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:: Contra el fatalismo histórico: una crítica al marxismo ::
A mediados del siglo XIX, y en medio de pleno apogeo burgués, surge como una respuesta a las corrientes ideológicas imperantes, el moderno socialismo. Esta corriente espiritual, si bien no fue homogénea, ni en su inicio ni desarrollo, posee un rasgo común, pues todas las ramas del frondoso árbol socialista, apuntaban sus dardos al ordenamiento económico capitalista, como la principal fuente de malestar social
Contra el fatalismo histórico: una crítica al marxismo
A mediados del siglo XIX, y en medio de pleno apogeo burgués, surge como una respuesta a las corrientes ideológicas imperantes, el moderno socialismo. Esta corriente espiritual, si bien no fue homogénea, ni en su inicio ni desarrollo, posee un rasgo común, pues todas las ramas del frondoso árbol socialista, apuntaban sus dardos al ordenamiento económico capitalista, como la principal fuente de malestar social.
Ninguna quiso limitar su influencia al terreno meramente político, pues sabían que era la base económica de la sociedad la que tenía que ser transformada para pensar en una nueva conformación de la vida social. Si bien, el desarrollo del movimiento socialista, como tal, tiene una larga prehistoria , son dos corrientes las que ejercieron mayor influencia en el posterior desarrollo del movimiento obrero-y revolucionario en general- en la historia: el marxismo y el anarquismo. Ambas son hijas de su época, se mueven en el espectro de la ciencia y la técnica; no obstante aquello, presentan claras diferencias.
La corriente marxista, influenciada, en filosofía, por la dialéctica hegeliana, tuvo una peculiar singularidad, que la diferenció del resto: se tildó científica. Esta, se anudó más firmemente con el paradigma racionalista imperante, elaborando una concienzuda e importante interpretación histórica.
El anarquismo, por su parte, con una clara prehistoria filosófica y práctica, ha aceptado la ciencia como una fuente de la cual podemos beber, pero cuidado con ahogarse; quién mejor que Bakunin para expresarlo: “ la tarea de la ciencia es iluminar la vida, no gobernarla”. De igual manera, importante es conocer la polémica concerniente al rol del Estado en la transformación revolucionaria de la sociedad. Para la escuela marxista, el Estado moderno, es solamente una “superestructura” que se levanta sobre la base económica de cada época, o más precisamente, sobre un “modo de producción” determinado. A raíz de esta concepción del Estado, concibieron la idea de la “dictadura del proletariado” como fase “inevitable”, antes del comunismo que es , en resumidas cuentas, una superación dialéctica del capitalismo, o sea, la sociedad sin clases y sin Estado. Si bien Marx no desarrolló una idea coherente sobre el “Estado obrero”, esta fase se construye con el proletariado como clase dominante, para aplacar la contrarrevolución burguesa.
En contraposición a esta visión insuficiente, según mi juicio, del Estado, se encuentra la escuela anarquista. Esta, jamás ha desconocido la posibilidad de la amenaza externa a la revolución, pero no comparte la idea de dictadura socialista, pues consolidaría la soberanía de una nueva clase que-aun con las más honestas intenciones-se arrogaría nuevos privilegios y se presentaría como la violencia legítima de la revolución.
Este es, principalmente, el eje del debate entre Bakunin y Marx, en el seno de la primera internacional.
El posterior desarrollo de las escuelas socialistas, en todo caso, no estuvo exenta de divisiones y polémicas. Y no sólo entre anarquismo y marxismo, sino en el propio seno del socialismo estatal, tómese como ejemplo la controversia entre Marx y Lassalle.
En el anarquismo, también sucedió. La consolidación de la corriente anarco-comunista-cuyo iniciador y mayor exponente fue el sabio ruso, Pedro Kropotkin-, que abogó por un “anarquismo científico”, también fue objeto de severos cuestionamientos en el seno del propio movimiento anarquista. Pues este no ha sido ni homogéneo ni homogeneizable.
Importante es establecer, en todo caso, que la corriente más acérrima en su relación con la ciencia fue el marxismo. Pues, como dijimos anteriormente, fue esta la que desarrollo un análisis científico de la historia. Sin duda, la elaboración del materialismo histórico, es un valioso legado de Marx. Este se basa en el supuesto de que es el modo de producción * de cada época el que genera las manifestaciones tanto jurídicas como religiosas de la sociedad correspondiente. O sea, la “estructura económica” genera la “superestructura político-jurídico”de la sociedad. Este aserto, sin duda, se vislumbra en los escritos de Proudhon, el anarquista francés, y en muchos otros pensadores socialistas; por ende, la validez del análisis no es propio del marxismo ni tampoco una novedad en el campo socialista**. Rudolf Rocker , el doctrinario anarquista alemán, señala: “Todo aquel que se esfuerza seriamente por llegar al conocimiento de la razón de los fenómenos sociales , sabe que las formas económicas y las formas particulares de producción han desempeñado un papel en el desarrollo histórico de la humanidad”. Esa no es la peculiar característica del credo marxista, sino, más tarde anota Rocker:“la forma apodíctica con que Marx cimenta su concepción”**. Sin duda, que el estudio de Marx, sobre la sociedad y la historia, es fruto de una gran investigación crítica, la cual además implica una incisiva crítica a la burguesía y a su forma de obtener ganancias. No obstante, no veo coherencia entre la crítica de Marx al capitalismo, y algunas opiniones suyas vertidas en algunos de sus escritos. A modo de ejemplo, Marx, en sus “Futuros resultados de la dominación británica en la India” señala que, si bien Inglaterra al expandirse lo hizo “bajo el impulso de los intereses más mezquinos”, también generó un importante cambio al producir la más grande….revolución social que jamás ha visto Asia”. Acertadamente, Marx, expresa la dominación existente en las antiguas comunidades, con lo cual la dominación Británica no es la causante de todos los estragos; lo sorprendente es como Marx, según mi interpretación, expresa una clara actitud fatalista al decir “…a pesar de todos sus crímenes , Inglaterra fue el instrumento inconciente de la historia…”***. O sea , supone la inevitabilidad de un proceso social, para consolidar un fin posterior.
Fenómenos físicos y fenómenos sociales
En pleno siglo XIX, en medio de una naciente sociología, comenzó el apogeo de las incipientes ciencias sociales. La idea de la Física social, recordemos que así se le denominó originalmente a la sociología, influyó grandemente en el posterior desarrollo de la vida intelectual europea. Y las escuelas socialistas, no constituyeron la excepción.
Y sin duda, el socialismo marxista, fue presa de este grosero error. Si bien la historia presenta constantes, bastante arriesgado nos parece querer aplicar, por este motivo, “profecías” al posterior desarrollo de la sociedad humana. Sobre el cual, se pueden trazar, líneas, pero jamás leyes rígidas, por más científicas que estas se presenten.
La idea marxista-aunque algunos anarcos, también creyeron esto- del “inevitable” enfrentamiento entre burgueses y proletarios, nos parece un claro error. El surgimiento de las capas medias, constituye la mejor muestra de aquello. De igual manera, válido es recordar que Marx y Engels, creyeron ver en el campesinado nada más que un mero residuo del modo pequeño burgués de producción; y por este motivo lo condenaron a la zaga de la lucha revolucionaria.
Sobre este tema, no nos parece adecuado entrar en detalles, si sabemos que una de las más importantes revoluciones de la historia, como la sucedida en Rusia en 1917, ocurre en un país eminentemente agrario; a diferencia de Inglaterra, cuna del capitalismo, donde el movimiento socialista no se distinguió por su capacidad creadora. A pesar de que el segundo, desarrolló mayormente las “fuerzas productivas”, con una clara industrialización de la actividad económica.
Las supuestas leyes del desarrollo de la sociedad burguesa, quedan en bancarrota. Uno de los motivos, según nuestra apreciación, de este debacle teórico, se basa en el error equiparar los acontecimientos sociales con fenómenos físicos.
La ciencia se ocupa de fenómenos, en gran medida, ajenos a la voluntad humana.
Aquí sí es posible, con mayor seguridad, establecer cálculos sobre el futuro. Pero en el devenir de la evolución social, la misma seguridad de juicio, nos parece arriesgada.
Y por el sencillo hecho de que en los fenómenos físicos, la voluntad humana no interviene, o una persona no puede evitar las necesidades de su ser físico; mas, en los acontecimientos sociales, sí interviene el accionar del hombre. Aun cuando la ciencia actual ya no se base necesariamente en la observación empírica de un fenómeno,
a diferencia de décadas pasadas-ante lo cual las ciencias sociales quedan medianamente justificadas- sigue existiendo la posibilidad del fatalismo histórico. En relación a este tema Rocker comenta: “ ..nosotros sólo nos resistimos a la afirmación de que la marcha de la historia este sujeta a las mismas leyes de todo acontecimiento físico o mecánico de la naturaleza”****. Pues, si bien existe en la historia relaciones de causa-efecto, son de un origen muy distinto de los procesos físico-naturales, pues las primeras son resultantes de necesidades humanas, las segundas no.
La ambigüedad del concepto “cambio social”.
Uno de los aspectos que merecen ser revisados en cualquier teoría que busca mostrar nuevos derroteros para la vida social del género humano, es la idea del cambio en el seno de la sociedad. Sobretodo, cuando se cree que todo cambio es favorable, para consolidar el socialismo. De esta manera, la idea de la superación dialéctica del capitalismo, no necesariamente debe ir en rumbo al socialismo, sea en su forma estatal-provisoria o no-o libertaria.
Si bien es cierto, que la crisis material del capitalismo es lo que gatillará, una posible crisis social con la consecuente lucha contra la opresión, esta no tiene por qué tomar un matiz socialista. A modo de ejemplo, Simon Weil, la luchadora y filósofa francesa, comenta la edición del libro “El fin del capitalismo”, cuya autoría corresponde al alemán Ferdinand Freíd. En relación al texto, Weil apunta: “ Los revolucionarios…..cayeron en el error de buscar en ella una doctrina coherente…la idea esencial del libro es la del poder de la burocracia”****. Más adelante anota como en Alemania nazi, existían ciertas corrientes ideológicas que propugnaban por un capitalismo de Estado, con base en los sindicatos nacionalsocialistas. Es más, comenta la existencia de la revista “Die Tat”, la cual preconizaba el modelo recién expuesto. Más tarde, apunta Weil, que la escuela tecnocrática estadounidense, sin avenirse con ideales socialistas, buscaba que el control de la empresa estuviese en los técnicos, ya no en los obreros-como buscaban las diversas ramas socialistas-ni tampoco en la antigua clase capitalista. ¿Podía constituir esto una superación del capitalismo? no lo sabemos a ciencia cierta, pero sí al menos parecía ser un camino para ello.
Asimismo, no se puede olvidar que el nazismo, aun siendo apoyado por los junkers de la industria pesada alemana, contó con un importante apoyo popular y ,que de una u otra manera, a la burguesía se le escapó de las manos aquel vesánico movimiento social
Por ende, nos parece insuficiente tachar, como lo hacen círculos marxistas, al nazismo, como movimiento de “pequeña burguesía”, pues la solidez de su raigambre social-con un fervor religioso-trascendió ,en gran medida, las clases sociales, integrándose también amplios márgenes de la clase obrera al discurso nazi.
En definitiva, lo que despierta recelo, en muchos de nosotros, es el “evolucionismo” en lo social, la cual puede convertirse en una fuente de extravíos, pues como expusimos, los cambios sociales, pueden tomar muchas formas, no necesariamente la socialista, a diferencia de lo que muchos tienden a creer.
El proletariado ¿misión histórica?
La época en que Marx y Bakunin escribían, ha cambiado. Los discursos se homogenizan, en la “sociedad de consumo”, tanto el rico como el pobre bailan “rojo”. La clase obrera, se integra, por los menos en los países altamente industrializados, al bienestar del modelo económico capitalista. Marcuse, a raíz de esto plantea: La clase obrera ha perdido el rol subversivo de antaño******.
Ciertamente, ese aserto que escandalizó la ortodoxia marxista, en plena guerra fría, posee gran validez. Mas, desde variadas perspectivas, y por variados motivos, en años anteriores a Herbert Marcuse, ya se cuestionaba ese rol mesiánico atribuido al proletariado.
A modo de ejemplo, Rudolf Rocker, escribe en su ensayo “Influencias del absolutismo en las ideas socialistas”, que entre la clase social de un individuo y su pensamiento político, no existe relación forzosa. Arguye, en torno a esto, que ni Marx, Bakunin , Engels, ni Kropotkin, eran proletarios; mas, sin duda, se comprometieron con el ideal socialista.
Por otra parte, comenta Rocker, los representantes del totalitarismo político del siglo XX, no provenían de la burguesía, sino del proletariado. Ni Hitler, ni Stalin, Ni Mussolini,eran burgueses. Ante esto, alguien podría suponer que el ideal socialista esta asociado con la burguesía y que el ideal totalitario reaccionario al proletariado….no, eso no es así, no existen relaciones forzosas en la historia, sólo posibilidades históricas.
En relación al papel mesiánico que muchas corrientes socialistas atribuyeron a la clase obrera, es parte, según nuestro juicio, de una clara idealización de los espacios y los actores sociales. Lo que podría convertirse en un arma de doble filo, pues esta es un claro aliciente para generar supersticiosas y fatalistas actitudes frente al porvenir de la historia. Volvamos a las palabras de Simon Weil : “…nada permite decirle a los obreros que tienen una “misión”.con más derecho que los esclavos de la antigüedad o los siervos de la edad media….como los esclavos, como los siervos, son desgraciados, injustamente desgraciados, esta bien que se defiendan, sería hermoso que se liberasen; no hay nada más que agregar”. Más tarde, anota tajante: “ Las ilusiones que se les prodiga, en un lenguaje que mezcla deplorablemente los lugares comunes de la religión con los de la ciencia, les serán funestos”*******. Cómo es posible, que una doctrina como el marxismo, que se ufanó de científica, mezclase un lenguaje judeo-cristiano con los de la ciencia.
Anarquismo contra socialismo fatalista
El anarquismo, esto, es la corriente que se enfrenta contra cualquier forma de dominación social, sea capitalista o no, no transita por el sendero fatalista del marxismo.
Cómo es posible, que una corriente socialista, que gustosa realizó “profecías” sobre el devenir histórico, haya demostrado ser un claro fracaso. El filósofo y escritor francés Albert Camus, escribe de una manera terminante: “Su fracaso se debe ….. a un método lo bastante ambiguo como para querer ser al mismo tiempo determinista y profético, dialéctico y dogmático…la tarea del materialismo histórico no puede ser otra que la de formular la crítica de la sociedad presente; con respecto a la sociedad futura sólo puede hacer suposiciones”. Más tarde apunta: “ El marxismo no es científico; es , en el mejor caso, cientificista. Pone de manifiesto, el divorcio profundo que se ha producido entre la razón científica, fecundo instrumento de investigación, de pensamiento y hasta de rebelión, y la razón histórica, inventada por la ideología alemana en su negación de todo principio…No se hace progresar el problema declarando que no se trata del final de la historia, sino del salto a otra historia. No nos podemos imaginar esta otra historia sino de acuerdo con nuestra propia historia, para el hombre ambas no son más que una”********.
Este ensayo expresa medianamente lo que siento, en relación al determinismo en el credo socialista; será posible, en pleno siglo XXI, una transformación libertaria de la sociedad, no lo sabemos; pero sí sé, al menos, que las actitudes fatalistas no contribuirán demasiado, pues creo que la historia es una oportunidad, no un devenir eterno.
En todo caso, el diálogo esta abierto.
Citas y Bibliografía
*Forma en que se organizan las “fuerzas productivas”, estas constituyen las condiciones materiales de producción, maquinarias, entre otros.
**Rocker, Rudolf. Nacionalismo Y Cultura, cita tomada de su primer capítulo, editorial Tupac, Buenos Aires, año 1942.
***Marx, Karl. Cita extraída de su escrito “Futuros resultados de la dominación británica en la India”, aparecido en el tomo 1 de sus “Obras Completas”,editorial Progreso, Moscú, año 1974.
****Rocker, Rudolf. Ibid.
*****Weil, Simon, cita extraída de su ensayo, “Reflexiones sobre la tecnocracia,el nacionalsocialismo, la URSS y algunos otros puntos”, ensayo aparecido en su libro “Opresión y Libertad”.
******Marcuse; Herbert. “El Hombre unidimensional”.
*******Weil, Simon. “Sobre las contradicciones del marxismo”, ensayo aparecido en “Opresión y libertad”.
********Camus, Albert. “El hombre rebelde”, páginas 205-206-207. Editorial Losada
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> Contra el fatalismo histórico: una crítica al marxismo
19 de agosto de 2005
Tan fatalista fue la secta marxista como la secta anarquista o las otras sectas del socialismo.
El fatalismo fue una característica de los movimientos sociales milenaristas en los cuales influyó el socialismo moderno.
El fatalismo, en cierta forma, es otro nombre del determinismo.
Pero, tanto en el campo del marxismo como del anarquismo hay voluntaristas, y mucho.
Malatesta fue voluntarista; Kropotkin, determinista. Lenin, voluntarista; Kautsky, “fatalista”; and so… Aparte de que Lenin, al contrario de los otros que señalé, fue un hijo de puta, pera ya ese es otro cantar.
Y, bueno, puedes ser anarquista y partir del Materialismo Histórico. Eso fue Bakunin. El “marxismo” es mucho más que el Materialismo Histórico y la Lucha de Clases. Como puedes ser anarquista y asegurarnos que el Liberalismo es la mejor opción de la vida, especialmente si pagan por eso.-
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