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Marcos en Ixtepec: El pueblo totonaca, prueba de los estragos que causa el neoliberalismo

22.02.06

Con un ritual totonaca fue recibido el subcomandante Marcos por decenas de indígenas en la comunidad poblana de Ixtepec Foto Víctor Camacho

Miércoles 15 de febrero de 2006

Estorbamos a los ricos, por eso nos quieren quitar todo, señala el delegado Zero

La Jornada

Ixtepec, Pue., 14 de febrero. “El pueblo totonaca, al igual que todos los pueblos indígenas de América Latina, ha soportado y esperado activamente estos momentos que nos quedan del sol que muere en la última etapa de la oscuridad. El sistema neoliberal capitalista se hace sentir de manera muy dura aquí en los hogares totonacas”, dice Hermelindo Pérez en el acto público de la otra campaña celebrado hoy en la punta solitaria de un cerro al que ascendieron cerca de 200 indígenas de las regiones vecinas a Huehuetla, en la sierra norte de Puebla, acompañando al subcomandante Marcos.

“Las políticas excluyentes del gobierno en turno nos han permitido continuar viviendo en estrecho contacto con la naturaleza, y con ello el fortalecimiento de nuestros pueblos, excluidos también de la contaminación ambiental que debilita a quienes viven en la ciudades y que se dan cuenta de que con el proceso de globalización nuestros pueblos siguen viviendo felices en sus montañas, por eso tratan de destruirnos”.

Ideas como éstas, paradójicas y originales, caracterizan el sorprendente encuentro de las organizaciones adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona con el delegado Zero en un alto balcón natural en la Sierra Madre Oriental, a cuyos pies se abren las tierras de Totocapan en toda su vastedad.

“Nuestra lucha de hoy no debe centrarse en la lucha de arriba, sino por la unidad del pueblo totonaca. Que PRI, PAN, PRD, Convergencia y PT se hagan allá bolas, ese es el poder de la cochinada. Somos quienes tenemos un poder diferente, un poder que incluye, un poder que comparte, un poder digno, un poder del pueblo”.

A su llegada, el delegado Zero fue recibido por hombres y mujeres de Ixtepec con bastones floridos ensartados con buganvilias moradas y cempasúchiles, y desde ahí lo condujeron a pie hasta la colina donde se celebró la reunión, a tres kilómetros del centro del poblado.

En su discurso, que habrá de transcurrir con parsimonia al ser traducido a la lengua totonaca de manera intercalada, el delegado zapatista describe lo que sucede actualmente “como si fuera una nueva guerra de conquista, pero sin que quede un rincón sin atacar”. La sintonía entre las palabras de Marcos y las de los sucesivos participantes en el acto es notable.

“Los ricos y los poderosos lo quieren todo y lo quieren ya. Nosotros como pueblos indios les estorbamos, por eso nos quieren quitar todo, hasta la vida”, prosigue el subcomandante Marcos. A sus espaldas ondea una pequeña bandera nacional con las montañas y los valles alrededor, dando una elocuente estampa de la patria en el lugar de los totonakús.

Marcos menciona el mandato que trae de los comandantes zapatistas: “Dile al totonaco, me dijeron mis jefes, que si esos ricos y poderosos ganan ya no vamos a tener patria, no vamos a tener pueblos indios, lo vamos a perder todo y vamos a entrar para siempre en la noche del dolor y el llanto.

“Me dicen: pregúntale al totonaco si ama estas tierras, a este suelo que se llama México. Si es que responde que sí con su historia, como pueblos indios que somos, que se una a nosotros. No nada más los zapatistas, sino también obreros, campesinos que no son indígenas, mujeres, jóvenes, niños, ancianos, maestros, estudiantes, empleados, choferes, pescadores, a toda la gente que trabaja en este país y que le estamos preguntando si es que quiere luchar por nuestra patria que es México.

“Dile al totonaco que no estamos pensando en lucha armada, sino al contrario, en lucha pacífica, pero ya no solos. Unidos sí podemos derrotar al que quiere destruir nuestra tierra.

“He venido al pueblo de los tres corazones, he subido con ustedes a una parte alta, he visto el dolor y la rebeldía que hay en nuestras tierras y entonces les pregunto, compañeros y compañeras, si es bueno que pongamos en esa bandera verde, blanco y rojo con el águila devorando a una serpiente, también los tres corazones que andan con ustedes, y los ponemos junto con los obreros, los campesinos y toda la gente que lucha porque este país cambie, de veras, porque acabe el sistema capitalista que es el que nos tiene así”.

Miguel, representante de la oganización anfitriona aquí, Red Semilla Nueva, expresa “un mensaje solidario a las bases de apoyo del EZLN”, celebra el encuentro “de quienes soñamos un mundo más justo”, y llama “a tejer un poder más justo, desde abajo”. Describe a Totonacapan como una “tierra históricamente inconforme con la gente de fuera que explota la región totonaca y nahua”.

Maricela, de la Organización Independiente Nahua de Ayatosco de Guerrero, al describir la lucha por mejorar las condiciones de producción y comercialización de los campesinos, expresa: “ya estamos cansados de la explotación, y estamos en contra del caciquismo y del poderío”.

La Central de Organizaciones Campesinas y Populares de los nahuas de la sierra (Cocyp) explica que se ha organizado en cooperativa y sociedad de producción rural para fortalecer a los productores de café, pimienta, maíz y vainilla, para detener la migración de campesinos a las ciudades, y dice que pretende construir “una red regional que espera llegar ser nacional, una organización grande”.

Concluido el acto, el delegado Zero sostuvo una reunión privada con las organizaciones, a la cual se permitió el acceso a prensa sólo un rato, y luego prosiguió a puerta cerrada, dentro de un edificio en construcción. Los representantes indígenas se pronunciaron por una autonomía “que tiene que ser totonaca, sin dejar de ser mexicanos”, que necesita desarrollar “su propia producción, su autonomía política”. La Red Semilla Nueva define su idea: “No queremos una autonomía que no se relacione con el gobierno, sino relacionarse de otro modo”.

Por su parte, un representante de la organización totonaca Lhtakat-Zipi, en voz casi baja y poderosa modestia, expresa: “estoy convencido de que el capitalismo está acabado”, y refiere que su organización “surgió con base en la pobreza”. Cuenta la demasiado repetida historia de indígenas que gestionaron créditos hace cuatro años para cultivar café, y no han recibido ninguna respuesta, no obstante que estas son tierras de excelencia para el café de altura. “El gobierno nos golpeó y dividió. Somos menos, porque la gente se desespera. Ixtepec es uno de los municipios más marginados”.

Y menciona un ejemplo: “nada más este enero pasado murieron aquí ocho mujeres por enfermedades y debilidades sin atención”, para concluir con una certidumbre: “El capitalismo está cavando su propia fosa, pues creó más pobreza que riqueza”.

También participan algunos promotores e investigadores no indígenas que trabajan en la región. Uno señala ante el delegado Zero que por acá se han repetido casos de organizaciones “prácticamente desmanteladas por la represión”.

Por último, un investigador del colectivo Joel Arriaga comenta que su grupo ha estudiado 21 municipios de Totonacapan, y que encontró pobreza, divisiones por causa de los partidos y las religiones, y especialmente por los programas gubernamentales.


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