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La Guardia Indígena: una fuerza de paz en medio de la guerra en Colombia

26.04.05

por Jean-Luc Porte
Indymedia Colombia Tuesday, Apr. 26, 2005 at 1:15 AM

Armados de bastones con los colores del arco iris, centenares de miembros de la Guardia Indígena se han volcado desde diferentes zonas de Colombia hacia el departamento de Cauca (suroeste) para proteger a los aborígenes de los combates entre la guerrilla y el Ejército.

“Nosotros somos defensores de los derechos humanos”, afirmó Luis Acosta, coordinador general de la Guardia Indígena en Cauca, en donde los combates iniciados el 14 de abril dejan hasta ahora unos 25 muertos, según balances de autoridades civiles y militares.

Los miembros de la Guardia, un cuerpo pacifista creado por la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), multiplicaron en la última semana su presencia en la región estratégica para la guerrilla de las FARC, con el fin de proteger a los civiles de los enfrentamientos.

La labor de los indígenas incluyó la creación de centros de albergue para centenares de familias, a quienes tratan de llevar alimentos y medicinas, que son recabadas por la ONIC -que agrupa a más de un millón de aborígenes de diferentes etnias - y otros organismos locales e internacionales.

“Nuestro propósito es simple: exigimos la salida de todos los combatientes de los territorios indígenas”, señaló Acosta.

En medio de la confrontación la Guardia Indígena intentaba negociar con los guerrilleros y con los militares, para evitar que se produzca un éxodo masivo de los aborígenes de la zona.

Los miembros de la Guardia reconocen que se trata de una tarea difícil, cuando sólo se cuenta con bastones en la mano.

“Sólo nuestro coraje, nuestra determinación y nuestra presencia masiva pueden servir para disuadir a los combatientes”, afirma el indígena Luis Alberto Menza, mientras sostiene en una de sus manos el bastón tradicional y en el otro un radio portátil para comunicarse.

“Estamos asistiendo a una impresionante toma de conciencia de la etnia Paez, que se ha organizado y está lista a defender sus tradiciones, su identidad cultural, su supervivencia económica”, explica el misionero italiano Ezio Guadalupe Luatino, quien trabaja hace varios años en la zona.

“Las cooperativas, los centros culturales, las alcaldías que los indígenas manejan, son administrados de una manera ejemplar”, añade.

El alcalde indígena de Toribío, Arquímedes Vitonás, admite sin embargo que existe una división entre su pueblo, debido a la incorporación de algunos jóvenes al Ejército y de otros a la guerrilla.

“El gobierno está reclutando a soldados entre los miembros de nuestras comunidades, abriendo camino a las disputas” internas, denuncia Vitonás, quien estuvo secuestrado en agosto por las FARC y fue liberado un mes después gracias al movimiento de resistencia pacífica de los indígenas, que enviaron a más de 400 miembros de esa etnia para presionar su entrega.

Feliciano Valencia, un mediador indígena ante el gobierno colombiano, deplora que aún no haya llegado a la zona la ayuda humanitaria prometida por Bogotá.

Los combates en las zonas indígenas de Cauca comenzaron con una incursión de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) al poblado de Toribío, el 14 de abril.

Hasta ahora el saldo de muertos en los combates era de 25, incluyendo cinco militares, tres policías, un niño y 16 guerrilleros, según cifras suministrados por autoridades de Cauca y de la III División del Ejército.

Las FARC, por su parte, aseguraron en un comunicado en Internet haber dado muerte a 19 uniformados.

Los indígenas colombianos han pagado un alto tributo por la acción de los grupos armados en su territorio.

Según cifras de la ONIC, más de 200 indígenas han sido asesinados desde 2003 por el Ejército, los paramilitares de extrema derecha y los rebeldes izquierdistas.


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