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Los Wanniyala-Aetto (”gente de la selva”) regresan al bosque a pesar de las amenazas de los guardianes.

01.12.05

los Wanniyala-Aetto hacen uso de su derecho a regresar a su bosque.

Cien indígenas wanniyala-aetto han regresado a su tierra, más de veinte años después de haber sido expulsados. Los wanniyala-aetto fueron obligados a trasladarse a áreas de reasentamiento gubernamentales cuando su último refugio en la selva fue convertido en el Parque Nacional Maduru Oya en 1983. Los guardaparques han amenazado con llevar ante los tribunales a aquéllos que han regresado al parque, en un intento de obligarles a marcharse una vez más.

Los Wanniyala-Aetto (”seres de la selva”) son el pueblo indígena de Sri Lanka;
apacibles cazadores y recolectores que han vivido en una relación sustentable
con el
medio ambiente de su bosque tropical por los pasados dieciocho mil años.

Después de haber sobrevivido a 2.500 años de colonización de su isla, primero
por
emigrantes cingaleses y luego por tamiles provenientes de la India, a cinco
siglos de
colonización portuguesa, holandesa y británica y a dos guerras mundiales, los
Wanniyala-Aetto fueron desalojados de lo que quedaba de sus bosques ancestrales
por el gobierno de Sri Lanka.

Sri Lanka logró su independencia en 1948, y el nuevo gobierno emprendió la
reorganización del país. En 1955, con fondos del Banco Mundial, comenzó la
construcción de la represa Gal Oya, que inundó las mejores tierras de caza y
recolección de los Wanniyala-Aetto, donde estaban los mejores sitios para
recolectar
miel y sus cuevas favoritas.

La mayor parte de la población fue reubicada en aldeas de readaptación, en zonas
agrícolas. Pero su “guardián del saber” y portavoz, Uru Warige Tissahamy,
condujo a
mucha de su gente a internarse en lo profundo del bosque. En 1977, el Banco
Mundial otorgó al gobierno los fondos necesarios para la construcción de un
enorme
proyecto hidroeléctrico y de irrigación que afectaría al mayor sistema fluvial
del país,
el Mahaweli Ganga. El agua del río fue desviada para producir energía
hidroeléctrica
y para alimentar reservorios y canales de irrigación. Se realizaron actividades
de
madereo en grandes superficies del bosque tropical, y se hizo tala rasa en
11.000
hectáreas de los últimos territorios de caza de los Wanniyala-Aetto. Miles de
colonos
cingaleses y tamiles se instalaron en la zona.

Luego, el 10 de noviembre de 1983, a medianoche, el gobierno desalojó a los
Wanniyala-Aetto de la última porción de su bosque natal, declarando que esa era
la
cuenca hidrográfica que alimentaría tres nuevos reservorios financiados con
asistencia oficial para el desarrollo de varios organismos extranjeros
financieros,
entre ellos la USAID. Dichos reservorios se crearon con la finalidad de disponer
del
agua necesaria para el riego de los arrozales ubicados en los límites del
bosque,
destinados a la producción intensiva de arroz en el marco de la llamada
“revolución
verde”. El área de bosques que quedó entre estos reservorios fue designada por
el
gobierno como Parque Nacional de Maduru Oya, el cual fue creado en el marco de
la
Estrategia Mundial para la Conservación (en inglés WCS), manejada conjuntamente
por WWF Internacional (Fondo Mundial para la Naturaleza), IUCN (Unión Mundial
por la Conservación de la Naturaleza) y PNUMA (Programa de las Naciones Unidas
para el Medio Ambiente).

Los Wanniyala-Aetto fueron forzados a reinstalarse en tres distritos diferentes,
lo
cual dividió su comunidad y destruyó la estructura social fuertemente integrada
de la
que siempre dependieron. Estas áreas de reinstalación se encuentran fuera del
bosque, en zonas de arrozales totalmente desconocidas para ellos e inadecuadas
para su agricultura itinerante, la cual se han visto imposibilitados de
realizar. Por otro
lado, les cuesta mucho cultivar suficiente alimento en las diminutas parcelas
que les
asignaron. La caza y la recolección en la selva también les están vedadas. En la
actualidad, algunos hombres tienen permiso para cazar en una pequeña zona del
parque, pero los que no lo tienen se arriesgan a ser multados o encarcelados si
se
les sorprende cazando. En los últimos años tres cazadores, todos ellos con
permisos, murieron por los disparos recibidos por parte de guardaparques.

Actualmente solo quedan 2,500 indígenas Wanniyala-Aetto. Su antigua cultura, sus
tradiciones espirituales, su conocimiento médico etnobotánico y su pericia en el
manejo ecológico de la fauna y la flora del bosque tropical están a punto de
perderse
para siempre. A pesar de haber sido reubicados, no han perdido el recuerdo de su
tierra. “Yo nací en el bosque. Mis ancestros vienen de aquí. Somos los seres del
bosque, y quiero vivir y morir aquí. Y aunque renaciera como una mosca o una
hormiga, estaría feliz de saber que volvería a vivir aquí, en el bosque” (Uru
Warige
Tissahamy, 97 años, anciano Wanniyala-Aetto “guardián del saber”).

Es por eso que, más de veinte años después de haber sido expulsados, cien
indígenas Wanniyala-Aetto han hecho uso del derecho legal de regresar a su
propia
tierra. Los guardaparques han amenazado con llevar ante los tribunales a
aquéllos
que regresen al parque, en un intento de obligarles a marcharse una vez más.

Desde diversas organizaciones se exhorta a apoyar al pueblo Wanniyala-Aetto, y
proponen escribir a la presidenta de Sri Lanka pidiendo a su Gobierno que
permita
inmediatamente a los Wanniyala-Aetto que así lo deseen regresar a su tierra,
cazar
para su consumo personal y recolectar frutos del bosque dentro del parque, sin
temor a su posterior expulsión, acoso o violencia. (Dirigir la carta a: Her
Excellency
the President of Sri Lanka, Mrs. Chandrika Bandaranaike-Kumaratunga,
Presidential
Office, Colombo 1, Sri Lanka, Fax: +94 112 4333 46)

Artículo basado en información obtenida de: “Los wanniyala-aetto regresan a la
selva”, 21 de octubre de 2005, http://www.survival.es/news.php?id=1114; “The
Wanniyala-Aetto”, Global Vision, http://www.global-vision.org/srilanka/

Movimiento Mundial por los Bosques

Es imposible que los jóvenes vivan aquí. Se convertirán en ladrones y asesinos. Quiero conseguir la tierra antes de que todo eso ocurra.” Kalu Appu, hombre wanniyala-aetto.

¿Quiénes son? Los wanniyala-aetto (”pueblo de la selva”) viven en una región de selva tropical al este del macizo montañoso central de Sri Lanka. Se cree que ya vivían en Sri Lanka varios miles de años antes de la llegada de los cingaleses y tamiles, ahora dominantes. Los extranjeros los conocen como los “veddah”.

¿Cómo viven? Hasta hace poco tiempo, los wanniyala-aetto vivían en su selva. Cazaban ciervos, jabalíes y otros animales y aves, y recolectaban miel, frutas y frutos secos. También practicaban un tipo de “cultivo rotativo”, despejando pequeñas parcelas de tierra o “chenas” de la selva para plantar cereales, verduras y tubérculos. Cada familia cambiaba de parcela cada año, volviendo a la misma al cabo de siete u ocho años. Hoy en día, los wanniyala-aetto viven en poblados fuera de la selva. Ya no pueden realizar la “chena”, y sólo cuentan con parcelas diminutas para cultivar arroz y verduras, así como para criar ganado y cabras. Los que penetran en la selva para cazar y recolectar se arriesgan a que los detengan y lastimen, aunque muchos continúan haciéndolo. Otros trabajan las tierras de los colonos cingaleses a cambio de un sueldo, o bailan y venden baratijas a los turistas. Algunas mujeres trabajan en el servicio doméstico en Oriente medio.

¿A qué problemas se enfrentan? Durante los años 1950, el Gobierno de Sri Lanka comenzó a otorgar las tierras de los wanniyala-aetto a los colonos cingaleses. Se arrasaron selvas, se anegaron terrenos de caza, y comenzaron a llegar miles de colonos. En 1983, el último refugio selvático de los wanniyala-aetto recibió la denominación de Parque Nacional Maduru Oya. Se lSe les trasladó a poblados del Gobierno y se les prohibió la entrada a su selva si no tenían un permiso. Además la caza y la recolección les fueron prohibidas. La transición a esta nueva vida ha sido dura, y a muchas familias les resulta muy difícil cultivar comida suficiente en las diminutas parcelas de tierra que el Gobierno les ha dado. Actualmente, a los niños se les enseña el idioma y la religión cingalesas, por ser ésta la población dominante. Los casos de alcoholismo y de enfermedades mentales se multiplican entre las nuevas comunidades. Desde 1998, algunos hombres han recibido permisos para cazar y recolectar en una pequeña zona de la selva, pero los que carecen de dichos permisos siguen arriesgándose a multas o incluso a la cárcel si son detenidos. En los últimos años, los guardas forestales del parque han matado a tiros a tres miembros de la comunidad wanniyala-aetto, todos ellos con permisos. Muchos wanniyala-aetto quieren volver a sus tierras en Maduru Oya.


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