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Todos somos Filiberto. Marcha Filiberto Libertador

30.11.05

Mensaje pronunciado por la compañera de Filiberto Ojeda Ríos en los actos de cierre de la Marcha Filiberto Libertador, celebrada el sábado 19 de noviembre de 2005

Compañeras y compañeros, hermanas y hermanos puertorriqueños:
Quiero agradecer a todos su presencia. Para mí, ha sido muy importante y significativo haber recibido tantas muestras de afecto y solidaridad a raíz del asesinato de Filiberto. Han sido momentos muy duros y de mucho dolor, que todavía no han amainado. El dolor permanece y no hay manera de evitarlo. Agradezco a todos, desde lo más profundo de mi alma, su entrañable compañerismo y solidaridad.

Comparto con ustedes este dolor, el cual lo sufren por igual todas las compañeras y compañeros que respetan el valor de la vida humana. Estamos juntos en este proceso de duelo y nos confortamos los unos a los otros. Lloramos juntos una misma pena. Unidos, como lo veía el compañero Filiberto. Nuestro Comandante.

En mi pensamiento se mantienen tres guías fundamentales: primero, la necesidad imperiosa del esclarecimiento del vil asesinato de Filiberto; segundo, mantener la integridad de la imagen del compañero, que lo ofreció todo en defensa de la justicia y la libertad; y, tercero, asegurarnos de que no se desvíe la atención del esclarecimiento, recurriendo a tácticas y campañas divisionistas y de descrédito. Yo he perdido lo que más amé en la vida y, humildemente, creo que la lucha ha perdido un faro de luz y esperanza. Es necesario mantener vivo su espíritu y sus orientaciones libertarias.

Agradezco enormemente las expresiones de solidaridad internacional provenientes de Estados Unidos, y, muy particularmente, las de Latinoamérica y el Caribe, entre ellas las de los compañeros dominicanos y las de los compañeros haitianos, todos hermanos antillanos.

Quiero agradecer, con sumo y particular cariño, las comunicaciones provenientes de nuestra hermana República Bolivariana de Venezuela. Muy especialmente, agradezco las comunicaciones del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías; de la Asamblea Nacional y su presidente, el Sr. Nicolás Maduro Moros; del Sr. Fermín Toro Jiménez, Embajador de la Misión Permanente ante las Naciones Unidas, del Sr. Vinicio Romero Martínez, Cónsul General en Puerto Rico y del bravo pueblo venezolano. El Acuerdo que fuera aprobado en la Asamblea Nacional haciendo un reconocimiento a Filiberto es un claro ejemplo de la solidaridad entre nuestros pueblos. En dicho acuerdo se reconoce, entre otras expresiones: que Filiberto Ojeda Ríos compartió el ideario de Simón Bolívar, solidarizándose en todo momento con la lucha del pueblo venezolano y con la integración latinoamericana y caribeña; que Filiberto Ojeda Ríos obró siempre con conciencia, claridad política y compromiso revolucionario por la identidad de su pueblo y en contra del yugo colonialista estadounidense; que Filiberto Ojeda Ríos luchó por la independencia y soberanía del pueblo boricua, movido por un espíritu patriótico y libertario. (Vea página 10)

Con intenso e inmenso cariño, agradezco las expresiones provenientes de nuestra hermana antillana de siempre, la República de Cuba, y el homenaje tan especial que hicieran a Filiberto al colocar una tarja de recordación con su nombre en la Tribuna Antiimperialista José Martí, junto a nombres como el de Simón Bolívar, Pedro Albizu Campos, Eugenio María de Hostos, Omar Torrijos, Emiliano Zapata, Augusto César Sandino y Salvador Allende. La inscripción en dicha tarja lee de la siguiente manera:
Filiberto Ojeda Ríos

Patriota Puertorriqueño
(1933-2005)
“Murió como vivió: de pie y combatiendo por la independencia de Puerto Rico”
Agradezco inmensamente la presencia del Presidente Fidel Castro, del Sr. Ricardo Alarcón, Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y del hermano pueblo cubano en el acto de homenaje tan especial en el cual se une a Filiberto a las víctimas de Barbados y a los héroes cubanos luchadores antiterroristas en cárceles estadounidenses. Los dolores compartidos en el Teatro Karl Marx se conjugan en esa preciosa y gigantesca pancarta que leía: Todos somos Filiberto. “Todos somos Filiberto”. ¡Qué especial esa consigna, y qué verdad encierra! Es el hilo conductor que une a todos los pueblos que sufren la opresión del imperialismo.

La vida del compañero es la vida de un Revolucionario.

Esa gloriosa vida no cesa. Por eso, el compañero fue claro: “pa’lante, siempre”. La lucha por la libertad no se detiene. Tenemos que seguir adelante y en el trajín de esa lucha haremos que se haga realidad la consigna: “Un Filiberto, Muchos Filibertos…”


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