EN EL MUNDO DE LA resistencia surgen importantes experiencias cuyo valor no radica en el número de los integrantes sino en la construcción cotidiana de una manera de enfrentar cualquier situación, una muy distinta al individualismo que ofrece el sistema neoliberal.
Mundo Karmínico es una guardería comunitaria ubicada en la capital chilena, que nació en septiembre de 2003 como una alternativa a los jardines infantiles convencionales porque, dicen sus fundadoras, “no queremos a nuestros hijos e hijas sometidos ni estandarizados, queremos tenerlos cerca nuestro para compartir y aprender con ellos y ellas en esta etapa crucial de su desarrollo”.
Este espacio, convocado con la frase “Haciendo guarderías alegres, creando rebeldías”, no sólo se propone un cuidado colectivo de los niños y niñas, sino también una educación libertaria, autónoma y autogestionada, es decir, una educación desde la base, no institucionalizada ni doctrinaria, potenciando las capacidades de cada niño, sin currículum formales y con materias construidas entre todos, incluidos, por supuesto, los propios infantes.
No es tampoco sólo una experiencia de autogestión, aunque también lo sea, sino un proyecto que se plantea la horizontalidad tanto en su organización como en la parte educativa, teniendo también como objetivos estimular la lactancia, fortalecer el vínculo padre-madre-hijo y potenciar el rendimiento académico de los padres.
“Este es un espacio de resistencia”, afirman sin titubeos las jóvenes participantes de Mundo Karmínico, en el que se plantea la educación fomentando la libertad del individuo, el antiautoritarismo (”nadie manda a nadie, todo se hace por compromisos asumidos y desde la decisión colectiva, abierta y sincera”). Se proponen asimismo la autonomía, el juego como acceso al saber y la coeducación de sexos y social (”la educación es igual y conjunta, sin discriminaciones de género, económicas o sociales”.
En esta guardería, que nació primero para cubrir las necesidades de un pequeño grupo de mamás estudiantes de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, se lucha por una sociedad y una familia más justa, en la que no sólo de la mujer dependa el cuidado de los hijos y las labores domésticas.
Con presión (ocupación) y trabajo lograron que la Academia cubriera el alquiler mensual de la casa en la que trabajan, pero el proyecto se mantiene con cuotas de las participante, y con organización de rifas, ventas de “completos” (hot-dogs) en la universidad, fiestas y peñas.
La guardería se inició con tres niños y tres madres soñadoras. Ahora tienen tres pequeños grupos y se plantean ir avanzando a otros niveles de educación, ya que los niños que egresan “son muy críticos y libres y les cuesta trabajo adaptarse a la educación formal”.
En Mundo Karmínico no quieren saber nada de los partidos políticos ni del gobierno, pero entienden que el proyecto no puede caminar solo. Ahora se vinculan con otros movimientos de abajo e intercambian experiencias y talleres con colectivos autónomos de Huechuraba, una población del norte de Santiago.