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Celebra el EZLN 22 años de “no venderse ni rendirse”

21.11.05

La Jornada
Sábado 19 de noviembre de 2005

Morelia, Chiapas, 18 de noviembre. “Después de 22 años de lucha, de resistencia y de no dejarse, no venderse ni rendirse, siguen ondeando las banderas de lucha que nuestros compañeros guerreros dejaron en la selva chiapaneca”, dice una muchacha en nombre de la junta de buen gobierno (JBG) Corazón del arcoiris de la esperanza, durante la increíblemente discreta ceremonia de aniversario en el auditorio del caracol Torbellino de nuestras palabras.

“Hoy 17 de noviembre, pero en 1983, seis compañeros (tres hombres y tres mujeres) decidieron acampar, nacer y crecer en algún lugar de la selva Lacandona, formando nuestro Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)”, prosigue la mujer ante sus compañeros de la JBG y las comisiones de información y vigilancia del caracol. “Estos seis compañeros, dignos y rebeldes, dejaron todo: familia, trabajo, amigos, hijos, un futuro. Dispusieron su vida a encontrar la muerte para dejar la semilla de la liberación nacional.

“En nombre de todos los presentes saludamos a los municipios autónomos, a los pueblos de México y el mundo. Y al mal gobierno le decimos que no necesitamos de su ayuda y que mucho menos nos vamos a rendir.”

Este año, los zapatistas de la región también llamada Tzots Choj decidieron celebrar el cumpleaños del EZLN en los distintos municipios autónomos. No lejos de aquí, en la nueva sede de 17 de Noviembre transcurre una fiesta muy rumbosa y concurrida. En cambio, a la JBG se le “comisionó” para que siguiera trabajando y atendiendo sus funciones de mandar obedeciendo.

“Estamos aquí para gobernar y gobernarse, y que la semilla de la lucha zapatista crezca por la humanidad y contra el neoliberalismo”, agrega la joven, dirigiéndose a sus compañeros de gobierno por única audiencia. Medio centenar de personas, muchas de ellas muy jóvenes. Cerca de la mitad son mujeres. Ellos son la autoridad autónoma de la región tzeltal-tojolabal-tzotzil de las tierras medias, que abarcan del municipio oficial de Chilón al de Comitán.

Esta noche, las autoridades comisionadas por los pueblos se reúnen en una “comunidad” (como dicen ellos mismos) plural y heterogénea. “Estamos aquí realizando los trabajos y los distintos cargos que nuestros pueblos en resistencia han elegido que se necesitan para que la autonomía avance. Estamos aquí representando a los hombres, mujeres, niños y ancianos de nuestro país México y de nuestros municipios, para ir mejorando la educación, la salud, la producción, la participación de las mujeres y el buen desarrollo de los pueblos. Estamos aquí para ser un puente entre los hermanos y hermanas de otros países, para aprender de ellos y de sus luchas que traen y dejan la semilla de rebeldía y dignidad”.

Para concluir el mensaje, y la parte “seria” del “programa” que prepararon la junta y las dos comisiones (incluyó los himnos nacional y zapatista), la joven miembro de la JBG expresa: “Va pues, salud y en buena hora, que esta lucha zapatista siga su fiesta de esfuerzo, alegría y esperanza”, y lanza vivas al EZLN, a los municipios autónomos, las JBG y los caracoles.

Es de noche en el caracol Torbellino de nuestras palabras. Las estructuras de gobierno suspendieron sus actividades para congregarse en el estrado del auditorio en el caracol de Morelia y efectuar una sesión que, como siguientes participaciones, incluye canciones, poesía coral, representaciones teatrales y adivinanzas.

“En la calle me toma, en la calle me deja. En todas partes me toma, en todas partes me echa”, dice un hombre de edad media que pasó al frente y se dirige respetuosamente a sus compañeros. Tras una pausa, una voz adivina, para regocijo general: “¡El polvo!”

No sé en qué otro lugar del país sesione un cabildo, congreso o gabinete compuesto por campesinos que hablan cuatro distintas lenguas y realizan “cargos” de responsabilidad, y que después de discursos dirigidos a todos los pueblos del mundo, represente sketches teatrales hilarantes y escatológicos, cuente chistes y declame poesías revolucionarias como parte de sus labores de gobierno.

La celebración incluye, en lengua tzeltal, una “historia de los antepasados”, dicha con parsimonia por un hombre en edad suficiente para haber vivido lo que relata. “Los antepasados estaban al servicio de los amos. Los hombres iban al campo del patrón, y las mujeres quedaban trabajando para la señora de la finca. No tenían ropa ni cosas propias, todo era de prestado. Sufrían sin ser pagados siquiera, tan sólo un poco de sal y azúcar”.

La mayor parte de los presentes crecieron en una situación harto distinta. Muchos se educaron en las escuelas autónomas. El hombre mayor recuerda para ellos: “Si queda lejos la casa del hacendado, van los antepasados cargándolo en su espalda con una silla amarrada. El patrón era el ‘gobierno’. Si la patrona se iba a aliviar a la ciudad, la cargan los peones y le ponen su sombrilla para que no la moleste el sol. Y si ellos se enfermaban, tardaban hasta dos semanas caminando de Salto de Agua a San Cristóbal (de las Casas). Siempre así. Era muy trabajado vivir en esos tiempos”.

Cuenta que en las calles, los caxlanes “nalgueaban” a las indias, “y si protestaban los papás y maridos, eran amenazados con pistolas. Sufrían mucha cárcel los señores antepasados. Las hijas del campesino las aprovechaba primero el patrón. Los que estaban viejos quedaban inservibles y los dejaban morir”.

Cerca de la mitad de los miembros de la JBG pasa al frente y dice el poema Relación de los hechos, sobre la renunciación y el sacrificio de “los abajo firmantes”, escrito por el subcomandante Marcos cuando tenía el rango con el cual firma el texto: capitán.

Con naturalidad y casi sin pausa, el gobierno zapatista entona corridos, conversa, y de pronto ya realiza reuniones de trabajo. Los indígenas se distribuyen en distintas esquinas del auditorio para planear sus actividades de la próxima semana. Ya que las bases de apoyo para las cuales gobierna la junta conmemoran y bailan esta noche en sus respectivos municipios, las personas que ocupan cargos se dedican a cumplir sus obligaciones hasta cerca de medianoche. Es su manera de “desarrollar las banderas” del pequeño grupo fundador del EZLN, esa peculiar versión de los “rebeldes primitivos” o campesinos que fascinaban al historiador inglés Eric Hosbawm, y que de manera modesta, pero eficaz, ha dado pie a gobiernos propios, autónomos, de los pueblos indígenas que lo conforman y apoyan en las montañas de Chiapas hace más de dos décadas.


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