Por Maximiliano Sbarbi Osuna bruixland@yahoo.com
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Los pilares de la revolución popular que arrancó a Ucrania del dominio ruso de varios siglos y que condujo al país a un estrecho acercamiento con la Unión Europea, se han desmoronado tras la renuncia y las masivas destituciones acometidas por el presidente Víctor Yuschenko.
Una de las afectadas fue la ex primera ministra Yulia Timoshenko, quien junto al actual presidente encabezó la Revolución Naranja en diciembre pasado, por medio de la cuál la población salió en masa a respaldar a Yuschenko en contra del candidato oficialista, el prorruso Víktor Yanúkovich.
Escándalos
La bandera de la anticorrupción fue el principal argumento de campaña de Yuschenko y de su asesor Petro Poroshenko. Los masivos sobornos y malversaciones de fondos públicos descubiertos durante el gobierno anterior, presidido por Leonid Kuchma (1994-2004), inclinaron la balanza de los votantes hacia el pronorteamericano y pro europeo Yuschenko. Sin embargo el principal blanco de las acusaciones de corrupción fue el secretario del Consejo de Seguridad Nacional y de Defensa de Ucrania, Poroshenko, muy allegado al presidente.
Poroshenko presentó su renuncia junto con otros ministros, pero Yuschenko obligó a rnunciar a la carismática Yulia Timoshenko.
El carisma de la “dama naranja”
Los analistas difieren sobre los motivos del alejamiento forzado del gobierno de la primera ministra Timoshenko, conocida también como la “dama naranja” o la mal llamada “evita ucraniana”.
Algunos sostienen que las excesivas críticas a Rusia estaban poniendo en juego las relaciones del gobierno con su país vecino, del cuál depende económicamente, ya que casi todo el comercio se realiza con Moscú.
Aunque Europa y EE.UU. apoyaron a Yuschenko y aumentaron el comercio con Ucrania, la dependencia de Rusia sigue siendo muy marcada, además la mitad de la población habla ruso como lengua principal.
Por otra parte, la independencia de Yulia del gobierno molestaban a Yuschenko.
Otros analistas consideran que Timoshenko fue la principal responsable de criticar la corrupción del gobierno con el fin de apartarse y de crear su propio espacio político con la mira puesta en las elecciones legislaivas que se van a realizar en marzo.
Timoshenko goza de una gran popularidad en el oeste del país, es decir entre los que hablan la lengua ucraniana.
No es la primera vez que Timoshenko debe dejar el cargo de primera ministra. Durante el gobierno de Kuchma renunció para diferenciarse de la corrupción del presidente y para crear su propio partido político con Yuschenko, que fue el que triunfó en diciembre pasado durante la revolución naranja.
La revolución naranja
Los hechos se sucedieron más o menos así: un presidente (Leonid Kuchma) que gobernó diez años con vaivenes entre Washington y Europa por un lado y Moscú por el otro, un ex primer ministro financiado por EE.UU. alejado del gobierno y candidato a las elecciones presidenciales de 2004 (Víktor Yuschenko), denuncias de fraude en los comicios que consagraron victorioso al candidato del gobierno y de Moscú, manifestaciones callejeras conducidas por ONGs promovidas desde el exterior, que protestaron contra el fraude y por último, la deslegitimación de los comicios,
La Unión Europea no reconoció los resultados y las ONGs norteamericanas que ya habían invertido dinero en grupos políticos ucranianos, llamaron a rebelarse contra el gobierno y a llenar las calles de manifestantes de color naranja.
Ante el descrédito internacional fue necesario repetir las elecciones de las cuáles salió triunfador el cadidato de Washington, con su imagen pública totalmente alejada de su pasado cuando fue miembro del régimen anterior.
La importancia de Ucrania
Rusia y Ucrania han estado más que unidas a lo largo de la historia, se podría decir que nacieron juntas. Los pueblos eslavos permanecían muy cercanos y no se diferenciaban en naciones, hasta que en siglo XV los asentamientos occidentales empezaron a separarse de los orientales y se llamaron a sí mismos ucranianos.
En el siglo XVI Rusia y Ucrania lucharon juntos contra los reinos feudales polacos y lituanos y contra los tártaros de Crimea. Ucrania mantuvo su autonomía hasta 1796, que pasó a formar parte del territorio ruso, llamado Malo Rossiya (Rusia chica). Con la revolución de octubre de 1917, el país entró en la Unión Soviética, luego de la ocupación austro-alemana y de una guerra civil.
Ucrania jugó un papel importante a fines de 1991 en la disolución de la URSS, ya que junto con Rusia, Bielorrusia firmaron el fin de la era soviética.
Luego de la independencia, los lazos entre ambos países siguieron siendo estrechos.
Existen motivos políticos y económicos por los cuáles Occidente y Rusia buscan mantener a Ucrania bajo su influencia. La razón más importante que tiene Moscú es el millonario intercambio comercial con Kiev, tanto en las importaciones como en las exportaciones. A pesar de la caída de la producción industrial de la década del 90, Ucrania produce industria pesada, fabrica aviones, satélites, cohetes, produce energía eléctrica y es uno de los mayores productores agropecuarios europeos.
Putin apoyó a Yanukovich (el candidato opositor en las elecciones pasadas) para que las exportaciones rusas no decayeran, ya que Ucrania es uno de los principales países receptores de los productos rusos y además para que no triunfara Yuschenko, porque la inclusión de Ucrania en la UE sería inadmisible para Moscú.
Sin embargo, Putin no quiere entrar en conflicto con Europa, ya que el 55 % de las exportaciones rusas van a parar a Europa Occidental.
Por otro lado, Ucrania no produce ni gas ni petróleo, por lo tanto depende exclusivamente de Rusia, a menos que se materialice la alianzas tejidas durante la campaña electoral, entre Yuschenko, la compañía alemana Ruhrgas AG y un grupo de inversionistas estadounidenses para utilizar los hidrocarburos de Azerbaiyán de modo que lleguen a Ucrania - salteando a Rusia - y de ahí a europa oriental y central.
Kuchma jamás quiso firmar un contrato semejante y mucho menos dejar de lado a Rusia en cuestiones energéticas.
Otra razón de peso que tiene Rusia para no dejar escapar a Ucrania es la gran población de habla rusa del este del país, cuyos lazos sociales y económicos son muy fuertes con Moscú.