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Entrevista a María del Carmen, de la comunidad chichimeca huachichil: No pretendemos más que estar de paso por este mundo tan globalizado que poco a poco nos va quitando el sentido de colectividad

04.09.05

Sábado 3 de septiembre de 2005

“Sólo queremos paz y respeto a nuestros derechos”

Monterrey, NL, México, 2 de septiembre.
María del Carmen Alvarez Juárez, chichimeca huachichil, dice que a pesar de que en el país hay diseminados 62 pueblos indígenas con una población de aproximadamente 12 millones, no se ve reflejado en las políticas públicas ni en los puestos de decisión que tienen que ver con los presupuestos.

“Somos pueblo, no estamos en posiciones de ‘yo sí, tú no’; los que no quieren reconocernos son los gobiernos, no nuestros hermanos indígenas o quienes no lo son, aunque hay que recalcar, tenemos la misma raíz toda la población, pero hay resistencias de aquellos que ya no se reconocen”, dice esta mujer que emigró a Monterrey desde su natal Guanajuato.

“Dicen que los indígenas somos pobres porque somos flojos, y no, somos pobres en el sentido del dinero, porque no tendemos a acumular riquezas, a sobrexplotar la tierra, a explotar a nuestros hermanos; nosotros queremos una convivencia armónica con la naturaleza, con el entorno, y no pretendemos más que estar de paso por este mundo tan globalizado que poco a poco nos va quitando el sentido de colectividad; hacer lo mejor que tenemos, y dejar algo para los que vienen que les llame a arraigarse en esta tierra.

“Lo único que los pueblos pretendían era vivir en paz, no la acumulación de riquezas; nosotros no estábamos peleando por llegar al poder, jamás hemos peleado por ser los poderosos, sino por estar armónicamente en nuestra nación viviendo.

“Se creó el derecho a la tierra, ¿para qué si ya la teníamos? Eramos los dueños, ¡vaya, no dueños, sino los que la habitaban, porque para nosotros la tierra no es de nadie, porque es la que nos cobija y es nuestra madre!”

Sostiene que “los indígenas han sido usados siempre como carne de cañón; pero no piden revanchas, favores ni migajas, sólo el reconocimiento de sus derechos, que les niegan los que desconocen o reniegan de sus raíces, a pesar de llevar la misma sangre”.

Reivindicadores de su pasado, dice que están dispuestos a enfrentar la globalización como “indígenas del siglo XXI”, con el reposicionamiento de su cultura, para buscar un rencuentro con la historia.


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