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Bolivia: Votar o no votar. That’s the question…

27.09.05

La alianza entre Evo Morales, candidato a la presidencia, y Álvaro García Linera, candidato a la vicepresidencia, expresa las realidades y necesidades de los nuevos tiempos.

Evo representa nítidamente a la vieja burocracia izquierdista interesada en administrar el capitalismo (ver caracterización de Castoriadis sobre la burocracia soviética).

Álvaro se representa a si mismo, pero con ello representa como figura simbólica y propositiva a las organizaciones sociales que luchan por la autoorganización, la autonomía y el avance directo hacia la sociedad sin clases, la construcción de capacidades territoriales y el asentamiento de las bases del poder popular autónomo en una línea comparativa con las experiencias de los soviets de Ukrania y Kronstadt, los consejistas, los anarquistas, las experiencias de construcción de Cataluña y las tradiciones de las comunidades originarias, la ultraizquierda cuestionada por Lenin.

Extraña alianza, pero muy adecuada a los tiempos que corren.
Lenin se dedicó a perseguir y asesinar a la izquierda opositora, camino que quieren seguir algunos sectores trosquistas y maoístas bolivianos que se unen para atacar a la dupla electoral de la izquierda, asustados por que ambos aliados representan el fin de sus aspiraciones de disputar la hegemonía del movimiento social para ser ellos los futuros escogidos iluminados burócratas. Vieja competencia que hay que enviar ya al tarro de basura.

Visto así, resulta magistral y osada la apuesta de Álvaro, teniendo en cuenta que en Venezuela se ha impuesto, por ahora, la izquierda capitalista, o socialista, que es lo mismo, en la dirección superestructural del proceso, mientras desde abajo, con ingentes sacrificios, viene avanzando el topo de la historia en la forma lenta y segura de la autoorganización que pueda asegurar el encaminamiento estratégico. Todo lo que se haga en otros países en dirección del fortalecimiento de la autonomía y capacidad de lucha de las organizaciones de base repercutirá favorablemente en la organización del pueblo venezolano que trascienda paso a paso la dependencia a la dirección por arriba.

En México no hay una perspectiva de izquierda electoral. Es falso que López Obrador represente una izquierda tipo Chávez o Evo, así como era falso que Kirchner, Gutiérrez o Lula pudieran haber cumplido esa misión, asunto en el que sectores de izquierda se equivocaron estrepitosamente, aunque más importante que hacerles ver el error es que aprendamos todos juntos tratando de hacer circular el diálogo entre las organizaciones sociales, espacios universitarios, etcétera.

Por eso en México no es posible imaginar una alianza entre políticos de izquierda y sectores sociales, que bien hacen de organizar y levantar la Otra Campaña.

En Bolivia, la decisión de Álvaro, muy cuestionada especialmente por sectores de izquierda tradicional que desean disputar clientela a Evo y a las autonomías de base, no está siendo estudiada lo suficiente por la izquierda continental, aún dividida entre institucionalistas y antisistémicos.

En las regiones controladas por el estado boliviano hay enormes fuerzas sociales que están aprendiendo a hacerse a si mismas, poco a poco, con los bloqueos, la discusión protagonista y participativa en asambleas, las ocupaciones de tierras y de municipios, en fin, una gran variedad de dinámicas donde entran a disputar las corrientes e ideologías que aspiran a sumar detrás de tal o cual proyecto preestablecido. Esas fuerzas sociales que balbucean la autonomía tienen algunas de sus principales expresiones en El Alto, en la Coordinadora del Agua de Cochabamba, en los campesinos del norte de Santa Cruz, en muchas comunidades originarias, en importantes sectores de los sin tierra, cocaleros y colonos, barrios de algunas ciudades y sectores de juventud. Es allí donde están las perspectivas estratégicas de una nueva sociedad en esas regiones. En ninguna otra parte podemos visualizar pasos sólidos y seguros de avance.

Esos sectores son los que se identifican con Álvaro y viceversa. He allí la verdadera alianza que se está efectuando, pese a los afanes de Evo y su corte de burócratas, que no sacrifican esfuerzos por manipular y negociar para afianzar el aparato que consolidará el ejercicio del poder al servicio del capital administrado por ellos. Ellos saben que no tratan con Álvaro como persona, sino con todo lo que significa en tanto protagonismo social y simpatías hacia el candidato a la vicepresidencia, que además cuenta con enorme respeto en capas intelectuales, estudiantiles, profesionales y académicas.

No es posible dejar de prestar atención al profundo significado de esta inédita experiencia boliviana y las consecuencias que tiene y tendrá para el resto del continente. Ya Lula y Kirchner apoyan fuertemente a Evo por las posibilidades de acuerdos por arriba en función del capital internacional. Chávez hace lo mismo en función del capitalismo de estado. Esas manifestaciones seguirán y se profundizarán. No será de utilidad trabajar contra ellas, más que para desgaste nuestro y alegría del enemigo.

Para poder extraer las lecciones necesarias de ese proceso habrá que discernir y perfilar sus aristas:

Primero:
Existe ahí una alianza histórica entre reformistas y sectores sociales autónomos, quedando por fuera los que pierden público, es decir sectores de izquierda que compiten por la administración del estado, en especial los que se llaman a si mismos de revolucionarios, que no aceptan para nada la autonomía consejista expresada en rebeldía local. Esto es, se trata de sectores que compiten con Evo para acumular ganado social detrás de si, y que al mismo tiempo compiten con la rebeldía social autónoma que no les permite atraer adeptos detrás del faro luminoso.

Segundo:
No será productivo encarar los debates desde el punto de vista de los “principios”, es decir el purismo teórico o ideológico, aunque no podremos caer en el pragmatismo funcional a la racionalidad instrumental estricta, donde perdemos terreno estratégico en la misma medida que parecemos avanzar en las soluciones tácticas. No será positivo enfrentar el intercambio entre proyectos, sino más bien habrá que mostrar el avance de la autoorganización social, su existencia, sus manifestaciones, su potencialidad, sus brotes, etcétera, independientemente de las medidas del gobierno de izquierda, que podrán ser buenas, malas o peores, pero que la única medida real será su influencia efectiva en el desarrollo del poder popular, que se medirá por si mismo, por su construcción y consolidación. Ahí habrá que hincar el diente, pues de ahí salen las lecciones. Perder el tiempo en analizar las medidas de gobierno es decir que nosotros lo haríamos mejor, o sea, postularnos como gobernantes. Dejemos esa tarea y uso del tiempo a los reformistas e institucionalistas, nosotros podemos aprovechar nuestras energías, más que a la crítica, al quehacer, al ejemplo, a la praxis en el terreno, al crecimiento de las capacidades locales, a los programas locales, a la lucha directa por la tierra y la ocupación de centros de trabajo para pasarlos a control de la comunidad, a las tareas de educación, salud y servicios comunitarios hechos por la población, a la autogestión de los recursos existentes en las localidades.

No estamos por trabajar en la dirección del control de los gobiernos, eso nos quita tiempo estratégico, que duda cabe, pero si otros lo hacen, allá ellos, y si quieren trabajar juntos, pues hagámoslo, con la mejor disposición, sin subordinar a las organizaciones sociales como hizo el MST en Brasil, que otorgó cuanto plazo y tregua pudo a Lula, perdiendo terreno de manera ostensible, esto es, haciendo el juego a la humanización del capitalismo, al establecimiento de un respeto mal entendido hacia las propuestas (que no salieron del papel y del discurso) de esa izquierda neoliberal.

Muchos compañeros de izquierda continental llamaron a dar tiempo a Lula, a ver como lo hacía. Eso es una debilidad enorme de quienes esperan que otros les saquen las castañas del fuego. También nos emborracharon la perdiz con Kirchner, subordinando la lucha social a las posibilidades de acciones o declaraciones del gobierno.

No hay ninguna posibilidad de ceder en la lucha social, ni un milímetro, por la necesidad de los burócratas de arreglarse los bigotes con los empresarios locales o con el capital internacional, pues ello es justamente lo que pretende el capitalismo, que la izquierda consiga retomar el control y el orden social. Podemos apoyar los gobiernos progresistas, claro que si, pero primero ellos tienen que apoyar la lucha por la tierra, la construcción de viviendas, el control de los centros de trabajo, etcétera.

Entendemos sus problemas dentro de las instituciones, pero ellos se lo buscaron, acepten, pues. Si quieren conversar con los jueces, háganlo con el pueblo en la calle. Si quieren discutir reforma agraria, háganlo, pero apoyando las ocupaciones de tierras y aplicando medidas administrativas en función de la dinámica social. Si quieren socializar fábricas, metan mano en cada una que sea ocupada por los trabajadores.

La experiencia chilena es fundamental en esta historia. Ya es hora de traerla completa a la discusión actual, de cómo Allende fue derrotado por haber retrocedido ante las presiones del generalato y del empresariado, por haber abandonado la organización social y priorizar por el diálogo superestructural mientras la represión se hacía caer contra los que luchaban y aún contra los soldados y marinos revolucionarios que se organizaban para enfrentar el golpe que venía. Allende quedó debilitado, la base social confundida, los militares entrando en las fábricas y poblaciones como Pedro por su cada detrás de “armas”, cuando en realidad practicaban el despliegue operacional de tropas.

Durante el gobierno popular en Chile se dio la experiencia de construcción de gérmenes de poder popular que sorprendieron al mundo: los cordones industriales, los comandos comunales, los consejos comunales campesinos, las corridas de cerco, etcétera y era allí donde había que concentrar esfuerzos, no detener la lucha social como condición para que el enemigo se sentase a la mesa, que era justamente el objetivo buscado, que el propio gobierno se distanciase de lo social. Era falso que nosotros los miristas lleváramos a la población a la lucha por ocupar tierras y fábricas. Esa era una dinámica social autónoma que comprendimos y nos integramos en su momento. Ese fue el gran mérito histórico del MIR chileno, tomar conciencia y poner esfuerzos en trabajar en los ejes estratégicos. Nunca trabajamos “contra” Allende, no era necesario, muy por el contrario, hubo mucho apoyo mutuo. No por otro motivo unas de las últimas frases de Allende antes de morir fueron “ahora le toca a Miguel”, un reconocimiento tardío de que la lucha debía asegurar otros cauces, la fuerza social, la capacidad de los territorios para imponer sus programas locales.

Hay más cosas que aprender de las experiencias pasadas y las actuales. Tendremos mucho para seguir discutiendo, pero hoy al menos podemos ver que sería ridículo cuestionar la elección de Evo Morales, más aún si ha propuesto trabajar junto a las organizaciones sociales. Sabemos que Evo tiene otros objetivos, que no nos vengan a decir los revolucionarios de palabra que Álvaro se ha vendido o que Evo ha traicionado. El terreno del debate está claro, es en la autoorganización social.

Tercero:
Con ello habrá que trabajar lo electoral por la victoria de la dupla Evo-Álvaro, haciendo énfasis en que hay que organizar hoy y no mañana, que nada se puede esperar de ese gobierno, que no será allá arriba donde se definirán los caminos, que no hay que sembrar ilusiones de victoria social, que es solamente eso, un gobierno capitalista. Ya Álvaro lo ha dicho con todas su palabras. Ellos van a administrar el capitalismo. Está con ello desmistificando las ilusiones, llamando a que seamos realistas y que tengamos noción de que la batalla aún no comienza, que será tarea de cada región y territorio el asegurar el camino estratégico, que no se confíen en el gobierno.

Más sinceridad no se le puede pedir a Álvaro, he ahí su gran mérito. Ahora depende de nosotros. Quien se quede a esperar el gobierno se ha equivocado de antemano y de paso lleva a la población a equivocarse también.

Salud y a los barrios.

Abrazos
Profesor J
profesor_j@yahoo.com
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