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Ayotitlán: El zapatismo concita el renacimiento de los pueblos nahuas de Tuxpan, estado de Jalisco

27.03.06

Más de un centenar de indígenas nahuas adherentes a la otra campaña se reunieron en el barrio de Tiroma, municipio de Ayotitlán, con el subcomandante Marcos Foto Víctor Camacho

Viernes 24 de marzo de 2006

Denuncian presiones trasnacionales para introducir variedades de maíz transgénico

El delegado Zero se reunió con 300 familias en el parque central de esta comunidad

La Jornada

Tuxpan, Jalisco, 23 de marzo. En el sur de Jalisco y la sierra, la identidad indígena recobrada va desenmascarando la agresiva depredación que han sufrido las comunidades durante décadas por parte de los gobiernos y sus adelantados modernos (ganaderos, madereros, empresas mineras). También hay un despertar de los pueblos, tan arrinconados y empobrecidos que oficialmente habían desaparecido.

Los nahuas de la región de Manantlán, y más recientemente de los barrios interiores de la ciudad de Tuxpan, sorpresivamente siguen ahí, existen. Al recibir la noche del miércoles al delegado Zero en el parque central, las 300 familias que conformaron hace un año la Organización de Comunidades Indígenas y Campesinas de Tuxpan se arrebataron nuevamente de la condición folclórica a que los han reducido los gobiernos locales por la aplicación de una política nacional -y ahora mundial-, cuya finalidad es borrarlos de los censos y, a la larga, del mapa.

Para recibir al subcomandante Marcos y la otra campaña, a la que se han adherido, los mayores nahuas de Tuxpan se reunieron en el estrado -y a la vista de toda la ciudad mestiza- con autoridades principales del pueblo wixárica (huichol), representantes purépechas de gran respeto en la Meseta Tarasca y de todas las comunidades nahuas de Jalisco. Todos llevan al cuello un collar de flores, sólo uno cada quien. Lo mismo el delegado zapatista.

Desde la entrada de Tuxpan los indígenas originarios recibieron a Marcos y lo acompañeron en su recorrido por media ciudad hasta el centro. Hubo confeti, consignas y una pequeña multitud de indios en movimiento. En otras partes eso puede ser común, pero no aquí. Por una vez en la vida los indios tomaron las calles, y nadie les pegó, aunque policía hubo bastantita.

Para iniciar el acto, los presentes entonaron el Himno Nacional. Una afirmación simultánea de identidad y pluralidad. El representante de los ancianos de Tuxpan, Félix Vázquez Ceballos, se dirigió al público reunido con estas palabras: “Es para nuestro pueblo un honor al EZLN a través de su delegado. Tenemos noticia de su existencia y su digna lucha en favor de nuestros pueblos, que siendo los más antiguos de estas tierras son los más explotados, los más olvidados y los más pobres.

“Desde 1994, año en que se levantaron contra el gobierno, las comunidades nahuas de Tuxpan hemos acampañado su paso, pues hemos entendido que su lucha es la lucha de todos los pueblos indígenas.”

Y refirió la historia de un despojo legal de largo aliento que se ha topado ahora con una verdadera resistencia indígena en los pueblos de aquí, campesinos sin tierra, mal empleados como jornaleros en las tierras que fueron de sus padres y abuelos. ¿Qué pasa cuando una historia que parecía concluida se levanta de pronto e invierte su curso?

“El pueblo nahua de Tuxpan, o Tochan, como lo nombraron nuestros abuelos, es uno de los más antiguos y principales pueblos nahuas de todo el occidente. Cuando los españoles llegaron a estas tierras casi acabaron con nuestra gente, y el recuerdo de tanta tristeza y tanta enfermedad se grabó en nuestros corazones y nuestra memoria. Así nació la danza de los chacayates, que dura hasta el día de hoy, para simbolizar la resistencia de nuestros abuelos ante la salvaje guerra de conquista. A lo largo de los siglos la comunidad indígena perdió casi todas sus tierras, que cayeron en manos de ricos terratenientes, quienes explotaron y siguen explotando a muchas familias indígenas y no indígenas.”

Antes del anciano nahua había hablado J. Trinidad Chema Guzmán, enviado del gobierno tradicional wixárika de San Sebastián Teponaxhuatlán. En el extremo contemporáneo de esta historia común de los pueblos indios, denunciaba: “El gobierno nos divide con sus programas, como el de ‘focos rojos’ (aplicado por las autoridades federales agrarias), y le paga al invasor un dinero que en la vida nosotros nunca vamos a tener”.

Trinidad Chema hacía referencia a las restituciones de territorio ganadas por los huicholes en tiempo reciente, aún incompletas, en las que los invasores mestizos fueron “indemnizados”. Por ello manifestó el desacuerdo de su pueblo con este acto de complicidad oficial contra quienes usurparon por años tierras de indígenas.

Don Félix, a nombre de la organización de los nahuas de Tuxpan, relató: “La llegada del ferrocarril en 1909, el desconocimiento de nuestros títulos por parte del gobierno en 1919, más las escuelas que introdujo el gobierno, casi acabaron con la comunidad indígena de Tuxpan, con su tierra, su lengua, sus costumbres y con el gobierno de los tlacayanes que portaban el bastón de mando”.

Con todo, agregó, “nuestra comunidad no se acabó, nuestros padres y abuelos siguieron sembrando el maíz que durante siglos nos ha alimentado y no dejaron su costumbre ni su religión. Esa identidad que se guardó hoy está renaciendo, y si antes los ricos y los mestizos nos humillaron llamándonos indios patarrajadas, hoy nos sentimos orgullosos de nuestro origen y nuestra costumbre.

“Nuestras comunidades buscan hoy su organización propia. Pero también vemos cómo en la comunidad hay quienes se autonombran como nuestros dirigentes; estos supuestos dirigentes han prostituido nuestras danzas y nuestra cultura, y se han hecho ricos con dinero que, según dicen, son para apoyar el desarrollo de nuestras familias.”

Había cierta sorpresa de los tuxpenses en ver a los indios hablando de pronto de su situación y sus reclamos con el subcomandante Marcos.

Después de vivas a los pueblos indígenas de Jalisco y México, al EZLN y a la otra campaña, la exposición de don Félix ofreció la radiografía de una historia que nadie quiere ver. Y menos se quiere ver a sus víctimas despertar.

“Con tristeza hemos visto cómo nuestros hijos y familias enteras se tienen que ir a trabajar a Estados Unidos o Guadalajara porque aquí no hay trabajo; sembrar el campo ya no deja para vivir. Actualmente muchas familias viven con 70 pesos diarios, que son ganados con gran sacrificio trabajando todo el día en las peores condiciones, sin seguro social ni prestaciones, en las cosechas de tomate o en los invernaderos de los extranjeros.”

Los wixáritari y los purépechas presentes son, como los nahuas de Jalisco y Michoacán, hijos del maíz. No obstante, “apenas alcanzamos a costear la siembra”, dicen los de Tuxpan. “Las empresas nos han presionado mucho para que usemos sus productos químicos y sembremos maíces mejorados, que están más bien desmejorados porque ni para tortilla sirven. Ahora nos dicen que las grandes empresas están presionando para que se puedan sembrar maíces transgénicos.”

El mensajero wixaritari, Trinidad Chema había dicho que su pueblo cuida los cinco puntos cardinales en lugares muy precisos de la geografía mexicana. “Cuidamos el territorio, el agua y los bosques.” Su pueblo está en el otro polo del despertar indígena; el de fuerte identidad, inquebrantable y autogestión comunitaria en progreso, con restituciones ganadas y un orgullo de ser quienes son.

Los nahuas, por su parte, despiertan de un cruel letargo. Van de vuelta a la lucha por sus derechos, sus costumbres y, quizá, su lengua. Dijo en su oportunidad don Félix: “Nuestras comunidades carecen de buena atención en salud. Apenas tenemos un médico para más de 30 mil habitantes. La mayoría de familias viven amontonadas en pequeñas casas”.

Estando así las cosas, la organización de los nahuas de Tuxpan, especie de cooperativa más que de productores agrícolas, busca hoy organizarse como comunidad para atender sus necesidades y las de sus familias. “En este caminar es muy importante para nosotros conocer la palabra y la experiencia de otros pueblos indígenas y otras organizaciones de campesinos, obreros y colonos.”

Para terminar su pronunciamiento “por la unificación y la restitución de nuestras comunidades” -a tono con las demandas de Congreso Nacional Indígena, al cual ya pertenecen estos nahuas que de plano se negaron a “desvanecerse” de las estadísticas-, la organización de los nahuas de Tuxpan advirtió al subcomandante Marcos, a los adherentes de la otra campaña, a los representantes de otros pueblos y a la gente y autoridades mestizas de su ciudad: “Sepan que nuestro paso ya no se detendrá hasta lograr que los derechos de las comunidades indígenas y del pueblo pobre se respeten”.

Al concluir el acto, el delegado Zero pernoctó en un domicilio particular de Tuxpan. Hoy se internó en la sierra de Manantlán para encontrarse en Ayotitlán con centenares de nahuas de las comunidades del sur de Jalisco y permanecer hasta el viernes en dicha comunidad.


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