheques de Bancomer, la comunidad lacandona fue indemnizada por la expropiación (aún en trámite, pues se trató de pago “anticipado”, como si corriera alguna prisa) de 2 mil 857 hectáreas para legalizar a las comunidades 13 de Septiembre y Loma Bonita. Al menos la segunda ya desarrolla un proyecto ecoturístico en la apacible ribera de un brazo verdeazul del río Santo Domingo, a escasos tres kilómetros del novísimo puente en la selva.
Así pues, con un magno puente por delante, la “protección” oficial de Montes Azules va en marcha.