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López Obrador no es Lula

31.08.05

Martes 30 de agosto de 2005

Marco Rascón
La Jornada

La predicciónde Frei Betto
Asesor de Luiz Inacio Lula da Silva hasta el pasado diciembre de 2004, referencia central de la izquierda católica latinoamericana, Frei Betto ha lanzado un pronóstico y una advertencia a la izquierda mexicana en torno a la dramática claudicación de gran parte de sus intelectuales, mismas que se desprenden de los señalamientos que hizo a la actuación del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil.

Frei Betto ha hablado del dolor y la tristeza que significa que el partido que ayudó a fundar hace 25 años haya hecho más daño a la izquierda brasileña que la misma derecha. “La derecha brasileña no consiguió en décadas lo que un pequeño núcleo de líderes petistas logró en pocos años: desmoralizar a la izquierda.” Dijo también que “después de trabajar junto a los movimientos populares para construir una nueva propuesta, un pequeño grupo de dirigentes mete el pie y el alma en la corrupción, comprometiendo todo un proyecto”. Agregó que “en los últimos años pasé por la caída del Muro de Berlín, la derrota de la revolución sandinista, y ahora por este desencanto con el proceso político brasileño, agravado por la desmoralización de la izquierda”.

A diferencia del caso brasileño, la corrupción en el PRD mexicano ya venía desde 1996, cuando pactó cupularmente la llamada “transición pactada” con Ernesto Zedillo, de la cual no se conocen los términos, pero sí el resultado de una debacle ideológica, ética y programática que se manifestó en la violación y desprecio sistemático a la legalidad, la corrupción de sus dirigentes, el fraccionalismo estructural y el alejamiento de los compromisos fundamentales con el movimiento democrático.

Esa vanguardia de la descomposición de la izquierda mexicana, a diferencia de Brasil, supuestamente pone al partido en la posibilidad de ganar, ya que su jefe, Andrés Manuel López Obrador, responsable directo del estado que guarda el PRD actual es quien encabeza las encuestas.

Mientras en Brasil la izquierda sale a demandar el cuestionamiento a Lula y a los autores de la corrupción, aquí se les considera víctimas de los medios de la oligarquía, se les escucha con todo respeto en el Congreso y continúan declarando como si no pasara nada.

En México toda denuncia y crítica a la descomposición perredista y lopezobradorista desde la izquierda se considera parte de un “complot de la derecha contra López Obrador” y se protege a ese núcleo que integran desde Rosario Robles, René Bejarano hasta los que determinan la vida interna del partido, divididos en grupos de reparto de intereses. Los defensores del supuesto triunfo a toda costa reaccionan frente a la crítica escrita, epistolar, mientras guardan silencio frente a los desmanes de perredistas que asaltan el Congreso local de la ciudad para atacar a su propio compañero en comparecencia transmitida en horario estelar.

En Brasil la corrupción hacia otros partidos ha generado una reacción de masas contra esos hechos, mientras en México la izquierda electoral los solapa y glorifica, ¡y los repite! Frei Betto sería considerado aquí un resentido envidioso.

A diferencia de lo que ocurre con el PT de Brasil, el PRD no ha llegado a la Presidencia. Pregunta para toda la izquierda mexicana y latinoamericana: ¿cuál es el objetivo de tomar el poder si nada puede hacerse? ¿Es justa la idea de que para llegar al poder hay que derechizarse, como ya hace el candidato del PRD desde la campaña, deslindándose con anticipación de la izquierda? ¿Nos engaña López Obrador con la verdad?

La crítica de Frei Betto se aplica a México, con la diferencia de que allá todavía existe una izquierda crítica y militante que impone el criterio de la memoria y denomina traición a la corrupción.

Frente a la crítica por el discurso derechizado, las alianzas salinistas, el auspicio zedillista, el programa de los 50 puntos -que constituye no sólo un listado ramplón de conceptos deshilvanados, sino un abierto compromiso con las políticas neoliberales en lo social y económico-, el PRD y López Obrador prefieren convertir la crítica en “insulto”, pues no tienen nada para responder que no sea el silencio taimado.

Fernando Henrique Cardoso, antecesor de Lula en la presidencia y dirigente de la socialdemocracia brasileña, aprieta el cerco contra el PT y se pregunta frente a los hechos de corrupción del partido: “¿Será que Lula no vio nada? Si no vio nada, ¿cómo pudo llegar a ser presidente? (…) No es posible que se hayan hecho tantas cosas equivocadas y que nadie lo haya percibido”, sentenció.

López Obrador, a diferencia de Lula, conduce a una gran derrota histórica, precisamente en el momento en que la izquierda mexicana tenía posibilidades reales de ganar la Presidencia y llevar adelante un programa de reformas progresistas para el país. Con su derrota, después de julio de 2006, desaparecerá el PRD. Muchos intelectuales dirán entonces ¿qué pasó? Si íbamos ganando, ¿por qué perdimos? ¿Por qué nadie lo advirtió?

López Obrador ya no estará ahí para dar respuestas, pues estará en algún lugar de Macuspana…


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