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Crónicas directas desde Bolivia No. 7

21.01.06

“Algo nuevo pasa cuando todo sale desde abajo”

Plaza Murillo, La Paz, 20 de enero

Hace 197 años, la Junto Tuitiva de La Paz declaraba algo nuevo: la autonomía de la corona española. Esa revolución fue derrotada a sangre y fuego, sus dirigentes asesinados, la cabeza del mismo Murillo fue empalada en lo que hoy es la Ceja de El Alto.
Pocos, tal vez nadie, podía decir en ese momento que se trataba del comienzo del final de tres siglos de dominación española en América. Es cierto que el heroico pueblo boliviano debió esperar 26 años mas para que esa autonomía se hiciera palpable.
Hoy, a las 5 de la tarde (¿a las 5 en punto de la tarde?) Plaza Murillo estaba llena de gente que esperaba, esperaba paciente que transcurrieran las horas. Miles de personas estaban ahí, en una posición a la que nos tienen acostumbrados los aymaras, los quechuas y los mestizos. “¿Qué esperamos?” le pregunté la señora de poyera, “que pase nomás lo que va a pasar”. El domingo allí Evo Morales, aymara, va a ser presidente de toda Bolivia.
Toda la Plaza estaba adornada con las banderas del estado boliviano. Justo a las 5 de la tarde comenzaron a subir junto a la bandera tricolor, la Wilpala, la bandera multicolor que representa a los pueblos originarios. A los símbolos!!! Que querrá decir para ellos? Todo era alegría, todo era esperar haciendo.
Un tiempo nuevo comienza. Nuevo de verdad. Es un tiempo que marcaron las luchas de los trabajadores originarios y campesinos del Chapare, los aymaras y el pueblo de El Alto desde 2001, en las jornadas heroicas de 2003 y de 2005. Si es un tiempo nuevo no puede compararse.

La velocidad y profundidad de lo nuevo no puede predecirse

La profundidad del cambio y las características que este tenga no pueden medirse en los tiempos “deseados” porque las impondrán los movimientos sociales y su relación con el gobierno.
Evo Morales se ha comprometido, por ejemplo, en poner en funciones el “Consejo de organizaciones sociales, sindicales y populares” con representantes de todos los sectores como organismo de consulta por sobre los ministerios ¿será así?, ¿en cuanto tiempo?. No lo saben ellos, no lo sabemos nosotros. Lo cierto es que hay un proceso nuevo en curso.
Un proceso que tiene una historia que lo hace rebelde, que lo demuestra incorregiblemente porfiado a la hora de pensar, de decir, de hacer. Bolivia es hoy el lugar donde la sociedad profunda, donde los pobres, los excluidos, los humillados durante mas de 5 siglos dicen: “ahora es cuando”.
Será difícil entender el mundo sin entender la profundidad de los cambios que se operan en la revolución boliviana.

Las comparaciones no sirven

La mediocridad de los especialistas llevan a intentar comparar este proceso con otros. Por ejemplo, dicen que Evo Morales tiene dos caminos, o como Chávez o como Lula. Profundo error: Chávez eligió el camino de quien? Y Lula que camino eligió? Ninguno de los dos eligió, sus pueblos marcaron caminos que antes no existían.
Mañana en Tiwanaco, cuando nos reencontremos con 3000 años de historia, cuando Evo Morales se vista con un manto que será usado después de 10 siglos, y que pertenece al periodo imperial de Tiwanaku del que sólo la dinastía de sacerdotes del Inti (sol) podía tener acceso a ella, para comprometerse a servir a los pueblos originarios, comenzará este nuevo periodo de la historia americana.
Un periodo de re encuentro, de re evolución, donde, por ejemplo, unos 200 delegados de pueblos originarios de Guatemala, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Nicaragua, México, Uruguay y otros asistirán a la posesión de Evo Morales como presidente, todos ellos participarán en el acto de mañana en Tiwanaku, y en la plaza de los Héroes, el domingo 22 de enero. Los representantes indígenas estarán también en la posesión del Presidente electo en la parte izquierda del Congreso.
Con que se puede comparar este proceso? Toda comparación de lo nuevo implica un absurdo. Algo nuevo está saliendo de las entrañas de la sociedad de las distintas naciones que componen el estado boliviano. Tal vez los intelectuales, tan propensos como somos a pensar que todo lo entendemos, queramos ponerle rótulos para poder encerrarlo en nuestras cabezas. Pero hablando de cabezas, ninguno de nosotros hubiera podido afirmar que la cabeza de Murillo, ampalada en El Alto, iba a ser testigo de la libertad de América. Y ¿quién puede negarlo? Tal vez hoy desde El Alto, desde el mismo lugar donde fuera descuartizado Tupac Katari, donde fuera empalado Murillo, el casi millón de habitantes aymaras no solo estén siendo testigos, sino los actores de esta historia donde un indio es Presidente de Bolivia para comenzar otro tiempo.


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