Clajadep :: Red de divulgación e intercambios sobre autonomía y poder popular

Imprimir

Sobre la velocidad del sueño…

18.05.05

Raquel Gutiérrez
Matemática y escritora mexicana
Revista Rebeldía
La Fogata

Hablar de “la velocidad del sueño” de acuerdo al significado que los zapatistas han asignado a esa formulación —situándolo simultáneamente dentro del escenario de la IV Guerra Mundial que hoy, como humanidad, padecemos—, exige rastrear los contenidos profundos de lo que los diversos pueblos del mundo van haciendo en sus múltiples acciones de autodefensa y lucha en medio de la confrontación generalizada contra la rapaz voracidad del capital. Antes de presentar algunos esbozos de estos contenidos, tal como los percibo en los múltiples levantamientos, rebeliones y movilizaciones que en los últimos años vienen iluminando a toda América Latina, presento una breve reflexión sobre la propia formulación “velocidad del sueño”.
Tal expresión combina dos conceptos: velocidad y sueño. A su vez, velocidad remite a la relación entre distancia y tiempo; recordemos que para la mecánica clásica “velocidad = distancia/tiempo”. Si hablamos entonces de la “velocidad del sueño” tenemos que reflexionar, creo, acerca de la manera en la que el sueño —cuya precisión queda pendiente— determina y ocupa el espacio y el tiempo… Hasta dónde y en qué medida estas categorías básicas de la comprensión de los fenómenos: tiempo y espacio, se combinan, se refuerzan, se entrelazan o se entrampan. El concepto de velocidad pues, nos exige reflexionar sobre las relaciones entre tiempo y espacio y, en particular, para el tema que nos ocupa, indagar sobre los usos y modos en que los pueblos en lucha y rebelión, asignan sentido a sus acciones a partir de moverse en el espacio y en el tiempo.
El segundo concepto, el “sueño” resulta todavía más difícil. Algunas preguntas que pueden sugerir por dónde buscar los contenidos del sueño, considero que son las siguientes: ¿Qué van haciendo los pueblos en rebelión cuando buscan construir un presente más satisfactorio? ¿Qué buscan los gigantescos contingentes de hombres y mujeres que se movilizan en el continente americano cuando hacen protestas, bloqueos, insurrecciones? En fin, el sueño es una bisagra entre la imaginación y la acción. Orienta la acción al estimular la imaginación colectiva. Consolida el derecho a imaginar que otro mundo es posible a la hora de entrelazar las diversas acciones, los múltiples sucesos de construcción común de unas relaciones sociales que no sean de frustración y muerte…
Quizá convenga, para poder entender el sueño y su velocidad, por un lado, recapitular los hilos que se han ido tejiendo cuando soñamos, resistimos y luchamos desde que en el 94 comenzó el alzamiento zapatista… Grandes pinceladas nomás, pues necesitamos intentar dar cuenta de los rasgos comunes, requerimos de una mirada abarcadora… Pero también necesitamos ordenar estos hilos de tal manera que distingamos cómo han ido combinando usos del tiempo y del espacio, confrontados con los ritmos y delimitaciones que se imponen desde el poder.
Usaré para tal reflexión, formulaciones cortitas que tienen la ventaja de presentar ideas sintéticas aunque también cargan la desventaja de diluir los detalles.

1. El 1º de enero de 1994 marca un punto de inflexión en la confrontación entre la pesadilla y el sueño. Lo que era despliegue enloquecido de la pesadilla, es decir, de la reconfiguración capitalista del mundo, encuentra un dique, un freno. En este sentido, esa fecha en cierta medida es un inicio, aunque también en cierta forma es una recuperación. a. El 1º de enero de 1994 es el momento de un poderoso ¡Ya Basta! cuyo significado profundo es la autoafirmación de las comunidades indígenas de Chiapas que dicen al poder del capital: no permitiremos más que sigan haciendo con nosotros lo que les da la gana. Con ello se marca un inicio, un re-inicio. b. A través de las acciones de ese entonces, en el centro del debate político de la resistencia a nivel mundial se colocaron cuando menos, dos cuestiones clásicas: “mandar obedeciendo” y “para todos todo”. Con ello, entre otras cosas, se recupera lo mejor de la tradición revolucionaria del siglo XX. c. Ahora bien, si pensamos este evento utilizando ciertas formulaciones que empleó Mao para entender la revolución china1, podríamos pensar que 1994 es el inicio de la guerra de la población sencilla y trabajadora de América Latina contra el poder del capital transnacional en pleno huracán de reconfiguración del mundo. La etapa que se abre: la resistencia colectiva desplegada en medio de una época de defensiva estratégica. En todo este período, una multiplicidad de acciones de ofensiva táctica, permiten mantener la resistencia.
2. Ahora bien, desde el 2000 se abre una época de movilización social multitudinaria en varios países de América Latina. En enero de 2000, por ejemplo, dos ciudades del continente aparecen rodeadas por gigantescos contingentes indígenas y populares movilizados que establecen cercos y ocupan el espacio público: Quito y Cochabamba. Con sus profundas diferencias ambos movimientos comienzan a construir lo que luego será la cada vez más contundente capacidad social de veto a aspectos puntales de los planes neoliberales. Es decir, comienza a desplegarse el rechazo contundente, intransigente, movilizado y decidido a cuestiones específicas de la ofensiva neoliberal impulsada por el capital transnacional y ejecutada por los gobiernos locales.
3. ¿Quiénes ejercen este “veto colectivo” a la agresión del capital transnacional? En Bolivia el veto al plan de entregar también el agua a las transnacionales lo comenzó ejerciendo “la población sencilla y trabajadora de la ciudad y el campo” organizada, por lo general, de manera territorial. A partir de las juntas vecinales de los barrios pobres de Cochabamba y ahora de El Alto, a partir de los comités de regantes —campesinos que gestionan la distribución del agua en base a tradiciones ancestrales—, entrelazados con la Federación de Fabriles de Cochabamba se articuló primero la Coordinadora de Defensa del Agua y de la Vida, después su replicación ampliada, la Coordinadora del Gas.
En cada país, e inclusive dentro de las distintas regiones de un solo país, las cosas son distintas: en Ecuador los amplísimos contingentes indígenas se movilizan en base a las tradicionales organizaciones comunitarias andinas, engrandeciendo sus ámbitos de enlace territorial. Algo similar sucede con los aymaras rurales en Bolivia: los entramados organizativos comunales se han ido volviendo más densos y, al mismo tiempo, van ampliando sus posibilidades de enlace y coordinación con otras comunidades de otras zonas, conformando redes de movilización y lucha más amplias. Allá en Bolivia, por ahora, a estas instancias de articulación y resistencia les llaman “naciones”: la nación aymara, por ejemplo, está conformada a su vez por diversas naciones, los paka-jaqis o “gente águila”, los “uma-suyus” de la rivera del lago Tititcaca, etcétera. Lo importante es que ahí, igual que en Ecuador y, en cierta medida en México, ha comenzado una lenta re-apropiación del territorio, que lleva a cabo una redistritación de facto, estableciendo claramente la potestad de los comunarios y las comunarias de marcar por sí mismos los bordes que delimitan el espacio donde están decididos a autogobernarse. Y esto va en expansión… de manera lenta quizá… pero segura.
Entonces, ¿quiénes resisten? ¿quiénes vetan los planes de muerte del capital, las corporaciones y los malos gobiernos? ¿Quiénes se reapropian poco a poco de sus territorios y de las prerrogativas de decidir lo que conviene hacer en ellos? La gente sencilla y trabajadora… no articulada en grandes partidos, pero sí organizada densamente en sus organismos comunales, barriales… y entrelazada a niveles más amplios, nacionales a veces, en base a acuerdos puntuales, a reciprocidad y a confianza3.
4. Todo esto ha producido una peculiar “forma de politización” en el continente que es, al mismo tiempo, nueva y antigua, moderna y tradicional. En Bolivia en particular, ante la ausencia absoluta de interlocución con el Estado, los movimientos sociales, la población movilizada en base a su estructura comunitaria rural o a las recreaciones urbanas de ese tipo de organismos articuladas con organizaciones sindicales tradicionales, lo que hacen es paralizar la vida cotidiana, suspender el continuo flujo de intercambios de personas, mercancías y símbolos… Cercan las ciudades, bloquean los caminos, igual que en Argentina “cortan las rutas”, igual que en Ecuador cierran las provincias. Evo Morales lo expresaba bien en esta última movilización de marzo de 2005: “vamos a bloquear caminos y calles mientras (el presidente) Mesa bloquee el plan de recuperación de los hidrocarburos que nos hemos trazado”. La intervención de la multitud en el asunto público mediante lo que los Estados consideran cada vez con más frecuencia “caminos extralegales”, para que sean incluidos los puntos de vista de los de abajo en la conformación de los marcos de regulación social y política básicos, es la forma contemporánea de politización de un cada vez más amplio sector de la población. Las formas de representación partidaria ordenadas alrededor de lo electoral, para la mediación entre las fuerzas sociales, está fracasando en todo el continente. En este aspecto, hay una confrontación abierta por establecer los ritmos del tiempo político que en el fondo es una disputa por la potestad de decidir sobre el asunto público.
La multitud, además, se moviliza e irrumpe en el escenario buscando objetivos puntuales. Por ello la claridad de los acuerdos tomados es fundamental para garantizar la posibilidad de acción común, incluso nacional. En Bolivia, si ayer se luchaba por expulsar a la transnacional Bechtel de Cochabamba, hoy el objetivo es sacar a la Suez Lyonaisse des Eaux de El Alto. Por su parte, en Arequipa se ha luchado por que no privaticen la empresa municipal de electricidad y acá en México por que la universidad pública lo siga siendo. En fin, en cada irrupción de la energía social el objetivo es uno y claro. A veces tales fines alcanzan a ser más abarcativos: como en la guerra del gas en Bolivia en el 2003. A veces es más puntual como en la lucha de los pobladores de Atenco en México.
Lo que es evidente en casi todos los países, aunque en unos con más fuerza y nitidez, es que la multiplicidad de acciones de levantamiento, de resistencia, de insubordinación colectiva, vienen empantanando, descarrilando, dificultando o impidiendo el curso de los planes de las corporaciones y de los malos gobiernos que vehiculizan tales proyectos.
5. Entonces, una manera de volver inteligible el sueño que vamos soñando cuando luchamos, es pensar que lo que hacen las comunidades en rebelión —todas ellas, las indígenas o las urbanas— es establecer cercos al poder… y que en la medida en que los establecen, a veces cercos físicos y militares, a veces cercos políticos… también van construyendo y consolidando la capacidad colectiva de intervenir en el asunto público por vías que no son electorales ni partidarias. Al menos, esto es lo que se va haciendo hasta ahora por la vía negativa: esta y aquella imposición, tal y tal plan del capital… son inadmisibles. NO. Replicaciones del ¡Ya Basta! zapatista. Ofensiva táctica múltiple en medio de la defensiva estratégica. El sueño, en la primera época, tiene este rasgo. “Cercar y construir” parece ser una explicación estratégica para la acción colectiva.
6. Ahora bien, en relación a la velocidad del sueño, en estos últimos años, en México y en Bolivia éste parece acelerarse. En México, los zapatistas aprenden y enseñan cada vez más acerca de lo que es construcción comunitaria de organismos de autorregulación de la vida social a nivel local y regional. En Bolivia, las diversas colectividades humanas establecen cercos al poder de una manera cada vez más contundente. Mi reflexión siguiente irá básicamente por presentar las preguntas que surgen de las acciones de resistencia en Bolivia: ¿Qué nos dicen las recientes experiencias de este 2005 que amaneció tan agitado allá en el corazón de América y que continúa sorprendiéndonos? ¿Qué nos dicen a todos, sea donde sea que estemos?
Si la interpretación inicial que he presentado es correcta, es decir, si en el 94 se abrió un periodo de guerra de las comunidades indígenas —y de las recreaciones comunitarias urbanas ahí donde tales cosas se han logrado construir— contra el capital en todo América Latina, que inaugura la época de la resistencia desarrollada en medio de la defensiva estratégica… en el 2005 en Bolivia, parece que vamos llegando, de manera caótica e inestable, a la época del “equilibrio estratégico de fuerzas”: dentro de ese país, ellos, los malos gobernantes y las corporaciones capitalistas no pueden imponer sus planes… la población boliviana movilizada no les permite imponer sus propósitos porque cada vez que, en el terreno de la negociación, ellos quieren diluir lo conquistado en la movilización anterior, la población vuelve a levantarse… Sin embargo, las comunidades en rebelión no importa si son los ayllus aymaras de las zonas altas de los Andes, o la población de los valles o las comunidades originarias del oriente, no logran imponer a los malos gobiernos lo que se proponen, no logran trastocar-modificar al Estado y las relaciones de fuerza que éste encarna.
En Bolivia, esto último no lo están consiguiendo, así como aquí en México en el 2001, después de la Marcha del Color de la Tierra, no conseguimos que los diputados “mandaran obedeciendo” y, más bien, ellos nos devolvieron ese esperpento que es la contrarreforma indígena.
Tampoco lo han conseguido en el Ecuador, tras que las comunidades organizadas en la Conaie decidieron implementar la táctica de apoyo al coronel Gutiérrez en las elecciones de 2002 y, durante un tiempo, algunos militantes se dedicaron a participar como funcionarios en los ministerios y las oficinas públicas.
No lo consigue pues, la población movilizada en Bolivia cuando envía al Parlamento las leyes de agua y de hidrocarburos que considera adecuadas y los políticos les devuelven otra cosa.
Todos estos empeños nos han dado experiencias y nada ha anulado la permanencia de la resistencia… por eso en todo el continente seguimos caminando y preguntándonos… La velocidad del sueño quizá, hoy, también depende de la habilidad para interrogarnos entre todos… de la capacidad para imaginar respuestas… caminando preguntamos… preguntando caminamos.
7. En Bolivia, insisto, si es cierta esta idea del “equilibrio estratégico de fuerzas” dentro de la estrategia más general de “cerco y construcción” basada principalmente en el despliegue movilizado de la capacidad de las comunidades para vetar los planes de las transnacionales y el gobierno… si eso es lo que está pasando; es urgente preguntarnos y seguir caminando. Algunas preguntas que nos venimos haciendo por allá, en Bolivia, son las siguientes:
a. Parece ser que las ideas básicas de la resistencia… es decir, las ideas que nos han conducido a donde estamos, están perdiendo su fuerza… Parece que hoy, estas ideas que nos han empujado para implementar grandes cercos al poder, ya no tienen el filo de hace dos o tres años. Lo que parece suceder es que tenemos que poner más atención a la pregunta ¿Qué construimos? ¿Cómo respondemos al punto central que nos surge una y otra vez en las luchas, el de la propiedad de los recursos naturales y las dos cuestiones conexas con ese gran problema: su gestión y usufructo?
b. En El Alto hay una novedad: los vecinos que ya dos veces han corrido a la Suez quieren construir una empresa pública-social de distribución de agua potable y alcantarillado. Es decir, quieren que la empresa del agua sea propiedad pública —en tanto el contenido básico de la lucha es anti-privatizador—, pero que dicha propiedad recuperada no pase a quedar en manos de élites burocráticas igual de sordas y de voraces que los tecnócratas de ahorita, tal como las que gobernaron a nuestros países en épocas pasadas… Esas que convertían la propiedad estatal en una especie de “propiedad privada estatal”. La pregunta que El Alto nos manda es entonces si es posible pensar en una propiedad pública-social, bajo control comunitario, donde la gestión de esa propiedad se base en principios antiguos, directos, de rotación y obligación, como los que conocemos en las comunidades andinas. Ellos creen que sí se puede. Carlos Mesa, las corporaciones transnacionales, la mal llamada “cooperación internacional”, los diputados de los partidos tradicionales, creen que no, que eso no es posible. Ahí está abierta una pelea.
c. Pero hay otra gran pregunta: como cada vez nos convencemos más que estas élites que gobiernan nuestro país no están dispuestas a hacernos caso, como ellos no saben mandar obedeciendo y nomás les gusta mandar mandando… cómo podemos autogobernarnos. En lo local, lo sabemos hacer muy bien y poco a poco lo vamos expandiendo. Pero, en las ciudades… y en el conjunto del país… ¿Cómo pasamos de la resistencia al autogobierno? ¿Qué construimos? Por allá en Bolivia los compañeros andan pensando cerrar el parlamento la siguiente vez que éste no obedezca el mandato popular… y han llamado desde 2000 a una Asamblea Constituyente para organizar un nuevo entramado de relaciones sociales, para darle cuerpo a un andamiaje legal que surja desde la propia población. Esto lo están pensando allá. Una urgencia para aclarar esos pensamientos es pulir ideas-fuerza: “mandar obedeciendo” y “para todos todo” son un regalo que los zapatistas le hicieron a todo el mundo y que ahorita, en Bolivia, pueden contribuir a iluminar el camino a seguir. Sin embargo, está abierta la pregunta ¿Cómo construimos desde abajo, y a nivel del país, capacidad de decidir directamente sobre la vida, sobre los recursos, sobre las reglas colectivas que regulen la convivencia? ¿Cómo avanzamos en la construcción de organismos, territorialmente más amplios sobre un principio de representación que no implique la delegación de la soberanía social?
Por ahí va, creo yo, el sueño… ¿su velocidad? La de nuestro ánimo y de nuestra capacidad colectiva de imaginar y hacer. La de nuestra posibilidad para seguir sorteando obstáculos y tendiendo cercos. Es decir, tan rápido como necesitemos y podamos, eso sí, cuidando sobre todo de no cansarnos.

Notas: 1. De Mao, para pensar “la velocidad del sueño”, voy a utilizar la formulación hecha en “Problemas estratégicos de la guerra de guerrillas”. En ese texto, Mao brinda herramientas para pensar el curso, para entender la trayectoria y ritmos de la movilización, resistencia y rebelión del pueblo chino. La sugerencia principal que presenta es que en un primer momento, la resistencia popular se desarrolla en medio de lo que él llama la “etapa de la defensiva estratégica”, en la cual se producen múltiples “acciones de ofensiva táctica”. Si tales acciones perviven en el tiempo y en la medida en que se generalizan en el espacio, la confrontación puede alcanzar un nivel de “Equilibrio estratégico de fuerzas”; el cual nuevamente, en la medida de su permanencia y expansión en tiempo y espacio, puede abrir una etapa de “Ofensiva estratégica”. Nosotros nos fijaremos básicamente en la primera parte de esta formulación.
2. Estas producciones comunitarias de enlazamiento más amplio en la zona rural aymara en Bolivia se asemejan a lo que aquí en México percibo como “pueblos indígenas”; lo decisivo es que se supera de manera autónoma y en base a relaciones de respeto, el nivel estrictamente comunal de la acción colectiva.
3. De alguna manera, estas formas de organización tienen gran parecido a lo que sucede en la tradicional regulación de la vida en las comunidades indígenas andinas.


https://clajadep.lahaine.org