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Ofensiva capitalista contra la Pachamama y sus comunidades

10.06.03

En estos últimos días han circulado varias noticias que revelan un incremento de la acción depredadora del capitalismo contra Abya Yala, la Pachamama, nuestra tierra fértil y generosa, y sus comunidades, lo que de modo alguno puede ser casual, sino que simplemente el exagero y la avaricia del capital está llegando a límites intolerables haciendo romper varios muros de silencio que dejan al desnudo la rapacidad de las empresas protegidas por los gobiernos.

Una semana atrás sale a la luz en Ecuador la atroz muerte de alrededor de 30 indígenas amazónicos que no acostumbran a relacionarse con nadie, ayer se divulga que en la frontera de Perú con Brasil, también región amazónica, 50 originarios mueren en violentos choques. En ambos casos, las comunidades y científicos, antropólogos y ecologistas explican que en amplias regiones los habitantes están siendo expulsados por la invasión de las empresas madereras que empujan a las tribus hacia otros lugares y éstas en su desesperación se enfrentan a quien se les ponga por delante. De modo que no son choques étnicos o culturales como anuncia sensacionalista y tergiversadamente la prensa, sino que son el instinto de sobrevivencia y la necesaria y consecuente autodefensa de los habitantes de esos lugares.

Las comunidades originarias que tienen electricidad, tractores, etc. son vistas por las tribus del interior del Amazonas como parte del universo que las ataca. Esas tribus no permiten que nadie se acerque a sus territorios ni se dejan ver, por lo que sólo han sido observadas algunas veces siendo imposible el contacto para estudios antropológicos y de otros tipos. Acostumbran a andar desnudos y fuertemente armados, viviendo en plena integración con los lugares más recónditos de la selva. En el lado del Brasil se han mapeado centenas de lugares donde han sido vistos estos compañeros y durante muchos años han sido infructuosas las tentativas de aproximación. En los casos que se les ha escuchado, su lenguaje ha resultado incomprensible. Cuando se descubre un lugar por donde han estado acampando, la convulsión científica es intensa, pues se trata de estudiar en las señales que han dejado como manejan los alimentos, relaciones interpersonales y otras características de su vida e identidad. Les han dejado objetos para que los retiren de allí y se han alejado para permitirles acercarse. Varias veces ellos han tomado algunos de esos objetos, en especial los más llamativos, pero se han ido con ellos aún más lejos sin prestarse al diálogo. Debido a que los han visto de dos en dos o en grupos muy pequeños, algunos científicos brasileños han levantado la tesis idiota de que viven así, en pequeños grupos móviles muy reducidos, pero es más lógico suponer que se trata de avanzadillas o grupos de exploración, pues cuando los ven sólo lo han hecho en regiones próximas a áreas controladas por la ‘civilización’. Hay miles de kilómetros de selva amazónica que no han sido pisadas por los depredadores y ríos tan anchos que casi no se ve la otra orilla.

Lula ha dicho que quiere construir puentes y carreteras para unir los países del continente, pero nada ha dicho de las empresas madereras que entran a sangre y fuego en la selva. Como no ven a las comunidades del interior, se ha sembrado la idea de que son ‘áreas abandonadas’ o ‘vírgenes’. En realidad es el habitat de miles de habitantes que tienen sus formas propias de vivir, donde cada árbol destruido, regiones quemadas o ríos envenenados, representan la muerte de esa gente y por tanto de todos nosotros, pues tanto duele una bomba en Irak como cientos de muertos por causa de los madereros y los petroleros.

En el Wallmapu, tanto en los territorios ocupados por el estado chileno como por el estado argentino, el problema es el mismo. Las empresas madereras, bajo el alero de los gobiernos, arrasan con las riquezas forestales deteriorando las tierras y el habitat de las comunidades. Un buen trabajo sobre eso ha sido distribuido por Mapuexpress y puede verse en la página de Clajadep. La resistencia mapuche en defensa de sus territorios ha sido enfrentada por el gobierno chileno con la ley antiterrorista y varios de sus miembros se encuentran encarcelados como presos políticos.

Días atrás hemos visto como comunidades originarias de Colombia se han pronunciado vigorosamente contra la explotación maderera y petrolera de sus tierras. También en Venezuela, el plan de electrificación de Chávez chocó con la resistencia de comunidades que se opusieron tenzamente a que las torres y cables de alta tensión pasasen por sus territorios, sin resultados. En Bolivia, Perú, Ecuador y demás países del sur, las empresas capitalistas entran con todo en tierras de las comunidades y en Brasil están tratando de reducir las reservas concedidas graciosamente por el estado a las comunidades. En México y centroamérica los problemas de ese tipo son cotidianos, y la semana pasada fue denunciada en Nicaragua una enorme depredación de bosques nativos.

Ya no es época de la defensa del verde por la defensa del verde, ya cada vez es más claro que la agresión contra el medio ambiente está asesinando a la gente ahora, de facto. Ya ha dejado de ser una amenaza futura de que después no tendremos esto o aquello.

Por ejemplo las represas. En todas partes las grandes empresas intentan y muchas veces lo consiguen, modificar y asesinar territorios enteros en aras de la civilización y de la ganancia, como en Brasil, donde se ha creado un movimiento nacional de afectados por las represas, o en Chile donde la empresa española Endesa construye la represa de Ralco en pleno territorio mapuche enfrentando la resistencia de las familias allí radicadas a las que esperan sacar ofreciendo millones y terrenos ricos en otros lados. Aún está en proceso judicial y veremos como se desarrolla. Y así está lleno de ejemplos en practicamente todos los países.

Y las petroleras. Ya hay una gran cantidad de comunidades que han dicho que van a resistir por la fuerza si entran las petroleras. Hay un cansancio creciente sobre el asunto. En Ecuador anunciaron que si intentan retomar los trabajos de las plantas instaladas en territorio comunitario, habrá guerra.

Y el envenenamiento de las aguas. Recordamos la resistencia de Esquel, en el sur argentino, donde toda la comunidad cerró filas por el envenamiento que hacen las empresas mineras, y hasta el día de hoy continúa el conflicto. En Nicaragua, si no me equivoco, tres días atrás fue denunciado el envenemiento de una importante laguna por parte de la Esso, y esa laguna es de agua potable, podemos imaginar el crimen que eso significa, pues el porciento de fenol excedió de una cierta cantidad. Y ayer surge la terrible noticia de que se derramaron 11 mil litros de fueloil en el río Paraná, como si nada. El capitán de la barcaza dice que el oleaje llenó de agua y se hundió. Así de simple, ahora ese veneno se está esparciendo por miles de kilómetros asesinando la flora y la fauna fluvial, con todas las brutales transformaciones que ello va a traer para el ecosistema regional y las poblaciones adyacentes donde viven y se nutren de ese río cientos de miles de personas, comunidades originarias y campesinas, pueblos pequeños y medianos, y aún grandes como Ciudad del Este, antro de comercio y contrabando para Brasil, Argentina y Paraguay. El daño causado es tan grande como el de una bomba en Irak, pero no merece titulares, pues el capital lo esconde, y como no aparece en los diarios o aparece en breves noticias interiores, no forma parte de los análisis de la resistencia continental en la dimensión que debería.

Se hace necesario discutir más a fondo el problema a nivel continental, en encuentros y congresos que reunan comunidades o grupos de resistencia, en eventos científicos ecológicos y sociales. Es muy importante rebotar y dar el máximo de publicidad a las denuncias y noticias que aparecen por todos lados sobre este asunto.

También es necesario prestar atención al hecho de que casi simultaneamente en diversos lugares se está destapando la olla de la depredación de los territorios con la consiguiente influencia en la vida y la muerte de las comunidades. 30 muertos en Ecuador y 50 en la frontera de Perú-Brasil en el lapso de pocos días de diferencia, es algo muy grave, sumamente grave, tanto por el hecho en sí, como por lo que representa de la ofensiva capitalista contra los territorios comunitarios, como por el significado que tendría si eso continua avanzando. La serie de hechos denunciados en estos días muestran a las claras que hay un avance generalizado y sostenido por parte del capital hacia los territorios donde crece o puede crecer la resistencia de los pueblos originarios, ya no sólo en la forma de cerco y represión, sino en la penetración masiva de las empresas que están de forma que parece coordinada ultrapasando todos los límites imaginables provocando conflictos internos y asentándose a viva fuerza en territorios que debieran ser intocables. Los zapatistas y otros grupos han denunciado debidamente el Plan Puebla Panamá demostrando las graves consecuencias que traerá también para el habitat y las poblaciones.

Las necesidades del capital son así, su fortalecimiento y expansión se verifica en el continente que se está ampliando en el plano horizontal, introduciendo sus garras en todas partes de una forma un tanto exagerada, exenta de la ‘delicadeza’ y diplomacia que intentan mostrar gobiernos como el de Lula, Lagos, Gutiérrez o Chávez, que se caracterizan por grandilocuentes discursos a favor de los pobres mientras sus aliados empresarios aumentan el saqueo. Al parecer el capital se está tomando más en serio que estamos en un continente muy rico y las petroleras, madereras, hidroeléctricas, mineradoras, etc. se encuentran todas en fase de expansión. Recordamos que eso se relaciona con la visión continental que asumieron los mega-empresarios reunidos en México paralelamente a la reunión de presidentes de El Cusco y también lo relacionamos con la estabilización ‘democrática’ que está consiguiendo el continente y que arranca aplausos de las entidades del capital internacional, como el FMI y el BIRD, por nombrar sólo algunas. Hay una evidente reorientación de capitales hacia la región y ello no ofrece nada a los pueblos sino más depredación y genocidio.

También ello es funcional para el capital globalizado que determina para el continente algunas funciones de infraestructura y explotación de recursos naturales.

Capitalismo, depredación y crimen, marchan de la mano. Ya se ha discutido hasta el cansancio que las fuentes de agua corren serios riesgos de disminuir en todo el planeta. Y sobre eso venir a envenenar lagunas y ríos, a ello se le puede llamar crimen con alevosía.

No sólo que el capital nos está lanzando cada día a la marginalidad, aumentando aún más de forma impresionante los cordones de miseria de las ciudades, sino que está destruyendo nuestros recursos de forma abierta, descarada y creciente, y con ello a nuestras comunidades.

O nos decidimos a acabar con el capital ya, o el capital acaba con nosotros. No hay ‘humanización’ que nos engañe, queremos que se vayan todos Alcarajo con su Mercosucio. Fox, Toledo, Lagos, Lula, Gutiérrez, Kirchner, Goni, Chávez o cualquier otro que venga. El Mercosur es una tapadera de toda esta ignominia, un fraude para los pueblos, hay que tumbarlo también.

Con Alca o sin Alca, nos joden lo mismo, con gobiernos más próximos o más distantes de USA, nos joden lo mismo. Tanto da que nos maten con pistola o con cuchillo, con petroleras o madereras, con bombas o con hambre. El hecho es que nos están matando.

Con mis disculpas, hacemos el ridículo pidiéndole a los gobiernos que no entren al Alca. Hay que preparar condiciones de salirles al paso a los madereros, a los petroleros, a las represas, a los mineradores y demás depredadores y asesinos de los pueblos con la fuerza organizada de la resistencia. No hay que pedirles nada a los gobiernos. Hay que derribarlos y establecer el poder popular generalizado, en esa dirección hay que concentrar los esfuerzos.

Abrazos
Profesor J
Clajadep

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