En Ciudad Guzmán, el pintor Antonio Ramírez muestra al subcomandante Marcos su mural titulado “Sueño y pesadilla del poder” Foto Víctor Camacho
Jueves 23 de marzo de 2006
Denuncian que en el estado dos actores concentran el poder: el cardenal y el gobernador
Intolerancia y represión, principales reclamos que escuchó Marcos en Jalisco
La Jornada
Zapotlán El Grande, Jalisco, 22 de marzo. En su camino a la tierra del gran Juan José Arreola (”Yo, señores, soy de Zapotlán El Grande”), la caravana de la otra campaña se detuvo en Sayula. Un lugar que, bajo la falsa apariencia de apacible provincia jalisciense se ha vuelto invivible para la juventud. Y hasta que llovió en Sayula una voz de protesta en donde el alcalde es un ex oficial del Ejército federal, que según testimonian los jóvenes concibe a la policía como grupo paramilitar que incluso los ha torturado hasta la muerte, y al gobierno como una extensión de los cuarteles.
En Sayula se han organizado bandas y grupos juveniles para defenderse de la violencia, a veces atrapados en espirales violentas ellos mismos. Un representante del colectivo Bandera Negra denunció que ya han “probado” gobiernos del PRI, el PAN y el PRD. “Siempre igual, pues detrás quedan los mismos señores”. Hace unos años, en Sayula estaba vedada la plaza central al paseo de los pobres. Ahora, el “desarrollo” neoliberal amenaza con proscribir todo el centro histórico a los pobres, los indios y los jóvenes de aspecto “anormal” o rebelde.
Al retomar su camino, la caravana de la otra campaña llegó a Ciudad Guzmán, donde se efectuó un encuentro con adherentes y simpatizantes en el auditorio de la escuela normal rural, que resultó insuficiente para recibir a los asistentes. Colectivos urbanos, como el “del 85″, formado tras el terremoto de ese año, pues como se recordará, el sismo que sacudió al Distrito Federal también golpeó esta ciudad, y aquí también de la destrucción surgieron la solidaridad, la organización y la resistencia, que por lo visto siguen vivas.
Colectivos también de anarcopunks, que entre la ira y la ternura demandan espacios de encuentro y tianguis sin ser reprimidos por la policía. Por cierto, hay que reconocer que los anarcos, los punks y sus variantes autóctonas, siempre de negro pero con diferentes estilos capilares, se encuentran extendidos por todo el país, y poseen una identificación persistente con el zapatismo, y ahora con la otra campaña. Los de aquí, además de hacer fanzines y tocadas autogestionarias, practican el colectivismo y celebran el Día de Muertos con ofrendas de cempasúchiles en memoria de “los caídos en la lucha”.
Campesinos de al menos siete municipios de la región desfilaron ante el delegado Zero, exponiendo los inminentes peligros de despojo de tierras, bosques y agua. La contaminación del río Santiago Lerma alcanza una gravedad escandalosa. Dicen que las emanaciones amoniacales del río provocan mareos y hasta desmayos a ciertas horas del día. El sistema agroindustrial que impera en la zona, y recoge los contaminantes industriales de Guadalajara y otras áreas urbanas del estado, amenaza las tierras y la salud humana, según testimonios presentados en la sesión de la otra campaña. También regresan las denuncias contra la programada presa de Arcediano, que daría la puntilla a grandes extensiones rurales e incluso urbanas.
Pero también se desarrollan experiencias como la Red de Alternativas Sustentables Agropecuarias, que lucha en San Isidro, Juanacatlán, La Ciénaga y otros municipios “contra los burgueses y las trasnacionales apoyadas por el gobierno”. Los activistas que se oponen a las presas demandan detener la construcción de hidroeléctricas, la recuperación de las cuencas fluviales y el control eficaz de la contaminación.
La otra campaña “es la única alternativa pacífica, cívica y digna para transformar el país”, dijo Martín González, profesor universitario, investigador independiente y promotor de la otra campaña en Zapotlán El Grande. La comunidad de Nueva Esperanza, que ocupó tierras en 1992 y logró reconocimiento, ahora se considera amenazada por el Procede, las privatizaciones y las trasnacionales, que “son un cáncer”.
A su arribo a Ciudad Guzmán, el subcomandante Marcos visitó la Casa del Arte, para conocer el mural “Sueño y pesadilla del poder” de Antonio Ramírez, quien junto con su compañera, la pintora mazateca Domi, sus hijos, nietos y demás pupilos, sostienen en Guadalajara el Colectivo Callejero y la Casa de las Preguntas, y con ello una auténtica factoría renacentista de creación artística que ha acompañado al zapatismo desde hace más de una década.
El propio Ramírez advirtió hoy: “No pretendo ilustrar el zapatismo”, cosa que en efecto no han hecho él ni Domi. Más bien lo han iluminado, en el doble sentido de la palabra: le han dado luz, y también colores. El fresco de Ramírez recuerda a qué grado su obra, casi toda en cuadros, posee un impulso muralístico, de manera similar a lo que sucede con el muralista José Clemente Orozco (el más universal de los jaliscienses universales, por cierto).
Poblados de personajes y figuraciones inspiradas en el zapatismo chiapaneco, los dos muros y dos arcadas que abarcan el mural son prueba de la poderosa elocuencia corporal de la obra de Antonio Ramírez, volcada ahora a los muros, y uno descubre que ese es su sitio natural. Están el viejo Antonio, las encarnaciones de Votán, el gigante del poder voraz y su espejo traspasado por un jaguar internándose en la selva donde acechan rebeldes encapuchados. En otro muro, una asamblea de hombres desnudos y libres es inundada por una ola de la mar, de un azul vivísimo que constrasta con las tonalidades mate del conjunto.
Pintado en 2000, y más allá de su contenido político de fuerte ascendencia expresionista, “Sueño y pesadilla del poder” está al nivel de la estupenda obra gráfica y pictórica de Antonio Ramírez, siempre electrizada por una poderosa percepción del dolor y el placer humanos, la violencia, el horror, y también la liberación luminosa.
Los otros tapatíos
En una sociedad civil lastimada y ofendida por el régimen panista de Ramírez Acuña en grado superlativo, destaca la cicatriz dejada por la represión policiaca y judicial el 28 de mayo de 2004, un acontecimiento indeleble en la juventud de Guadalajara. La reunión vespertina de la otra campaña, que llenó a tope este martes el auditorio Salvador Allende de la Universidad de Guadalajara, reveló la gran complejidad social en la capital jaliciense, y la persistencia de ofensas que el autoritarismo conservador no deja de ahondar día con día.
Como expresó Gabriela Juárez, los sucesos que marcaron su vida y la llenaron de coraje y rebeldía son la represión a los altermunistas que protestaron el 28 de mayo (fueron agredidos, luego reprimidos, torturados y centenares de ellos encarcelados) y las explosiones del 22 de abril de 2005. Las dos caras de un mismo estado de cosas.
De ahí el valor catártico de la otra campaña, que “no sólo da la oportunidad de hablar, sino que renueva la esperanza para luchar contra el gobierno fascista de Jalisco”. Aquí se aplica una “política de Estado, donde los jueces son manipulados por el Ejecutivo”. Donde los cuerpos policiacos son la cara del gobierno autoritario para los ciudadanos.
Como expresó otro participante, en Jalisco parecieran existir sólo dos actores, a cual más de conservadores, que concentran el poder: el cardenal Sandoval Iñiguez (el “cavernal”, le dicen) y el “mafioso” gobernador Ramírez Acuña. Estos días, un diario local aseguraba, y no precisamente en tono crítico, que el primero es la personalidad más influyente de la entidad.
En la tumultuosa reunión de adherentes y simpatizantes con el delegado Zero hubo de todo: ex guerrilleros que no se han dado por vencidos después de la cárcel, el exterminio de sus compañeros y la destrucción de sus utopías; trabajadoras sexuales que buscan la autogestión y acusan a los policías tapatíos como “los mayores corruptos” y los que las extorsionan; gays excepcionalmente orgullosos de su preferencia sexual; uno de ellos se atrevió a besar la mejilla de Marcos, pasamontañas de por medio.
Indígenas migrantes que aprenden a levantar la voz; muchachas que quieren vivir en una ciudad que las respete; una educadora que busca opciones alternativas y progresistas, sólo para ser reprimida directamente por el gobierno estatal; miembros de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social, capítulo Guadalajara, que buscan una salud humanizada; promotores de la medicina holística y alternativa; sindicalistas de la UdeG y de Euzkadi; defensores de derechos humanos.
El presidente de la Asociación Jalisciense de Judo denunció la corrupción de la Codeme y las autoridades deportivas del estado, donde priva la injusticia. “Tenemos dos enemigos: el hombre que pisa al hombre, y el hombre que se deja pisar”.
Un artista callejero, casi a ritmo de rap, se presentó como “abridor” de los grafiteros y reiteró la intensidad de la represión policiaca. Hubo ambientalistas que abrieron el debate sobre la programada presa de Arcediano, la cual traerá nuevos desalojos, hurtos masivos (y “legales”, claro) de agua, y destrucción ecológica.
Tan hubo de todo que hacia el final tomaron el podio tres jóvenes de aspecto paramilitar y un tanto fanático, vestidos de blanco y negro, corte de cabello castrense, portando una misteriosa insignia triangular. Se presentaron como “miembros de un grupo estudiantil autónomo” sin nombre por lo visto, y recurriendo a una oratoria encendida y melodramática, con un discurso anticomunista y protofascista, cuestionaron el “financiamiento trasnacional” del EZLN, emplazaron a Marcos a quitarse el pasamontañas, y con el puño derecho en alto y las venas del cuello ingurgitadas, respondieron al abucheo generalizado con extraños vivas al EZLN.
Hubo anarcopunks, miembros del movimiento urbano popular, comunistas, promotores de la cultura y, claro, muy destacadamente, miembros del Movimiento 28 de Mayo.
En unas cuantas horas, la otra campaña actuó como revelador de las entrañas de la sociedad tapatía. Como de por sí la va haciendo por muchos lugares donde pasa, donde es recibida por adherentes, seguidores y uno que otro antagonista abierto o encubierto.