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De como las autoridades mexicanas “desaparecían” guerrilleros

01.07.05

Jueves 30 de junio de 2005

Partes policiacos prueban la participación oficial en la desaparición de guerrilleros

“Yo sé que a la larga ustedes van a ganar, pero yo voy a hacer hasta lo imposible por retrasar ese momento”, dijo sin titubeos, amenazante, Miguel Nazar Haro, entonces subdirector de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS). Lo escuchaba José Luis Moreno Borbolla, militante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, en un interrogatorio mientras se encontraba desaparecido en manos de la policía política del régimen de Luis Echeverría Alvarez.

La escena ocurrió en junio de 1975, en plena guerra sucia, en las oficinas del general Daniel Gutiérrez Santos, titular de la Dirección General de Policía y Tránsito del Distrito Federal (DGPT).

Un expediente elaborado por la Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) de esta dependencia, ahora en manos de La Jornada, contiene las fichas y placas de 27 guerrilleros, 25 de los cuales fueron fotografiados en los separos del cuartel del Batallón de Granaderos de Tlatelolco, entre mayo y agosto de 1975. Ahí aparecen registradas 10 personas que están reportadas como desaparecidos políticos. Sus fotos son prueba de que fueron detenidos antes de desaparecer en cárceles clandestinas.

El expediente lleva el logotipo de la DGPT y carece de sellos y de firmas, pero este diario verificó su autenticidad con distintos testigos y fuentes.

José Luis Moreno es uno de los guerrilleros que aparecen en el documento. Fue desaparecido político durante un mes, pero sobrevivió y estuvo encarcelado durante cuatro años. Había caído en manos de la DFS el 19 de mayo de ese año. Desde ese momento fue sometido a brutales torturas dirigidas y ejecutadas por José Salomón Tanús -que comandaba a la DIPD- en las caballerizas del Campo Militar Número Uno, donde permaneció hasta el 16 de junio.

Este torturador tenía fama de cruel y de un proceder salvaje: “Yo soy Salomón Tanús, el que te puede dar o quitar la vida; si quieres vivir tienes que hablar”, una frase que todavía recuerda Mario Alvaro Cartagena López, militante de la liga detenido y torturado tres años después en el mismo lugar.

“El bueno”

Miguel Nazar Haro completaba la “labor investigadora” de Tanús. Esos días interrogó personalmente muchas veces a José Luis Moreno, pero no recurrió a los golpes, “prefirió presentarse como el ‘policía bueno’”, que le mostraba las fotos de sus compañeros para identificarlos.

El temido Nazar Haro, interrogador profesional, era uno de los hombres fuertes de la Brigada Blanca, una especie de escuadrón de la muerte encargado del exterminio de la guerrilla. Hoy es procesado por un juez federal que lo acusa de la desaparición forzada en esos años de varios guerrilleros.

Durante el tiempo en que José Luis Moreno estuvo detenido, fue llevado a los sótanos y celdas del cuartel del Batallón de Granaderos de Tlatelolco (otro de los sitios de tortura de la DIPD y de la DFS), donde fue fotografiado y fichado. Luego lo trasladaron a los separos y oficinas del director de la DGPT, donde tuvo varias “sesiones” con Nazar.

En ese periodo que coincide con la desaparición de Moreno, cayeron otros 22 militantes de la liga y dos que nada tenían que ver. Todos ellos estuvieron en los mismos lugares: una red de instalaciones policiacas y militares que sirvieron como centros de detención clandestina y de tortura de decenas de militantes de grupos armados y de sus familiares en los años setenta y ochenta.

Moreno Borbolla salvó la vida y fue consignado el 22 de junio de 1975 ante un juez en la Penitenciaría de Lecumberri. “Antes del traslado a la cárcel -relata José Luis a La Jornada-, Nazar me separó del grupo y me dijo: ‘Te voy a dar dos mensajes, uno para la gente de adentro y otro para la gente de afuera. Yo sé que vas a tener comunicación con la gente de fuera. El primero es que quien sale libre y se vuelve a meter, no regresa. El segundo es que éste es el último grupo que llega a la cárcel’. Nosotros llegamos 13 a la cárcel (10 hombres y tres mujeres), fuimos los últimos en caer en grupo. Después de nosotros la mayoría cae muerta en enfrentamientos o son desaparecidos; sólo unos pocos llegan a la cárcel. A partir de mediados de 1975, el gobierno comienza la guerra de exterminio contra la Liga Comunista 23 de septiembre”.

Moreno Borbolla recuerda: “Nazar cumplió su amenaza”.

El tenebroso documento

De su detención y la de sus compañeros, además del recuerdo de los sobrevivientes, quedó un registro oficial de la policía capitalina y varios informes de la DFS. El más revelador es un expediente de la Dirección General de Policía y Tránsito del DF, elaborado por la siniestra Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia en 1975, cuyo original tiene hoy La Jornada, y que confirma la participación gubernamental en la desaparición forzada de guerrilleros.

El legajo oficial tiene impreso en portada y contraportada el nombre de la dependencia y el escudo de armas del Distrito Federal. Su contenido abarca las detenciones y bajas de la Liga Comunista 23 de Septiembre de mayo a agosto de ese año. Incluye fichas y fotografías de 24 personas acusadas de pertenecer a la organización guerrillera. Es un parte de guerra que atestigua cómo se les mantuvo prisioneros y se les torturó.

Entre los fotografiados aparecen seis hombres y cuatro mujeres que todavía hoy están desaparecidos: David Jiménez Fragoso, Adolfo Tecla Parra, Violeta Tecla Parra, Mario Domínguez Avila, Leonardo Jiménez Alvarado, Carmen Vargas Pérez, Francisco Avelino Gallangos, Araceli Ramos Watanabe y Delia Morales López. También se reporta la detención de Joaquín Porras Baños -aunque no aparece su foto-, donde se consigna que permanece herido en el Hospital Militar tras un enfrentamiento con la DFS.

Esas imágenes prueban que estaban vivos y detenidos dentro de un recinto oficial, en manos de la DFS, antes de que la maquinaria antisubversiva montada por el régimen que encabezaba el presidente Luis Echeverría los borrara del mapa.

De los 27 registrados -detenidos o muertos entre mayo y agosto de 1975-, 14 fueron consignados a la penitenciaría de Lecumberri: Carlos Conde López o Carlos Gómez (José Luis o El Compadre); Ignacio Abel Chávez Velázquez (Jorge o Pablo); Víctor Manuel Mendoza Sánchez (El Pelé); Antonio Licenco Licea Verdugo (Mario); Juan Escamilla Escobedo (Julio o Emilio); Jorge Manuel Torres Cedillo (Oscar); Alfredo Tecla Parra (Rafael); José Luis Moreno Borbolla (Adolfo); Norma Martínez Watanabe (Nora); Trinidad León Zempoaltécatl (Sandra); Manuel Anzaldo Meneses, y David Zaragoza Jiménez (José).

También Arcadio Iturbide Hernández y Ricardo Ocampo Moronatti, originarios de Morelos, quienes no tenían nada que ver con la guerrilla, fueron torturados salvajemente como los demás. A pesar de su probada inocencia, pasaron un año presos en Lecumberri.

Cada ficha contiene un resumen escrito a máquina de la información obtenida por la DFS durante las sesiones de tortura y los interrogatorios. Ahí se establece el papel que cada uno de los detenidos tenía en la organización guerrillera, sus relaciones, las acciones armadas en las que presuntamente habían participado. Y registra la fecha y la circunstancia de la detención.

En el expediente se hallan las fichas de tres guerrilleros muertos en dos enfrentamientos ocurridos en esos meses: Adolfo Lozano Pérez, Mariano, Teresa Hernández Antonio, Alejandra, y Jacinto, a quien sólo se identifica por su seudónimo. Sus fotos fueron captadas en las planchas del Servicio Médico Forense. Los tres recibieron el tiro de gracia, de acuerdo con diversos testimonios.

Mariano y Alejandra fueron abatidos por la Brigada Blanca el 15 de junio de ese año en Ciudad Universitaria, cuando asistían a un encuentro con David Jiménez Sarmiento, uno de los dirigentes de la liga. El enfrentamiento tuvo mucha resonancia, pues ocurrió en las islas de CU, donde se celebraba una exposición canina y en la que todos los asistentes fueron testigos de la balacera.


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