Muertes de civiles ponen en la picota a las fuerzas policiales españolas
Agentes no debieron usar armas de fuego en el caso del peruano muerto. Culpable del deceso de Isaac Gómez no ha sido suspendido
MADRID. El 22 de julio, el joven brasileño Jean Charles de Menezes moría en el metro de Londres por disparos de policías ingleses realizados cuando estaba inmovilizado y maniatado en el suelo. Nadie sabe hasta ahora por qué creyeron que podía ser un terrorista. Había entrado al metro caminando tranquilamente e iba rumbo a su trabajo como electricista.
Tras muchos días de confusos pretextos, hoy se sabe que todo fue un error de la policía londinense que le costó la vida a un inocente y que las autoridades trataron de maquillar burdamente.
El 24 de julio, un ciudadano español, Juan Martínez Galdeano, agricultor de la zona, entró en un cuartel de la Guardia Civil Española en Almería para denunciar un altercado con otros vecinos por una discusión de tránsito. Martínez no volvería a salir con vida del cuartel. Seis agentes lo golpearon con objetos que incluían una porra ilegal que causa electroshocks, lo esposaron e inmovilizaron contra el suelo pegándole hasta matarlo.
El 18 de agosto, en Madrid, un agente de la Policía Nacional Española mató de un disparo al peruano Isaac Miguel Gómez Chapilliquén, de 21 años de edad. El peruano, supuestamente, formaba parte de una banda que robaba vehículos y otros objetos de valor y que estaba integrada, además, por un español hijo de peruanos y un ecuatoriano.
Ese día, cuatro agentes de la comisaría del barrio madrileño de Vallecas montaban un dispositivo de vigilancia en una calle sin salida de ese distrito. Sabían que los delincuentes llegarían en un vehículo robado para subirse a otro automóvil, también robado, que estaba estacionado en esa calle. El problema empezó cuando, inexplicablemente, se unieron a la operación otros dos policías que estaban fuera de servicio.
Uno de estos últimos fue el que disparó contra Gómez Chapilliquén, quien, al igual que sus dos amigos, iba desarmado.
La policía ha dado dos versiones diferentes sobre el hecho, asegurando en todo caso que se trató de un balazo accidental. Primero señaló que el arma se disparó en un forcejeo entre el agente Gómez Chapilliquén, y luego ha indicado que uno de los ‘compinches’ del peruano, el ecuatoriano Oswaldo Patricio Vintimilla Ramos, se abalanzó sobre el policía, lo que provocó la descarga.
En España, convulsionada como el resto del mundo por el caso de De Menezes, las muertes de Martínez Galdeano y de Gómez Chapilliquén han abierto un debate sobre las acciones de las fuerzas de seguridad que parecen claramente mucho más que meros excesos.
EXPLICACIONES
El diario “El Mundo” editorializó el pasado sábado el caso de la muerte de Isaac Miguel Gómez Chapilliquén. Bajo el título “La policía debe aclarar cuanto antes lo ocurrido en Vallecas”, el diario señala varias “zonas de sombra” en el suceso.
Resalta el hecho de que el policía autor del disparo mortal estaba en su día libre. Según la policía, este agente se unió a sus compañeros que montaban el dispositivo de vigilancia de forma casual, cuando paseaba por allí. Pero “El Mundo” destaca que es una versión poco creíble, ya que la calle en cuestión es “un callejón perdido de Vallecas (zona obrera de Madrid), donde no hay bares ni comercios”, y que ya eran más de las 10 de la noche.
También señala que llama la atención que entre cuatro experimentados agentes no sean capaces de reducir a jóvenes de entre 19 y 21 años, desarmados, sin tener que exhibir sus pistolas y, desde luego, sin hacer uso de ellas.
Las normas indican que un agente no puede sacar su arma a menos de que vea que los delincuentes exhiben las suyas, algo que no ocurrió, porque los detenidos y el fallecido iban desarmados. La “escopeta de cañones recortados” con la que, según la policía, delinquían los tres ladrones no ha sido encontrada hasta la fecha.
CASO CHAPILLIQUÉN
El ecuatoriano Vintimilla Ramos, que acompañaba a Gómez Chapilliquén y que, como el tercer “compinche en cuestión”, fue detenido aquella noche, fue puesto en libertad a los pocos días. “Esto no coincide con la versión oficial de que era una banda peligrosísima. Si fuera así, ¿por qué los sueltan tan rápido?”, dice Demóstenes Mamani, abogado de la novia (una española) y de la familia de Gómez que se ha presentado en la causa judicial.
En todo caso, la versión del ecuatoriano contradice totalmente a la de la policía. Él está dispuesto a mantenerla ante el juez a pesar del miedo que siente. Afirma que los agentes iban de civil, que no se identificaron como policías, que uno de ellos se acercó hasta él, le puso una pistola en la sien y los obligó a bajar del automóvil. Luego fue esposado y oyó un disparo. Vio a un agente ensangrentado que le pasó el arma homicida.
Aunque se ha abierto un sumario judicial y una investigación interna, y a pesar de que la Cancillería Española ha asegurado al Gobierno Peruano que dará un informe exhaustivo y a la brevedad posible, hasta ahora no hay nada oficial.
El informe de la autopsia, contrariamente a lo que se difundió esta semana, tardará un par de meses en ser emitido.
Mientras tanto, el agente que disparó y mató al peruano ni siquiera ha sido separado del servicio y sigue patrulllando las calles de Madrid, un tratamiento distinto al aplicado a los agentes implicados en la muerte del agricultor español Martínez Galdeano, quienes están suspendidos mientras se realiza la investigación.
Casos relacionados
La mayor parte de los medios de comunicación españoles relaciona los casos De Menezes, Martínez Galdeano y Gómez Chapilliquén y reclama que el Ministerio del Interior realice una aclaración urgente de los hechos.