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Entrevista a Luis Mattini: La democracia ilusoria

08.11.05

Un análisis de Luis Mattini, después de las elecciones

La democracia ilusoria

Luis Mattini considera que las elecciones no fueron un momento de democracia, sino lo contrario: el sistema representativo como negación de lo democrático. El agotamiento del sistema político y productivo, el teorema del poder, el progresismo de derecha, Cristina K. y el setentismo, la política de criminalizar a los desobedientes, la indiferencia por las actuales violaciones a los derechos humanos y un chiste judío, para entender ciertos apoyos al gobierno.

www.lavaca.org
Luis Mattini
La Fogata

El judío fue a ver a su rabino completamente harto, cuenta Luis Mattini. “No aguanto más, mi casa es muy pequeña, somos mi mujer, cinco hijos y yo, tengo solo una cama, ni siquiera entramos, y no puedo construir una casa más grande. ¿Qué hago?”
El rabino le preguntó: “¿Y qué más tienes?”
- “Una cabra y una vaca”.
- “Mételas en tu casa, pasa unos días así y ven a verme. Ya verás cómo todo va a mejorar”.
El hombre partió un poco perplejo pero dispuesto a seguir la recomendación. Volvió pocos días después.
- “¿Y? ¿Cómo va todo?” preguntó el rabino.
- “Peor, mucho peor. Con la vaca y la cabra adentro, ya es imposible estar en esa casa” sollozó el hombre.
- “Bueno, ahora sácalas”. El hombre le hizo caso y luego fue a agradecerle, aliviado, por haberle solucionado el problema y por lo bien que, ahora sí, marchaban las cosas.

- Eso es lo que está pasando aquí- dice Mattini, escéptico con respecto a los logros que el gobierno transmite a través de las tapas de los diarios. También desconfió desde un comienzo con respecto a los altos índices de votantes que las radios porteñas propalaban el domingo, como si la ciudadanía se hubiera vista invadida de un inesperado entusiasmo partidocrático, tras una campaña de una mediocridad apabullante. Debe recordarse que la participación fue menor aún que en las famosas elecciones que consagraron el abstencionismo y el “voto bronca” como nuevos modelos de expresión democrática en el 2001, en el último octubre de Fernando De la Rúa en el poder.

- Me dio la impresión de que nadie prestó atención. Y me asombra que no haya más gente que se anime a no ir a votar. Yo no sé qué pasaría si el voto fuese voluntario. O sí sé.

- ¿…?

- Caería notablemente la participación. Porque mucha de la gente que no está yendo a votar es justamente la activa, la interesada en la política. En la política, no en esta escenificación.
Mattini es autor de varios libros (Hombres y Mujeres del PRT, La política como subversión, y El encantamiento político, de los revolucionarios de los ‘70 a los rebeldes sociales de hoy, por ejemplo) donde transmite una mirada muy diferente a las convencionales sobre varias cuestiones que rodean a la política, y considera que estamos viviendo una crisis civilizatoria donde los embriones de un enorme cambio -que a la vez es imposible de predecir- ya están latiendo en la sociedad.

En términos un tanto más de cabotaje, Mattini aceptó conversar con lavaca después del acto electoral del domingo 23 de octubre, para pensar el significado de lo ocurrido dentro y fuera de las urnas.

- A mí no me pareció que hubiera tanto entusiasmo por ir a votar. Pero me sorprendió el resultado de Cristina. Pensé que iba a ganar por menos. Se ve que juntó un montón de votos que podrían ser lo que se pretende como la conformación de un nuevo bloque histórico. El duhaldismo quedó como quedó, pero no lo subestimo. Ahora, salvo que en este país hubiera una pueblada gigantesca, que puede ocurrir mañana, el año que viene o nunca, el kirchnerismo se afianza durante varios años. Hay un gobierno con una hegemonía que parece que va a durar mucho aunque insisto en que no lo digo inexorablemente, porque la historia siempre nos da porrazos con las predicciones.

- A veces se confirman, como en el caso del triunfo de Cristina Kirchner. Los integrantes más fieles del kirchnerismo la definen como un “cuadrazo político”, y retrotraen la cuestión a su militancia en los ‘70.

- Hay dos cosas que no entiendo. Que digan que es un cuadro político, y que digan que es bellísima. Es una chica, digamos, bonita, pero tampoco… (mueve las manos como simbolizando algo enorme).

- ¿La palabra “cuadro” es una reminiscencia setentista?

- Es cierto, lo de los cuadros se usaba mucho, aunque de modo bastante diferente en el PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores, donde Mattini fue uno de los principales dirigentes) que en el peronismo. La confusión puede estar en que Cristina no es la clásica “señora del presidente”. Ella tuvo militancia. Pero no encuentro argumentos para decir que es un cuadro. Lo que sí digo es que no mientan con lo del setentismo, porque está contra la despenalización del aborto. Como setentista se descalifica sola.

- He visto a varios políticos favorables a despenalizar el aborto, que una vez en el poder cambian de opinión, para no ganarse enemigos.

- Pero entonces: ¿para qué estás en política? Si ella está sinceramente en contra de la despenalización, no es setentista.

- ¿Y si lo hace para no confrontar con sectores religiosos?

- Es peor todavía. En ese sentido respeto más a Chiche Duhalde, que está contra el aborto porque es una católica, nada setentista. Yo creo que Cristina no es sincera en esa posición, y lo hace para no ganarse enemigos. Es gravísimo, hay millones de mujeres que sufren esto. La cuestión del aborto es una consigna que toma la clase media, pero no es una necesidad, porque la clase media más o menos se arregla. El problema real es para millones de mujeres pobres, que serían las beneficiarias directas.

River, Boca y los progresistas
Mattini fue uno de los criollos que se dignó a soportar el debate de Elisa Carrió (ARI), Rafael Bielsa (canciller kirchnerista) y Mauricio Macri (macrista).

- Fue algo notable. De la campaña no seguí nada pero vi ese debate, y todos dijeron lo mismo: en lo macro, estamos de acuerdo con el modelo de país, de economía. Entonces, ¿en qué hay desacuerdo? Carrió plantea la moral, pero los planteos moralistas de los radicales son absurdos, principalmente viniendo de ellos. ¿Nueva forma de hacer política? Bueno, ella es el dedazo, autoritaria. ¿Amplitud para el consenso? Tiene una cruz así de grande en el pecho. Ya ahí no veo mucho consenso. Respeto a los cristianos, pero si me ponen la cruz adelante…

- La señora Carrió no lo sedujo.

- No. Y Macri juega con lo administrativo, la seguridad y muchas estupideces. Y Bielsa es más de lo mismo. Entonces no hay cambio de fondo, casi ni de forma. La otra cosa es que los grupos de izquierda fueron barridos por su propia ineptitud o ineficacia. Lo más lamentable de los últimos años en ese sentido es lo de Zamora. Lo demás uno ya sabe qué es. Pero él quiso avanzar para el lado de la autonomía, logró un consenso, pero lo único que hizo fue reproducir el mismo modelo que ya no sirve.
Otra cosa: hay una corriente que se llama el progresismo, que está embalada con Kirchner. Puede tener alguna diferencia con Cristina, por ejemplo, que es muy frívola, con los shoppings y esas cosas. Kirchner sigue como siempre, es una contracara de la frivolidad menemista y delarruísta, pero ella arruinó eso con las extensiones del pelo, las compras, los vestidos y demás. Pero ese progresismo, decía, realmente cree que se está constituyendo un nuevo movimiento histórico, o un bloque histórico, en términos gramscianos. Uno podría decir: démosle la chance, tomen medidas, apoyen a las fábricas recuperadas, a los movimientos sociales, intenten negociar lo mejor posible con el imperialismo -no les voy a pedir siquiera que rompan-. Ni siquiera eso hacen. Pero lo que más molesta es que se ponen en una posición River-Boca. Todos con Kirchner, sin mirar nada que esté mal, o la verdadera situación de la base social. ¿Con qué argumento hay que mirar para otro lado? Para no alimentar a la derecha. Cuando alguien cuestiona cualquier cosa, estos progresistas dicen que se alimenta a la derecha.

- Hubo un progresismo, y algún organismo de derechos humanos, que acusó a los familiares de las víctimas de Cromañón de ser golpistas por cuestionar a Ibarra.

- Ahí está. Esa es la actitud. En el gobierno ya conté que hubo un viejo militante del ERP, que dice que el Mocase es portador de la violencia. Esto que planteo no es una teoría, es algo que experimento cotidianamente. Me dicen: che, no critiques. Pero yo tengo que decir que se habla de industrializar al país, mientras todos los negocios que se hacen, por ejemplo con China, representan vender materia prima para importar manufacturas. Y salen los barcos llenos de cereales mientras aquí hay hambre. Y los progresistas dicen: hambre siempre hubo.

- Antes no decían esas cosas.

- Alguna vez hemos comentado que todos se ponen ahora a la derecha de Kirchner. No es que él esté a la izquierda, pero es seguro que los progresistas se paran a su derecha. Un militante progresista entra al Estado y trata de forzar novedades y soluciones para lograr las cosas en que cree. Pero si fuerza demasiado, corre riesgos. Entonces, no hace nada. La motivación de ponerse a la derecha es no perder el puesto. Hoy vivís del puesto estatal. Es un privilegio. Nadie arriesga.

- Y el que entra con la idea de transformar…

- Sale más conservador que cuando entró. Tiene miedo a perder el lugar personal y político.

- Hay funcionarios que reconocen: “Entré con ganas, pero no se puede hacer nada”.

- Y de paso cuidan el puesto. Estoy hablando de los cargos políticos que usan el pretexto de la transformación. Yo tengo una teoría: cuando más se sube en el Estado, en el nivel de responsabilidad, más conservador te ponés.

- Un teorema del poder.

- Sí. Por eso se puede sentir que la política, la creatividad, la novedad, está en la base. Y también diría que a mayor nivel de responsabilidad, mayor impotencia. Diría que el impotente mayor es el presidente de la República.

- ¿Por qué, si estamos diciendo que tiene más poder?

- Conocí a una comunidad Wichi del Chaco. Tierra de Lilita Carrió y los radicales. Situación catastrófica, desnutrición infantil, marginación. Si soy presidente, tengo que hacer algo, pero no puedo saltar sobre las autonomías provinciales. Me dicen “mande fondos” y así los manejan los gobernadores. Es evidente que el sistema democrático, el federalismo que en realidad es feudalismo, no funciona. Y cuanto más arriba estás, sos más impotente para hacer acciones verdaderas de transformación. En cambio, no sos impotente para hacer acciones que beneficien al poder.
No le puedo decir a Kirchner que de un día para el otro haga lo que hizo el peronismo, un Estado de bienestar. Pero sí hay cosas que podría hacer para que el reparto de ingresos sea mucho más parejo. Aquí la brecha entre ricos y pobres sigue siendo cada vez más grande. Pero ¿qué se hace? Se refuerza el modelo socioeconómico agro exportador. Así puede durar diez años sin que cambie demasiado la situación social en la Argentina. Si quiere hacer cambios profundos para que haya Estado de bienestar, hay que cambiar el modelo agro exportador. Y en eso el gobierno es impotente. Si quisiera hacer algo en serio, creo que ni siquiera le responderían los progresistas del gobierno.

- Luis, en los diarios todos los días anuncian que subió el empleo, la industria, los salarios…

- Pero todo eso es falso. O es un cachito de la verdad. La miseria es enorme, el desempleo es tremendo, los niveles de desocupación también y la brecha de ingresos es cada vez peor. El nivel educacional es catastrófico. Ya no hablamos de ir o no a la escuela, sino de programas con resultados concretos: un país de analfabetos.

- ¿Y los diarios?

- No les creo a las buenas noticias que publican. Las principales distorsiones están intactas. Las cosas que mejoraron son como las del cuento del rabino. Y son producto, en todo caso, de un ciclo favorable del capitalismo. Acá pasó siempre. El país produce, produce, los que ya sabemos se llenan los bolsillos, y después se viene el bajón. Ahora estamos en el ciclo para arriba, y puede durar bastante, si el gobierno no cambia nada y refuerza el modelo agro exportador.

- Otro logro proclamado del gobierno: Derechos humanos.

- Yo ya estoy un poco cansado de que cada vez que hablo del gobierno tengo que decir: “estuvo muy bien lo de la ESMA, anular las leyes de punto final, bla, bla, bla”. Ya sé que estuvo muy bien. Pero son los derechos humanos del pasado. ¿Y los del presente? Lo que pasa en las cárceles, la desnutrición, las villas, los indígenas. Digamos la verdad: no hay un compromiso real con los derechos humanos que se violan actualmente. Lo otro será muy emocionante, pero es el pasado. A mi me emocionó también el día que Kirchner se bajó de una locomotora en Tafí del Valle y le dijo a los tucumanos: vamos a volver a tener trenes. Pasaron dos años, y nada. y ojo, que ahí hablamos de una cuestión de civilización, de vida o muerte de miles de pueblos. ¿Quién se opone a que haya trenes? ¿El imperialismo? No. Porque hasta podrían invertir y hacer negocio. El que se opone es Hugo Moyano (jefe del gremio de los camioneros). Y Kirchner no puede con Moyano. Ahora dicen que van a hacer líneas para sacar cereales al Pacífico, para los chinos, pero volvemos a la época de los ingleses. Las cosas no se hacen al servicio de la población, sino de los monopolios, que ahora son chinos.

- Sin embargo el gobierno enarboló el discurso de la recuperación de la política como herramienta de transformación.

- Sinceramente, estamos hablando de un modelo agotado. Está agotada la política, el sistema. No quiero decir que la alternativa ya esté. Un sistema puede estar agotado, y durar años. Francia hace la revolución en 1789, pero todo el siglo siguiente Francia siguió siendo monárquica. El sistema monárquico estaba agotado, pero duró un siglo más con emperadores, revoluciones, golpes de estado, contrarevoluciones y demás.

- ¿Y por qué el sistema político actual está agotado?

- Lo demuestra cómo se vota. Si el sistema no estuviera agotado, la gente votaría fiel a su partido. Cuando el sistema y los partidos funcionan es una cosa, en cambio ahora es diferente. Las palabras no son casualidad. El “escenario” político, los “actores” políticos. Te hablan de la imagen, que viene de la televisión. La política es un espectáculo. Agarrás el diario, el presidente criticó a fulana con los tapones de punta”. La noticia es lo que dijo, no lo que hizo. La otra responde que el presidente es un malcriado. Otro acto político. Y los comentaristas analizan qué dijo cada uno, para ver cómo se “posicionan” en el “escenario”. Pero no hay nada. No hay ningún hecho real. Hechos son los que hace la gente, los trabajadores, incluso los cerealeros que transforman la agricultura. Hasta los decretos que firma el secretario de Agricultura son hechos, mientras nos engañan a todos con el espectáculo de la política.

- La verdadera política sería la que hacen los espectadores.

- Cuando dejan de ser espectadores y se transforman en protagonistas. Los trabajadores de las fábricas recuperadas, por ejemplo. Ahora, desgraciadamente el movimento popular está en la misma del escenario. Castells con esas paradas, los piqueteros con los cortes mediáticos, los candidatos de izquierda. ¿Viste las fotos en los afiches? Son todos iguales, idénticos. Sonríen. La sonrisa de Perón tenía un sentido, el Estado de bienestar. Pero acá todos ponen la sonrisita para el poster. ¿De qué se ríen?

- No quiero pensarlo.

- Entonces uno se encuentra con una izquierda que forma un partido supuestamente para tomar el aparato del Estado, pero lo usa para coquetear. Participan en elecciones para meter un par de diputados que representan ingresos para el partido. Lo electoral es un fin en sí mismo. Antes, cuando el sistema político tenía un sentido, los partidos representaban a las clases. Los comunistas y socialistas suponían que representaban a la clase obrera. Los radicales a la clase media, los conservadores a los ganaderos. Hoy en día los políticos no representan a nadie. Se representan a sí mismos.
A ver: ¿A quién representa Kirchner? Ni al imperialismo, ni a los sojeros, ni a nadie. Se representa a sí mismo y administra según las presiones que recibe. Los representantes reales son los lobbies (los gestores de los grupos de poder).

- Ese sería el verdadero sistema representativo.

- Sí, porque hay una clase política que pretende representar a la política, pero en realidad la política se está haciendo en otro lado, sin representaciones sino con protagonistas. Lo otro es un sistema agotado, como está agotado el sistema de producción capitalista.

- ¿Está seguro?

- Sí, porque no puede resolver las contradicciones cada vez más terribles que está creando. La famosa fórmula de Marx en el sentido de la contradicción interna capitalista, que produce simultáneamente gigantesca riqueza y gigantesca pobreza, está vigente. Pero además es capaz de producir de una manera que Marx ni soñó. Y sin embargo, hoy hay más miseria que nunca en la historia de la humanidad. En cualquier civilización del pasado, la gente más o menos vivía. Podía haber una hambruna como catástrofe. Pero hoy en día hablamos de hambre y desnutrición de otro modo.

- Como parte del sistema.

- Sí. Y no hay tu tía. Porque se produce más, más queda en pocas manos, y más miseria hay, mientras se despilfarra por otro lado. El sistema productivo podrá durar poco o mucho, cien años, pero está agotado.

- Podemos pedir un café, o un antidepresivo. ¿Qué opciones hay frente a este panorama?

- Pidamos un café. Cuando uno dice que un sistema está agotado, hay que poder mirar bajo la superficie dónde están las novedades. Para mí un ejemplo son las fábricas recuperadas, ahí hay un embrión de una posible alternativa. Pero a lo mejor lleva años de experimentación. Algunas se hundirán, otras no, pero ahí hay una experimentación, y mientras tanto viven, trabajan, y en muchos casos están felices. Plantean nuevas formas de producir, de administrar, nuevas formas de división del trabajo, de relación con el salario. Y así, en la sociedad hay un montón de rincones donde se experimentan nuevas formas de relaciones. No son terminadas, ni acabadas. Lo peor que pueden decir es “ya solucionamos el problema”. Se pasa de la delegación, a la asamblea: “ya está, encontramos la verdad”. Si piensan así hay problemas. La asamblea te puede servir para salir del sistema de delegación, pero te genera problemas nuevos que hay que ir resolviendo. Lo que si digo es que estas experiencias son frescas, ahí hay vitalidad y novedad. Ahí está la política.

- Pero todos están diciendo que se relegitimó la política convencional, gracias al gobierno.

- No. Yo diría que se legalizó la política. Discuto que sea legítima.

- Pero un político podría contestar: lo que se agotó es el asambleísmo, y muchos de esos movimientos y experiencias que no cuajaron en algo más consistente.

- El sistema tiene 200 años, no hace más que repetirse a sí mismo, y está agotado. No produce soluciones, sino más problemas. Las experiencias que planteamos tienen meses, pocos años, empiezan a balbucear. Si alguno tuvo la ilusión de que del 19 y 20 iba a salir la revolución rusa, bueno, eso es pensar erróneamente. Hablamos de pequeñas experiencias, perjudicadas justamente por la democracia representativa en su versión de los partidos de izquierda que terminaron pudriendo a las asambleas, y porque muchos asambleístas se constituyeron en una especie de “orga”, queriendo reproducir este mismo modelo agotado de supuestos dirigentes que representan al resto.
Cuando se habla de estas experiencias se pierde de vista el momento concreto en que se producen y se piensa en términos de futuro. Ese es un error, pensando en el futuro se pierde la posibilidad de entender el momento en el que la gente está haciendo cosas. Ahí aparecen brotes de nueva radicalidad. Hablo de lo radical como de algo que está en la raíz. Son brotes difíciles de ver, porque hay que mirar bajo la superficie. Hay que profundizar, para entender lo que está pasando, las nuevas mentalidades, los valores. Yo siempre menciono como modo de pensar el asunto lo que pasó con la caída del Imperio Romano. Fueron siglos donde el cristianismo lo fue minando de abajo. Minando es una forma de decir. En realidad lo que el imperio era cada vez más incapaz de organizar, lo iban organizando los cristianos por abajo, porque como secta judía, traían toda la cultura judía de organización. Y así se llegó a un momento en que el imperio se desplomó. Fueron 300 años. Había que saber mirar abajo, lo radical, para entenderlo.

- Habrá que juntar paciencia para los próximos 300 años.

- No digo eso, porque además los tiempos se aceleran, y además ya, hoy mismo, se puede ver la parte activa de la sociedad buscando y experimentando nuevas formas, mentalidades y relaciones. Siguiendo con el ejemplo, los cristianos antes de la caída del imperio, ya estaban viviendo la sociedad que ellos querían. No esperaron el desplome. No esperaron el futuro. La vivían en tiempo presente, en cada momento. Eran los protagonistas y no tenían representantes.

- Quiere decir que los representantes, y el sistema representativo, son un peligro para la idea de democracia.

- La representatividad es una negación de la democracia. Y en la Argentina puede verse porque las provincias son feudos, el parlamento hace sólo lo que pide el Poder Ejecutivo, y los políticos no representan a nadie, salvo a sí mismos. Esta es una forma de autoritarismo metamorfoseada como decisión popular. En realidad no hay decisión popular, porque los representantes toman decisiones como tales, según sus propios intereses, y no según los del pueblo.

- Usted había planteado en un momento que vivimos una dominación por la vía democrática.

- Y estas elecciones refuerzan esa idea. Kirchner apostó al plebiscito, y logró triunfar. Ahora estamos ante una especie de poder único, de hegemonía, que consiste en decir que se trata de un movimiento que quiere recuperar al país, y que quienes lo cuestionan son la derecha. Así buscan impedir la acción. Te condenan como si fueras antinacional. Toda crítica es considerada de derecha.

- ¿Qué pasará con los reclamos sociales, sindicales y demás?

- Se termina imponiendo una correlación de fuerzas, y no una correlación de razones. Un sector sindical puede imponer algo por la fuerza, o un grupo piquetero que corta la ruta. Pero no hay un funcionamiento de un sistema racional. Habrá que entender entonces que las ideas diferentes, de autonomía, de libertad, de justicia y todas esas cosas, son minoría. El gobierno tiene aire para manipular, para criminalizar la protesta, judicializar todo. Antes a uno lo metían preso por el estado de sitio. Ahora es la justicia, y el poder político dice: “no soy yo, es la justicia y la ley la que te castiga”.

- Y la prensa un tanto afónica.

- Yo digo que hasta a Menem le discutían y lo peleaban más. Ahora la situación aparece menos cruenta, pero está más dominada. El periodismo se autocensura. No hace las preguntas que tiene que hacer. Sabemos que hay una concentración tan grande que no existe la libertad de prensa. Es una libertad formal, con una censura que no es la estatal sino la auto censura por conveniencia, y por asociación de los medios con el Estado.

- Si usted cuestiona que este sistema sea una democracia, ¿qué es?

- Es una ilusión de democracia. Una democracia ilusoria. Tampoco tengo una respuesta acabada sobre cuál sería una nueva forma. No se resuelve esto solo con decir que la democracia tiene que ser participativa.

- ¿Con qué se supera esta situación?

- Es lo que hay que pensar y ver qué es lo que está ocurriendo en la gente, en los movimientos y nuevas experiencias. Tal vez haya formas de democracia más directa, otros modos de delegación. Lo que sigo creyendo es que cuando la humanidad se plantea un problema, como decía Marx, es porque la solución ya está por ahí, aunque no se la vea desde un comienzo. El tema se está resolviendo en un gran laboratorio, que poca gente mira: la propia sociedad, el propio país.


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