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Estudiantes daneses reunen un millón de dólares para escuelas zapatistas

26.04.05

La Realidad, Chis., 22 de abril. Un día de 2001, unos 25 mil estudiantes de bachillerato, en Dinamarca, dedicaron una jornada de trabajo remunerado para reunir fondos destinados a los proyectos de educación de las comunidades zapatistas de Chiapas. La organización Operación Jornada reunió así un millón de dólares (unos 11 millones de pesos) y lo destinó a la construcción de escuelas y a la realización de cursos para promotores en el municipio autónomo Ricardo Flores Magón y los entonces Aguascalientes y hoy caracoles de Roberto Barrios y La Realidad.

Cuatro años después existen 70 nuevas escuelas (incluido un centro de formación de promotores en La Culebra) y se han capacitado 320 promotores indígenas que hoy son maestros en muchísimas comunidades en las cañadas y las montañas.

La organización estudiantil Operación Jornada, que posee importante presencia en Dinamarca, otorga cada año un apoyo económico y logístico para algún proyecto popular en el tercer mundo. En 1999 lo entregó al sur de Sudán, en 2000 a Macedonia, en 2001 a Chiapas. Cuatro años después, ese “granito de arena” ha dado frutos, sumado a otros apoyos solidarios y a la fuerza de trabajo y movilización de las comunidades zapatistas. La presencia (no siempre física) de la sociedad civil danesa es una más de las muchísimas historias de solidaridad nacional e internacional con los rebeldes de Chiapas.

Hoy se encuentra en el caracol Madre de los caracoles del mar de nuestros sueños una delegación de ciudadanos daneses para participar en un encuentro de los comités de educación de dos juntas de buen gobierno (JBG), de Roberto Barrios y La Realidad, y un municipio autónomo perteneciente a una tercera JBG (La Garrucha).

Sin intervenir en los contenidos ni en la elaboración de los proyectos educativos (responsabilidad exclusiva de las comunidades y municipios autónomos), las organizaciones danesas Foro Internacional y Operación Jornada son dos de tantos actores sociales en Europa, Estados Unidos, Canadá que en muchos casos llevan ya una década acompañando al zapatismo.

La historia de la solidaridad de la sociedad civil con el movimiento zapatista es uno de los episodios más significativos y menos conocidos de la compleja red de resistencias que ha acompañado la rebelión indígena desde su aparición pública en 1994. De entonces a la fecha, cada que los zapatistas divulgan comunicados, denuncias o mensajes, siempre los dirigen “a la sociedad civil nacional e internacional”, a sabiendas que ésta destinataria existe, y atenderá los llamados.

Modesta, incluso marginal en sus lugares de origen (no en este caso), esa solidaridad ha mantenido presencia en la resistencia civil pacífica, la demanda de derechos y justicia para los pueblos indígenas y la construcción de las autonomías. Perseguida en diversos periodos por las autoridades migratorias y los servicios de inteligencia del gobierno federal, la sociedad civil internacional ha crecido en sus propios países al calor del movimiento zapatista.

Un “granito de arena”

En un intermedio de la reunión de tres días en este caracol, Maj-Britt Svendsen y Heidi Hansen, de Foro Internacional, así como Anne Wind e Inge Duus HjorHund, de Operación Jornada, cuentan la experiencia del “granito de arena” danés.

Los primeros campistas y observadores procedentes de Dinamarca llegaron a Chiapas después de la ofensiva militar del gobierno zedillista en 1995, aunque la mayoría venía siguiendo el alzamiento del EZLN desde un año atrás. En 1997, la organización juvenil Foro Internacional, con 30 años de participación en la solidaridad internacional y que había seguido con entusiasmo el movimiento rebelde, creó un grupo de trabajo para México, dedicado a informar en su país, especialmente en las universidades y escuelas, sobre las vicisitudes de la resistencia zapatista.

“Cuando buscamos financiamiento de las instituciones danesas, descubrimos que México era considerado un país del primer mundo, y nadie le quiso entrar”, cuenta Svendsen. “Las cosas cambiaron cuando la agencia gubernamental Solidaridad Internacional Infantil nos invitó a trabajar en un proyecto de educación para las comunidades zapatistas”.

Lo siguiente fue establecer contacto con Semillita del Sol, un proyecto de la sociedad civil mexicana ya existente en dichas comunidades, elaborar una propuesta y presentarla a Operación Jornada, que respalda proyectos de desarrollo. En diciembre de 2000, esta organización aprobó en su asamblea nacional “reforzar la autonomía de los pueblos de Chiapas mediante la educación”.

Según Wind, Operación Jornada se dio a la tarea de generar recursos y obtener el respaldo del Ministerio de Educación de Dinamarca para hacer llegar el apoyo a los indígenas de manera legal y directa. “El proyecto de Chiapas terminará en 2006, pero estamos estudiando la posibilidad de prolongarlo”. En diciembre pasado, la asamblea de la organización declaró su apoyo permanente a las 11 demandas del EZLN y a los proyectos de autonomía en sus comunidades.

Inge Duus HjorHund, del secretariado nacional de Operación Jornada, señala que “es el proyecto que más interés y entusiasmo ha despertado en 20 años de historia de la organización”. Y con una sonrisa agrega: “Aquí hay tantos dolores de cabeza como sonrisas. Y tortillas”. Las delegaciones de estudiantes daneses han visitado decenas de comunidades y escuelas en las pasados tres años, estudiando las necesidades de las comunidades en materia educativa. A la vez, mantienen una campaña permanente de información en su país.

“Operación Jornada atrae mucho la atención en Dinamarca, genera debate, es atacada por la derecha, pero los medios siguen sus acciones”, dice HjorHund. “De otra manera, los países en desarrollo sólo interesan a la prensa cuando sufren desastres, guerras o historias de corrupción”. Gracias a esa organización y a Foro Internacional, la opinión pública del país nórdico conoce el zapatismo, las maquiladoras de mujeres en Centroamérica o los proyectos alternativos en Camboya y Nepal.

Todas las entrevistadas coinciden, sin embargo, que el movimiento zapatista es el que representa el mayor grado de identificación entre los grupos daneses. Aquí siguen las decisiones de los municipios rebeldes. “Ellos determinan los contenidos. Y son las comunidades las que sostienen a los promotores, construyen las escuelas y albergues, y apoyan la continuidad de las clases”, apunta Svendsen.

La enseñanza zapatista se basa en cuatro temas fundamentales: historias (”no hay sólo una” dice HjorHund), lenguas indígenas y español, medio ambiente y matemáticas. Aunadas a la solidaridad de Grecia, Italia, Cataluña y México, las organizaciones danesas planean seguir aún más de cerca el proceso de Chiapas.

Las entusiasma la reunión en que participan hoy en La Realidad. “Estamos viendo el encuentro de tres regiones zapatistas donde tenemos trabajo. Los comités de educación están intercambiando experiencias, conociéndose mejor entre sí, dándose ideas. Somos sólo testigos del cruce entre los comités de la selva, la zona norte y la selva fronteriza. Y regresaremos a Dinamarca con nuevos ánimos y nuevas tareas


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