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Dramático aumento de la delincuencia en Chile

03.09.05

Por el Profesor Fredi Feito.

Con estupor e impotencia observamos como día a día aumenta la delincuencia en nuestro país, sin que, aparentemente, los ciudadanos honestos como usted o como yo podamos ponerle atajo.
Si usted lee los periódicos, ve un noticiario de televisión, navega por Internet en busca de noticias o simplemente las escucha en la radio, podrá constatar que este asunto de la delincuencia nos ha superado.
Este fenómeno es de tal magnitud que usted ya no sólo está expuesto a ser víctima de ésta de manera tradicional, es decir a través del mentado carterazo, el cogoteo, el lanzazo, el cuento del tío y otros, sino que además se expone hoy a una serie de nuevos delitos atroces de los cuales usted puede ser víctima.
Sin temor a exagerar podemos afirmar que los delincuentes han infiltrado todos los estamentos de nuestra sociedad.
Por ejemplo: usted enciende el televisor y resulta que hay un tipo cantando (o intentando hacerlo) y finalmente resulta ser un traficante de drogas; si usted visita el Parlamento o la Casa de Gobierno se encuentra con un montón de timadores y embusteros profesionales y otro montón de gente investigada por evasión de impuestos, corrupción, pedofilia, tráfico de influencia, armas, drogas y otros. Si usted va a cancelar su cuenta de teléfonos, luz o agua, se topa con unos tipos y tipas en actitud sospechosa sentados tras sendos escritorios quienes, por orden superior, le niegan todo reclamo por algún cobro abusivo del que ha sido víctima; para qué decir cuando uno entra a un banco y observa la cara de vampiro con que lo mira el ejecutivo de cuentas o se acerca a su AFP a reclamar por la misteriosa disminución de sus fondos previsionales o a su Isapre a comprar un bono de prestación médica que generalmente resulta que su plan no cubre.
Es decir, vaya donde usted vaya se expone a ser robado, vejado, ultrajado o sea víctima de la delincuencia y lo peor es que no tiene donde reclamar… la policía y los juzgados no tiene competencia frente a estos delitos.
Este fenómeno, que tal como la delincuencia tradicional no es del todo nuevo, ha adquirido una dimensión insospechada y ha sido bautizada por expertos en la materia como “la neodelincuencia”.

Todo comenzó hace algunas décadas atrás cuando un grupo de rufianes dio un golpe y se apoderó del estado de Chile. Desde un principio la cosa resultó sospechosa toda vez que uno de los cabecillas de la banda, frente a las cámaras de televisión por cadena nacional, desenfundó su pistola marca Luger y la puso sobre su escritorio, diciendo con voz firme y varonil: “si me sorprenden enriqueciéndome en el ejercicio del poder, que me maten con esta misma pistola”, resultando que el arma era una pieza de colección que le había regalado Paul Scheaffer, la cual se había estropeado en la Segunda Guerra Mundial. Afortunadamente para el mencionado, hasta el día de su muerte, nadie de los que supo de su enriquecimiento ilícito se animó a tomar el arma para pegarle un tiro y hoy día da lo mismo porque ya casi nadie se acuerda de él ni le interesa rematarlo.
De ahí en adelante la cosa fue coser y cantar, se apropiaron de todo lo susceptible de ser apropiado: de las empresas del estado, los bancos, las joyas donadas por incautos(as) para la reconstrucción de la patria, los ahorros de la gente, el 10% de las ventas del cobre, el 10% de los jubilados: se apoderaron del tráfico de armas, de drogas, montaron grandes empresas de lavado de dinero, consiguieron créditos en el exterior los cuales posteriormente le endosaron su pago al Estado, etc.
Paralelamente implementaron sendos centros de tortura, campos de concentración, llenaron las cárceles de supuestos delincuentes y terroristas, asesinaron a cuanto cristiano se les puso por delante (igualito que en los circos romanos), impusieron una Constitución Política para salvaguardar sus preciados valores y se autodenominaron salvadores de la patria.
¿Qué tal? ¿Qué le parece? Al Capone, Bonnie and Clide, El Padrino, Emile Dubois, Butsh Cassidy y Sundance Kid, los hermanos Dalton, el Cabro Carrera, la Geisha Chilena y la suma de todos los anteriores palidece ante tamaña maestría.

Mas luego vendría la democracia y para no correr riesgos concensuaron con sus sucesores una serie de leyes en virtud de las cuales se impedía investigar los ilícitos cometidos durante los últimos 17 años, tanto los ilícitos de orden humano como los relacionados con dinero; a cambio los instruyeron en la neodelincuencia, sin desmerecer el hecho que muchos de ellos venían participando desde un principio en el reparto y en diversas escuelas de cuadros dictadas con esos fines en los recintos de Colonia Dignidad por el hoy difunto Senador, el mismo que de vez en cuando se comunica de ultratumba con uno de sus discípulos.
Entonces todos felices y contentos, la neodelincuencia recibió un vigoroso espaldarazo.

Comenzaron a sucederse una serie de hechos demostrativos de lo anteriormente señalado: la presunta apropiación por parte de ciertos funcionarios del nuevo gobierno de los dineros destinados por el estado alemán para la reinserción de los exiliados, las presuntas platas malversadas de diversas entidades públicas como el Fosis, el Banco del Estado, Ministerio de Obras Públicas, Universidades Estatales, de proyectos inmobiliarios, viales, plazas de peajes, revisiones técnicas, la firma de contratos ilícitos para favorecer a la parentela, millonarios sobre sueldos, captación de coimas provenientes de la empresa privada, asignación de sueldos desmedidos a generales, jueces y políticos profesionales, etc.…etc.
Y en ínter tanto, usted amigo, amiga, por ser honesto(a) y trabajador(a) anda a tropezones con sus ingresos intentando estirarlos hasta fin de mes. No hay salud que aguante.

No obstante es menester ser justos y mesurados con el tratamiento del tema de la delincuencia; no se puede meter a todos los delincuentes en el mismo saco.
Usted no puede pensar que es lo mismo un delincuente que roba para sobrevivir que aquel que roba para enriquecerse.
Al primero si lo pillan generalmente es torturado, procesado y finalmente se va en cana en condiciones infrahumanas; al segundo si lo pillan lo tratan con guante blanco, se va a una cárcel cinco estrellas, luego indultado y en caso de muerte le rinde homenaje el Senado de la República.
Al primero le publican su crimen en la portada de algún diario sensacionalista, le dedican un programa entero de televisión para poner en relieve el salvajismo de su proceder; al otro le conceden una entrevista exculpatoria en un prestigioso medio escrito y luego lo invitan a ser parte de la farándula televisiva…y suma y sigue, no es lo mismo, no nos confundamos.

El caso es que, tanto a usted amiga, amigo, como a mí, ciudadanos honestos que nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente, el tema de la delincuencia no deja de ser preocupante, los que quedan al medio generalmente pagan los platos rotos.
El tema es entonces cómo enfrentarlo.
Frente al delincuente tradicional la cosa no es tan complicada: podemos recurrir a la policía, exigir mayor vigilancia, penas más severas, denegación de la libertad bajo fianza para los malhechores, instalar alarmas, juntarnos con los vecinos y pagar a una empresa privada de vigilancia etc.; también podemos intentar un método un poco más inteligente que se aplicó en nuestro país hace más de 30 años y que hoy tan solo unos pocos países lo siguen aplicando por anticuado, que consiste en dar reales oportunidades de estudio y de trabajo a los malandras, de modo tal que no tengan que delinquir para sobrevivir y puedan llevar una vida digna.
El problema mayor son los otros delincuentes, los neodelincuentes, los que delinquen para enriquecerse, los que lucran con nuestras necesidades, los que ganan fraudulentamente las licitaciones, los que amasan fortuna con el servicio público, los que con los excedentes abren cuentas secretas en las Islas Caimanes o en el país de papá.

El Profesor Feito, que como a usted le consta se preocupa por su bienestar y el de los suyos, se permite esta vez darle, modestamente, algunos consejos a modo de que usted pueda neutralizar el tremendo poder e influencia que los neodelincuentes tienen sobre nuestra sociedad y específicamente sobre nuestro patrimonio:
1.- cuando se vea en la obligación de concurrir a una empresa de utilidad pública, un banco, una AFP o algo similar, no pestañee, mantenga los ojos bien abiertos, lea la letra chica y no pierda la concentración ni por un segundo.
2.- cámbiese de su Isapre al sistema de salud público, al menos de ese modo su dinero será repartido entre más personas.
3.- pague en impuestos lo estrictamente necesario, teniendo en cuenta siempre donde va a parar su contribución.
4.- no acepte cheques, insista en que su sueldo se lo paguen en efectivo; uno nunca sabe…
5.- no contrate ningún tipo de seguro ya que lo más probable es que la póliza no le cubra lo perdido o lo dañado.
6.- no le de a nadie su voto, puede ser usado en su contra.
7.- no done las monedas de su vuelto a El Refugio de Cristo ni fundación parecida en las cajas de supermercados, farmacias y multitiendas, pues sabrá usted que ese dinero pasa directamente a incrementar las ganancias de estas empresas.
8.- si es el caso devuelva todas sus tarjetas de crédito, cierre su cuenta corriente y a todo evento guarde su dinero en un barretín debidamente oculto en algún lugar de su casa.
Estos sencillos consejos le pueden servir de algo, al menos un paliativo.

No obstante, el mejor consejo que le podemos dar, es el que han seguido millones de chilenos de mutuo propio: no crea en eso de que las instituciones funcionan, en eso de que todos somos iguales ante la ley, de que somos los jaguares de Latinoamérica ni en pomadas parecidas.
Crea en sus iguales, sea con ellos(as) solidario(a), amoroso(a), respetuoso(a), cariñoso(a).
Por último júntese con los buenos para, intentar al menos, terminar de una buena vez, inteligentemente y sin dobleces, con la delincuencia… en todos sus formatos.

Valparaíso-Chile, Agosto de 2005.

Nota de Clajadep:
El profesor Fredi Feito es colaborador habitual de pasquines y páginas rebeldes como la de Clajadep.


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