Domingo 17 de julio de 2005
Comités sancionarán labores de los gobiernos autónomos
Crean rebeldes estructura para evaluar a las juntas
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO DE LA JORNADA
Morelia, Chis., 16 de julio. Aquí no hubo fiesta. Es decir, baile y cumbias. ‘’Ayer se reabrió este caracol. Empezamos a trabajar desde las primeras horas de la mañana. Durante el tiempo de la alerta habíamos trabajado de manera clandestina. La experiencia fue difícil, pero ya sabemos que estamos en una etapa difícil de nuestra lucha. Y fue bonito porque tuvimos que trabajar bajo otro techo, sin estas paredes. Fue un trabajo de resistencia. Y cuando menos en nuestra región no tuvimos problemas graves'’.
Habla un miembro de la populosa junta de buen gobierno (JBG) Corazón del arco iris de la esperanza, donde casi la mitad son mujeres, y bien plantadas; arrechas, como dicen los chiapanecos.
‘’Al reinstalar otra vez nuestros trabajos aquí, en el caracol, vimos que está interesante hacer nuestros cambios. Estamos integrando las nuevas comisiones. La que era de vigilancia se vuelve de información, porque ahora la vigilancia la van a hacer compañeros bases de apoyo del EZLN, pero lo que van a hacer es vigilar que la junta haga bien su trabajo.'’
De hecho, al llegar hoy al caracol Torbellino de nuestras palabras, con lo que me encontré primero fue con esta comisión de vigilancia que, en efecto, era gente de las comunidades. Unos 15 hombres y mujeres de diversas edades, mero bases, y los de mayor edad, analfabetos. Una mujer no dejaba de tomar nota cuidadosamente de cuanto se decía. En algún momento se alzó la blusa, sacó la teta izquierda y se la dio a su niño al lado, que se empezaba a poner inquieto. Y ella, sin interrumpir su cuidadosa escritura. Entre ellos, los miembros de la comisión, estrenándose, intercambiaban comentarios animadamente, en legua tzeltal. Las mujeres tojolabales permanecían silenciosas, pero escuchaban con atención el duelo de preguntas, donde el reportero preguntaba, y los indígenas también.
Así que mejor me mandaron a hablar con la junta. Mientras esperaba ser recibido, me senté en un banco a la sombra de la tienda del caracol. En el prado de enfrente, un grupo de mujeres extendía y lavaba grandes lienzos de plástico, asistidas por dos hombres. Un trabajo laborioso que las tenía muertas de risa.
De pronto suspendieron su actividad y caminaron hacia los edificios. Un joven se me aproximó para decir: ‘’Ya lo va a recibir la junta'’. Resulta que esas mujeres eran la junta; la mitad de ellas al menos. Ya quisiera uno ver a un presidente municipal, de esos que ganan 80 mil pesos al mes (sin contar ‘’extras'’), lavando plástico o barriendo la plaza del ayuntamiento.
‘’Tenemos la función de ver y valorar los trabajos y los proyectos'’, prosiguió el hombre de la JBG que hablaba la mayor parte del tiempo. ‘’Atender el trabajo conjunto. Vamos a retomar el contacto con la sociedad civil. Por demás, nuestras tareas de autonomía siguen igual'’.
Explica que durante el periodo de alerta los gobiernos municipales rebeldes siguieron funcionando. ‘’Sólo se suspendieron los trabajos con los hermanos no zapatistas, pero otra vez los vamos a encontrar y atender. La JBG hace una apertura, porque somos un gobierno que obedece; lo que el pueblo pide y manda”.
Hace luego hincapié en la nueva ‘’vigilancia'’. Se rotarán semanalmente dos personas por municipio para estar presentes en el caracol vigilando a la JBG, para luego ir a informar a sus respectivos Marez (Municipios rebeldes autónomos zapatistas). ‘’No son una guardia. Ellos pueden tomar acciones si es necesario. Son la crítica de nuestro trabajo como gobierno'’.
En el camino, un campesino tzeltal, base de apoyo zapatista, describía esta nueva estructura de vigilancia en términos similares. Le pregunté:
-¿Y ya te va a tocar pronto estar en vigilancia?
-No creo. Pueden pasar años. Para la comisión (de vigilancia) van cada vez sólo dos compañeros por municipio, y somos miles.
Una mujer de la JBG agregaría en la entrevista que las comunidades estarán pendientes “para que el gobierno autónomo no abuse y sí sea justo”, y recalcó que durante la alerta roja la junta atendió “todos sus pendientes” y vio “a las distintas gentes que la buscaron”.
El hombre que hablaba anteriormente prosiguió: “Abrimos las oficinas ayer por la mañana, y hacia la tarde reanudamos las visitas a nuestros compañeros de los municipios”.
-¿O sea que aquí no hicieron fiesta para reabrir el caracol?
El indígena, rápido como flecha, replicó: “Para nosotros la fiesta fue este trabajo que hacemos. Ahora necesitamos crear, y los cambios que vienen valen la pena. Por eso nosotros estamos aquí para dar nuestro granito de arena”.