Enviado por Azkapena
Vender el Alma Mater (1ª parte)
Desde un artículo en la sección IRITZIA del Euskadi Información con título “Colaboración … ¿de armamentos?” y fecha del 27 de Nov. 1998, se ha instado “…a la comunidad universitaria a plantear abiertamente el tema y debatir en profundidad las consecuencias de este tipo de colaboración, así como a proponer alternativas.” Los autores, profesores y profesoras del Campus de Alava de la UPV/EHU plantean la necesidad de “…estrechar las relaciones entre Universidad y las empresas…” para una “…transferencia real de tecnología al sector productivo industrial…”, así como “…la posibilidad de una adecuada formación de los estudiantes universitarios en el terreno profesional…”. Afirman que esto constituye “…una importante demanda de la sociedad para con la Universidad…” y que la sociedad critica a esta institución por “…su alejamiento del mundo real…” Lo que desaprueban es la colaboración de la universidad con empresas del complejo militar-industrial como Gamesa por sus “…actividades que poco tienen que ver … con el desarrollo social, sino con la promoción de productos destinados a la destrucción de las sociedades.” Finalmente proponen solucionar el problema introduciendo “un componente ético en las colaboraciones …”
Con este tipo de planteamientos, seudo-críticas y propuestas light se está engañando a la sociedad, se consolida la “sostenibilidad” del status quo ‘holocaustico’ y se inhibe la búsqueda de soluciones alternativas reales. Considerando el apocalíptico desarrollo de las circunstancias de la “civilización” humana el reformismo anti-utópico sólo desmotiva pero no consigue evocar mucho debate.
Cuando l@s autor@s hablan de que “…las acusaciones más comúnmente vertidas desde distintos sectores sociales contra la institución universitaria es su alejamiento del mundo real, pues centra sus programas (…) en temas que (…) importan bien poco a la sociedad a la que la propia universidad pretende aportar soluciones” dan por hecho que el mundo real y los intereses de la sociedad coinciden con el mundo y los intereses de las empresas y los empresarios. Ni siquiera insinúan que la industria y su modelo de desarrollo tecnológico y económico podrían ser el causante de la situación global del planeta.
Hoy ya no hace falta que la industria armamentista “soborne” a científicos. Cualquier investigación supuestamente civil (salvo honrosas excepciones) esta en función de las necesidades del modelo de desarrollo occidental. Y el motor de este modelo de desarrollo con todo su esquema de valores y su lógica es la producción de material militar. Todas las crisis del sistema capitalista se han superado mediante un aumento de la inversión en la industria armamentista (a través de los impuestos del pueblo trabajador que encima luego les vota democráticamente).
No es correcto que la sociedad se beneficia de la colaboración entre la Universidad y la empresa privada. Los beneficiarios son los empresarios. Afirmar que la sociedad se beneficia indirectamente a través del beneficio de las empresas (tal como ya dijo un directivo de la General Motors y asesor presidencial: “todo lo que beneficie a la GM beneficia al pueblo americano”) es otro prejuicio asumido por la sociedad y por la “inteligencia” universitaria. Con estas creencias tendenciosas se bombardea constantemente a la gente sin dejar lugar al más mínimo análisis. Sería bueno que la Universidad elaborara un análisis crítico de su dependencia y lo transmitiera al menos a su alumnado como parte de su formación -si todavía puede.
Pretender evitar una colaboración con la industria armamentista introduciendo un “componente ético” es demasiado ingenuo. La colaboración de la Universidad con la industria armamentista es sólo la punta del iceberg de una problemática mucho más global. Por muchos criterios que formulemos para decidir con que empresa si y con cual no se debería colaborar, el resultado es el mismo (excepto un sutil lavado de cara). El gobierno subvencionará directamente la tecnología militar al ahorrarse en el presupuesto universitario aquella cantidad que las empresas están dispuestas a invertir en la Universidad. Económicamente la Universidad no gana nada y sin embargo se refuerza la dependencia de la Universidad y se aumenta la productividad de la industria militar.
En una segunda parte nos criticaremos precisamente la argumentación de la necesidad de una mayor colaboración entre Universidad e industria para “formar” especialistas más adecuados para esta última.
Gasteiz, 99. 6. 15
Walter Wendelin
Vender el Alma Mater (2ª parte)
En una anterior ocasión criticamos la superficialidad del planteamiento de l@s autor@s de un artículo en la sección IRITZIA del Euskadi Información con título “Colaboración … ¿de armamentos?” y fecha del 27 de Nov. 1998, que reducía la problemática de la colaboración entre la Universidad y la empresa privada a la complicidad en la producción armamentista pero abogaba por una mayor colaboración entre ambos. Hoy nos centraremos en el argumento de la necesidad de “…estrechar las relaciones entre Universidad y las empresas…” para “…la posibilidad de una adecuada formación de los estudiantes universitarios en el terreno profesional…”.
Plantear que la colaboración con la industria beneficia a la Universidad a través de “una potenciación de la formación en empresas de los estudiantes universitarios” significa aceptar la incapacidad de formar profesionales y querer transformar la Universidad en un preparatorio de la producción de especialistas de alto rendimiento para beneficio de empresarios.
Desde una perspectiva individualista una formación más acorde con las necesidades de los empresarios puede significar una mejor posición competitiva en la carrera por las migajas de la plusvalía (sueldo de lujo). Sin embargo una mayor oferta en número y “calidad” de especialistas disminuye la demanda de esclavos - perdón - especial-listas, disminuye su precio o sueldo.
Pero estos científicos y técnicos “especial-tontas” universitarios no crean ni empleo ni riqueza. Lo destruyen. Se inventan métodos de trabajo y tecnologías que aumentan la productividad disminuyendo la necesidad de mano de obra. Esto significa más paro, ¡no ocio, paro! en beneficio de los cuatro grandes empresarios, que pueden permitirse la inversión en nuevas tecnologías. Los pequeños están obligados a invertir aunque no quieran. El resultado es una “solidaria” autoexplotación junto con la explotación de l@s trabajador@s de su tallercito.
Pero por mucho que aumenten la productividad no crean riqueza. El “crecimiento económico” es un mito engaña-bobos. Aunque bobos somos todos y todas porque el “crecimiento económico” ha contaminado todo el inconsciente colectivo de nuestra sociedad y creemos en este valor supremo con fe firme. L@s progres no nos salvamos. Con él se justifica el paro y los recortes del estado de bienestar, la miseria, el hambre, la muerte en masa en los países empobrecidos. Incluso la guerra se justifica con el “crecimiento económico”. Deberíamos llamar al pan pan y sustituir el eufemismo de “crecimiento económico” por “concentración de riqueza”. Deberíamos dejar claro que al concentrar la riqueza del Mundo en manos de cada vez menos empresarios, banqueros y especuladores se va destruyendo riqueza a costa del medio ambiente y la humanidad y no creando.
Por lo tanto en el actual modelo de desarrollo una más “… adecuada formación de los estudiantes universitarios en el terreno profesional…” significa globalmente un perjuicio para la sociedad.
Otro error es insistir en que la Universidad está “tan necesitada” de financiación que es necesario la “colaboración” con la empresa privada. La Universidad es (o debería ser) una institución pública y por tanto disponer de los fondos que democráticamente se le atribuyen. Si se necesitan y no se obtienen (porque, p.ej., no se puede aumentar los impuestos a los especuladores) existe un déficit democrático. Por lo tanto, aducir la falta de fondos para proponer la venta del trabajo y los conocimientos de los investigadores a la empresa privada es apagar el fuego o la independencia de la Universidad con gasolina.
Últimamente varios empresarios de la industria de armamentos francesas y estadounidenses han comprado diversos medios de comunicación. Los mmcc crean una realidad virtual a través de un bombardeo de sobre-información dirigida e incapacita a la sociedad para ver hacia donde nos lleva el modelo de desarrollo. De esta des-información no sólo es responsable también la Universidad sino que ésta la padece tanto o más que la sociedad. Han tenido que salir las organizaciones indígenas a denunciar el AMI (acuerdo multilateral de inversiones) para pararle los pies a las multinacionales.
La información y el saber siguen siendo un poder necesario para enfrentarse al terrorismo de mercado de los grandes empresarios, banqueros y especuladores. Por eso no debemos permitir que se venda el Alma Mater al mejor postor sino insistir y luchar por la más absoluta independencia de la Universidad. Aunque quizás ya sea tarde para lograrlo de forma pacífica y sin alterar el orden establecido por las grandes empresas multinacionales.
Gasteiz, 99. 6. 15
Walter Wendelin