La exclusión social, educativa y laboral que enfrenta la mayoría de los jóvenes en México da cuenta del “fracaso” del proyecto neoliberal debido al “aniquilamiento” de las expectativas de mejoría a corto y mediano plazos de un importante sector de la población que vive en condiciones de precariedad, violencia y abandono social, afirmó Alfredo Nateras Domínguez, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I) y coordinador del programa de culturas juveniles de esa casa de estudios, quien destacó que los jóvenes enfrentan “graves situaciones de riesgo al ser sujetos vulnerables y en desventaja social permanente”.
Agregó que de los 30 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años de edad en México, cerca de 14 millones no asiste a la escuela y sólo 14.5 millones tiene acceso a algún servicio de salud, mientras que uno de cada dos jóvenes está desempleado, a lo que se suman las condiciones de violencia familiar y social, pues uno de cada tres hogares es afectado por la agresión intrafamiliar. Se estima que al menos 7 por ciento de las víctimas son menores de 20 años.
Sin duda, afirmó, estamos ante un panorama desalentador en el que ser joven se ha convertido en sinónimo de exclusión social que alienta la reconfiguración de mecanismos de participación política y social con la creación de redes horizontales, “no agrupadas por ideologías políticas, sino por propósitos y acciones concretos, así como de microidentidades urbanas que dan gran importancia a la apropiación territorial del barrio, para enfrentar la violencia institucional del Estado y la criminalización de sus expresiones estéticas”, argumentó.
Enfrentamos, dijo, un “ejército de jóvenes desinstitucionalizados, es decir, sin acceso a la educación, derecho a la salud, vivienda, empleo y recreación. Sus biografías individuales y sus trayectorias sociales y colectivas los ubican en la ruta del desempleo y la migración, sin que ello justifique su criminalización, ya que en su mayoría son víctimas de la violencia, no la causa”.
Maras, violencia institucional
Amparo Marroquín y Roxana Montel, investigadoras de la Universidad Centroamericana de El Salvador, afirmaron que en la mayoría de los países de América Latina persisten condiciones de marginación y precariedad, que “empuja a un sector importante de los jóvenes a buscar alternativas de sobrevivencia e identidad ante el embate de una creciente violencia institucional promovida por los cuerpos policiacos y las fuerzas armadas, quienes ven en los jóvenes marginados el principal objetivos de las leyes de mano dura y tolerancia cero”.
El fenómeno de los maras, señalaron, “no es exclusivo de Centroamérica ni de los países más empobrecidos, tanto en México como en El Salvador los jóvenes marginados buscan alternativas de sobrevivencia en sociedades cada vez más violentas, las cuales les niegan una mejor calidad de vida y sus derechos como ciudadanos, al justificar acciones violentas indiscriminadas que coartan garantías como la libertad de expresión, movilidad y acceso a la justicia”.