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A CINCO AÑOS DE LA GUERRA DEL AGUA

07.04.05

EN ABRIL DEL 2000, EL PUEBLO BOLIVIANO CONSIGUIÓ UNA DE SUS PRIMERAS VICTORIAS FRENTE AL NEOLIBERALISMO, EN DEFENSA DE SUS RECURSOS NATURALES. EL AGUA, LA “SANGRE DE LA PACHAMAMA”, FUE DEFENDIDA POR GUERREROS Y GUERRERAS COCHABAMBIN@S, POR AYMARAS REBELDES, QUE NO PERMITIERON QUE NOS QUITEN ALGO QUE SIEMPRE FUE NUESTRO

ABRIL DEL 2000: LA GUERRA POR EL AGUA EN COCHABAMBA Y LA REBELIÓN AYMARA DEL ALTIPLANO

Dicen los indígenas de Chiapas: “antes la riqueza de la tierra no se codiciaba. Por que la riqueza de la tierra era la riqueza del que la habitaba, y el que la robaba no hacia sino robarse a sí mismo”.

Y fue lo que ocurrió en Cochabamba y en el altiplano paceño, aquel mes de abril del 2000, lo que nos mostró, que toda la gente en las calles y en los caminos, no permitiría que un recurso natural como el agua, la “sangre de la pachamama”, sea vendida y robada por empresas transnacionales, que iban a adueñarse de los ríos, pozos, e inclusive de la misma lluvia recogida por los vecinos cochabambinos en tanques, toda esta enajenación sucedía con la complicidad del gobierno de entonces, a la cabeza del ahora fallecido General y dictador, Hugo Bánzer Suárez.

En 1998, SAMAPA Cochabamba es declarada en licitación, y finalmente en septiembre de 1999, los representantes del gobierno boliviano, decretaron la privatización del agua en Cochabamba, otorgando a la empresa Internacional Water U.K., subsidiaria de la Bechtel, los derechos de administración y distribución del agua potable, con la prerrogativa de fijar las tarifas indexadas al dólar, y con la capacidad de prohibir el uso de pozos que son tradicionales en el departamento de Cochabamba. Al mismo tiempo, el poder ejecutivo, apoyado por partidos como la ADN, MIR, MNR y NFR, envió al parlamento un proyecto de ley, la 2029, mediante la cual se daba una base legal a la privatización del agua, y que desconocia totalmente los usos y costumbres de acceso al agua.

El problema de Cochabamba con la provisión de agua potable es conocida, y los qochalas, que generalmente recibían agua, mediante carros aguateros, pozos, tanques, recibieron la noticia de que desde aquel momento, aquellos pozos que habían cavado con sus propias manos, dejaban de pertenecerles, y les estaba prohibido usarlos.

Ante este abuso que venía del gobierno y de una empresa extranjera, las organizaciones sociales del valle, comenzaron a unirse. Regantes, vecinos, comités cívicos provinciales, la Federación de Fabriles de Cochabamba, y muchas otras , firmaron un pacto de defensa del agua y conformaron, el 12 de octubre de 1999, la Coordinadora de Defensa del Agua y la Vida. Después de algunas movilizaciones, contra la ley 2029, la Coordinadora, convocó a la Toma de Cochabamba para el 4 y 5 de febrero del 2005, en vista de que Aguas del Tunari había elevado las tarifas de cobro, incluso hasta en un 300%. La represión fue indiscriminada, llegaron los conocidos policías “dálmatas” desde la ciudad de La Paz, para reprimir violentamente, con gases lacrimógenos y balines, a miles de vecinos, regantes, estudiantes, mujeres, jóvenes, que pretendían realizar la toma simbólica de la ciudad de Cochabamba.

Luego, ante el incumpliento gubernamental de aquellos acuerdos firmados después de la primera gran movilización, se decidió que se iniciaría la “batalla final” por la expulsión de Aguas del Tunari. De esta manera, el martes 5 de abril, se dio una movilización histórica, donde participaron miles y miles de vecinos, cocaleros, campesinos, estudiantes, obreros. Todos los que se oponían a la venta del agua, salieron a las principales avenidas, de la ciudad de Cochabamba, los caminos de acceso hasta ese departamento, estaban totalmente bloqueadas. Las barricadas se instalaron en cada esquina, vigiladas, especialmente, por muchos jóvenes, los “guerreros del agua”. Y fueron los cuerpos de estos guerreros y guerreras, los que se enfrentaron a una feroz represión policial. “No me va a temblar la mano al momento de reprimir”, había dicho el entonces ministro Walter Guiteras, y efectivamente, después de la dictaminación de un estado de sitio, y la militarización de la ciudad, salieron también francotiradores. Uno de ellos: el Capitan Robinson Iriarte, fué filmado disparando a la multitud de personas que estaban en las calles, poco después murió Victor Hugo Daza, de 17 años de edad, el cual fue herido en el rostro, con una bala de guerra, la cual le quitó la vida casí de inmediato.

LA REBELIÓN AYMARA

De una manera paralela, otra historia se estaba desarrollando en el altiplano paceño. Y es que en las comunidades aymaras la memoria sobre las luchas y sobre la resistencia a diferentes regímenes de explotación, estuvo latente, y ese mismo abril comenzó a despertar de nuevo, con el eco que venía desde el cerco de Tupak Katari a los españoles en La Paz.

Contra la privatización del agua, entonces, también se movilizaron las comunidades aymaras. Umasuyus y su capital Achacachi, iniciaron un primer levantamiento, que venía junto al inicio de un nuevo siglo. La CSUTCB, convocó a todos sus afiliados a un Bloqueo Nacional de Caminos. Oruro, Cochabamba, Chuquisaca, Tarija, Beni, Potosí y La Paz, acataron la convocatoria. El camino a Achacachi había quedado totalmente alfombrado de piedras: “No vamos a permitir que la sangre de la Pachamama se venda”, dijeron los comunarios en la vigilia de la carretera. Entonces llegaron los regimientos Ayacucho y el Naval de Chúa, con avionetas y militares que dispararon armas de guerra, en la entrada a Achacachi, así dos personas cayeron muertas. La indignación de los comunarios de aquella zona, conocida por ser una de las más aguerridas, se tradujo en la quema de edificios estatales, por que el estado, como casi siempre, habia llegado para asesinar y reprimir. Así, también, cayó un capitán del ejército, quien había participado la represión contra los manifestantes.

Así se inicio un nuevo ciclo de rebelión aymara, contra la explotación y la expoliación de los recursos naturales, y que en años posteriores, esencialmente en la Guerra por el Gas, se desplegaría con toda su fuerza y con el coraje de esa “nación clandestina”, que a partir de ese momento dejo el olvido, y tomó por asalto la palabra.

LA LUCHA CONTINÚA

En Cochabamba y en el Altiplano, se vivió una de las mas grandes movilizaciones por la defensa de los recursos naturales, tan nuestros y tan vitales, también significó, como lo ha percibido el pueblo boliviano, una de las primeras victorias contra el modelo neoliberal. Y la herencia más rica que nos dejaron, fueron otras guerras como la protagonizada por el pueblo alteño este 2005, y la conciencia de que aun faltan mas batallas, contra la privatización de la vida.


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