Colectivo Nuevo Proyecto Histórico
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La GuErra SociaL
por OtroS MedioS ::
(Especial para el periódico La Joroba)
“Prefiero el modelo chileno al argentino. Uruguay negociará un tratado de libre comercio (TLC) con los Estados Unidos.”
Danilo Astori, ministro de economía del Uruguay, 5/1/06.
“Mi gobierno va a ser muy activo en impulsar el ALCA. Las agendas del ALCA y el Mercosur no son incompatibles como a veces se plantea”.
Michele Bachelet, presidenta de Chile, 16/1/06.
“Queremos las inversiones extranjeras, las necesitamos. No estamos contra el libre mercado. Queremos un modelo socialista con un capitalismo boliviano”
Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia, 22/12/05
“Y aquí estamos los socialistas levantando de nuevo nuestras banderas”.
Hugo Chávez, presidente de Venezuela, 4/11/05.
“La cancelación de la deuda externa con el FMI hace que Argentina y Brasil recuperen su total autonomía”.
Néstor Kirchner, presidente de Argentina, 18/1/06.
“El populismo no es necesariamente malo. El gran reto que todos los países de la región enfrentan ahora es de gobernabilidad”.
Tom Shannon, subsecretario para Asuntos Hemisféricos de los EE.UU.,18/1/06.
“Primero tuvimos allí a la dictadura, luego a los que vendieron al país, a los que negociaron. Ahora estamos viviendo un momento político interesantísimo, en el país y a nivel latinoamericano. Y el que no lo ve así es un ciego. No tenemos un Estado terrorista ni tenemos al enemigo en la Casa de Gobierno. Nosotras apoyamos al presidente porque sentimos que apoyamos un proyecto que en gran parte es el nuestro”.
Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, 13-1-06.
“La ley no es pacificación, puesto que debajo de ella la guerra continúa causando estragos en todos los mecanismos de poder, aun los más regulares. La guerra es el motor de las instituciones y el orden: la paz hace sordamente la guerra hasta en el más mínimo de los engranajes. En otras palabras, hay que descifrar la guerra debajo de la paz: aquélla es la cifra misma de ésta. Así pues, estamos en guerra unos contra otros; un frente de batalla atraviesa toda la sociedad, continua y permanentemente, y sitúa a cada uno en un campo o en el otro. No hay sujeto neutral. Siempre se es, forzosamente, el adversario de alguien.”
Michel Foucault, 21/1/76.
Incisiones:
I:: Progresismo, izquierda, socialismo, autonomía
II:: Enemigos
III:: Esta democracia apesta
A Cristian Ruiz, Chacho Berrozpe y los detenidos de la revuelta de Haedo.
Presos políticos del gobierno kirchnerista que se autotitula:
“Defensor de los derechos humanos”.
I:: Progresismo, izquierda, socialismo, autonomía ::
Al margen de la sonrisa fácil de la ministra de economía Felisa Miceli, la que no tiene la vida fácil es la multitud trabajadora. Con el conservador de De la Rúa y el neoliberal de Cavallo el salario promedio rendía más que con la dupla de los ex setentistas Kirchner-Miceli. La hambruna de plusvalor de trabajo excedente, para acumular capital, hace descender cada vez más el trabajo socialmente necesario. Aumentan las ganancias de los patrones a costa de una bestial caída del poder adquisitivo de los ingresos populares: jubilaciones, salarios, planes y changas de las mayorías sociales. El capitalismo del “país en serio” nos retrotrae a la pobreza más cruda de comienzos del siglo XX.
Caída del poder adquisitivo: con De la Rúa el salario promedio alcanzaba para comprar tres canastas básicas y ahora alcanza para dos. Los jubilados y pensionados están peor que con la convertibilidad, en 2001 el gasto en seguridad social era del 6,3% del Producto Bruto Interno (PBI), y en el 2005 rondó el 4,8%. Hay dos millones de niños y niñas que trabajan ¿Dónde quedó la consigna peronista que rezaba que “Los únicos privilegiados son los niños”? Los cartoneros -sólo los de la provincia de Buenos Aires- suman 100.000 compatriotas. El desgaste físico de cinchar por diez años un carro, doce horas diarias, es el equivalente a toda una vida de trabajo en otros oficios manuales. Toda una nueva profesión neoproletaria que llegó para quedarse. Familias completas de obreros del reciclado a los que se le paga apenas 20 centavos el kilogramo de cartón. Trabajadores que producen ganancias del orden de los 500 millones de pesos anuales para los capitalistas que los someten a la ley del valor. ¿Qué es posfordismo? ¿Qué es la subsunción real del trabajo en el capital? ¿Qué significa ser excluido de un salario pero ser vuelto a incluir a la lógica de la ganancia privada y la expoliación? ¿Qué significa que el territorio se transforme en el circuito directo de la mercancía, y el empleo de los cuerpos que lo recorren y habitan queden prisioneros del biopoder del mercado? ¿Qué significa el comando del capital que subordina y exprime el trabajo sin un asalariamiento directo de un patrón? Significa -entre otras cosas- ser obrera okupa, cartonera, vendedor ambulante, prostituta, traficante de paco; y dejar la vida para enriquecer al Capital-Cooperativo, al Capital-Cartonero, al Capital-Territorial y al Capital-Criminal.
Contando los planes sociales el desempleo es del 14,7%. Cuatro millones de argentinos están subocupados y desocupados por el capital. Los planes sociales de los desempleados se quedaron estancados en 150 pesos, cuando los productos de primera necesidad subieron más del ciento por ciento desde el 2002. Entre De la Rúa y Kirchner, la distribución de la riqueza entre el 10 por ciento más pobre y el 10 por ciento más rico creció de 28 a 50 veces. No hay plata para aumentar jubilaciones y sueldos de los empleados estatales, pero sí hubo otros 10.000 millones de dólares para cancelar la fraudulenta deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sumados a los 15.000 millones de dólares que se pagaron a los organismos internacionales de crédito desde la salida de la convertibilidad.
Este capítulo de la historia capitalista de la Argentina, comandada por Kirchner, la podríamos llamar: a + empleo + pobreza. La mitad de las y los trabajadores gana menos de 550 pesos mensuales. Todo un nuevo fenómeno posfordista: alto crecimiento del PBI, aumento de la recaudación y superávit fiscal = trabajo negado + precariedad + salarios de miseria.
En promedio, el poder de compra de los que trabajan cayó un 20%. Para el precariado en negro fue peor, ya que sus sueldos ni siquiera aumentaron al ritmo inflacionario. Durante el 2005 la actividad productiva superó la marca anterior de 1998, al igual que se incrementó en 10 puntos los niveles de pobreza y empleo no registrado en comparación al menemista año 1998. En aquel año, la pobreza generada por el “menemato” atacaba al 28,8%, ahora con el “kirchnerato” el 38,5% de los argentinos está pauperizado. Con el peronista de Carlos el trabajo en negro era del 37,4 %, en cambio, con el peronista de Néstor aumentó y llegó al 47,2%.
La participación de los asalariados se redujo del 32,5% al 24% del PBI. Y como cada punto del PBI son 6.000 millones de pesos, eso significa que, 9 puntos del PBI son 54.000 millones. Tres años de crecimiento del PBI al 9 % son tanto como 162.000 millones. Este es el excedente que le robó el gobierno de Kirchner a los trabajadores en los últimos tres años. ¿Estará “Pino” Solanas preparando su nueva película: Memoria del Saqueo 2003-2005? Entretanto, el capitán patagónico alega que a él “¡No le van a torcer el brazo las corporaciones!”
Con este nuevo saqueo, con el Capital-Parlamentarismo como verdadera cleptocracia, como sistema que naturaliza el robo contra la multitud, ¡Cómo no va a detonar la lucha por el salario, y el asambleismo gremial contra toda la dirigencia sindical cómplice de los patrones! El 2005 fue el año con más luchas laborales desde 1989. Los piquetes aumentaron a tal punto que sólo fueron superados por los registrados en 2002. Esta es la verdadera causa de la renuncia del ministro de economía Lavagna: el bonapartismo de Kirchner no sabe cómo resolver el jeroglífico de la lucha de clases. Apela al efecto simbólico de rodearse de algunos organismos de derechos humanos que le den ese aire europeo tan “progre”, y apoyarse en los mohines permanentes de su nueva jefa de hacienda setentista. Pero lo importante para el capital, el poder, el estado, y sus representantes gubernamentales durante el año pasado, es que las luchas de la multitud los tuvieron a mal traer. La antagonía de la potencia de los sujetos sociales, contra el mercado y el estado, escribe la otra historia. La gesta de los de abajo construye otra realidad, como diría el poeta, ¡Quién quiera oír que oiga!
¿Izquierda, socialismo, autonomía? ¿Es qué estas cosmovisiones ya no
significan nada? Que el progresismo viaja con la proa puesta en el ALCA ya no son elucubraciones paranoicas de los movimientos anticapitalistas, sino la propia confesión de sus gobiernos.
Si como dice el virrey de los EE.UU. el populismo ya no es un problema; si los grandes medios de comunicación ya perdieron la vergüenza y ni siquiera llaman a la mayoría de los gobiernos del Cono Sur como de centroizquierda, sino, lisa y llanamente de izquierda; si el vicepresidente de Bolivia puede congeniar socialismo con capitalismo sin que se le mueva un pelo; si el presidente Kirchner puede tomar el término “autonomía” como uno más del léxico Capital-Parlamentarista; es que estas prácticas sociales por los que vivieron y murieron millones de luchadores en los dos últimos siglos, estos conceptos, estas verdaderas ideas fuerzas; cada vez más, lastiman menos al poder.
Entonces, ¿Qué hacer? ¿Renunciar a los viejos significantes y crear otros nuevos? ¿Regalarle al enemigo de clase un ideal como el socialismo o, en cambio, batallar en interminables combates resignificativos?
La operación del poder es clara. Ahora le toca a la izquierda, como en la década pasada gobernó la derecha. Para la burguesía toda, siendo el único horizonte esperar el recambio dentro del Capital-Parlamentarismo, será pues, cuestión de esperar una nueva derecha. Total, cada vez más, los gobiernos de izquierda son puras máquinas del orden capitalista. Instrumentos de la célebre gobernabilidad mercantil que tanto le preocupa a Washington. Co-mandantes del estado capitalista. Ya no de uniforme militar, sino de saco y corbata, o camisa y chompa a rayas al estilo Evo Morales. Todos ellos integrantes de la Nueva Clase de los políticos, una auténtica aristocracia administrativa obsequiada por el voto. Sino leamos este sólo ejemplo: en la Ciudad de Buenos Aires los altos funcionarios del ejecutivo se aumentaron un 40 por ciento los sueldos. Un secretario de gobierno, que percibía alrededor de 5400 pesos en concepto de salario neto, ahora obtendrá 7600; un subsecretario, pasará de 4400 a 6200 pesos; y un director general, de 4000 a 5600 pesos. Recordemos que el salario mínimo es de 630 pesos.
Gobierno y oposición intrasistémica se turnan, mientras cuentan en cada elección de quienes son los nuevos votos que hay en las urnas. Esas urnas que garantizan la muerte de una clase y la llave de la felicidad para otra. Oficialismo y oposición, ambos integran un gran partido de estado, un gran partido del Capital-Parlamentario. A lo sumo, serán adversarios, nunca enemigos. Para ellos el enemigo está en otra parte. Está en el llano, en las calles y las asambleas; en los cuerpos de delegados autónomos y las empresas recuperadas anticapitalistas; en las tomas de tierras y el ecologismo antimercantil; en el mediactivismo consecuente y los estudiantes rebeldes; en los piqueteros que no se venden y los precarios que no se regalan; en la acción directa que los padres de Cromañón que los escracha y en los protagonistas hoy desconocidos, pero que vendrán, para llevarlos a rendir cuentas ante la justicia popular por 30 años de atropellos. Mientras tanto, la “demodura” contra los movimientos antisistémicos; y la “exceptocracia” que padece de “decretitis”, la enfermedad de gobernar más por decretos que por leyes; el hambre galopante y la “dictocracia” como dictadura civil del mercado; y la “urgentocracia” para facilitar subsidios al capital y el pago de la deuda externa; toda esta depredación proseguirá de la mano del (pro)gresismo, el capitalismo andino, el socialismo bolivariano y la izquierda cadavérica.
Leamos algunos datos espeluznantes de la “revolución” bolivariana:
En 1999 llega Hugo Rafael Chávez Frías al palacio de Miraflores. Desde ese año aumentó un 11 por ciento la pobreza y casi el 30 por ciento de la población no gana ni siquiera para comer. Eso sí, a Venezuela recursos no le faltaron, ya que con el aumento del petróleo ingresaron 350.000 millones de dólares. El precariado es dominante en Venezuela, más de medio país no tiene un puesto fijo y la venta ambulante es la profesión posfordista por excelencia. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el INDEC venezolano, en el año 1999 la pobreza extrema alcanzaba al 19,9 por ciento y en cambio ahora todo empeoró, ya que afecta al 28,1% de la población. La pobreza era en 1999 del orden del 43% y en el 2005 aumentó hasta llegar al 54%. El 22 por ciento de los venezolanos está desnutrido y el 47% vive con dos dólares por día. La deuda pública interna aumentó de los 1.069 millones de dólares en 1999, a 13.500 millones de la misma moneda en el 2005. La deuda externa tampoco se quedó atrás, en igual período creció, de 22.000 a 27.000 millones de dólares. Eso sí, durante el 2005 el PBI de Venezuela creció al 9 por ciento, semejante a los valores de China, Argentina o la India. A este ritmo al pueblo venezolano le espera una nueva devaluación de la moneda a costa de sus ingresos. Recordemos que de febrero de 2003 a febrero de 2005 la devaluación acumulada del bolívar llegó al 74,7%. Con la nueva devaluación, más sangre trabajadora será utilizada para recomponer el capital de los patrones y las arcas del estado, y así obtener, los excedentes para abonar las deudas financieras. ¿Será esto a lo que Chávez llama el camino al Socialismo del siglo XXI?
Con estos datos, tal vez, sea más fácil entender porqué el último 4 de diciembre para las elecciones legislativas, sólo optaron por los candidatos del comandante dos millones de venezolanos. Mientras que Chávez en el referéndum revocatorio de agosto de 2004 tuvo casi 6 millones de votos. En las últimas elecciones, los propios votantes bolivarianos se negaron a ir a las urnas. En este caso la abstención no fue un comportamiento fascista de los opositores a Chávez, sino la salida, el no voto, del 67 por ciento de los sufragantes que hasta hace un año renovaba su confianza en la máxima autoridad de la república bolivariana. Esos cuatro millones de venezolanos, ese éxodo antielectoral de los pobres, indica, que no se sintieron interpelados por el llamado desesperado del caudillo militar para concurrir a las urnas. ¿Una multitud a la izquierda de Chávez? Puede ser. Los años pasan y para las mayorías la paciencia se acaba. Para ellos, las cosas están cada vez peor desde que Chávez llegó al gobierno. Después de todo, los indicadores sociales, los únicos verdaderamente importantes para la multitud, no son mejores en la Venezuela de Chávez que en el Brasil de Lula y en la Argentina del señor “K”.
¿Y por Brasil como andamos? Podríamos decir que este país vive en un ambiente de guerra civil de baja intensidad.
Según un informe del Consejo Indígena Misionero (Cimi), el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST), el Foro Nacional de la Reforma Urbana y la Comisión de la Pastoral Obrera; realizaron un balance de los tres años de Lula y de la inmensa mayoría de la izquierda que llegó con él al gobierno. De un basto documento de 260 páginas se desprende lo siguiente:
Entre los más pobres el desempleo llega al 56%. La distribución de la renta en Brasil es la peor del mundo después de Haití. Las promesas que el Gobierno de Lula había hecho durante su campaña electoral sobre la reforma agraria, la alfabetización, la política indígena, la política habitacional, la creación de empleos o la defensa de la Amazonia, entre otras, no han sido cumplidas. Con más de 50.000 muertos, la violencia urbana policial tiene números alarmantes, peor que en el 2004 que ya había contabilizado la cifra aterradora de 40.000 asesinatos. En las zonas rurales la violencia también ha aumentado, durante el mandato del Partido de los Trabajadores (PT) han sido acribillados 147 trabajadores del Movimiento Sin Tierra.
Van quedando pocas prácticas, imaginarios y proyectos, que no hayan sido colonizados por el capital. No es casual que actualmente el camino zapatista sea un paradigma indigerible para los estados. Una autonomía como autogobierno de la comunidad que no hace de sus conquistas virtud, sino necesidad; que se lanza a arriesgarlo todo o perece; con alianzas sólo por abajo y con la izquierda anticapitalista, mientras repudia el carnaval electoral en las alturas. Ahí hay un rumbo, se toma una dirección y no otra. Esto siempre y cuando no se caiga en la tentación marketinera del “Sí Marquismo”. Una moda nefasta de seguidismo al zapatismo, haga lo que haga y diga lo que diga. Pose de la que huye el propio EZLN.
Hay ciertas prácticas que se diferencian por la negativa (por el no, por lo anti, lo antagónico), y definen más contundentemente su distancia con todo lo establecido, que otras experiencias que lo hacen por la positiva. Hoy la potencia del anti-capitalismo, como perspectiva que lleva a la pura antagonía a la ley del valor, a la ley de la ganancia privada y el estado, a la representación política como forma-Estado de la mercancía; es más radical, revulsiva, si se nos permite revolucionario, que aspirar a un modelo socialista. Sistema que nunca pudo superar, en el mejor de los casos, el capitalismo burocrático de estado hasta su total colapso, como en la vieja Unión de Repúblicas Socialista Soviética (URSS). O peor aun, con la actual China socialista. El boleto de ida para un capitalismo de una nomenclatura de expoliadores y censores. La que con 94 corresponsales en prisión encarcela más periodistas en el mundo. Una patria de los monopolios estatales y privados, nativos y extranjeros.
El cambio social de raíz, las ideas anómalas, el instinto ingobernable de la multitud, es un proyecto que retoma la guerra subterránea que anida en todas las democracias. En el caso Argentino, la cifra que oculta, el número que subyace a la paz civil llega a 30.000. Treinta mil detenidos desaparecidos. La mayoría torturados y asesinados. La sangre seca de la paz civil desde 1983, la gobernabilidad sobre los cuerpos laboriosos, la paz social y sus cementerios, el país normal con su miseria, el capitalismo en serio de la ficción jurídica de la igualdad entre los hombres; es la construcción social que se edifica sobre esa pila de cadáveres.
El presente no es sólo un ajuste de cuentas con el pasado, sino la tozudez por evitar la perpetuación y profundización, pero por otros medios, de ese mismo pasado. El gobierno de Kirchner tiene el repugnante registro de ser la presidencia con más procesados por la lucha popular y presos políticos, más muertes por accidentes laborales, más trabajo infantil, con más asesinatos policiales a mano armada y en las cárceles, y el mayor récord de torturas en prisiones y comisarías desde la presidencia de Alfonsín. La democracia indirecta multiplica varias veces el genocidio de antaño. Hoy con 105 argentinos que mueren por día por “causas evitables”, que se los deja morir, se los abandona y descarta; o sea, se los asesina con medios diferentes a como lo hacía la dictadura castrense pero se los aniquila de la faz de la tierra. Toda esta carnicería con sordina nos recuerda cotidianamente que la guerra social, que la lucha de clases, ahora con urnas, peronismo de izquierda y mass media, sigue su curso.
Una práctica económica por la dignidad humana, y del anticapitalismo como cambio social, recobra su potencia popular a partir de una total antagonía de los trabajadores contra los patrones, una diferenciación política abismal con todos los valores mercantiles establecidos. De lo contrario, la valiente resistencia popular le pone límites al nuevo genocidio, pero no lo evita.
II:: Enemigos ::
¿Qué es un enemigo sino aquel que mata? ¿Quién es el enemigo sino aquel que sumerge, manipula y hambre a las mayorías? ¿Cuáles son los enemigos, sino esa clase explotadora que se arroga el derecho de querer gestionar la vida?
La ministra de economía Felisa Miceli pasó del setentismo a firmar el cheque más importante de su vida. Abonó 9.810 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional, luego de haber integrado junto a Nora Cortiñas de Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo, la Cátedra Libre de Poder Económico y Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, y la Comisión de Reconstrucción de la Memoria. ¿Dónde quedaron esos años de trabajo social en Rincón de Milberg, partido de Tigre, junto a su compañero Ricardo Velasco? Otro setentista retratado en “Cazadores de Utopías” la película de David Blaustein, y ahora cazador de cargos en el estado. Que grotesco derrotero han tomado contra los ideales de sus viejos compañeros de lucha. Del no pago al FMI a pagar todo al FMI. De la patria socialista a la patria capitalista, ¿O es que ahora son lo mismo? Parece una burla de la historia terminar como ejecutivos de sus antiguos enemigos de clase. Si Lula en Brasil y Mujica en Uruguay se abrazan a los poderosos, ¿Porqué no Felisa y Pacha? En fin, van quedando pocos setentistas consecuentes.
Nueve mil ochocientos diez millones de dólares al FMI. ¿Cuál es la nueva cifra? ¿Cuántos cadáveres se acumulan sobre este pago? Desde el 25 de mayo de 2003, día en que Kirchner asumió la presidencia, se cuentan 100.000 nuevos desaparecidos por causas evitables. Además, no pagando, a futuro ¿Cuántos asesinatos más de guantes blancos, o con faldas y sonrisas, se podrían evitar?
Pero en cambio, la tragedia prosigue: el pago al FMI es un vuelto al lado de todo lo que resta. El capitalismo ultima 17 de cada 1000 niños por desnutrición y causas módicamente evitables. Un bebé es asesinado cada 45 minutos. ¿Con cuántos sacrificios humanos más deberá pagar la multitud, para deshonrarse y solventar el 93 por ciento de la deuda externa restante?
Que la economía dineraria, la sociedad del egoísmo, la miseria y la explotación, no puede aportar soluciones de fondo a la especie humana y al planeta todo, no es ninguna novedad. Lo inédito es que el progresismo, la izquierda, el socialismo, no solo ha renunciado al reformismo, no sólo ya no trata de ponerle más botes al Titanic, sino que los reserva celosamente para una cada vez más pequeña porción de la sociedad. Para el resto, el ahogo, la desesperación, la injusticia y la muerte.
El enemigo gobierna la vida y su biopoder es brutal. El Capital-Parlamentarismo en transición al Capital-Ejecutivismo le otorga a la mayoría de los parlamentarios el rol de convidados de piedra o meros levantamanos del oficialismo. Hasta comienzos de diciembre del año 2005 Kirchner llevaba emitidos más de 140 Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), contra sólo 11 sesiones ordinarias del Congreso Nacional.
La subsunción, inclusión, o subordinación del trabajo en el capital; profundiza como tendencia, la subsunción de la multitud en el mercado, la incorporación de la sociedad productora en la mercancía. Y el comando capitalista, la forma-Estado, el Capital-Parlamentarismo neo bonapartista de Kirchner, esa forma posmoderna de posfascismo, busca subordinar completamente el trabajo, la multitud, la sociedad productora, la vida, en la administración estatal.
El estado marca las normas y pone los límites. Todo lo que escape a sus coordenadas es lo a-normal, salvaje, peligroso. Toda vulneración a la norma mercantil es un delito. Todo rebelde pasa a ser criminalizable. La cárcel se transforma en el depósito social para las y los que sobran, luchan y resisten.
Reemplazando a la reclusión y desaparición fulminante de los campos de concentración de los militares.
Al capital le sobran personas. Se instaura un verdadero racismo de corte social. Un capitalismo de la excedencia de lo humano que les sobra a los patrones. Una discriminación, exclusión y represión, prisión y asesinato contra los pobres. Y los pobres hoy son media Argentina. Por lo tanto, el racismo social termina con los guetos de las villas y asentamientos como forma excluyente, una forma excepcional y minoritaria de pobreza y marginación en la era fordista. En cambio, ahora, lo extraño se vuelve normal y tiende a ser mayoritario. El biopoder como ejercicio de control sobre enormes poblaciones, transforma cientos de barrios, distritos completos, en los nuevos guetos posfordistas del capitalismo de la disponibilidad humana.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), a noviembre de 2005, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) era de 385,42 pesos (128 dólares), para una familia de dos adultos y dos niños. Y el valor de la Canasta Básica Total (CBT), que incluye bienes y servicios como educación, transporte, salud y vestimenta, era de 828,65 pesos (275,29 dólares). No olvidemos que, la Canasta Básica Alimentaria es un indicador de la línea de indigencia y la Canasta Básica Total de la línea de pobreza.
El promedio de los trabajadores registrados está por debajo de la línea de la pobreza, por lo tanto ganan menos de 828,65 pesos. Y el promedio de los empleados en negro está por debajo de la línea de indigencia y sus ingresos son menores a 385,42 pesos. Los trabajadores negados por el capital, los desocupados para mantener a raya a los ocupados, y así perpetuar la expoliación humana con la amenaza del desempleo para los rebeldes, reciben desde 2001 apenas 150 pesos. Cobran el equivalente al 38.9 % de la Canasta Básica Alimentaria, menos de la mitad de la línea de indigencia. Bajo el capital la existencia de la clase, real o potencialmente trabajadora, se transforma en una vida de privaciones perpetuas, en la muerte lenta del subconsumo, en un nuevo genocidio civil de la ley del valor que aniquila más personas que el genocidio militar.
Sólo en el 2005, y producto de la inflación, hay un millón y medio de nuevos miserables. La figura del trabajador menesteroso e indigente, una figura clásica del capitalismo del siglo XIX, se expande y difumina, paralela a la del trabajador precario, en negro, y al desempleo como trabajo negado por los patrones. Queda claro, con el retorno de la democracia y con todos sus gobiernos electos, la lucha del capital por aumentar sus ganancias a costa del trabajo y la miseria de sus empleados continúa. ¿Cómo no esperar el contraataque de la multitud?
El aumento del Producto Bruto Interno es directamente proporcional a la concentración del ingreso. Más crece la economía, memos gana la multitud del total de la torta que produce. En el posfordismo cuando las y los trabajadores escuchan que creció el PBI, es mejor que no se alegren. Pasó con Menem en los ’90, mientras aumentaba el PBI la desocupación crecía a valores inéditos, superando los dos dígitos, para nunca más bajar a valores fordistas.
III:: Esta democracia apesta ::
Hasta 1975, para la vieja clase obrera, su organización y su lucha, el aumento del PBI significaba que algo se derramara de la copa burguesa. Si aumentaba el producto bruto interno, aumentaba el trabajo registrado y los salarios. Desde la década pasada, y ahora sin Cavallo y con Lavagna-Miceli, sin uno a uno y con el dólar a tres pesos, más se crece y más precario y peor pago es el empleo. Con la hegemonía de la plusvalía relativa, y el trabajo muerto empleado en las máquinas en la ciudad y el campo, con la subsunción real del trabajo en el capital; cada vez que los trabajadores sepan que se incorporará en la empresa más tecnología tienen que temblar de espanto. En el capitalismo la tecnología tiene como rol dominante desemplear a los que la máquina viene a reemplazar como trabajo pasado, muerto y acumulado como capital. Y de los que quedan en la empresa, su trabajo presente o vivo, será sobreexplotado para resarcir la inversión y autovalorar el capital con más trabajo intensivo. La última máquina con incorporaciones cibernéticas, la robótica y la informática creada por los propios trabajadores, en vez de liberarlos de los trabajos rutinarios los condena a ser desnudos vigilantes de la tecnología. En vez de ser una herramienta a su servicio, es un instrumento más de esclavitud laboral. Aquellos que trabajan en una línea de producción robótica saben bien que, con cada mejora tecnológica, los ritmos de trabajo son más brutales, el proceso productivo depara más atención y más rápidamente colapsa el sistema nervioso. Aquellos atados a una computadora, sea en centrales telefónicas, líneas de caja, transacciones “on line”, terminan el día al borde de la extenuación física por más que no se hayan levantado en toda la jornada de la silla, su “box”, y la línea de cobro.
Es decir, el cuadro social se polariza cada vez más. A más PBI peor distribución de la riqueza; a más inversiones en tecnología, menos y peor empleo.
¿Qué significa la paz social del país normal, la gobernabilidad del capital sobre el trabajo? Veamos:
a) Aumento del superávit fiscal en $ 19.661 millones de pesos, mientras tanto el 62 por ciento de los argentinos no tiene cloacas y el 47 por ciento no tiene cobertura de salud. Aumento del 21 % de la recaudación impositiva en comparación a 2004, en tanto que, el 58 % vive sin gas natural. Crecimiento del PBI al nueve por ciento por tres años, sin embargo, el 33 por ciento no tiene agua potable. Aumento del superávit fiscal de las provincias del orden de los 4.000 millones, lo que eleva el superávit fiscal primario total (ingresos menos gastos del estado nacional y provincial, sin descontar el pago de los intereses de la deuda estatal) al récord histórico de 23.661 millones de pesos; mientras que el estado del capital ahora no puede alegar que no tenga plata, sigue la miseria pornográfica para cuatro de cada diez argentinos. La distribución del ingreso es cada vez más escandalosa: el 20 por ciento más rico se apropia del 54 por ciento, mientras que el 20 % más pobre sólo recibe el 4 por ciento.
b) Tomando números redondos, sobre 38 millones de argentinos, el 24 por ciento, más de nueve millones, vive como máximo con cuatro pesos por día (1 dólar con 30 centavos). Pero recordemos que hay casi dos millones que viven con tres pesos diarios; un millón y medio con dos pesos; y un millón cien mil con un peso. Y pensar que encima Kirchner y todos sus laderos; la obsecuencia del grupo Clarín; el eco de su sucursal menor, el Diario Página 12; y aún los multimedios de Hadad, tiene la osadía de llamar al suyo: “El gobierno de los derechos humanos”.
c) El estado congela los sueldos de sus empleados y las jubilaciones. En promedio, el haber jubilatorio está en 515 pesos, por lo tanto, son haberes de miseria. El 82 % móvil quedó en el olvido, la jubilación promedio del sistema previsional apenas si representa el 45% del sueldo registrado promedio. En el 2006 se prevén pocos ingresos de capitales. La suma rondaría la misma del año pasado: 4.300 millones de dólares. No importa, los capitales que faltan los pone la multitud con la acumulación originaria que detonó después de la devaluación. Ese colosal robo del trabajo humano por parte de la burguesía y el estado, la plusvalía, devenida en inversiones de capital; proveniente de la sangre, el cansancio y la falta de óseo que aporta, cada vez en mayor medida, el mundo del trabajo.
d) Los bancos tuvieron ganancias fabulosas en el 2005: 1.700 millones de pesos.
La patria exportadora de “commodities” no se cansa de ganar. Los campos de invernada para engorde vacuno de la burguesía con olor a bosta aumentaron el último año un 21.7 %, cotizándose la hectárea en 2.800 dólares. Las mejores tierras dedicadas al maíz y la soja pasaron en un año de 4.700 a 7.000 dólares la hectárea. El promedio de ganancia de ambas inversiones es del orden del 25.6 por ciento en dólares, mientras que un plazo fijo a 30 días rinde un 3 por ciento anual en pesos, o en el mejor de los casos, la especulación bancaria en dólares en el extranjero ronda el 3 por ciento. La vieja oligarquía terrateniente ¡Está de para bienes! Gana en dólares en un año, por la suba de sus tierras transformada en capital, ocho veces más que especulando en los bancos foráneos. ¡Vamos pingüino, siga así combatiendo al capital!
e) La pequeña burguesía exprime en negro y por un puñado de billetes a la mayoría de sus empleados. La que los blanquea, los toman con rebajas sobre los aportes patronales. Un regalito que le hace el estado para que explotar humanos le salga más barato. El obsequio le costó al fisco -desde marzo del 2004 a octubre del 2005- 80 millones de pesos. ¡Otra que el estado ausente! Y ni así, los desocupados vuelven a la noria del asalariamiento. Sólo 1.500 sobre 168.500 puestos con descuentos, proviene, de argentinos con planes sociales. Una vez más lo reiteramos: en el posfordismo se terminó el pleno empleo.
Esta democracia es corrupta y no por una u otra coima. La famosa corrupción antirrepublicana es terrible, pero apenas una bicoca. Aunque los funcionarios no robaran un peso esto no cambiaría en nada la desigualdad social y el origen de la producción de la expoliación humana. Explotación que ninguna redistribución de la riqueza puede morigerar más que cosméticamente. Y en el posfordismo, ni para eso sirven progresistas, peronistas, izquierdistas del capital y socialistas estatistas. Esta democracia apesta por la descomposición material de los cadáveres de tres generaciones ofrendados en los cadalsos cotidianos del dios trabajo que regenera el sistema mercantil. Ante cada intento vencido por parte del proletariado de terminar con el infierno en la tierra, la condena se reedita una y otra vez. En términos de caída del ingreso, participación en la renta nacional y vidas humanas, la derrota social del ’76 se pagó muy cara. Pero menos cara que la hiperinflación de Alfonsín; la instauración del menemismo; el gobierno de la Alianza; y la peor de todas, la devaluación de los salarios y planes sociales, jubilaciones y pensiones, precarización del empleo y pauperización de la vida, ejecutada por Duhalde-Kirchner. Un nuevo genocidio que deja morir por día 75 niños, bajo razones que asépticamente el poder le llama: “causas evitables”. Mientras tanto, otros esperan en la invisibilidad la muerte prematura o la transformación, en unos pocos años y por culpa del Capital-Parlamentarismo, en una raza de subhumanos mal nutridos. Nils Katsberg, el director de UNICEF para América latina y el Caribe, manifestó: “Este año hacemos eje en los millones de chicos que viven en condiciones de invisibilidad y exclusión. Más de 3,4 millones menores de 18 años en los centros urbanos viven en la pobreza, y más de 1,4 millón de chicos transita su infancia en hogares indigentes que no tienen siquiera los mínimos alimentos para sobrevivir. Creemos que los Estados y los fondos públicos deben hacer foco en los olvidados, los que no existen en las estadísticas y están al margen de toda dignidad”.
Es así que por tres décadas, entre bayonetas y papeletas, el hedor de los restos humanos no se llega a disipar. Porque sobre los huesos del pueblo de los ’70 y los ’80, los restos de la clase obrera de los ’90, y los cuerpos de la multitud a medio pudrirse desde el 2003, nuevas legiones de difuntos esperan su turno para impregnar la atmósfera con el olor a la carne descompuesta de los descartados. Fiel contracara de la pestilencia del dinero, haciendo del capitalismo un dispositivo social y racional, recurrentemente homicida.
Llegado el momento, ya sabrá la multitud acortar distancias contra los patrones y sus gerentes y rectificarse por haberse quedado a mitad de camino con el “¡Qué Se Vayan Todos!” Permitiendo que, de ese modo, prosiga contra ella la guerra social.
Tendremos que acostumbrarnos a ser los nuevos anormales, los bárbaros inclasificables, la multitud plebeya del posfordismo, las y los autónomos anticapitalistas. Pergeñar nuestra(s) estrategia(s), no olvidar jamás que estamos en guerra, que otro mundo es (im)posible en el capitalismo. Aprendamos de nuestra herencia, aquellos que, en parte, somos ahora. Y que lucharon ayer por los muertos que los precedieron, por las afrentas que sufrían, y por un futuro emancipado para nosotros. Nuestros hermanos de clase que, con sus victorias y derrotas, nos inspiran y reclaman estar atentos, ser flexibles tácticamente: pelear por no perder la administración autónoma de los planes sociales y evitar el avance del posfascismo; luchar por aumentos de salarios y terminar con el trabajo en negro; obtener mejor salud y educación y reducir la jornada laboral; okupar tierras y empresas, resistir y producir. Pero no renunciar jamás a los objetivos estratégicos, los únicos que pueden terminar con la actual guerra social: el autogobierno de los anónimos y la autogestión antimercantil generalizada; el fin de los privilegios y la república asamblearia de los comunes; la abolición del trabajo por dinero y con él la destrucción de todos los patrones; la fraternidad universal de los trabajadores contra el imperio mundial de la ganancia; el poder constituyente de la multitud y la abolición del mercado. Y digamos adiós a los olvidos, las ilusiones y las mentiras, que nos hacen creer que no estamos en guerra.
24 de enero de 2006
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